Masonería - Generalísimo Francisco Franco
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GRADOS Y PRUEBAS<br />
26 de marzo de 1950<br />
ENTRE las actividades de la masonería no existe ninguna que los hermanos<br />
pretendan ocultar mejor que la de los crímenes masónicos; cuando en alguna publicación<br />
se ha desarrollado este tema o se han demostrado con documentación o testimonios<br />
irrebatibles ejecuciones llevadas a cabo por orden de las logias, a ello respondió la<br />
masonería con la consigna del silencio, no aludiendo ni siquiera para desmentirIos a los<br />
hechos gravísimos que se les imputan, y solamente cuando a ello se ven directamente<br />
forzados quitan importancia al asunto, despreciándolo y negando la existencia de tales<br />
crímenes, imputándolos a invenciones de sus detractores; y cuando, en alguna ocasión,<br />
ante la prueba abrumadora de los hechos, sale a la luz la participación activa de masones<br />
en algún crimen, defienden la tesis de que porque unos masones cometan un cierto<br />
crimen, no por ello deba caer la responsabilidad sobre la secta, lo mismo que si un<br />
sacerdote comete un delito no puede por ello imputársele la responsabilidad a la Iglesia a<br />
que pertenezca.<br />
El sistema, evidentemente, es eficaz y hábil, pues los hechos permanecen mientras<br />
dura el comentario, más la dialéctica es demasiado barata, ya que el crimen masónico no<br />
es el crimen vulgar que un masón pudiera cometer, sino aquel que se ejecuta por<br />
designios secretos de la secta para eliminar a un determinado sujeto, masón o no, al que<br />
la masonería condena, y que constituye todo un sistema que se viene repitiendo al correr<br />
de los años.<br />
No quiere esto decir que nos echemos del lado de los que creen que el objetivo de la<br />
masonería sea el de cometer crímenes, pero sí que entre sus acciones y procedimientos<br />
figuran aquéllos para los casos graves de deslealtad, de desobediencia en materia<br />
esencial o de conveniencia suprema para la orden, a juicio de sus dirigentes.<br />
Que el caso no puede ser frecuente, la naturaleza de los propios hechos lo delata, ya<br />
que si se abusase de ello las reacciones de la sociedad rebasarían todas las previsiones y<br />
acabarían echando abajo todo el tinglado de las logias.<br />
El que de estas ejecuciones queden escasas huellas y sobre ellas no se escriba, es<br />
cosa obligada el cuidado más elemental del que comete crímenes de esa naturaleza, y<br />
mucho más cuando se trata de ejecuciones muy estudiadas y preparadas, en que no<br />
median sino las personas indispensables de alta jerarquía de la masoneria; sin embargo,<br />
en los propios estatutos de la organización masónica nos encontramos en varios de sus<br />
grados con la alusión directa a esta clase de venganzas que comentamos.<br />
Se distribuyen los grados masónicos en simbólicos (grado primero al tercero), que<br />
comprenden el período de prueba, y del que no suelen pasar los más; podríamos llamarlo<br />
el noviciado de la masonería, fácilmente penetrable a la curiosidad de los extraños; de<br />
ellos nos habla el masón renegado, sin alejarse por ello de la verdad: veladas filosóficas,