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La mujer Santo de los Últimos Días, Parte A - The Church of Jesus ...

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Lección 2<br />

• Analicen las siete partes <strong>de</strong>l arrepentimiento que figuran en Principios<br />

<strong>de</strong>l Evangelio capítulo 19. Si es posible, permita que participen varias<br />

hermanas. Presente una lámina en la que figure la lista siguiente, o<br />

acuda a la información que aparece en la pizarra:<br />

1. Reconocer el pecado.<br />

2. Sentir pesar por el pecado.<br />

3. Abandonar el pecado.<br />

4. Confesar el pecado.<br />

5. Hacer restitución.<br />

6. Perdonar a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más.<br />

7. Guardar <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> Dios.<br />

Debido a que Jesucristo pagó nuestros pecados, Él tiene el po<strong>de</strong>r para<br />

perdonarnos. Si seguimos el proceso <strong>de</strong>l arrepentimiento, el Salvador<br />

promete que nos perdonará nuestros pecados y no <strong>los</strong> recordará más.<br />

• Lea D. y C. 58:42.<br />

Por medio <strong>de</strong>l arrepentimiento nos volvemos limpios y puros; po<strong>de</strong>mos<br />

mirar nuestra vida pasada y recordar nuestros pecados, pero sin aflicción.<br />

En vez <strong>de</strong> ello, sentimos paz. Un misionero relató una historia que<br />

ilustra el perdón que cada uno <strong>de</strong> nosotros pue<strong>de</strong> recibir si verda<strong>de</strong>ramente<br />

nos arrepentimos.<br />

Una jovencita, la cual estaba a punto <strong>de</strong> ser bautizada, dudaba que su<br />

arrepentimiento por <strong>los</strong> pecados cometidos en su adolescencia pudiera<br />

ser aceptado por el Señor, <strong>de</strong> modo que continuaba orando para asegurarse<br />

<strong>de</strong> que el Señor la había perdonado. Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su bautismo,<br />

el él<strong>de</strong>r que le confirmó el don <strong>de</strong>l Espíritu <strong>Santo</strong>, dijo:<br />

“Al poner mis manos sobre la cabeza <strong>de</strong> ella y <strong>de</strong>cirle que recibiera el<br />

Espíritu <strong>Santo</strong>, sentí como si su cuerpo se hubiera sacudido por una<br />

<strong>de</strong>scarga eléctrica. Me alarmé por unos momentos, pero luego recobré<br />

la calma y finalicé la oración. Como es costumbre en la Iglesia, <strong>de</strong>spués<br />

me acerqué a ella para felicitarla, y me di cuenta <strong>de</strong> que se encontraba<br />

en un estado <strong>de</strong> estupor. Mantenía cerrados <strong>los</strong> ojos y le corrían lágrimas<br />

por las mejillas. Estuvo así como por cinco minutos, luego, repentinamente,<br />

movió la cabeza, se puso <strong>de</strong> pie y se dirigió a su asiento.<br />

“Por supuesto, sentía curiosidad por saber la razón <strong>de</strong> su extraña reacción<br />

mientras la confirmaba; <strong>de</strong> modo que más tar<strong>de</strong> le pregunté acerca<br />

<strong>de</strong> eso. Me dijo que por su cuerpo había pasado la sensación más hermosa,<br />

limpia y dulce; un espíritu bello, refrescante y purificador que<br />

jamás había experimentado en su vida”.<br />

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