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JUDAS DE KERIOT - Difusión obra María Valtorta

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trabajo, de todo cuanto es óptimo y santo. Aquí sentí la nostalgia de mi Madre lejana, aquí sentí<br />

la necesidad de sus cuidados a mi fragilidad humana, aquí sentí renovarse el dolor de haberme<br />

separado de la Única que me ama perfectamente, aquí presentí el dolor que me está reservado y<br />

el dolor de su dolor; pobre Mamá, se le agotarán las lágrimas de tantas como deberá derramar<br />

por su Hijo y por <strong>obra</strong> de los hombres. Aquí sentí el cansancio del héroe y del asceta que en un<br />

momento de presentimiento se hace conocedor de la inutilidad de su esfuerzo... Lloré... ■ La<br />

tristeza... reclamo mágico para Satanás. No es pecado estar triste si los momentos son dolorosos.<br />

Es pecado ceder más allá de la tristeza y caer en la inercia o desesperación. Y Satanás enseguida<br />

acude cuando ve a uno caído en la debilidad del espíritu. Vino...Vestido bajo la apariencia de<br />

caminante bondadoso. Siempre toma el aspecto bondadoso... Yo tenía hambre... y tenía mis<br />

treinta años en la sangre. Me ofreció su ayuda. Primero me dijo: «Di a estas piedras que se<br />

conviertan en pan». Pero antes... sí... antes, me había hablado de la mujer... ¡Oh, él sabe hablar<br />

de ella, la conoce a fondo! Fue a la primera que corrompió, para hacerla su aliada de corrupción.<br />

No soy sólo el Hijo de Dios, soy Jesús, el obrero de Nazaret. A aquel hombre que me hablaba,<br />

preguntándome si conocía tentación, y casi me acusaba de ser injustamente feliz por no haber<br />

pecado, le dije: «El acto se calma en la satisfacción. La tentación rechazada no cede jamás, sino<br />

que se hace más fuerte, y a ello concurre Satanás azuzándola». Rechacé la tentación tanto del<br />

hambre de mujer, como del hambre de pan. Y tened en cuenta que Satanás me presentaba la<br />

primera --y no estaba equivocado, humanamente hablando-- como la mejor aliada para abrirse<br />

campo en el mundo. La Tentación --no vencida por mi respuesta: «no solo de sentido vive el<br />

hombre»-- me habló entonces de mi misión. Quería seducir al Mesías después de haber<br />

tentado al joven. Me incitó a destruir a los ministros indignos del Templo con un milagro... No<br />

se rebaja el milagro, llama del Cielo, a hacer de él un círculo de mimbre con que coronarse... No<br />

se tienta a Dios pidiendo milagros para fines humanos. Esto quería Satanás. El motivo<br />

presentado era el pretexto, la verdad era: «Gloríate de ser el Mesías», para llevarme a la otra<br />

concupiscencia: la del orgullo. No se dejó vencer con mi respuesta: «No tentarás al Señor Dios<br />

tuyo», me insidió con la tercera fuerza de su naturaleza: el oro. ¡Oh, el oro! Gran cosa el pan<br />

y mayor aún la mujer, para quien anhela el alimento o el placer; grandísima cosa es para el<br />

hombre, incomparablemente mayor, la aclamación de las multitudes... Por estas tres cosas,<br />

¡cuántos crímenes se cometen! ¡Ah!, pero el oro... el oro... llave que abre, círculo que suelda, es<br />

el alfa y el omega de noventa y nueve de cada cien de las acciones humanas. Por el pan y la<br />

mujer, el hombre se hace ladrón. Por el poder, homicida incluso; pero por el oro se hace<br />

idólatra. Satanás, el rey del oro, me ofreció su oro a condición de que le adorase... Le derroté<br />

con las palabras eternas: «Adorarás solo al Señor, Dios tuyo». Aquí... aquí sucedió esto‖.■<br />

Jesús se ha puesto de pie. Parece más hermoso que de costumbre, en la naturaleza que le rodea.<br />

También los discípulos se levantan. Jesús prosigue hablando y mira fijamente a Judas.<br />

―Entonces vinieron los ángeles del Señor... el Hombre había vencido la triple batalla. El Hombre<br />

sabía lo que quería decir ser hombre, y había vencido; estaba agotado, la lucha había sido más<br />

agotadora que el largo ayuno... Mas el espíritu se agigantaba... Yo creo que los Cielos se<br />

regocijaron cuando una criatura dotada de inteligencia, tal cosa realizó. Yo creo que desde ese<br />

momento me vino el poder de hacer milagros. Había sido Dios (solamente). Yo me había hecho<br />

el Hombre. Ahora, venciendo al animal que estaba unido a la naturaleza del hombre, he aquí<br />

que Yo era el Hombre-Dios, y lo soy. Como Dios todo lo puedo, como Hombre todo lo<br />

conozco. Haced también vosotros como Yo, si queréis hacer lo que Yo hago, y hacedlo en<br />

memoria mía‖.<br />

* ―Creo que aquel hombre ya no se asombrará más de que Yo haya solicitado ayuda del<br />

Padre para no caer en la tentación... Mi primer contacto con el mundo me produjo<br />

náuseas, ahora al unirme completamente con el Padre en la oración y en la soledad puedo<br />

volver al mundo para retomar mi primera cruz”.- ■ Jesús: ―Aquel hombre se admiraba de<br />

que hubiera Yo solicitado la ayuda del Padre, y de que le hubiera rogado que no me dejara caer<br />

en tentación, es decir, que no me dejara a merced de la Tentación más allá de mis fuerzas. Creo<br />

que aquel hombre, ahora que sabe, ya no se asombrará más. Haced también vosotros así, en<br />

memoria mía y para vencer como Yo, y no dudéis jamás de verme fuerte en todas las<br />

tentaciones de la vida, victorioso en las batallas de los cinco sentidos, del sentido y del<br />

sentimiento, sobre mi naturaleza de verdadero hombre (la que tengo además de mi naturaleza de<br />

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