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La Educación Cristiana (1975) - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...

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<strong>La</strong> necesidad de una reforma educacional 91<br />

menos que beban en abundancia <strong>del</strong> Espíritu Santo, el observador<br />

maligno creará circunstancias molestas. El educador debe ser sabio<br />

para discernir que mientras la fi<strong>del</strong>idad y la bondad ganarán almas,<br />

la aspereza nunca lo logrará. <strong>La</strong>s palabras y acciones arbitrarias<br />

incitan las peores pasiones <strong>del</strong> corazón humano. Si los hombres y<br />

mujeres que profesan ser cristianos no han aprendido a dominar<br />

su temperamento malo e infantil, ¿cómo podrán esperar que se los<br />

honre y respete?<br />

¡Cuánto cuidado debiera tenerse entonces para elegir a instructores<br />

apropiados a fin de que no solamente sean fieles en su trabajo<br />

sino que manifiesten también el debido temperamento! Si no son<br />

dignos de confianza, deberá exonerárselos. Dios tendrá a toda institución<br />

por responsable de cualquier descuido en ver que se estimule<br />

la bondad y el amor. Nunca debiera olvidarse que Cristo mismo<br />

tiene la dirección de nuestras instituciones.<br />

Debe designarse a los predicadores más talentosos para que<br />

enseñen la Biblia en nuestras escuelas. Los escogidos para este<br />

trabajo tienen que ser estudiantes cabales de la Biblia, que posean<br />

una profunda experiencia cristiana, y su salario debe pagarse <strong>del</strong><br />

diezmo. Es designio de Dios que todas nuestras instituciones lleguen<br />

a ser medios para educar y desarrollar obreros de quienes él no<br />

se avergüence, obreros que puedan ser enviados como misioneros<br />

idóneos que trabajen para el Maestro; pero este fin no se ha tenido<br />

en vista. En muchos respectos nos hallamos muy rezagados en esta<br />

obra, y el Señor exige que se manifieste en ella un celo infinitamente<br />

mayor que el que hasta aquí se ha manifestado. Nos ha llamado a<br />

salir <strong>del</strong> mundo para que seamos testigos de su verdad; y en todas<br />

nuestras filas hombres y mujeres jóvenes debieran prepararse para<br />

ocupar puestos de utilidad e influencia. [96]<br />

Hay una urgente demanda de obreros en el campo misionero.<br />

Hacen falta hombres jóvenes para esta obra; Dios los solicita. Su<br />

educación es de primordial importancia en nuestros colegios y en<br />

ningún caso debiera ello ignorarse o considerarse como cosa secundaria.<br />

Es de todo punto una equivocación que los maestros, por el<br />

hecho de aconsejar otras ocupaciones desanimen a los jóvenes que<br />

pudieran prepararse para realizar una obra aceptable en el ministerio.<br />

Los que presentan obstáculos para impedir a los jóvenes que<br />

se preparen para este trabajo están contrarrestando los planes de

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