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Anécdotas talmúdicas y de rabinos famosos

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EL HONOR DE UN SABIO<br />

Rabí Yehuda, jefe <strong>de</strong>l Sanhedrin y Rabí Jía iban por un camino<br />

y cuando llegaron a un lugar, preguntaron si residía allí algún<br />

sabio, para visitarlo. Entonce les dij eron que había uno pero era<br />

ciego. Rabí Jía dij o entonces que iría él solo a verlo, puesto que no<br />

correspondía que Rabí Yehuda, el jefe, lo viese.<br />

Pero Rabí Yehuda fue igual y cuando se <strong>de</strong>spidieron <strong>de</strong>l sabio,<br />

éste les dij o: ”-uste<strong>de</strong>s vinieron a ver a una persona a la que se lo<br />

pue<strong>de</strong> ver, pero él no ve. Sean pues merecedores <strong>de</strong> recibir a la<br />

Santa Presencia que ve, pero a quien no se pue<strong>de</strong> ver.”.<br />

-Mira-dij o Rabí Yehuda-si no hubiese venido contigo, me habría<br />

perdido <strong>de</strong> escuchar una bendición tan hermosa”.<br />

(Tratado Jaguiga, 8)<br />

OÍDOS SORDOS A LA MALEDICENCIA<br />

Si alguien escucha algo impropio, que coloque sus <strong>de</strong>dos en sus<br />

oídos y no siga escuchando.<br />

Rabí Eliezer dij o:” ¿por qué los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong>l hombre son puntiagudos?,<br />

para que los pueda colocar en los oídos cuando escucha<br />

palabras falaces.”.<br />

En la Casa <strong>de</strong> Estudios <strong>de</strong> Rabí Ishamael se estudió lo siguiente:<br />

“¿Por qué el oído es duro y el lóbulo es blando? para que cuando<br />

se escuche alguna maledicencia, se pueda doblar el lóbulo en el<br />

oído y evitar escuchar lo que no se <strong>de</strong>be”<br />

(Tratado Ketuvot, 5)<br />

UNA PARÁBOLA CON DOS OVEJAS<br />

Rabí Ishmael dij o:<br />

Aquél que aparta <strong>de</strong> sus bienes para caridad, se salva <strong>de</strong>l Infi erno.<br />

Es igual a dos ovejas que <strong>de</strong>bían atravesar un arroyo; una estaba es-<br />

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