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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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Obreros dirigidos por Dios 189<br />

Cristo sopló sobre sus discípu<strong>los</strong> y dijo: “Recibid el Espíritu<br />

Santo”. Cristo es representado por su Santo Espíritu hoy en día en [215]<br />

todas partes de su gran viña. El dará la inspiración de su Santo<br />

Espíritu a todos <strong>los</strong> de corazón contrito.<br />

Dependamos más de la eficiencia del Espíritu Santo, y menos de<br />

<strong>los</strong> agentes humanos. Lamento decir que por lo menos algunos no<br />

han dado evidencia de haber aprendido la lección de la mansedumbre<br />

y la humildad en la escuela de Cristo. No permanecen en Cristo,<br />

no tienen relación vital con él. No son dirigidos por la sabiduría de<br />

Cristo mediante la entrega de su Santo Espíritu. Os pregunto: ¿Cómo<br />

podemos tener a estos hombres por jueces infalibles? Pueden ocupar<br />

puestos de responsabilidad, pero están viviendo lejos de Cristo. No<br />

tienen la mente de Cristo y no aprenden diariamente de él. Sin<br />

embargo, en algunos casos se confía en su juicio, y su consejo es<br />

considerado como sabiduría de Dios.<br />

Cuando <strong>los</strong> agentes humanos escogen la voluntad de Dios y<br />

se conforman al carácter de Cristo, Jesús actúa por medio de <strong>los</strong><br />

órganos y facultades de el<strong>los</strong>. Ponen a un lado todo orgullo egoísta,<br />

toda manifestación de superioridad, toda exigencia arbitraria, y manifiestan<br />

la humildad y la mansedumbre de Cristo. No son ya el<strong>los</strong><br />

mismos <strong>los</strong> que viven y actúan, sino que es Cristo el que vive y actúa<br />

por medio de el<strong>los</strong>. Entienden las preciosas palabras de la oración<br />

del Salvador: “Yo en el<strong>los</strong>, y tú en mí, <strong>para</strong> que sean perfectos en<br />

unidad, <strong>para</strong> que el mundo conozca que tú me enviaste, y que <strong>los</strong><br />

has amado a el<strong>los</strong> como también a mí me has amado”.<br />

Dios quiere que todo individuo mire menos a lo finito, que dependa<br />

menos de <strong>los</strong> hombres. Tenemos consejeros que dan evidencia<br />

de que no conocen la gracia de Cristo y no entienden la verdad como<br />

es en Jesús. Los colaboradores de Dios tienen una opinión humilde<br />

de sí mismos. No son jactanciosos, no tienen suficiencia propia, [216]<br />

no se ensalzan a sí mismos. Son longánimes, bondadosos, llenos<br />

de misericordia y buenos frutos. La ambición humana ocupa una<br />

posición subordinada en el<strong>los</strong>. La justicia de Cristo <strong>los</strong> precede, y la<br />

gloria del Señor es su retaguardia.

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