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La Educación Cristiana (1975) - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...

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<strong>La</strong> educación en el hogar 137<br />

Consagren los padres las noches a su familia. Dejen los cuidados<br />

y perplejidades con los trabajos <strong>del</strong> día. El esposo y padre ganaría<br />

mucho si tomara por regla no turbar la felicidad de su familia llevando<br />

al hogar las desazones de los negocios para producir roces y<br />

preocupaciones. Puede que necesite el consejo de su esposa en los<br />

asuntos difíciles, y ambos podrían obtener alivio en sus perplejidades<br />

con buscar juntamente sabiduría de Dios; pero eso de mantener<br />

la mente en tensión constante por asuntos de negocios, perjudicará<br />

la salud, así de la mente como <strong>del</strong> cuerpo.<br />

Pásense las noches tan alegremente como sea posible. Sea el<br />

hogar un lugar donde existan la alegría, la cortesía y el amor. Esto<br />

lo hará atractivo a los niños. Si los padres se cargan de disgustos<br />

y desazones, son iracundos y criticones, los niños participan <strong>del</strong><br />

mismo espíritu de descontento y contención, y el hogar resulta el sitio [146]<br />

más miserable <strong>del</strong> mundo. Los niños encuentran más placer entre<br />

extraños, en compañías descuidadas o en la calle, que en el hogar.<br />

Todo esto podría evitarse si se practicara la templanza en todas las<br />

cosas y se cultivara la paciencia. El dominio propio de parte de todos<br />

los miembros de la familia, hará <strong>del</strong> hogar casi un paraíso. Haced<br />

vuestras habitaciones tan placenteras como sea posible. Encuentren<br />

los niños que el hogar es el sitio más atrayente de la tierra. Rodeadlos<br />

de influencias que los aparten de buscar las compañías callejeras<br />

y que les hagan pensar en los antros <strong>del</strong> vicio sólo con horror. Si<br />

la vida <strong>del</strong> hogar fuese lo que debiera ser, los hábitos que en él<br />

se formaran serían una poderosa defensa contra los ataques de la<br />

tentación cuando los jóvenes tuvieran que abandonar el amparo <strong>del</strong><br />

hogar para ir al mundo.<br />

¿Construimos nuestras casas para la felicidad de la familia o meramente<br />

por ostentación? ¿Proporcionamos a nuestros hijos habitaciones<br />

agradables y asoleadas, o las mantenemos oscuras y cerradas,<br />

reservándolas para extraños, cuya felicidad no depende de nosotros?<br />

No hay obra más noble que podamos hacer, beneficio mayor<br />

que conferir a la sociedad, que dar a nuestros niños una educación<br />

adecuada, grabando en ellos, por precepto y ejemplo, el importante<br />

principio de que la pureza de vida y la sinceridad de propósito los<br />

preparará mejor para desempeñar su parte en el mundo.<br />

Nuestras costumbres artificiales nos privan de muchos privilegios<br />

y de muchos goces y nos inhabilitan para lo útil. Una vida a la moda

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