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Al Hilo de la Conversación

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AL HILO DE LA CONVERSACIÓN<br />

90<br />

“Me gustaba muchísimo cantar y a mi hermana mayor también.<br />

Nos l<strong>la</strong>maban a <strong>la</strong>s fiestecil<strong>la</strong>s y me <strong>de</strong>jaba a mí el cante f<strong>la</strong>menco.<br />

Nos daban unas perril<strong>la</strong>s, no te creas. Tendríamos siete u ocho años,<br />

más o menos” (Encarna García).<br />

Ana y María trabajaron durante unos años a cambio <strong>de</strong> <strong>la</strong> comida y <strong>la</strong><br />

ropa.<br />

“Trabajaba en casa <strong>de</strong> mis primos: cuidaba <strong>de</strong> ocho niños que tenían.<br />

A<strong>de</strong>más ayudaba en <strong>la</strong> parce<strong>la</strong> y en <strong>la</strong> casa, hacía <strong>de</strong> to. Des<strong>de</strong><br />

los diez años estuve así hasta que me harté y me fui a servir. Me<br />

trataban tan bien que alguna gente se pensaba que yo era hija <strong>de</strong> mis<br />

primos. Veía a mis padres algunas veces, pero ellos vivían en su casa<br />

y yo tenía allí mi vida hecha” (Ana).<br />

“Nosotros teníamos un campo <strong>de</strong> aceitunas y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> chiquitita me<br />

iba a coger aceitunas…, a coger garbanzos, cardando…, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> chiquitita.<br />

En ca <strong>de</strong> mi tía estaba yo por <strong>la</strong> comida y a cambio le hacía<br />

<strong>la</strong>s cosas…, mucha ca<strong>la</strong>midad es lo que pasé. A los doce años me fui<br />

a servir a Cádiz” (María Marín).<br />

El cuidado <strong>de</strong> los animales era una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tareas que los niños podían<br />

realizar sin mucho esfuerzo, aunque sí requería una responsabilidad. Pepa<br />

recuerda esa etapa <strong>de</strong> su niñez, añadiendo al re<strong>la</strong>to pequeñas anécdotas<br />

sobre sus experiencias menos agradables.<br />

“De niña mucho trabajo, esos son mis recuerdos. Cuidaba los animales,<br />

porque mi padre tenía vacas y pavos. Con ocho o nueve años<br />

yo ya era responsable <strong>de</strong> los pavos. Cuando veníamos <strong>de</strong> cuidar los<br />

pavos, íbamos por <strong>la</strong> leña pa <strong>la</strong> can<strong>de</strong><strong>la</strong> y si no podíamos salir rebuscábamos<br />

bellotas, maíz pa los cochinos. Éramos tres niñas y mis hermanos,<br />

los varones, que eran mayores y mu malos. Me encargaba <strong>de</strong><br />

repartir <strong>la</strong> leche en el pueblo, andando o en bicicleta y mi hermana<br />

también. Teníamos unas medidas con <strong>la</strong>s que echábamos a <strong>la</strong> gente<br />

un litro, medio, lo que ellos quisieran. No nos acostábamos por <strong>la</strong><br />

noche hasta que <strong>de</strong>sgranábamos el maíz…” (Pepa P.).

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