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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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32 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

Cristo ha dado a su iglesia amplias facilidades a fin de que pueda<br />

recibir ingente rédito de gloria de su posesión comprada y redimida.<br />

La iglesia, dotada de la justicia de Cristo, es su depositaria, en la<br />

cual las riquezas de su misericordia, su amor y su gracia, han de<br />

aparecer en plena y final manifestación. La declaración de su oración<br />

intercesora, de que el amor del Padre es tan grande hacia nosotros<br />

como hacia él mismo, el Hijo unigénito, y que nosotros estaremos<br />

con él donde él está, hechos uno con Cristo y el Padre <strong>para</strong> siempre,<br />

es una maravilla <strong>para</strong> la hueste angelical, y constituye su gran gozo.<br />

El don de su Espíritu Santo, rico, completo y abundante, ha de ser<br />

<strong>para</strong> su iglesia como un muro de fuego que la circunde, contra el cual<br />

no prevalecerán las potencias del infierno. Cristo mira a sus hijos en<br />

su inmaculada pureza y perfección impecable como la recompensa<br />

de sus sufrimientos, su humillación y su amor, y la corona de su<br />

gloria, siendo él mismo el gran centro del cual irradia toda gloria.<br />

“Bienaventurados <strong>los</strong> que son llamados a la cena de las bodas del<br />

Cordero”. *<br />

La iglesia es propiedad de Dios *<br />

La iglesia es propiedad de Dios, y Dios la recuerda constantemente<br />

mientras está en el mundo, sujeta a las tentaciones de Satanás.<br />

Cristo nunca ha olvidado <strong>los</strong> días de su humillación. Al abandonar el<br />

escenario de su humillación, Jesús no perdió nada de su humanidad.<br />

Conserva el mismo amor tierno y piadoso, y siempre es conmovido<br />

por la angustia humana. Siempre tiene en cuenta que él fue un Varón<br />

de dolores, experimentado en quebrantos. No olvida a su pueblo<br />

que lo representa, que está luchando <strong>para</strong> exaltar su ley pisoteada.<br />

Sabe que el mundo que lo odiara a él, odia también a su pueblo. Aun<br />

cuando Cristo Jesús ha pasado a <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>, allí continúa siendo una<br />

cadena viviente que une a sus creyentes con su propio corazón de<br />

amor infinito. Los más humildes y débiles están unidos íntimamente<br />

a su corazón por una cadena de simpatía. Nunca olvida que él es<br />

nuestro representante, y que lleva nuestra naturaleza.<br />

* [Estudio adicional: Obreros Evangélicos, 210, 211, 346, 518, 519; El Deseado de<br />

Todas las Gentes, 408, 409, 634, 635.]<br />

* [The Review and Herald, 17 de octubre de 1893.]

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