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JUDAS DE KERIOT - Difusión obra María Valtorta

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tengo que daros ejemplo. ¿Qué dirías de un padre, de un hermano mayor, de un maestro, de un<br />

sacerdote que no diesen buen ejemplo?‖. ■ Andrés: ―¿Y entonces, Caná?‖. Jesús: ―Caná era el<br />

regocijo que mi Madre debía tener. Caná es el anticipo que se debe a mi Madre. Ella es la<br />

Anticipadora de la Gracia. Aquí honro a la Ciudad santa, haciendo de ella, públicamente, la<br />

iniciadora de mi poder de Mesías. Pero allá, en Caná, honraba a la Santa de Dios, a la Toda<br />

Santa. El mundo me tiene por Ella. Es justo que también por Ella vaya mi primer milagro al<br />

mundo‖.<br />

* Tomás aceptado en el grupo de los discípulos.- ■ Tocan a la puerta. Es Tomás nuevamente.<br />

Entra y se echa a los pies de Jesús: ―Maestro... no puedo esperar hasta tu regreso. Déjame<br />

contigo. Estoy lleno de defectos pero tengo este amor, único, grande, verdadero, que es mi<br />

tesoro. Es tuyo y es para Ti. ¡Déjame, Maestro!‖. Jesús, poniendo la mano sobre la cabeza:<br />

―Quédate, Dídimo. Ven, conmigo. ■ Bienaventurados los que son sinceros y tenaces en el<br />

querer. Vosotros sois benditos. Para Mí sois más que parientes, porque me sois hijos y<br />

hermanos, no según la sangre, que muere, sino conforme al querer de Dios y al querer vuestro<br />

espiritual. Y Yo digo ahora que no tengo pariente más cercano a Mí que el que hace la voluntad<br />

de mi Padre, y vosotros la hacéis, porque queréis el bien‖. La visión termina aquí. (Escrito el 26<br />

de Octubre de 1944).<br />

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1-55-304 (1-18-333).- Un encargo confiado a Tomás.<br />

* Encargo: buscar al leproso ( Simón Zelote) y de momento evitar a Iscariote.- ■ Jesús se<br />

dirige a Tomás: ―Amigo, antes te he dicho, en el olivar, que cuando vuelva por aquí, si todavía<br />

deseabas, serías mi discípulo. Ahora te pregunto si estás dispuesto a hacerme un favor‖. Tomás:<br />

―Sin duda‖. Jesús: ―¿Y si este favor te puede suponer un sacrificio?‖. Tomás: ―Ningún<br />

sacrificio es el servirte. Te tengo a Ti. ¿Qué se te ofrece?‖. Jesús: ―Quería decirte... Pero tal<br />

vez tendrás negocios, afectos...‖. Tomás: ―¡Nada, nada! ¡Te tengo a Ti! Habla‖. Jesús:<br />

―Escucha. Mañana cuando el alba salga, el leproso saldrá de los sepulcros para encontrar a<br />

alguien que ponga al sacerdote en conocimiento de lo sucedido. Tú lo primero que harás es ir a<br />

los sepulcros. Es caridad. Y dirás en voz alta: «Tú que ayer fuiste curado, sal fuera. Me manda a<br />

ti Jesús de Nazaret, el Mesías de Israel, el que te ha curado». Haz que el mundo de los<br />

«muertos-vivos» conozca mi Nombre y arda de esperanzas; y que quien a la esperanza una la fe<br />

venga a Mí para que le cure. Es la primera forma de limpieza que Yo traigo, la primera forma<br />

de la resurrección de la que soy dueño. Llegará el día en que os daré una limpieza más<br />

profunda... Un día, los sepulcros sellados vomitarán a los verdaderos muertos que aparecerán<br />

para reír, a través de sus cuencas sin ojos y de sus mandíbulas descarnadas, por el profundo<br />

gozo --que aun los esqueletos experimentarán-- cuando sus espíritus sean liberados del Limbo<br />

de espera. Aparecerán para celebrar su liberación y para llenarse de júbilo al saber a qué se la<br />

deben... Tú irás y él se acercará a ti. Harás lo que él te diga que tienes que hacer. En todo le<br />

ayudarás como si fuese tu hermano. ■ Le dirás también: «Cuando hayas cumplido con tu<br />

purificación, iremos juntos por el camino del río, más allá de Jericó y de Efraín. Allá el Maestro<br />

Jesús te espera, y me espera, para decirnos en qué debemos servirle»‖. Tomás: ―¡Así lo haré! ¿Y<br />

el otro?‖. Jesús: ―¿Quién?... ¿El Iscariote?‖. Tomás: ―Sí, Maestro‖. Jesús: ―Para él todavía vale<br />

mi consejo. Déjale que decida por sí mismo, y durante un largo tiempo. Evita aún el<br />

encontrarle‖. Tomás: ―Estaré con el leproso. Por el valle de los sepulcros solo andan los impuros<br />

o quien por piedad tiene contacto con ellos‖.<br />

* Las características del leproso señaladas por Jesús a Tomás.- ■ Jesús: ―¿Estás seguro de<br />

reconocer al leproso? No hay ningún otro curado, pero podría haberse ido ya, a la luz de las<br />

estrellas, para tratar de encontrar a algún caminante solícito. Y quizás otro, por el ansia de entrar<br />

en la ciudad, ver a los familiares... podría ocupar su lugar. Escucha cómo es su retrato. Yo<br />

estaba cerca de él y a la luz del crepúsculo le he visto bien. Es alto y delgado. Piel oscura como<br />

de sangre mezclada, ojos profundos y muy negros bajo unas cejas blancas, cabellos blancos<br />

como el lino y tirando a rizados, nariz larga pero achatada en la punta como la de los libios,<br />

labios gruesos, sobre todo el inferior, y salientes. Es de color tan aceitunado, que los labios<br />

parecen casi como amoratados. En la frente le ha quedado una antigua cicatriz, que será la<br />

única mancha que tenga, ahora, ya que todas las otras costras se le cayeron‖. Felipe: ―Es un<br />

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