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Al Hilo de la Conversación

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AL HILO DE LA CONVERSACIÓN<br />

La salida más natural entonces, era convertirse en una “beata”, <strong>de</strong>dicar<br />

su tiempo a <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia. <strong>Al</strong> fin y al cabo esos eran los espacios<br />

más a<strong>de</strong>cuados para una mujer <strong>de</strong>cente: su casa y <strong>la</strong> iglesia.<br />

Remedios explica muy bien cómo el miedo a quedarse soltera era una<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s razones para aceptar un matrimonio y seña<strong>la</strong> uno <strong>de</strong> los temas centrales<br />

<strong>de</strong> esa etapa <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida: <strong>la</strong> vigi<strong>la</strong>ncia continua que se ejercía sobre <strong>la</strong>s<br />

mujeres jóvenes.<br />

152<br />

“Muchas se han casao por no quedarse solteras…, sin quererlos<br />

ni na. A lo mejor les ha ido bien, pero…, es que nos tenían mu vigilás.<br />

Yo me acuerdo que incluso, con ocho o diez años <strong>de</strong> re<strong>la</strong>ciones,<br />

teníamos que llevar a alguien con nosotras…, no creas que íbamos<br />

so<strong>la</strong>s. Nosotras íbamos a los bailes y cada vez iba una madre, se turnaban<br />

pa que no fuéramos so<strong>la</strong>s” (Remedios).<br />

Todas coinci<strong>de</strong>n en <strong>la</strong> gran cantidad <strong>de</strong> restricciones que tuvieron en <strong>la</strong>s<br />

re<strong>la</strong>ciones con el otro sexo durante <strong>la</strong> época <strong>de</strong>l cortejo y el cuidado que<br />

<strong>de</strong>bían tener para no ser criticadas ni tachadas <strong>de</strong> chicas fáciles. En los<br />

refranes y dichos popu<strong>la</strong>res estaba presente esta visión sobre <strong>la</strong>s jóvenes:<br />

“Moza que mucho va a <strong>la</strong> fuente anda en boca <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente”.<br />

Antonia recuerda muy bien como el<strong>la</strong> y sus amigas, cuando salían <strong>de</strong>l<br />

cine, se daban verda<strong>de</strong>ras carreras hasta su casa, huyendo <strong>de</strong>l asedio <strong>de</strong> los<br />

muchachos, que lo único que pretendían era char<strong>la</strong>r con el<strong>la</strong>s. Con ese acto<br />

<strong>de</strong>jaban c<strong>la</strong>ra su honestidad.<br />

“Mira, con dieciséis años venían unos muchachos <strong>de</strong> El Torno y<br />

cuando íbamos al cine, ellos se ponían <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> nosotras, pero sólo<br />

mirábamos…, nosotras y ellos. Luego, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l cine, salíamos<br />

corriendo a casa y ellos <strong>de</strong>trás. Yo con mi novio estuve así más <strong>de</strong> un<br />

año (risas). Y a mí me gustaba ese muchacho, pero no se podía hacer<br />

otra cosa” (Antonia).<br />

La vigi<strong>la</strong>ncia llegaba al extremo <strong>de</strong> que los hermanos varones <strong>de</strong> <strong>la</strong> chica,<br />

se convertían en verda<strong>de</strong>ros perseguidores, más incluso que los propios<br />

padres.

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