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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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354 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

considerarán que tienen una obra especial que hacer, y serán fieles<br />

a su deber. En nuestras instituciones puede hacerse un gran bien<br />

enseñando por precepto y por ejemplo la economía en todas las<br />

cosas. Si usted, hermano mío, hubiera aprendido en la escuela de<br />

Cristo a ser manso y humilde de corazón, siempre estaría en terreno<br />

ventajoso. Usted no tiene un carácter ecuánime y equilibrado. No<br />

puede con seguridad poner su confianza en su propio juicio en todas<br />

las cosas. La forma de actuar del hombre consiste en idear y planear;<br />

Dios establece un principio. El hombre lucha <strong>para</strong> suavizar el deber<br />

y <strong>para</strong> acomodarlo a su propio carácter natural; pero la vida es un<br />

campo de batalla; la vida es una carrera que él debe correr si quiere<br />

salir victorioso...<br />

Las excusas no tienen valor<br />

La pregunta que debemos considerar es ésta: ¿Tenemos <strong>los</strong> atributos<br />

de Cristo? Las excusas no tienen valor. Todas las circunstancias,<br />

todos <strong>los</strong> apetitos y pasiones, han de ser siervos del hombre que<br />

teme a Dios, y no sus amos. El cristiano no ha de ser esclavizado<br />

por ningún hábito o tendencia heredada o cultivada. Debe dominar<br />

las pasiones animales y no ser esclavizado por el hábito.<br />

No debemos ser siervos de las circunstancias sino dominarlas por<br />

un principio que actúe interiormente, aprendido del mayor Maestro<br />

que el mundo conoció. La solemne actitud que asumimos hoy hacia<br />

el mundo, <strong>los</strong> deberes y responsabilidades solemnes que el Señor<br />

nos ha dado, no deben ser postergados hasta que estén de acuerdo<br />

con nuestra voluntad o nuestras circunstancias. El principio de la<br />

abnegación y el sacrificio, revelado en el ejemplo de Cristo, de Juan<br />

el Bautista, de Daniel y <strong>los</strong> tres jóvenes hebreos, ha de pasar como<br />

una reja de arado a través de <strong>los</strong> hábitos heredados y cultivados en<br />

todas las circunstancias y ambientes.<br />

Os pregunto: ¿Está el reino de Dios dentro de vosotros? El<br />

pueblo de Dios ha de componerse de hombres que estén siempre<br />

listos, siempre a las órdenes de Jesucristo. Ya ha llegado el tiempo<br />

en que en un momento podremos estar pisando tierra firme y en<br />

el siguiente la tierra estará moviéndose debajo de nuestros pies.<br />

Ocurrirán terremotos donde menos se <strong>los</strong> espera.

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