La mujer Santo de los Últimos Días, Parte A - The Church of Jesus ...
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Lección 4<br />
ambas testificaron <strong>de</strong>l gran consuelo que les había brindado el<br />
Espíritu… y tenían la seguridad <strong>de</strong> que todo estaría bien con ellas y<br />
con sus familias mientras se mantuvieran fieles a la Iglesia y guardaran<br />
<strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong>l Señor” (véase “El constante po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu<br />
<strong>Santo</strong>”, Liahona, julio <strong>de</strong> 1973, pág. 36).<br />
El presi<strong>de</strong>nte Heber J. Grant relató la forma en que <strong>los</strong> miembros <strong>de</strong> su<br />
familia recibieron conocimiento y consuelo <strong>de</strong>l Espíritu <strong>Santo</strong>:<br />
“Aproximadamente una hora antes <strong>de</strong> que muriera mi esposa, llamé a<br />
mis hijos a su habitación y les dije que su madre estaba a punto <strong>de</strong> morir<br />
y que <strong>de</strong>bían <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> ella. Una <strong>de</strong> las niñas, como <strong>de</strong> doce<br />
años <strong>de</strong> edad, me dijo: ‘Papá, yo no quiero que mamá se muera. He estado<br />
contigo en el hospital… durante seis meses; una y otra vez, cuando<br />
mamá estaba muy grave, tú la ungías y le calmabas sus dolores<br />
haciendo que durmiera apaciblemente. Quiero que pongas las manos<br />
sobre mamá y la cures’.<br />
“Le dije a la pequeña que todos teníamos que morir algún día y que<br />
sentía en mi corazón que a su madre le había llegado la hora. Tanto la<br />
niña como <strong>los</strong> <strong>de</strong>más hijos abandonaron el cuarto.<br />
“Entonces me arrodillé al lado <strong>de</strong> la cama <strong>de</strong> mi esposa (la cual para<br />
entonces estaba inconsciente) y le dije al Señor que reconocía Su mano<br />
en la vida, en la muerte, en el gozo, en las penas, en la prosperidad y la<br />
adversidad. Le agra<strong>de</strong>cí el conocimiento que poseía <strong>de</strong> que mi esposa<br />
me pertenecía por toda la eternidad… Pero le dije al Señor que me faltaba<br />
la fuerza para ver morir a mi esposa y temía que esto afectara la fe<br />
<strong>de</strong> mis pequeños… y le supliqué al Señor con toda la fuerza que poseía<br />
que le diera a mi pequeña el conocimiento <strong>de</strong> que era Su voluntad y Su<br />
<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que muriera su madre.<br />
“Mi esposa falleció en menos <strong>de</strong> una hora y pedí que <strong>los</strong> niños volvieran<br />
a la habitación. Mi hijito <strong>de</strong> más o menos cinco años y medio o seis<br />
años <strong>de</strong> edad lloraba amargamente, y la niña <strong>de</strong> doce años lo tomó en<br />
<strong>los</strong> brazos y dijo: ‘No llores, no llores, Heber; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que salimos <strong>de</strong> este<br />
cuarto, la voz <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong> me ha dicho: “En la muerte <strong>de</strong> tu<br />
mamá se hará la voluntad <strong>de</strong>l Señor” ’ ” (véase Manual <strong>de</strong> la Noche <strong>de</strong><br />
Hogar para la Familia, lección 10, pág. 56).<br />
Él testifica <strong>de</strong> la verdad<br />
Es a través <strong>de</strong>l Espíritu <strong>Santo</strong> que recibimos nuestro testimonio <strong>de</strong>l<br />
Evangelio.<br />
Una señora judía que estaba interesada en saber en cuanto a la Iglesia<br />
se dirigió a una biblioteca pública y tomó prestado el libro Doctrina <strong>de</strong>l<br />
Evangelio, por Joseph F. Smith. Mientras se hallaba leyendo el libro, tu-<br />
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