Arlt, Roberto - El juguete rabioso - ET Nº32 DE 14
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Robert <strong>Arlt</strong> - <strong>El</strong> <strong>juguete</strong> <strong>rabioso</strong> <strong>El</strong> Ortiba<br />
—Más o menos media hora.<br />
Me senté en el ángulo de un escritorio distante pocos pasos de la puerta, en el centro de la<br />
biblioteca, y Enrique me imitó. Estábamos fatigados. <strong>El</strong> silencio del salón oscuro penetraba nuestros<br />
espíritus, desplegándolos para los grandes espacios de recuerdo e inquietud.<br />
—Decime, ¿por qué rompiste con <strong>El</strong>eonora?<br />
—Qué sé yo. ¿Te acordás? Me regalaba flores.<br />
—¿Y?<br />
—Después me escribió unas cartas. Cosa rara. Cuando dos se quieren parece adivinarse el<br />
pensamiento. Una tarde de domingo salió a dar vuelta a la cuadra. No sé por qué yo hice lo mismo,<br />
pero en dirección contraria y cuando nos encontramos, sin mirarme alargó el brazo y me dio una<br />
carta. Tenía un vestido rosa té, y me acuerdo que muchos pájaros cantaban en lo verde.<br />
—¿Qué te decía?<br />
—Cosas tan sencillas. Que esperara... ¿te das cuenta? Que esperara a ser más grande.<br />
—Discreta.<br />
—¡Y qué seriedad, che Enrique! Si vos supieras. Yo estaba allí, contra el fierro de la verja.<br />
Anochecía. <strong>El</strong>la callaba... a momentos me miraba de una forma... y yo sentía ganas de llorar... y no<br />
nos decíamos nada... ¿qué nos íbamos a decir?<br />
—Así es la vida —dijo Enrique—, pero vamos a ver los libros. ¿Y el Lucio ése? A veces me da<br />
rabia. ¡Qué tipo vago!<br />
—¿Dónde estarán las llaves?<br />
—Seguramente en el cajón de la mesa.<br />
Registramos el escritorio, y en una caja de plumas las hallamos.<br />
Rechinó una cerradura y comenzamos a investigar.<br />
Sacando los volúmenes los hojeábamos, y Enrique que era algo sabedor de precios decía: "No<br />
vale nada", o "vale".<br />
—Las montañas del oro.<br />
—Es un libro agotado. Diez pesos te lo dan en cualquier parte.<br />
—Evolución de la materia, de Lebón. Tiene fotografías.<br />
—Me la reservo para mí —dijo Enrique.<br />
—Rouquete, Química orgánica e inorgánica.<br />
—Ponelo acá con los otros.<br />
—Cálculo infinitesimal.<br />
—Eso es matemáticá superior. Debe ser caro.