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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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La alta norma de Dios 119<br />

de la iglesia. El Señor desea que aquel<strong>los</strong> que componen su iglesia<br />

sean veraces y fieles administradores de la gracia de Cristo. [129]<br />

El pecado de estos últimos días está sobre <strong>los</strong> profesos hijos de<br />

Dios. Por el egoísmo, el amor al placer y el amor al vestido, niegan al<br />

Cristo al cual su condición de miembros de iglesia indica que están<br />

siguiendo. Agradezco a Dios porque Jesucristo conoce todo impulso<br />

del corazón del creyente. Muchos que no siguen a Cristo profesan<br />

ser hijos de Dios. Su frivolidad, su conversación liviana, su falta de<br />

genuina piedad, sus blancos bajos, descarrían a otros que seguirían<br />

una conducta diferente si no fuera por el ejemplo de estos personajes<br />

engañosos, que no aman a Cristo ni practican su voluntad, sino que<br />

simplemente siguen sus propios razonamientos.<br />

Jesús conoce a todos <strong>los</strong> de corazón humilde, dócil y manso.<br />

Tienen pruebas y cometen errores, pero se les quebranta el corazón<br />

porque agravian al Salvador, quien <strong>los</strong> amó y murió por el<strong>los</strong>.<br />

Acuden humildemente a sus pies; luchan como Cristo luchó. Con<br />

humildad y mansedumbre de corazón tratan de hacer bien a <strong>los</strong><br />

demás. Tratan de hacer progresar la causa de la verdad mediante su<br />

esfuerzo sostenido y ferviente.<br />

El Señor Jesús ama a aquel<strong>los</strong> por quienes ha dado su vida; y se<br />

aflige cuando se permite que influencias mundanas se interpongan<br />

entre el<strong>los</strong> y su Ayudador, cuando se escoge a <strong>los</strong> ído<strong>los</strong> antes que<br />

a Cristo, cuando sus llamados al alma humana son recibidos con<br />

indiferencia y no hay respuesta. El sabe que el<strong>los</strong> hacen frente a<br />

grandes pérdidas, porque son piedras de tropiezo <strong>para</strong> <strong>los</strong> pecadores.<br />

No están recogiendo con Cristo, sino desparramando. Pero cuando,<br />

en una gran aflicción, el Espíritu de Dios toca su corazón, y se<br />

vuelven a él, el oye sus plegarias. Cristo conoce la capacidad que ha<br />

dado a toda alma de servirle <strong>para</strong> su bien presente y eterno. Anhela<br />

que estas almas no lo chasqueen. Quiere que brillen en su reino. Los<br />

más altamente honrados serán aquel<strong>los</strong> que tomen su cruz cada día, [130]<br />

y sigan a Cristo.<br />

Haced de la verdad una realidad<br />

El Señor Jesús exige que toda alma haga de la verdad una realidad.<br />

Mostrad que creéis que no estáis a medias con Cristo y a medias<br />

con el mundo. De todos <strong>los</strong> tales Cristo dice: “¡Ojalá fueses frío o

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