La mujer Santo de los Últimos Días, Parte A - The Church of Jesus ...
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Lección 31<br />
“ ‘Sí’, contesté abruptamente. ‘Vine a ver cómo es una casa cantarina’.<br />
“<strong>La</strong> señora Vásquez la miraba <strong>de</strong>sconcertada. ‘Pero, ¿qué quiere <strong>de</strong>cir?’<br />
“ ‘Luis me dice que le encanta venir a visitarla porque usted tiene una<br />
casa cantarina, y ahora empiezo a darme cuenta <strong>de</strong> lo que quiere <strong>de</strong>cir’.<br />
“ ‘¡Qué cumplido tan hermoso!’ <strong>La</strong> señora Vásquez empezó a sonrojarse.<br />
‘Pero naturalmente mi casa no se compara con la suya; todo el mundo<br />
dice que usted tiene la casa más hermosa <strong>de</strong> la ciudad’.<br />
“ ‘Pero no es una casa cantarina’, objeté. ‘…Dígame, ¿cómo es que ha<br />
llegado a tener algo así?’<br />
“ ‘Bueno’, sonrió la señora Vásquez, ‘si <strong>de</strong> veras <strong>de</strong>sea saberlo… Mi esposo<br />
no gana mucho dinero, y pienso que nunca lo hará; él no es <strong>de</strong> ese<br />
tipo. Tenemos que economizar y <strong>de</strong>cidimos empezar por las cosas que<br />
no son esenciales… Hay libros, revistas y música… son cosas que <strong>los</strong> niños<br />
pue<strong>de</strong>n llevar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí; el fuego [o <strong>los</strong> problemas económicos]<br />
no <strong>los</strong> pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>struir, y por eso <strong>los</strong> consi<strong>de</strong>ramos esenciales.<br />
Naturalmente, <strong>los</strong> alimentos sanos son también esenciales… <strong>La</strong> ropa <strong>de</strong><br />
<strong>los</strong> niños es muy sencilla… Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pagar todas esas cosas, no<br />
parece quedar mucho para comprar alfombras y muebles… No nos en<strong>de</strong>udamos,<br />
si po<strong>de</strong>mos evitarlo… Sin embargo, somos felices’, concluyó.<br />
“ ‘Ya veo’, dije pensativamente. Dirigí la mirada hacia don<strong>de</strong> Toño y<br />
Luis jugaban; se las habían arreglado para hacer un tren con cajas <strong>de</strong><br />
fósforos vacías y lo estaban cargando con trigo. Estaban <strong>de</strong>sparramándolo<br />
por todos lados, pero el trigo es limpio y sano.<br />
“Volví a casa. Mis alfombras orientales parecían <strong>de</strong>scoloridas. Subí las<br />
cortinas hasta lo alto <strong>de</strong> las ventanas, pero la luz que se filtraba a través<br />
<strong>de</strong> las cortinas <strong>de</strong> seda era tenue… Mi casa no era una casa cantarina,<br />
pero tomé la <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> hacerla cantar” (véase Reed H.<br />
Bradford, “Priorida<strong>de</strong>s”, Liahona, abril <strong>de</strong> 1970, págs. 14–15).<br />
• ¿Qué significado implicaba una “casa cantarina”? ¿Cuáles son algunas<br />
<strong>de</strong> las razones por las que eran felices en ese hogar?<br />
Alguna música <strong>de</strong>l mundo actual no es edificante; nos induce a tener<br />
pensamientos inmorales o irreverentes. Esa clase <strong>de</strong> música evita que<br />
tengamos el Espíritu <strong>de</strong>l Señor.<br />
• Muestre la lámina 31–c, “Una madre enseña canciones <strong>de</strong>l Evangelio<br />
a sus hijos”. Lea D. y C. 25:12.<br />
<strong>La</strong> música pue<strong>de</strong> unir a las familias y acercarlas a Dios. El cantar himnos<br />
juntos como familia nos acerca al Señor. <strong>La</strong> música folclórica nos<br />
recuerda a nuestros antepasados y su modo <strong>de</strong> vida. <strong>La</strong> buena música<br />
nos eleva e inspira. Apren<strong>de</strong>mos a amarla cuando la escuchamos, la<br />
cantamos o la tocamos con frecuencia.<br />
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