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Anécdotas talmúdicas y de rabinos famosos

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pe el juez, “que lo que realmente valen no son las suposiciones, sino las<br />

evi<strong>de</strong>ncias. Usted, en este caso, sólo “cree” y “sospecha”, pero el <strong>de</strong>mandante<br />

tiene en su po<strong>de</strong>r un documento fi rmado <strong>de</strong> puño y letra <strong>de</strong><br />

su padre, don<strong>de</strong> consta que el día 15 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong>l año antepasado<br />

le vendió su terreno por una suma bastante razonable. ¿Qué tiene que<br />

<strong>de</strong>cir ante esto?”. Rab Leví se quedó en un impotente silencio. En ese<br />

instante, pidió la palabra el Báal Dibré Jaim, la que le fue inmediatamente<br />

concedida por el magistrado. Se levantó <strong>de</strong> su asiento, y se dirigió al<br />

juez: “Quisiera que me permita hacerle unas preguntas a su señoría”.<br />

“¿A mí? ¡Claro! ¡A<strong>de</strong>lante!” aceptó el juez. “Quizás conoció usted al<br />

difunto padre <strong>de</strong>l señor Leví”.”Sí. He tenido la ocasión <strong>de</strong> conocerlo<br />

personalmente. Varias transacciones comerciales se hicieron con él, y<br />

he intervenido como juez en ellas”.”Y conforme a lo que usted sabía<br />

<strong>de</strong> su situación, ¿cree que hubo algún motivo que lo haya obligado a<br />

ven<strong>de</strong>r alguno <strong>de</strong> sus bienes?”<br />

“¡No, no! ¡Defi nitivamente, no! Era un hombre <strong>de</strong> una posición acomodada.<br />

Y no creo que haya tenido alguna razón para <strong>de</strong>sheredar a su<br />

hij o, a quien quería mucho. Pero ya le he dicho, Rabino, que no puedo<br />

guiarme por suposiciones”. ”De acuerdo. Déjeme preguntarle algo<br />

más: ¿Conocía usted su <strong>de</strong>voción hacia la religión judía <strong>de</strong>l difunto?”<br />

“¡Oh, sí! Lo recuerdo muy bien. Era un hombre muy aferrado a su<br />

ley. Por nada <strong>de</strong>l mundo se me ocurre que pudo haber hecho algo en<br />

contra <strong>de</strong> lo que la Torá le indica”.<br />

“No hace falta preguntarle, entonces, si piensa que el difunto pudo<br />

haber profanado el día sábado por alguna razón que no fuese peligro o<br />

emergencia”.<br />

“En efecto. Está usted en lo cierto”.<br />

“Ahora bien” y mientras esto <strong>de</strong>cía, el Rab le extendió un calendario<br />

al juez, “¿Pue<strong>de</strong> usted mismo fi jarse a qué día <strong>de</strong> la semana<br />

correspon<strong>de</strong> la fecha <strong>de</strong>l documento en cuestión?”.<br />

El juez miró el calendario, y luego dij o: “Esa fecha cayó en día sábado”.<br />

“Ahora quiero hacerle la última pregunta: Aunque usted no se base en<br />

suposiciones, ¿podría creer que el difunto realizó una operación co-<br />

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