Masonería - Generalísimo Francisco Franco
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invadidas por los franceses. Este episodio, de escasa duración, y al que se dió fin por la<br />
paz de Basilea en 1795, que devolvió a España las plazas perdidas en Cataluña y<br />
Vascongadas, y que valió a Godoy el titulo de Príncipe de la Paz, encierra, sin embargo,<br />
una gran trascendencia desde el punto de vista de nuestro análisis sobre la masonería.<br />
Entonces salieron a la luz, entre las grandes pruebas de lealtad, muchas debilidades y las<br />
traiciones, que dan la clave de que la mayor parte de las victorias ganadas en aquel<br />
territorio por los franceses fueron debidas a las gestiones de la masonería mucho más que<br />
al valor de sus soldados y a la pericia de los capitanes; victoria que sólo aminoró la actitud<br />
patriótica y decidida del clero, sublevando al país contra los invasores.<br />
Muchos son los datos que han quedado en los procesos de entonces en las<br />
Chancillerías de la entrega de plazas sin defensa, de la conducta de muchos afrancesados<br />
masones entregados de cuerpo y alma al extranjero y de la debilidad de los Poderes<br />
públicos en el castigo de aquellos traidores. La corrupción masónica, comenzada en el<br />
primer tercio del siglo en nuestra Patria, empezaba a dar al extranjero sus óptimos frutos.<br />
Recogen los historiadores del siglo hechos harto elocuentes; entre ellos espigo el de<br />
la causa formada en la Cancillería de Valladolid contra don Pablo Carrese, sus hijos, su<br />
yerno Aguirre, don Martín Zuvivuru, don F. de Anglada y otros más, que habían entregado<br />
Tolosa a los franceses. Destaca en ella el hecho característico de que mientras unos reos<br />
fueron presos y conducidos a Valladolid, otros huían a Paris, donde fueron bien recibidos y<br />
protegidos. Según reza el relato del magistrado español que entendió en el proceso, “los<br />
fugados consiguieron tomase cartas en su favor el Directorio ejecutivo, y cuando me<br />
hallaba instruyendo el sumario tuve carta de nuestro embajador recomendándome el<br />
proceso y ofreciéndome la protección del Gobierno francés... Continuó la causa, y<br />
sabiendo el curso que se le daba, se repitió la recomendación con amenazas”. El propio<br />
juez atestigua que la intervención de Godoy, que tomó cartas en el asunto, hizo que, no<br />
obstante haber sido condenados los reos, el Gobierno se apresurase a indultarlos.<br />
El apartamiento de Floridablanca y de Aranda de la presidencia del Gobierno no le<br />
libró de la influencia masónica, que, señoreada del Poder durante el reinado del anterior<br />
Monarca, había ya proliferado en los medios políticos y aristocráticos que rodeaban a la<br />
Corona.<br />
El ambiente relajado de la Corte, impía, volteriana y escéptica, por una cara, y<br />
absolutista rabiosa por la contraria, era el más favorable para que, en aquella ola de<br />
filósofos y jansenistas con ribetes francmasónicos triunfasen la audacia y el servilismo. Por<br />
este camino se vió a jovenzuelos como Urquijo ascender de simple oficial del Consejo de<br />
Estado y traductor de Voltaire, a convertirse a los treinta años en Ministro de la Corona y<br />
árbitro de la politica. Con él las arterias y las malas artes en la política se pusieron a la<br />
orden del día, y al lado del masón y petulante Urquijo brilló la travesura del no menos<br />
masónico marqués de Caballero.<br />
El “déficit” que se produjo como consecuencia de la guerra con Inglaterra y el enojo<br />
del pueblo por las relaciones entre la Reina y el favorito, esparcidas con escándalo por la<br />
nación, motivaron el descontento general, al que el Rey puso freno apartando a Godoy del<br />
Gobierno de la Nación.<br />
Muerto Pío VI, se arrancó al débil Monarca el cismático decreto de 5 de septiembre<br />
de 1799, con el que la masonería y los jansenistas prentendían crear un cisma rompiendo<br />
la disciplina y dependencia de la Iglesia, mandando a los obispos que usasen de “la<br />
plenitud de sus derechos”. La debilidad de parte del Episcopado español, contaminada por<br />
el jansenismo que le prestó adhesión, originó la condena como cismática de la disposición,<br />
con lo que el nuevo Pontífice Pío VII deshizo la maniobra de los francmasones.<br />
La representación hecha por el Nuncio ante el Monarca de la maniobra realizada<br />
contra la unidad de la Iglesia descubrió al Rey cuánta era la malicia y la traición de los que<br />
le rodeaban, motivando la crisis en que el Monarca, bajo el consejo de Godoy, vuelto a la