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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Necesidades humanas y provisión divina 149<br />

<strong>los</strong> talentos que les fueron confiados, <strong>para</strong> que cuando el Señor venga<br />

reciba con intereses lo que le pertenece. Con su propia sangre Cristo<br />

nos ha comprado como sus siervos. ¿Le serviremos? ¿Procuraremos<br />

con diligencia presentarnos a Dios aprobados? ¿Manifestaremos<br />

por nuestras acciones que somos mayordomos de su gracia? Todo<br />

esfuerzo hecho por el Maestro, impulsado por un corazón puro y<br />

sincero, será una ofrenda fragante <strong>para</strong> él.<br />

Andamos a la vista de inteligencias invisibles. Un testigo está<br />

constantemente a nuestro lado <strong>para</strong> observar cómo negociamos con<br />

<strong>los</strong> bienes que nuestro Señor nos ha confiado. Cuando el buen mayordomo<br />

devuelve sus talentos con sus intereses, no tendrá ninguna<br />

pretensión. Se dará cuenta de que se trata de <strong>los</strong> talentos que Dios<br />

le entregó a él, y dará gloria al Señor. Sabe que no habría habido<br />

ninguna ganancia de no existir el depósito, ningún interés de no<br />

existir el capital. El dirá: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí<br />

tienes, he ganado otros cinco talentos sobre el<strong>los</strong>”. Considere ahora<br />

la iglesia si está trabajando con el capital que el Señor le ha dado.<br />

Sin la gracia de Cristo toda alma habría caído en la bancarrota por<br />

la eternidad; por lo tanto no podemos reclamar nada con justicia.<br />

Pero aun cuando no podemos reclamar nada, si somos mayordomos<br />

fieles, el Señor nos recompensa como si <strong>los</strong> méritos fueran todos [167]<br />

nuestros. El dice: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,<br />

sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.<br />

¡Cuántos lamentarán las oportunidades perdidas cuando sea <strong>para</strong><br />

siempre demasiado tarde! Hoy tenemos talentos y oportunidades,<br />

pero no sabemos por cuánto tiempo serán nuestros. Trabajemos,<br />

pues, mientras es de día; porque la noche viene, cuando nadie puede<br />

trabajar: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su Señor<br />

venga, le halle haciendo así”.<br />

* * * * *<br />

Volved al primer amor<br />

Melbourne, Australia,<br />

15 de julio de 1892<br />

La razón por la cual muchos fracasan es que confían demasiado<br />

en sí mismos, y no sienten la imperiosa necesidad de permanecer en

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