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Masonería - Generalísimo Francisco Franco

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Por todo esto es muy conveniente aclarar bien los papeles para no confundir las<br />

cosas ni darles medios de defensa a los “hermanitos”, y que cada palo aguante su<br />

correspondiente vela. Que lo español, por católico y por español, es igualmente detestado<br />

por la masonería y el judaísmo, es evidente; pero judaísmo no quiere decir pueblo hebreo,<br />

sino esa minoría judía conspiradora que utiliza a la masonería como uno de sus<br />

instrumentos.<br />

Desde que la herejía luterana y la traición inglesa a la causa de la fe católica<br />

desencadenaron en Europa las luchas de religión, España viene siendo el blanco de la<br />

conspiración de las sectas disidentes. La leyenda negra por ellas levantada se mantuvo<br />

viva y renovada periódicamente. Había que desprestigiar a España en el exterior y minar<br />

su poderío en el interior, y la masonería fué el instrumento más eficaz que, a través de los<br />

siglos XVIII y XIX, vino moviendo los hilos de la conspiración.<br />

Si hemos de analizar, aunque sea someramente, los daños que la masonería en<br />

estos siglos causó a la Nación española, es necesario conocer los prolegómenos de aquel<br />

movimiento.<br />

Se ha pretendido, a través de la Historia, arrojar sobre España la acusación de su<br />

espíritu antijudio, fundamentada sobre la expulsión que los Reyes Católicos hicieron de los<br />

judíos existentes en su Reino, sin tener en cuenta los artificiosos detractores de nuestra<br />

Nación que esto venía ocurriendo en aque¡los siglos en muchos paises de Europa, y que<br />

antes de ser expulsados de España, los judíos lo habían sido también de Inglaterra y de<br />

Francia, y en alguna nación, por dos o tres veces.<br />

La expulsión de los judíos de España no revestía un carácter racial e incluso religioso,<br />

ya que los judíos habían perdido este carácter para convertirse, durante el siglo XV, en<br />

una secta fanática, incrédula y tenebrosa, carente de fundamentos religiosos, pero que<br />

animados de un rencor profundo contra los católicos conspiraban contra ellos con alevosa<br />

hipocresía.<br />

En la historia de las Cortes de Castilla y en las de Aragón y Navarra aparecen en el<br />

último tercio de aquel siglo severas recriminaciones contra los hechos gravísimos de que<br />

los judios eran actores. El acontecer de aquellos siglos recogido por nuestros historiadores<br />

refleja hechos tan elocuentes como el sucedido en Segovia, en que los judíos se hacen<br />

con una hostia consagrada con ánimo de profanarla, y un hecho portentoso los aterra: el<br />

que da lugar a una fiesta anual antiquísima que recuerda el milagro; pero no es sólo en<br />

España, pues en la catedral de Bruselas se conserva también la hostia de que brotó<br />

sangre al atravesarla los judíos con sus puñales, y que aquellas generaciones llevaron a<br />

las vidrieras de sus cristales, que exponen los hechos a los ojos del mundo.<br />

Asesinatos de niños y de adultos en reuniones secretas. El caso conocido del acólito<br />

de la catedral de la Seo de Zaragoza, hijo del notario Sancho Valero, crucificado en la<br />

pared de la “alajama” y atravesado por una pica por el judío Mossed Albayucete, que al<br />

descubrirse milagrosamente el cadáver convierte al rabino y a sus secuaces.<br />

En el año 1454, en el Señorío de don Luis de Almansa, dos judíos mataron a un niño<br />

y lo enterraron después de haberle arrancado el corazón para hacer con él un maleficio.<br />

Otras dos tentativas de asesinato hubo en Toro en el año 1457, cometidas por judíos<br />

de aquella ciudad bajo el imperio del descreido Monarca Don Enrique IV, el Impotente,<br />

influido por judíos y conversos, que deja impunes tales crímenes.<br />

En Sepúlveda, en 1468, un rabino llamado Salomón Pichot se apoderó de un niño y lo<br />

asesínó cruelmente en complicidad con otros judíos del mismo pueblo, lo que despertó la<br />

indignacion popular contra la secta en la mayoría de los pueblos de Castilla, provocando<br />

en muchos casos la justicia del pueblo por desasistencia de la oficial. La influencia de los<br />

magnates judios y de su dinero alcanzaban a prostituir a la justicia.<br />

En Toledo, en la Puerta del Perdón, donde pedía limosna una pobre ciega, un hijo<br />

pequeño suyo fué raptado por un falso converso de la guardia, llevado a una caverna,

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