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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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286 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

por el amor y purifica el alma; no está en contra ni de la creencia ni<br />

de la práctica. ¿Creemos nosotros la Palabra de Dios? ¿Son fieles<br />

y veraces, firmes a <strong>los</strong> principios todos <strong>los</strong> que profesan la verdad?<br />

¿Estamos haciendo la obra misionera con el espíritu de Cristo?<br />

Hay hombres que se presentan en el púlpito como pastores, profesan<br />

alimentar el rebaño, mientras las ovejas están pereciendo por<br />

falta del pan de vida. Hay discursos largos y fastidiosos, mayormen-<br />

te compuestos de relatos de anécdotas; pero <strong>los</strong> corazones de <strong>los</strong><br />

oyentes no son tocados. Los sentimientos de algunos pueden resultar<br />

conmovidos, pueden derramarse algunas lágrimas, pero sus corazones<br />

no son quebrantados. El Señor Jesús estaba presente mientras<br />

daban aquello que llamaban sermones, pero sus palabras estaban<br />

destituidas del rocío y de la lluvia del cielo. Evidenciaban que no<br />

habían recibido la ministración de <strong>los</strong> ungidos descriptos por Zacarías<br />

(véase el capítulo 4) <strong>para</strong> que el<strong>los</strong> a su vez pudieran ministrar<br />

a otros. Cuando <strong>los</strong> ungidos se vacían a través de <strong>los</strong> canales de<br />

oro, el aceite dorado mana de el<strong>los</strong> hacia <strong>los</strong> vasos de oro, <strong>para</strong> fluir<br />

hacia las lám<strong>para</strong>s, las iglesias. Esta es la obra de todo verdadero<br />

y consagrado siervo del Dios viviente. El Señor Dios del cielo no<br />

puede aprobar mucho de lo que traen al púlpito aquel<strong>los</strong> que profesan<br />

presentar la Palabra del Señor. No inculcan ideas que serán una<br />

bendición <strong>para</strong> <strong>los</strong> que escuchan. Es un forraje barato, muy barato,<br />

el que se coloca ante el pueblo.<br />

Fuego extraño<br />

Cuando el orador golpea al azar en cualquier dirección, según<br />

<strong>los</strong> caprichos de su fantasía, cuando habla de política al pueblo, está<br />

mezclando el fuego común con el sagrado. Deshonra a Dios. No<br />

tiene verdadera evidencia de parte de Dios de que habla la verdad.<br />

Hace a sus oidores un grave daño. Puede sembrar semillas capaces de<br />

introducir profundamente sus fibrosas raíces, y al brotar las plantas<br />

darán su fruto ponzoñoso. ¿Cómo se atreven <strong>los</strong> hombres a hacer<br />

esto? ¿Cómo osan presentar ideas cuando no saben a ciencia cierta<br />

de dónde vienen, ni si se ajustan a la verdad?

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