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Apostamos además, a la necesidad de que educadores -y educandos- adquieran
cierto relativismo, según el cual, el punto de vista propio es sólo uno de los
muchos posibles. Para ello, es importante desarrollar contextos múltiples que
estimulen la flexibilidad cognitiva a través de la representación del mismo contenido
desde diferentes perspectivas conceptuales (Correa y Rodrigo, 2001).
Ahora bien, ¿cómo introducir estas consideraciones en espacios de formación
de educadores ambientales sin caer en simplificaciones o simples teorizaciones?
Un enfoque esencialmente dialógico y lúdico configura, desde nuestra
perspectiva, la estrategia más potente.
3. Mucho más que un juego
Mijail Bajtín (1995), el maestro ruso de la dialogicidad, nos ofrece algunas
pistas para comprender el potencial cognoscitivo del diálogo. Su opción teórica
es la de que existen importantes puentes entre la posibilidad de comprensiones
complejas y el vínculo dialógico con el otro. En ese sentido, el autor afirmará que
la otredad es siempre un principio activo para la construcción de la conciencia,
y que “nuestro pensamiento se origina y forma en el proceso de interacción
con pensamientos ajenos”.
Recuperando y profundizando este sentido, Thomas Burbules (1999a), sostiene
que el diálogo es siempre una actividad que se dirige al descubrimiento
y a una comprensión nueva promoviendo el progreso y la evolución, no sólo
del conocimiento, sino también de la sensibilidad y subjetividad de los que
toman parte en él. La situación dialógica implica no sólo saber más acerca de
la cuestión, sino saber más acerca de nosotros mismos y las demás personas.
Asimismo, las objeciones en el diálogo, conducen a nuevos pensamientos en
los sujetos, es decir a la configuración de ideas en muchas ocasiones inéditas. El
diálogo es así una oportunidad para alcanzar otras perspectivas (Carlino, 2003),
justamente porque provienen de una visión del mundo y de un conjunto de
experiencias culturales diferentes de las propias.
Por otra parte, el diálogo, en tanto pedagógico, trae consigo una visión
no autoritaria del aprendizaje que es plenamente coherente con la posición
democrática que subyace a la noción de perspectivismo. Se trata de un explícito
reconocimiento de las diferencias, en tanto requisito también de cualquier
aprendizaje; habría en la diferencia misma un valor instructivo fundamental que
deriva del objetivo de entender la perspectiva, los valores y las experiencias
desde un punto de vista diferente (Burbules, 1999b).
Además, nuestra capacidad de diálogo se vincula especialmente con la
concepción de nosotros mismos como seres morales (Burbules, 1999c), y la
dimensión ética es un componente constitutivo del perspectivismo que pro-
Formando(nos): Discutiendo modelos y estrategias
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