Lutero “la película” - THE DEO DUCE CATHOLIC MINISTRY
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ninguno de vosotros hiciese por mi lo que el ser divino hizo en mi favor: dejarse crucificar y<br />
morir.” (Propos de Table, n . 2397 b).” (Brentano: 200-201)<br />
Pues el castigo para el soberbio y el blasfemo era la confusión intelectual.<br />
Y el castigo para el inmoral y antinomianista era la duda de la salvación.<br />
¡No! <strong>Lutero</strong> no fue feliz en vida, así como todos los herejes.<br />
!<strong>Lutero</strong> não foi feliz nem em vida, assim como todos os hereges.<br />
11. La madre miserable y la hija deficiente. ¿Un <strong>Lutero</strong> caritativo?<br />
Por cierto, la millonaria Thrivent tampoco podría dejar de preocuparse con los pobres y<br />
oprimidos. En varias escenas el joven párroco de Wittemberg aparece ayudando y<br />
apiadándose de una mendicante y de su hija deficiente, la cual mal puede andar con dos<br />
muletas artesanales.<br />
Evidentemente tales hechos nunca ocurrieron. Y mucho menos existió la preocupación de<br />
<strong>Lutero</strong> por los pobres. Es notorio que los príncipes que dominaron la religión en sus territorios<br />
suprimieron las colectas caritativas mantenidas por la Iglesia.<br />
Una vez más mostraremos como el <strong>Lutero</strong> histórico nada tiene del piadoso párroco de la<br />
película.<br />
En Torgau, junto a Jonas, Melanchthon y el elector de Sajonia, entre otros, <strong>Lutero</strong> dijo:<br />
“Quisiera ser por tres días un angelito, para ir robarles el dinero a los campesinos para<br />
tirarlo al (río) Elba; pero después no habría suficiente soga, porque todos irían<br />
ahorcarse.” (Brentano: 131)<br />
Y comentando entre amigos sobre la música, que tanto le agradaba:<br />
“Me complace que los campesinos se vean privados de este elemento de consolación: es<br />
que nada entienden de música.” (Propos de Table, n. 1817)” (Brentano: 131)<br />
Los biógrafos luteranos todavía narran un ridículo y caricaturesco intento de exorcismo:<br />
“En enero de 1544, en la sacristía de la Iglesia Parroquial de Wittemberg, bajo la presidencia<br />
del Dr. Martín <strong>Lutero</strong>, una numerosa asistencia se reunió alrededor de una joven de<br />
dieciocho años –sin duda, una histérica (sic)- poseída por el diablo. Empezaron rezando<br />
preces comunes pero la muchacha no se enteraba de nada. Visiblemente el diablo mofaba<br />
de los espectadores y de las preces que le dirigían a Dios. Entonces <strong>Lutero</strong>, encolerizado,<br />
le dio una gran patada al demonio, o sea, a la joven; y luego se apresuró en llegar a la<br />
puerta previniendo que al diablo, quien se había reído de las preces dirigidas a Dios, le<br />
parecería menos graciosa la patada recién recibida. De hecho, la muchacha se lanzó detrás<br />
del Dr. Martín que se le escapara apresuradamente. Y… ¡maldición! el cerrojo de la puerta<br />
había caído y la llave no más giraba. ¿Qué hacer entonces? el Dr. Martín, fuera de si corría<br />
de un lado a otro perseguido por la joven aullando, lo que vale decir, el diablo. (…) Al<br />
fin el bedel de la iglesia le metió un hacha por la ventana, pudiéndose entonces libertar al<br />
exorcista.” (Brentano: 96)<br />
Grisar narra ese mismo episodio en semejantes términos, y como Brentano, recuerda que<br />
posteriormente le dijeron a <strong>Lutero</strong> que el diablo habría abandonado al cuerpo de la<br />
muchacha, quizás para consolar al exorcista frustrado. (Grisar: 493)<br />
Otra vez este <strong>Lutero</strong> nada tiene en común con el cura que se inclina para amparar a la niña<br />
deficiente que mal se equilibra en muletas precarias.