JUDAS DE KERIOT - Difusión obra María Valtorta
JUDAS DE KERIOT - Difusión obra María Valtorta
JUDAS DE KERIOT - Difusión obra María Valtorta
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Jesús: ―A cinco millas de Hebrón, en las orillas del río que decías‖. Juan: ―Entonces, ¿más allá<br />
de aquellas colinas?‖. Jesús: ―Sí‖. ■ Juan: ―Hace mucho calor... Maestro, después, ¿a dónde<br />
vamos?‖. Jesús: ―A un lugar mucho más caliente. Pero os ruego vengáis. Caminaremos de<br />
noche. Las estrellas son tan claras que no hay oscuridad. Os quiero mostrar un lugar‖. Juan:<br />
―¿Una ciudad?‖. Jesús: ―No... Un lugar... que os hará comprender al Maestro... mejor tal vez<br />
que sus palabras‖. ■ Iscariote: ―Perdimos varios días con ese estúpido contratiempo. Destruyó<br />
todo... y mi madre que había hecho tantas cosas, ha quedado desilusionada. No sé por qué has<br />
querido retirarte hasta la purificación‖. Jesús: ―Judas, ¿por qué llamas estúpido a un suceso que<br />
ha significado gracia para un verdadero fiel? ¿No desearías para ti una muerte semejante? Había<br />
esperado toda su vida al Mesías. Había ido, siendo ya anciano, por caminos incómodos a<br />
adorarle cuando le dijeron: «Ha venido»; había conservado en su corazón durante treinta años la<br />
palabra de mi Madre. El amor y la fe le han cubierto con su fuego en la última hora que Dios le<br />
reservaba. El corazón se le partió de alegría, se le incendió en el fuego de Dios como holocausto<br />
agradable.¡Qué suerte mejor que ésta! ¿Aguó la fiesta que habías preparado?... Ve en esto una<br />
respuesta de Dios. Que no se vaya a mezclar lo que es del hombre con lo que es de Dios... Tu<br />
madre otra vez me verá. Aquel anciano no más. Todo Keriot puede venir al Mesías, el anciano<br />
no tenía fuerza ya para hacerlo. He sido feliz en haber estrechado con el corazón al anciano<br />
padre que moría y de haber encomendado su espíritu. Y por lo demás... ¿Por qué dar escándalo<br />
mostrando desprecio a la Ley? Para decir «seguidme», hace falta recorrer uno mismo el camino<br />
¿Cómo habría podido Yo, o cómo podré decir «sed fieles», si Yo fuera infiel?‖. ■ Zelote<br />
observa: ―Creo que este error es la causa de nuestra decadencia. Los rabíes y los fariseos<br />
aplastan al pueblo con sus preceptos y después... después hacen como aquel que ha profanado la<br />
casa de Juan en Hebrón transformándola en un lugar de vicio‖. Iscariote: ―Es uno de Herodes‖.<br />
Zelote: ―Sí, Judas. Pero las mismas culpas hay también en las castas que se llaman a sí mismas<br />
santas. ¿Qué opinas Tú de esto, Maestro?‖. Jesús: ―Afirmo que solo en el caso de que haya un<br />
poco de verdadera levadura y de verdadero incienso en Israel, se hará el pan y se perfumará<br />
el altar‖. Zelote: ―¿Qué quieres decir?‖. Jesús: ―Quiero decir que si hay alguien, que con recto<br />
corazón venga a la Verdad, la Verdad se esparcirá como fermento en la masa de harina y como<br />
incienso en todo Israel‖. Iscariote pregunta: ―¿Qué te dijo aquella mujer?‖. Jesús no responde.<br />
Se vuelve a Juan: ―Pesa mucho y te cansas, dámela‖. Juan: ―No, Jesús, estoy acostumbrado a<br />
las cargas, y, además... me lo aligera el pensamiento de la alegría que le dará a Isaac‖.<br />
* ―Isaac, hay que alimentar el cuerpo, como si fuera un borriquillo, que ayuda a su<br />
dueño”.- ■ Han dado vuelta a la colina y a la sombra del bosque, a la otra parte, están las<br />
ovejas de Elías. Los pastores sentados a la sombra, las cuidan. Ven a Jesús y corren. ―La paz sea<br />
con vosotros. ¿Qué hacíais?‖. Isaac: ―Estábamos preocupados por Ti... y por el retardo...<br />
dudando si ir a encontrarte u obedecer... decidimos venir hasta aquí... para obedecerte y al<br />
mismo tiempo obedecer a nuestro amor. Pero deberías haber llegado aquí hace muchos días‖.<br />
Jesús: ―Hemos tenido que detenernos‖. Isaac: ―Pero... ¿nada malo?‖. Jesús: ―No, nada, amigo.<br />
Solo la muerte de un fiel sobre mi pecho‖. Iscariote: ―¿Qué querías que sucediese, pastor?<br />
Cuando las cosas están bien preparadas... Claro que es menester saber prepararlas y preparar los<br />
corazones para recibirlas. Mi ciudad tributó al Mesías honores. ¿No es verdad, Maestro?‖.<br />
Jesús: ―Es verdad. ■ Isaac, al regreso hemos pasado por la casa de Sara. También la ciudad de<br />
Yutta, sin ningún otro preparativo que el de su bondad sencilla y el de la verdad en las palabras<br />
tuyas, logró entender la esencia de mi doctrina y amar con un amor práctico, desinteresado y<br />
santo. Isaac, te envían vestidos y alimentos, y todos han querido echar alguna cosa más a los<br />
óbolos que quedaron en tu habitación, ya que ahora regresas al mundo y te encuentras sin nada.<br />
Tómalo. No tengo dinero, pero esto lo he traído porque está purificado con la caridad‖. Isaac:<br />
―No, Maestro, tenlo Tú... Yo... estoy acostumbrado a no tener nada‖. Jesús: ―Ahora tendrás que<br />
ir por los pueblos a los que te voy a enviar y te hará falta. El obrero tiene derecho a su<br />
recompensa, y también el obrero de almas... porque hay que alimentar el cuerpo, como si fuese<br />
el borriquillo, que ayuda a su dueño. No es mucho, pero sabrás emplearlo. Juan, en aquella<br />
alforja hay vestido y sandalias. Joaquín ha cogido de lo suyo; será un poco grande... ¡pero hay<br />
mucho amor en ese regalo!‖. Isaac toma la alforja y va a vestirse detrás de un matorral. Todavía<br />
estaba descalzo y llevaba su extravagante toga hecha con una manta.<br />
44