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Al Hilo de la Conversación

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EL mAtRImONIO COmO DEStINO<br />

comer. Tenía yo treinta años. Fue entonces cuando empecé a trabajar<br />

en <strong>la</strong> calle. A partir <strong>de</strong> ese momento me apañé <strong>la</strong>vando en <strong>la</strong>s casas.<br />

Me pagaban cinco duros <strong>la</strong>vando to el día y con el niño al <strong>la</strong>o, meciéndolo<br />

en <strong>la</strong> mecedora. Menos mal que antes no teníamos tantas<br />

tonterías y sólo había una sil<strong>la</strong> y una mesa… Compraba <strong>la</strong> te<strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

muselina y les hacía to: los calzoncillos b<strong>la</strong>ncos, y to, porque entonces<br />

se cosía toa <strong>la</strong> ropa…, así iba saliendo a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte” (Remedios).<br />

Pero también tuvo <strong>la</strong> oportunidad <strong>de</strong> conocer <strong>la</strong> solidaridad. Las tiendas,<br />

<strong>la</strong>s vecinas, incluso <strong>la</strong>s mujeres <strong>de</strong> <strong>la</strong>s casas don<strong>de</strong> trabajaba…, sus recuerdos<br />

y su agra<strong>de</strong>cimiento hacía esa gente lo expresa <strong>de</strong> este modo:<br />

“Las tiendas me <strong>de</strong>cían que me llevara lo que quisiera, pero yo me<br />

llevaba lo indispensable porque luego había que pagar. La primera<br />

paga fue pa María <strong>la</strong> <strong>de</strong>l pan y uno que le l<strong>la</strong>maban Benítez, allí era<br />

don<strong>de</strong> me fiaban. Luego, una me daba una cosa, otra cosa. Mi vecina<br />

me traía <strong>de</strong> to y me recogió los niños. Esa mujer fue <strong>la</strong> que me ayudó.<br />

El pan y el melón a lo mejor era <strong>la</strong> comida <strong>de</strong> mis niños. Pepa, “<strong>la</strong><br />

monjita”, así le l<strong>la</strong>maban a <strong>la</strong> otra vecina. Me <strong>de</strong>jaba los niños con<br />

el<strong>la</strong> mientras iba por agua o a <strong>la</strong>var. Yo con el búcaro en <strong>la</strong> mano no<br />

podía llevar los niños también. Hasta me ayudaba a <strong>la</strong>var <strong>la</strong> ropa…”<br />

(Remedios).<br />

Lo más duro fue separarse <strong>de</strong> sus hijos. Esa fue <strong>la</strong> solución provisional<br />

que encontró Remedios, para sacar a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte a una familia tan gran<strong>de</strong>. El<strong>la</strong><br />

sufrió por <strong>la</strong> distancia, pero a <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga ha podido ver los aspectos positivos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia: sus hijos tuvieron una educación y salieron a <strong>la</strong> vida<br />

preparados.<br />

“Cuando mis niños tenían catorce años se iban a <strong>la</strong> remo<strong>la</strong>cha o a<br />

otras cosas y entonces ya empecé a respirar. Mi hija mayor salió <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> escue<strong>la</strong> pa ayudarme y empezó a trabajar con doce años. Se fue<br />

a servir a Jerez. Entonces me hab<strong>la</strong>ron <strong>de</strong> un colegio interno don<strong>de</strong><br />

podían estudiar y estar alimentaos. Como yo no tenía ni pa darles<br />

<strong>de</strong> comer pues me lo pensé y los llevé al colegio. A mi me costaba<br />

mucho trabajo quedarme sin ellos. Los dos mayores eran los que yo<br />

quería que se fueran y yo me quedaba con los chicos. Pero no había<br />

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