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La Educación Cristiana (1975) - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...

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Estudio y trabajo 291<br />

puede hacer rendir interés, e intereses compuestos. Es una bendición<br />

que no puede ser comprada con oro o plata, casas o tierras; y Dios<br />

requiere que la usemos sabiamente. Nadie tiene derecho a sacrificar<br />

este talento a la influencia corrompida de la inacción. Todos son<br />

responsables tanto por el capital de las fuerzas físicas como por el<br />

de los recursos pecuniarios.<br />

No siempre ganan la carrera los veloces, ni la batalla los fuertes;<br />

y los que son diligentes en los negocios no siempre prosperan. Pero<br />

“la mano de los diligentes enriquece”. Y mientras la indolencia y<br />

la somnolencia agravian al Espíritu Santo y destruyen la verdadera<br />

piedad, también llevan a la pobreza y a la necesidad. “<strong>La</strong> mano<br />

negligente hace pobre”. Proverbios 10:4.<br />

El trabajo juicioso es tónico para la familia humana. Hace fuertes<br />

a los débiles, ricos a los pobres, felices a los desgraciados. Satanás<br />

está en acecho, listo para destruir a aquellos que en su tiempo libre<br />

le dan oportunidad de acercarse a ellos bajo algún disfraz atrayente. [319]<br />

Nunca tiene más éxito que cuando se acerca a los hombres en sus<br />

horas de ocio.<br />

<strong>La</strong> lección de laboriosidad y contentamiento<br />

Entre los males resultantes de las riquezas, uno de los mayores<br />

es la idea corriente de que el trabajo es degradante. El profeta<br />

Ezequiel declara: “He aquí que ésta fué la maldad de Sodoma tu<br />

hermana: soberbia, hartura de pan y abundancia de ociosidad tuvo<br />

ella y sus hijas; y no corroboró la mano <strong>del</strong> afligido y <strong>del</strong> menesteroso”.<br />

Ezequiel 16:49. Aquí se nos presentan los terribles resultados<br />

de la ociosidad, que debilita la mente, degrada el alma y pervierte<br />

el entendimiento haciendo una maldición de lo que fué dado como<br />

una bendición. Los hombres y mujeres que trabajan son los que ven<br />

cosas grandes y buenas en la vida, y son los que están dispuestos a<br />

llevar sus responsabilidades con fe y esperanza.<br />

Muchos de los que siguen a Cristo tienen que aprender todavía<br />

la lección esencial <strong>del</strong> contentamiento y la diligencia en los deberes<br />

necesarios de la vida. Requiere más gracia, y más severa disciplina<br />

de carácter, el trabajar para Dios como mecánico, negociante, abogado<br />

o agricultor, cumpliendo los preceptos <strong>del</strong> cristianismo en los<br />

negocios de la vida, que el trabajar como misioneros reconocidos.

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