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Anécdotas talmúdicas y de rabinos famosos

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POR EL TEMOR AL ETERNO<br />

Rabí Shmuel bar Susratei llegó una vez a Roma y en ese momento<br />

la reina perdió sus joyas y Rabí Shmuel las encontró.<br />

Un edicto fue leído por todo el país, en el que se gratifi caría al que<br />

<strong>de</strong>volviera las joyas, pero <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los treinta días, pero si se las<br />

encontraba, al que las halló y no las <strong>de</strong>volvió <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa fecha,<br />

le cortarían la cabeza.<br />

Rabí Shmuel espero sin embargo treinta días y <strong>de</strong>spués trajo las joyas<br />

a la reina, quien quedó sorprendida por el hecho <strong>de</strong> que alguien<br />

procediese <strong>de</strong> esa manera poniendo en peligro su vida.<br />

Después <strong>de</strong> inquirirle si sabía <strong>de</strong>l edicto, le preguntó por qué había<br />

<strong>de</strong>vuelto las joyas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l término dispuesto, a lo que Rabí<br />

Ishmael respondió:<br />

-Porque no quería que pensasen que lo hice porque te temía. Te lo<br />

<strong>de</strong>volví porque temo al Eterno.<br />

A lo que la reina exclamó:<br />

-Bendito sea el D-s <strong>de</strong> los judíos<br />

(Ierush. Tratado Baba Metzia,2)<br />

ALEJANDRO MAGNO EN UN PAÍS EXTRAÑO<br />

Alejandro Magno llegó en uno <strong>de</strong> sus viajes a la capital <strong>de</strong> un reino,<br />

diciendo que venía a ver cómo allí se juzgaba a la gente. En ese momento<br />

aparecieron dos personas para que el rey dirimiese su problema, puesto<br />

que uno había vendido al otro un campo y entre el abono, el comprador<br />

encontró un tesoro y siendo una persona honorable, se lo quería <strong>de</strong>volver<br />

al ven<strong>de</strong>dor; pero aquél no quería aceptarlo, diciendo que el campo<br />

ya no era suyo y que lo había vendido con todo lo que tenía.<br />

El rey escuchó los argumentos y le preguntó a cada uno si tenían hijos<br />

y éstos respondieron afi rmativamente. Entonces dictaminó que el<br />

hij o <strong>de</strong> uno se casara con la hij a <strong>de</strong>l otro y se quedaran con el tesoro.<br />

Alejandro Magno escuchó todo esto y comenzó a reír.<br />

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