JUDAS DE KERIOT - Difusión obra María Valtorta
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de Cristo decaerá también; no por incapacidad suya, sino porque nosotros ahogaremos esta<br />
capacidad con la soga de la soberbia. No sé si me explico bien‖. ■ Iscariote le responde: ―Te<br />
explicas muy bien. Me he equivocado yo. Pero mira... pienso que, en el fondo, desear ser<br />
admirados como discípulos del Mesías, suyos hasta el punto de haber merecido hacer lo que Él<br />
hace, es deseo de aumentar aún más la figura potente del Mesías entre las gentes. Alabanzas al<br />
Maestro, que tiene tales discípulos; esto es lo que quería decir yo‖. Zelote: ―No todo es erróneo<br />
en tus palabras‖.<br />
* “Judas, yo vengo de una casta perseguida por haber entendido mal qué es el Mesías....<br />
Durante la persecución y después la segregación he pensado mucho... y he visto la<br />
verdadera figura del Mesías, la Tuya, Maestro...‖.- ■ Y acto seguido Zelote se explica:<br />
―Pero... mira, Judas. Yo vengo de una casta perseguida por... por haber entendido mal qué y<br />
cómo debe de ser el Mesías. Sí. Si lo hubiésemos esperado con justa visión de su ser, no<br />
habríamos podido caer en errores que son blasfemias contra la Verdad y rebelión contra la ley<br />
de Roma; por lo cual tanto Dios como Roma nos han castigado. Hemos querido ver en el<br />
Mesías a un conquistador y a un libertador de Israel, a un nuevo Macabeo y más grande que el<br />
héroe Judas... Esto solo. Y ¿por qué? Porque hemos cuidado más de nuestros intereses (los de la<br />
Patria y los de los ciudadanos), que de los intereses de Dios. ¡Oh!, santo es también el interés<br />
por la Patria. Pero ¿qué es comparado con el Cielo eterno? He aquí cuanto he pensado y visto en<br />
las largas horas de persecución, primero, y de segregación después; cuando, fugitivo, me<br />
escondía en las cuevas de las bestias salvajes, condividía con ellas el lecho y la comida, para<br />
escapar de la fuerza romana, y sobre todo de las delaciones de los falsos amigos; o cuando, en<br />
espera de la muerte, gustaba ya el olor del sepulcro en mi cueva de leproso. ■ ¡Cuánto he<br />
pensado y he visto! He visto... la figura verdadera del Mesías... la tuya, Maestro humilde y<br />
bueno, la tuya, Maestro y Rey del espíritu, la tuya, ¡oh Mesías!, Hijo del Padre, que llevas al<br />
Padre, y no a los palacios de la tierra, no a las deidades de barro. ¡Tú... oh!, me resulta fácil<br />
seguirte...porque --perdona mi osadía que se proclama justa-- porque te veo como te he pensado;<br />
te reconozco, enseguida te reconocí. Sí, no se trataba de un conocimiento de Ti, sino un<br />
reconocer a Uno que el alma había conocido...‖. Jesús: ―Por esto te llamé... y por esto te llevo<br />
conmigo, ahora en este mi primer viaje a Judea. Quiero que completes el reconocimiento... y<br />
quiero que también éstos, a los que la edad no los hace así capaces de llegar a la verdad por<br />
medio de una meditación constante, sepan cómo su Maestro ha llegado a esta hora... Después<br />
entenderéis. ■ Pero henos aquí a la vista de la torre de David. La puerta Oriental está cerca‖.<br />
Iscariote: ―¿Salimos por ella?‖. Jesús: ―Sí, Judas. Primero vamos a Belén. Nací allí... Es bueno<br />
que lo sepáis para que lo digáis a los demás. También esto entra en el conocimiento del Mesías<br />
y de la Escritura. Encontraréis las profecías escritas en las cosas con voces que no pertenecen ya<br />
más a la profecía sino a la historia. Demos vuelta rodeando por las casas de Herodes...‖.<br />
Iscariote: ―La vieja zorra malvada y lujuriosa‖. Jesús: ―No juzguéis. Es Dios quien juzga.<br />
Vayamos por aquella vereda, entre las hortalizas. Nos cobijaremos bajo la sombra de un árbol,<br />
cerca de algún hospitalario lugar, hasta que el sol deje de quemar. Después proseguiremos el<br />
camino‖. La visión termina. (Escrito el 7 de Enero de 1945).<br />
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1-73-384 (1-37-422) En las cercanías de Belén, en casa de un campesino, noticias sobre la<br />
matanza de Herodes y la suerte de Anna. Visita a la Gruta de la Natividad.<br />
* Jesús, que hace recordar las profecías del A.T. sobre Belén y sobre la matanza de los<br />
inocentes, es rechazado por el campesino, penetrado, como todo betlamita, de odio hacia<br />
aquellos que, según ellos, fueron la causa de la matanza.- ■ El camino es un sendero<br />
pedregoso, polvoriento, que el sol del estío ha quemado. Discurre entre grandes olivos, todos<br />
cargados con pequeñas aceitunas. El suelo, en los lugares que aún no han sido pisados, está<br />
cubierto con las florecillas del olivo, que cayeron después de la fecundación. Jesús, con los tres,<br />
camina en fila india a lo largo del margen del camino, donde la sombra de los olivos ha<br />
conservado todavía verde la hierba, y por ello hay menos polvo. El camino cambia de dirección<br />
en ángulo recto, y sube levemente hacia una cuenca que tiene forma de amplia herradura, en la<br />
que están esparcidas numerosas casas, más o menos grandes, hasta formar una pequeña ciudad.<br />
Exactamente en el punto en que el camino tuerce, hay una construcción cúbica cubierta por una<br />
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