Descargar - Universidad Nacional de Río Cuarto

constante (antes, durante y posteriormente al encuentro) que es significativo
rescatar como potencialidad.
Desde el lugar de formador, poder registrar y documentar las discusiones,
las producciones de los alumnos, las elaboraciones de los mismos profesores,
las dudas y problemas, etc. es lo que permitió organizar la experiencia y readecuarla
a nuevas situaciones, aprendiendo de las mismas y dándole nuevos
sentidos a las propuestas e ideas del trabajo en equipo.
Este registro constante que han llevado los docentes como equipo coordinador,
les brindó la posibilidad de reflexionar y poner en marcha procesos
metacognitivos en relación al curso-taller desarrollado, que les permitió alcanzar
nuevos conocimientos sobre sus propias prácticas como formadores de
formadores.
El escribir sobre mi propia práctica implica argumentar decisiones, tomar
conciencia de los propios conocimientos sobre el hacer docente, cuestionarse
algunos supuestos, comunicar a los demás mi hacer formador y dejarlo a
disposición de críticas, miradas externas, contraargumentos. Pero también
implica asumirme como protagonista de los procesos educativos, involucra
mi desarrollo profesional, contribuye en la construcción del patrimonio de la
cultura y conocimientos de los profesores como grupo profesional, así como
también contribuye con el conocimiento más general de los problemas educativos
(Ponte, 2002: 7-8).
En este sentido, este trabajo es un claro ejemplo de lo dicho anteriormente.
El ponerlo bajo la lupa y observarlo desde diferentes perspectivas nos ha permitido
hacer visible una serie de potencialidades que seguramente podrán
contribuir a la reflexión de otros docentes, hacerlo extensivo a otros contextos,
permitir repensar otras situaciones, repensar la propia práctica como docente,
como formador, etc., pero esto lo hemos logrado gracias a que un grupo de
formadores escribió y compartió sus prácticas para sus colegas; allí radica la
potencialidad: en el aprender de la propia practica y desde la de los otros.
Es tomando en cuenta todas las potencialidades rescatadas de la experiencia
en este apartado, que a modo de cierre, nos permiten proponer algunas sugerencias
o premisas que contribuirán a pensar la escritura como formadora en
cualquier espacio educativo (Adaptado de Serrano de Moreno, 2007):
a. Deberíamos intentar hacer de los contextos educativos espacios
de comunicación, en los cuales los estudiantes tengan la posibilidad
de leer y escribir, compartir significados para aprender y formarse
como sujetos autónomos en lectura y escritura.
Formando(nos): Discutiendo modelos y estrategias
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