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Masonería - Generalísimo Francisco Franco

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aquel pueblo hacia su Monarca, al que el partido católico, con razón y sensibilidad, desea<br />

ver restablecido prontamente en el Trono.<br />

Por eso las causas no hay que buscarlas en la superficie ni en los hechos públicos,<br />

sino en la tenebrosidad de lo oculto y de lo inconfesable. ¿Por qué estos políticos<br />

rechazan al Rey legítimo y estiman, en cambio, al deudo sin derechos, encargado hoy de<br />

la Regencia? ¿Cuál es la razón de que liberales y socialistas se nieguen a colaborar en el<br />

Gobierno con el grupo católico que propugna la vuelta Monarca? La causa no puede ser<br />

más clara. El Rey es un buen católico, y la masonería no quiere perder la ocasión, que se<br />

le escapa, de colocar definitivamente en la Jefatura del Estado a un miembro de la<br />

masonería, como el Regente, o a un adolescente sin experiencia a quien pueda la<br />

masonería manejar y aun convertir. Spaak, masón de alta jerarquía, así como la casi<br />

totalidad de los jefes socialistas y de los primates liberales juegan esta mala partida al<br />

pueblo católico de Belgica y a los otros muchos belgas de buena fe, a quienes se oculta<br />

cuidadosamente los compromisos masónicos que presiden los acontecimientos.<br />

Ninguna clase de dificultades encontró el un día Rey de Dinamarca con los partidos ni<br />

con las otras naciones europeas, no obstante haber dejado ocupar su territorio y seguir<br />

reinando en su país una vez ocupado por los alemanes; ni el Rey de Suecia, que, cargado<br />

de años, permitió durante la guerra el paso de las tropas alemanas y su avituallamiento a<br />

través de su territorio; pero se da la circunstancia de que ambos eran masones del más<br />

alto grado y gratos a los poderes masónicos nacionales e internacionales. Lo mismo se<br />

había aceptado por los aliados el reinado de Humberto de Saboya sobre Italia, si la<br />

rebelión de parte importante de los masones de este país contra los designios de la<br />

masonería internacional no hubiera dado al traste con el proyecto. A no ser por esta<br />

circunstancia, hubiéramos visto a uno de los generales del Ejercito de Mussolini aceptado<br />

como Jefe de Estado por sus enemigos en la guerra.<br />

Humberto era el primero de los príncipes de Saboya que por el destino de Italia bajo<br />

el fascismo se había librado todavía de caer en manos de la masonería; pero la suerte adversa<br />

de las armas le empujó a hacerse masón en el último año de la guerra; pero pesó<br />

más el encono de los masones del interior que esa entrega y arrepentimiento tardíos.<br />

El Rey de los belgas es el caso contrario: luchó con sus tropas al lado de los aliados<br />

contra los alemanes, y quiso seguir la suerte de sus súbditos. Es un buen católico, que ha<br />

rechazado todas las propuestas para apartarse del recto camino: la masonería le<br />

considera inmanejable, y éste es su “pero”.<br />

La repulsa del partido liberal a formar parte del Gabinete de Van Zeeland, pese a las<br />

escasas diferencias de opinión en los asuntos de gobierno, aparece, sin embargo, desde<br />

el punto de vista masónico, como cosa obligada, ya que el partido liberal, como en la<br />

mayoría de los países, es el partido masónico por excelencia y, por lo tanto, el más<br />

comprometido en el complot de alejar al Monarca. No faltarán en él, sin duda, belgas<br />

moderados que quisieran ver resuelto el problema dinástico que los agobia; pero las<br />

irradiaciones y las persecuciones masónicas los contendrán. No en vano está reciente un<br />

hecho similar puesto al descubierto bajo la República masónica española en el año 1934,<br />

en que por colaborar con los partidos católicos el partido radical, en esta etapa el más masónico,<br />

se escindió, y fueron irradiados sus miembros de la masonería y aprovechada la<br />

revolución roja para ser eliminados por sus propios “hermanos”: Salazar Alonso, Abad<br />

Conde, Rico Abello, López Ochoa y Melquiades Alvarez, asesinados en Madrid, han sido,<br />

entre otros muchos, víctimas de aquella “excomunión”.

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