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Masonería - Generalísimo Francisco Franco

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CONSPIRACIONES MASÓNICAS<br />

31 de agosto de 1949<br />

QUE la masonería es una secta hostil a la Iglesia Católica, condenada por ésta al<br />

correr de los dos últimos siglos, no admite discusión. Desde 1738, en que el Papa Clemente<br />

XII dió la primera sentencia condenatoria contra la secta, es muy raro el Pontífice<br />

que no se haya ocupado de recordarnos su excomunión. La Encíclica Humanum Genus,<br />

del Gran Pontífice León XIII, recordada constantemente por sus sucesores, no puede ser<br />

más elocuente. Constituye un documento perfecto de análisis y de enseñanza para todos<br />

los católicos, que debieran leer y conocer, por los peligros que para la sociedad y las<br />

naciones la masonería encierra, y que, pese a los años transcurridos, mantiene su vigor<br />

ante el materialismo grosero que invade a la sociedad moderna, que crea un caldo de<br />

cultivo favorable a la proliferación de la secta, la que progresivamente va invadiendo los<br />

órganos de dirección, educación, justicia, propaganda y difusión en todas las naciones.<br />

Ni la masonería ha rectificado lo más mínimo sus doctrinas desde aquellas fechas,<br />

sino todo lo contrario, las refuerza y crece en insidia y en maldad, aprovechando el<br />

ambiente que ella fomenta y que tanto hoy le favorece.<br />

Si filosóficamente constituye una doctrina racionalista, su espíritu ateo, su carácter<br />

secreto y maquinador, sus prácticas criminales y su enemiga declarada a lo católico, la<br />

elevan al primer plano en la condenación de nuestra Santa Iglesia.<br />

Se frotan las manos estos días los masones al ver a su rival, el comunismo,<br />

sentenciado y excomulgado por el representante de Dios en la tierra, procurando ocultar<br />

que si una condenación de esta gravedad pesa en estos momentos sobre el comunismo,<br />

ateo y perseguidor declarado de la fe de Cristo, la misma excomunión viene pesando<br />

desde hace más de un siglo contra el mundo masónico, hipócrita y maquinador, que, pese<br />

a sus formas aparentes, es para la sociedad moderna todavía más peligroso que el<br />

comunismo que nos amenaza.<br />

Mas dejemos por esta vez al sabio Pontífice la calificación de cuanto la secta<br />

representa, aunque por su extensión tengamos que espigar en su grandiosa Encíclica. No<br />

se trata, pues, de la exposición de nuestro criterio, sino de la declaración de uno de los<br />

más sabios y preclaros Pontífices que en la tierra existieron.<br />

El párrafo quinto de su Encíclica nos dice así: “Puesta en claro la naturaleza e intento<br />

de la secta masónica por indicios manifiestos, por procesos instruidos, por la publicación<br />

de sus leyes, ritos y anales, allegándose a esto muchas veces las declaraciones mismas<br />

de los cómplices, esta Sede Apostólica denunció y proclamó abiertamente que la secta<br />

masónica, constituida contra todo derecho y conveniencia, era no menos perniciosa al<br />

Estado que a la religión cristiana, y amenazando con las mas graves penas que suele<br />

emplear la Iglesia contra los delincuentes, prohibió terminantemente a todos inscribirse en<br />

esta sociedad. Llenos de ira con esto sus secuaces, juzgando evadir, o debilitar a lo<br />

menos, parte con el desprecio, parte con las calumnias, la fuerza de estas sentencias,<br />

culparon a los Sumos Pontífices que las decretaron de haberlo hecho injustamente o de<br />

haberse excedido en el modo.” Y después de acusar “el fingimiento y la astucia de los<br />

afiliados a esta iniquidad’, continúa en el párrafo séptimo: “A ejemplo de nuestros<br />

predecesores, hemos resuelto declararnos de frente contra la misma socieded masónica,<br />

contra el sistema de su doctrina, sus intentos y manera de seguir y obrar, para más y más<br />

poner en claro su fuerza maléfica e impedir así el contagio de tan funesta peste.”

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