Arlt, Roberto - El juguete rabioso - ET Nº32 DE 14
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Robert <strong>Arlt</strong> - <strong>El</strong> <strong>juguete</strong> <strong>rabioso</strong> <strong>El</strong> Ortiba<br />
libertad? Yo ahora era libre, podía hacer lo que se me antojara... matarme si quería... pero eso era<br />
algo ridículo... y yo... yo tenía necesidad de hacer algo hermosamente serio, bellamente serio: adorar<br />
a la vida. Y repetí:<br />
"Sí, vida... vos sos linda, vida... ¿sabés? De aquí en adelante adoraré a todas las cosas hermosas<br />
de la Tierra... cierto... adoraré a los árboles, y a las casas y a los cielos... adoraré todo lo que está en<br />
vos... además... decíme, vida ¿no es cierto que yo soy un muchacho inteligente? ¿Conociste vos<br />
alguno que fuera como yo?"<br />
Después me quedé dormido.<br />
<strong>El</strong> primero en entrar a la librería esa mañana fue don Gaetano. Yo le seguí. Todo estaba como<br />
lo habíamos dejado. La atmósfera con un relente de moho, y allá en el fondo, en el lomo de cuero de<br />
los libros, una mancha de sol que se filtraba por el tragaluz.<br />
Me dirigí a la cocina. La brasa se había extinguido, aún húmeda de agua, con la que hiciera un<br />
charco al lavar los platos Dío Fetente.<br />
Y fue el último día que trabajé allí.<br />
III. EL JUGU<strong>ET</strong>E RABIOSO<br />
Después de lavar los platos, de cerrar las puertas y abrir los postigos, me recosté en el lecho,<br />
porque hacía frío.<br />
Sobre la tapia, el sol enrojecía oblicuamente los ladrillos.<br />
Mi madre cosía en otra habitación y mi hermana preparaba sus lecciones. Me dispuse a leer.<br />
Sobre una silla, junto al respaldar del lecho, tenía las siguientes obras:<br />
Virgen y madre de Luis de Val, <strong>El</strong>ectrotécnica de Bahía y un Anticristo de Nietzsche. La<br />
Virgen y madre, cuatro volúmenes de 1800 páginas cada uno, me lo había prestado una vecina<br />
planchadora.<br />
Ya cómodamente acostado, observé con displicencia Virgen y madre. Evidentemente, hoy no<br />
me encontraba dispuesto a la lectura del novelón truculento y entonces decidido cogí la<br />
<strong>El</strong>ectrotécnica y me puse a estudiar la teoría del campo magnético giratorio.<br />
Leía despacio y con satisfacción. Pensaba, ya interiorizado de la complicada explicación acerca<br />
de las corrientes polifásicas.<br />
"Es síntoma de una inteligencia universal poder regalarse con distintas bellezas", y los nombres<br />
de Ferranti y Siemens Halscke resonaban en mis oídos armoniosamente.<br />
Pensaba:<br />
"Yo también algún día podré decir ante un congreso de ingenieros: 'Sí, señores... las corrientes<br />
electromagnéticas que genera el sol, pueden ser utilizadas y condensadas.' ¡Qué bárbaro, primero<br />
condensadas, después utilizadas! —diablo, ¿cómo podían condensarse las corrientes<br />
electromagnéticas del sol?"<br />
Sabía, por noticias científicas que aparecen en distintos periódicos, que Tesla, el mago de la<br />
electricidad, había ideado un condensador del rayo.