10.05.2013 Views

ii concurso de relatos punto de libro

ii concurso de relatos punto de libro

ii concurso de relatos punto de libro

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Recorrió el pasillo hasta llegar a su mesa, <strong>de</strong>jó el tabaco y el<br />

encen<strong>de</strong>dor sobre ella, y se dirigió hacia el perchero a colgar su<br />

cazadora. Fue entonces cuando le pareció escuchar un ahogado<br />

suspiro.<br />

Se quedó quieto unos segundos, en silencio, extrañado.<br />

Agudizó el oído. El suspiro se repitió. Julio miró la cerrada<br />

puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l jefe y avanzó sigilosamente hacia ella.<br />

Los sonidos fueron haciéndose menos difusos, los suspiros<br />

tornábanse en ja<strong>de</strong>os, los tonos graves pertenecían al Sr.<br />

Madrazo, los más agudos a Carmen -sin duda-... era evi<strong>de</strong>nte lo<br />

que ocurría en el <strong>de</strong>spacho: estaban haciendo el amor.<br />

¡Vaya par <strong>de</strong> golfos! En la propia oficina... echando un polvo.<br />

Ya podían haber buscado un lugar más discreto para ello. Claro<br />

que pensándolo bien, con la puerta <strong>de</strong>l negocio cerrada, el único<br />

que podía entrar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el exterior era él. Y él, ahora, no <strong>de</strong>bería<br />

estar allí. Si la costosa máquina <strong>de</strong>l almacén no se hubiera<br />

estropeado, él se encontraría en la otra punta <strong>de</strong> la ciudad<br />

cumpliendo el encargo recibido. Así que el jefe y Carmen no<br />

tenían <strong>de</strong> qué preocuparse. No corrían peligro <strong>de</strong> ser<br />

sorprendidos. Y habían <strong>de</strong>cidido aprovechar su ausencia <strong>de</strong> la<br />

más grata manera posible: dándose un buen achuchón. ¡Qué<br />

caraduras! Los dos, casados ambos, poniendo los cuernos a sus<br />

respectivas parejas. Con lo serios y formalitos que parecían. Tan<br />

responsables, tan trabajadores, que hacían gala en todo momento<br />

<strong>de</strong> una conducta intachable, ¿quién podía imaginarse una cosa así<br />

<strong>de</strong> ellos? ¡Qué sinvergüenzas!<br />

Permaneció unos segundos escuchando tras la puerta. La cara<br />

que pondrían si alguien les sorprendiera con las manos en la<br />

masa. ¡Vaya patinazo! Anda que como se enterara Arturo, el<br />

marido <strong>de</strong> Carmen, se podía armar una buena. Arturo era un<br />

tiarrón <strong>de</strong> casi dos metros, con cara <strong>de</strong> pocos amigos y parco en<br />

palabras. Si llegara a saber que su mujer se acostaba con el jefe, la<br />

cabeza <strong>de</strong> éste no valdría ni un duro. Y la esposa <strong>de</strong>l Sr. Madrazo<br />

también se llevaría un buen disgusto si supiera en qué ocupaba<br />

parte <strong>de</strong>l tiempo su marido. No la conocía personalmente, pero<br />

seguro que no le haría ninguna gracia.<br />

40

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!