Masonería - Generalísimo Francisco Franco
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ENEMIGOS ETERNOS<br />
22 de febrero de 1950<br />
DEMOSTRADA en forma incontrovertible la filiación masónica de los autores<br />
principales de nuestras desgracias patrias, por haber constituido la masonería, al correr del<br />
último siglo, el arma que se esgrimió para lograr la desmembración de nuestro Imperio, la<br />
pérdida más tarde de los últimos restos coloniales y la caída en tiempos contemporáneos<br />
de la Monarquía, bastaría esta larga y fatídica historia para ser odiada y estigmatizada por<br />
todo buen español; pero si a ello se añade la condenación explícita que los Pontífices vienen<br />
haciendo en todos los tiempos de tan nefasta secta, contra la que han pronunciado los<br />
anatemas más graves que la Iglesia reserva para los grandes males, se explica que un<br />
pueblo católico como el español, en que la casi totalidad de sus naturales profesan la<br />
verdadera fe de Cristo, se consideren incompatibles con una organización que traiciona los<br />
dos grandes ideales que el pueblo profesa: el del Dios verdadero y el del amor a la Patria.<br />
No existe, por otra parte, una sola actividad ni corporación que de manera clara no<br />
repugne la doctrina y los procedimientos masónicos como conspiración sórdida de<br />
quienes, por procedimientos inconfesables, pretenden alcanzar lo que no obtendrían en el<br />
campo de las nobles competiciones.<br />
El que en algunas ocasiones hayan militado en la masonería personas destacadas de<br />
la política, las ciencias o las letras no podrá borrar los fines condenables que la masonería<br />
persigue y los daños que a la sociedad ocasiona. Si condenable es toda confabulación<br />
secreta para ayudarse por encima de la ética y de la equidad, lo es más cuando sus<br />
principales esfuerzos se dirigen a subvertir el orden moral establecido y trabajar por la<br />
implantación de unas leyes en pugna con la fe, la tradición y el sentir general del pueblo.<br />
En este ambiente justamente hostil que a la masonería rodea, ésta se refugia en e!<br />
amparo que suelen prestarle los elementos extranjeros y las confesiones disidentes, a los<br />
que sirve en justa correspondencia para sus intrigas y maquinaciones en el país.<br />
El tipo clásico del masón español es el vergonzante que no se atreve a enfrentarse<br />
con la condena general de la sociedad en que vive y que procura por todos los medios<br />
ocultar hasta a la familia íntima su actividad sectaria, pero que en la mayoria de los casos,<br />
y después de una vida más o menos perversa, acaban, en sus postrimerías, por buscar en<br />
el seno de la Iglesia el perdón y el viático para el gran viaje.<br />
Esta tragedia en que se desenvuelve la vida del masón en nuestro país hace que las<br />
filiaciones a la masonería sean poco frecuentes, y que para unas docenas de<br />
desgraciados hijos de ateos o de masones descreídos, a los que la falta de formación<br />
religiosa facilitó su entrada, constituyen legión los que van a ella forzados para salvarse del<br />
deshonor público por un desfalco u otra clase de delincuencia, o los empujados por la ambición,<br />
vulgares logreros sin escrúpulos, que en las épocas de predominio masónico<br />
pretenden trepar por la escala que ésta les brinda hacia los puestos y las prebendas.<br />
La puerta para la entrada de la masonería se ofrece ampIia y llana; todo son<br />
facilidades para el neófito; muy poco es con lo que tropieza en su iniciación que pueda<br />
estar en pugna con su buen natural cuando se carece de fe. Poseer medios de vida,