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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Amonestaciones fieles y fervientes 95<br />

“El que piensa estar firme, mire que no caiga”<br />

La idolatría de <strong>los</strong> hijos de Israel<br />

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres<br />

todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en<br />

Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron<br />

el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida<br />

espiritual; porque bebían de la roca espiritual que <strong>los</strong> seguía, y la<br />

roca era Cristo. Pero de <strong>los</strong> más de el<strong>los</strong> no se agradó Dios; por lo<br />

cual quedaron postrados en el desierto”. La experiencia de Israel,<br />

referida en estas palabras del apóstol y registrada en <strong>los</strong> (Salmos<br />

105 y 106), contiene lecciones de amonestación que el pueblo de<br />

Dios en estos últimos días necesita estudiar especialmente. Insto a<br />

que estos capítu<strong>los</strong> sean leídos por lo menos una vez por semana. [99]<br />

“Mas estas cosas sucedieron como ejemplo <strong>para</strong> nosotros, <strong>para</strong><br />

que no codiciemos cosas malas, como el<strong>los</strong> codiciaron. Ni seáis<br />

idólatras como algunos de el<strong>los</strong>, según está escrito: Se sentó el<br />

pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar”.<br />

A oídos de todo Israel, Dios había hablado con terrible majestad<br />

sobre el monte Sinaí, declarando <strong>los</strong> preceptos de su ley. El pueblo,<br />

abrumado por el sentido de su culpa, y temiendo ser consumido<br />

por la gloria de la presencia del Señor, había rogado a Moisés:<br />

“Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios<br />

con nosotros, <strong>para</strong> que no muramos”. Dios llamó a Moisés a que<br />

subiera al monte a fin de comunicarle las leyes <strong>para</strong> Israel, pero ¡cuán<br />

rápidamente se disipó la solemne impresión hecha sobre ese pueblo<br />

por la manifestación de la presencia de Dios! Aun <strong>los</strong> dirigentes de<br />

la multitud parecían haber perdido la razón. El recuerdo de su pacto<br />

con Dios, su terror cuando, cayendo sobre sus rostros, habían temido<br />

y temblado sobremanera, todo se había disipado como el humo. Aun<br />

cuando la gloria de Dios continuaba siendo un fuego devorador sobre<br />

la cumbre del monte, sin embargo, cuando Moisés desapareció de la<br />

vista, <strong>los</strong> viejos hábitos de pensamiento y sentimiento comenzaron a<br />

ejercer su poder. El pueblo se cansó de esperar el regreso de Moisés,<br />

y comenzó a clamar por alguna representación visible de Dios.<br />

Aarón, que había sido dejado a cargo del campamento, cedió<br />

a sus exigencias. En vez de ejercer fe en Dios, confiando en que<br />

el poder divino lo sostendría, fue inducido a creer que si resistía a

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