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La Educación Cristiana (1975) - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...

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440 <strong>La</strong> <strong>Educación</strong> <strong>Cristiana</strong><br />

desaparecerán la vacilación y el embotamiento. Recibiréis ayuda<br />

en vuestros esfuerzos por ayudar a otros. Dios os dará poder para<br />

progresar en vuestros estudios. El cooperará con vosotros y en el<br />

cielo se pronunciarán estas palabras acerca de vosotros: “Bien hecho,<br />

buen siervo y fiel”.<br />

Comprenda cada estudiante que está en la escuela para ayudar a<br />

sus condiscípulos a cooperar con Dios, y a cooperar con las oraciones<br />

que se elevan en su favor. Con simpatía y amor, debe ayudar a sus<br />

asociados a avanzar hacia el cielo.<br />

Estudiad, cooperad con vuestros maestros. Al hacerlo, les daréis<br />

esperanza y valor, y al mismo tiempo os oyudáis a vosotros mismos<br />

para progresar. Recordad que incumbe mayormente a vosotros el que<br />

vuestros maestros estén en terreno ventajoso, y que su obra tenga un<br />

éxito reconocido. Apreciarán todo esfuerzo hecho por vosotros para<br />

cooperar con su trabajo.<br />

Los estudiantes deben tener sus propios momentos de oración,<br />

cuando puedan ofrecer fervientes peticiones en favor <strong>del</strong> director y<br />

los maestros de la escuela, a fin de que se les imparta fuerza física,<br />

claridad mental, fuerza moral, discernimiento espiritual, a fin de<br />

que sean preparados por la gracia de Cristo para hacer la obra con<br />

fi<strong>del</strong>idad y amor fervoroso. Deben orar para que los maestros puedan<br />

ser agentes por los cuales Dios obre y haga prevalecer el bien sobre<br />

el mal. Cada día el estudiante puede ejercer una influencia silenciosa,<br />

cargada de oración, y así cooperar con Cristo, el Misionero Jefe.<br />

Estamos muy rezagados en comparación con el punto donde<br />

debiéramos estar en la experiencia cristiana. Estamos rezagados en<br />

cuanto a dar el testimonio que debiera ser dado por labios santificados.<br />

Aun cuando estaba sentado en la mesa, Cristo enseñaba<br />

verdades que infundían consuelo y valor al corazón de sus oyentes.<br />

Cuando su amor habite en el alma como un principio vivo, brotarán<br />

<strong>del</strong> tesoro <strong>del</strong> corazón palabras adecuadas a la ocasión, no pala-<br />

bras livianas ni triviales, sino palabras elevadoras, palabras de poder<br />

espiritual.<br />

Estén los maestros y los estudiantes atentos para aprovechar<br />

las oportunidades de confesar a Cristo en su conversación. Un testimonio<br />

tal será más eficaz que muchos sermones. Son pocos los<br />

que representan verdaderamente a Cristo. El necesita formarse en<br />

el corazón, la esperanza de gloria; entonces será reconocido como

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