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Masonería - Generalísimo Francisco Franco

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presencia de un adolescente que desde todos los puntos de vista merecería la estimación<br />

y la indulgencia.”<br />

Quiénes eran estos hombres constituye uno de los secretos de esta historia.<br />

El general Giraud, según Lagarde, ha dejado entrever que la decisión de condenar a<br />

ser fusilado al joven Bonnier se había inspirado en razones de Estado, para decirnos<br />

inmediatamente: “Fué, sin duda, en nombre de estas razones de Estado por las que el<br />

féretro del joven Bonnier de la Chapelle estaba ya dispuesto desde antes que en juicio se<br />

le hubiera condenado a muerte. Sí, exactamente. Aún no habla sido condenado por el<br />

Tribunal y ya estaba esperando el féretro en que debían enterrarle.<br />

“Fué probablemente también cómo fundándose en estas mismas razones de Estado<br />

dejaron que Darlan muriese sin intentar salvarle ni hacer nada por salvarle de la muerte, y<br />

sin recoger las declaraciones que pudo haber hecho en aquellos instantes. Porque esto es<br />

la verdad: lo que se hizo fué apresurar la muerte de Darlan, de la misma manera que se<br />

dieron prisa para ejecutar a Bonnier de la Chapelle.”<br />

¿Puede decirse más? Razones, y grandes razones de Estado tenían que existir para<br />

acumular crimen sobre crimen, y que hubiesen quedado en la mayor impunidad los<br />

instigadores del asesinato.<br />

Algo, sin duda, atormentaba la conciencia del veterano soldado en la hora de su<br />

muerte. Había, sin duda, obrado con debilidad y falta de energía frente a las pandillas que<br />

en Argel le empujaban y le mediatizaban. Se había callado y sometido por el prestigio de<br />

Francia y unas mal entendidas razones de Estado, que, ante la consideración de la<br />

responsabilidad material del ejecutor, le arrastraron a cerrar los ojos y a no ahondar en la<br />

investigación sobre los cómplices y los instigadores. En la hora de la muerte el recuerdo,<br />

sin duda, le atormentaría.<br />

Mas sigamos al periodista, que aún tiene algo que decirnos. En su trabajo nos<br />

asegura que “Darlan quería hablar, y aquí entra en juego la maquinación inconcebible. Con<br />

el pretexto de detener una supuesta o real salida de sangre le metieron un tapón en la<br />

boca. Así se le condenaba al silencio. Pero aún había algo más extraño en este<br />

inconcebible asunto, y es que en lugar de trasladarle tendido en un coche camilla hasta la<br />

clínica, le llevaron sentado en uno de los asientos del coche, en condiciones de que en el<br />

caso de no ser herida mortal habría muerto asfixiado.” Terminando con esta nueva<br />

sensacional información: “He aquí otras cosas que se le han olvidado a Giraud relatar,<br />

referentes todas ellas al asesinato de Darlan. Por ejemplo, que hasta el momento final se<br />

hizo creer al joven Bounier que dispararían contra él con pólvora sola. Lo mismo que se<br />

había logradoque Darlan no hablara, por este procedimiento se lograría igualmente sellar<br />

los labios del asesino.”<br />

Estas monstruosas anormalidades que aparecen rodeando el crimen y su justicia, y<br />

que toda conciencia honrada se resiste a admitir, tienen, sin embargo, una clara<br />

explicación: nos hallamos ante uno de esos tenebrosos crímenes que la masonería fragua,<br />

y que al correr de la Historia se repiten, en que los ejecutores son simples peleles. El<br />

asesinato de Darlan fué realizado por la masonería. Como el Intelligence Service, la<br />

masonería desempeña en las guerras su papel. Darlan, masón, contra las órdenes de la<br />

masonería, había pasado a ser el hombre de los Estados Unidos, y había que hacerlo<br />

desaparecer, como a tantos otros personajes importantes durante la contienda. La<br />

presencia de Darlan en Africa, y su nombramiento como jefe supremo, privaba a De<br />

Gaulle, considerado por los ingleses como su hombre, del apoyo de las únicas fuerzas con

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