Arlt, Roberto - El juguete rabioso - ET Nº32 DE 14
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Robert <strong>Arlt</strong> - <strong>El</strong> <strong>juguete</strong> <strong>rabioso</strong> <strong>El</strong> Ortiba<br />
"Toda la vida llevaré una pena.<br />
"¡Todos los días llevaré una pena!..."<br />
Y me vi prolongado dentro de los espacios de vida interior, como una angustia, vergonzosa<br />
hasta para mí.<br />
Entonces sería inútil que tratara de confundirme con los desconocidos. <strong>El</strong> recuerdo, semejante a<br />
un diente podrido, estaría en mí, y su hedor me enturbiaría todas las fragancias de la tierra, pero a<br />
medida que ubicaba el hecho en la distancia, mi perversidad encontraba interesante la infamia.<br />
"¿Por qué no?... Entonces yo guardaré un secreto, un secreto salado, un secreto repugnante, que<br />
me impulsará a investigar cuál es el origen de mis raíces oscuras. Y cuando no tenga nada que hacer,<br />
y esté triste pensando en el Rengo, me preguntaré: '¿Por qué fui tan canalla?', y no sabré<br />
responderme, y en esta rebusca sentiré cómo se abren en mí curiosos horizontes espirituales."<br />
Además, el negocio éste puede ser provechoso.<br />
En realidad —no pude menos de decirme— soy un locoide con ciertas mezclas de pillo; pero<br />
Rocambole no era menos: asesinaba... yo no asesino. Por unos cuantos francos le levantó falso<br />
testimonio a "papá" Nicolo y lo hizo guillotinar. A la vieja Fipart que le quería como una madre la<br />
estranguló y mató... mató al capitán Williams, a quien él debía sus millones y su marquesado. ¿A<br />
quién no traicionó él?<br />
De pronto recordé con nitidez asombrosa este pasaje de la obra:<br />
Rocambole olvidó por un momento sus dolores físicos. <strong>El</strong> preso cuyas espaldas estaban<br />
acardenaladas por la vara del Capataz, se sintió fascinado: parecióle ver desfilar a su vista como un<br />
torbellino embriagador, París, los Campos <strong>El</strong>íseos, el Boulevard de los Italianos, todo aquel mundo<br />
deslumbrador de luz y de ruido en cuyo seno había vivido antes.<br />
Pensé:<br />
"¿Y yo?... ¿yo seré así...? ¿No alcanzaré a llevar una vista fastuosa como la de Rocambole?"<br />
Y las palabras que antes le había dicho al Rengo sonaron otra vez en mis orejas, pero como si<br />
las pronunciara otra boca:<br />
"Sí, la vida es linda, Rengo... Es linda. Imaginate los grandes campos, imaginate las ciudades<br />
del otro lado del mar. Las hembras que nos seguirían, y nosotros cruzaríamos como grandes 'bacanes'<br />
las ciudades que están al otro lado del mar".<br />
Despacio, se desenroscó otra voz en mi oído:<br />
"Canalla... sos un canalla."<br />
Se me torció la boca. Recordé a un cretino que vivía al lado de mi casa y que constantemente<br />
decía con voz nasal: "Si yo no tengo la culpa."<br />
"Canalla... sos un canalla...<br />
"Si yo no tengo la culpa."<br />
"¡Ah!, canalla... canalla..."