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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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252 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

no ha nombrado a nadie juez, ya sea de la pluma o de la voz de <strong>los</strong><br />

obreros de Dios.<br />

Hay hombres cuyo carácter y cuya vida manifiestan que son<br />

falsos profetas y engañadores. No debemos escuchar<strong>los</strong> ni tolerar<strong>los</strong>.<br />

Pero a <strong>los</strong> que Dios usa, están bajo su control, y él no ha designado<br />

a hombres de juicio humano y miope <strong>para</strong> que <strong>los</strong> critiquen y condenen,<br />

<strong>para</strong> que emitan juicio y rechacen la obra que hacen, porque<br />

las ideas de el<strong>los</strong> no coinciden con <strong>los</strong> que estos señores suponen<br />

que es la verdad.<br />

La falibilidad del juicio humano<br />

Los hombres pueden llegar a ser exactamente lo que eran <strong>los</strong><br />

fariseos: Muy despiertos <strong>para</strong> condenar al mayor de <strong>los</strong> maestros<br />

que este mundo haya conocido. Cristo dio evidencias irrefutables<br />

de que era enviado por Dios y, sin embargo, <strong>los</strong> dirigentes judíos<br />

asumieron la tarea que el enemigo <strong>los</strong> indujo a hacer, y acusaron<br />

de violar el sábado al Creador del sábado, al Señor del sábado. ¡Oh,<br />

qué insensatos son <strong>los</strong> hombres! ¡Cuán débiles son!<br />

Hoy existen personas que están haciendo lo mismo. Se aventuran<br />

en sus concilios a emitir juicios sobre la obra de Dios, porque se<br />

han adiestrado <strong>para</strong> hacer lo que el Señor nunca les ha pedido que<br />

hicieran. Mejor sería que humillaran sus corazones delante de Dios<br />

y trataran de no tocar el arca del Altísimo, <strong>para</strong> que la ira del Señor<br />

no caiga sobre el<strong>los</strong>, pues si el Señor alguna vez ha hablado por mi<br />

intermedio, testifico que han asumido la tarea de criticar y pronunciar<br />

juicios insensatos, lo que yo sé que no es correcto. Son sólo hombres<br />

finitos y, puesto que el<strong>los</strong> mismos están en tinieblas, suponen que<br />

<strong>los</strong> demás están en el error.<br />

Pero, estos hombres que pretenden juzgar a <strong>los</strong> demás, debieran<br />

tener una visión un poco más amplia y decir: “Si las declaraciones<br />

de <strong>los</strong> demás no concuerdan con nuestras ideas, ¿consideraremos,<br />

por eso, que son herejías? ¿Asumiremos nosotros, hombres no ins-<br />

pirados, la responsabilidad de imponer nuestro criterio y decir: Esto<br />

no aparecerá impreso?”<br />

Si persisten en aferrarse a sus propias opiniones, descubrirán que<br />

Dios no <strong>los</strong> apoya. ¿Creen acaso que todo lo que presentan es infalible?<br />

¿Creen que no hay sombra de error o de equivocación en lo que

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