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La Educación Cristiana (1975) - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...

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Capítulo 16—Nuestra responsabilidad<br />

No hay nada de mayor importancia que la educación de nuestros<br />

niños y jóvenes. <strong>La</strong> iglesia debe despertarse, y manifestar un profundo<br />

interés en esta obra; porque ahora como nunca antes, Satanás<br />

y su hueste están determinados a alistar a la juventud bajo el negro<br />

estandarte que conduce a la ruina y a la muerte.<br />

Dios ha designado a la iglesia como atalaya, para que ejerza un<br />

cuidado celoso sobre los jóvenes y niños, y que como centinela vea<br />

cómo se acerca el enemigo y advierta <strong>del</strong> peligro. Pero la iglesia no<br />

comprende la situación. Duerme estando de guardia. En este tiempo<br />

de peligro, los padres deben despertarse y trabajar como por su vida,<br />

o muchos de los jóvenes se perderán para siempre.<br />

Aunque debemos hacer esfuerzos fervientes por las masas que<br />

nos rodean, y hacer avanzar la obra en los campos extranjeros, ningún<br />

caudal de trabajo en este ramo puede sernos una disculpa por<br />

descuidar la educación de nuestros niños y jóvenes. Se los ha de<br />

educar para que lleguen a ser obreros de Dios. Tanto los padres<br />

como los maestros, por su precepto y ejemplo, han de inculcar los<br />

principios de la verdad y honradez en la mente y el corazón de los<br />

jóvenes, a fin de que lleguen a ser hombres y mujeres tan fieles a<br />

Dios y a su causa como el acero.<br />

Los padres y maestros no aprecian la magnitud de la obra que<br />

les ha sido confiada en la preparación de los jóvenes. <strong>La</strong> experiencia<br />

de los hijos de Israel fué escrita para nosotros “en quienes los fines<br />

de los siglos han parado”. 1 Corintios 10:11. Como en su tiempo,<br />

ahora quiere el Señor que saquemos a los niños de escuelas donde<br />

prevalecen las influencias mundanales y los coloquemos en nuestras<br />

propias escuelas, donde la Palabra de Dios es el fundamento de la<br />

educación.<br />

Si alguna vez hemos de trabajar con fervor, es ahora. El enemigo<br />

nos está apremiando por todos lados, como una inundación. Únicamente<br />

el poder de Dios puede salvar a nuestros hijos de ser arrebatados<br />

por la marea <strong>del</strong> mal. <strong>La</strong> responsabilidad que descansa sobre [134]<br />

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