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La Educación Cristiana (1975) - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...

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170 <strong>La</strong> <strong>Educación</strong> <strong>Cristiana</strong><br />

a mano de los miembros de nuestras iglesias es la de interesarse<br />

en nuestros jóvenes y con bondad, paciencia y ternura enseñarles<br />

renglón tras renglón y precepto tras precepto. ¡Oh! ¿dónde están los<br />

padres y las madres en Israel? Debieran ser muchos los que, como<br />

dispensadores de la gracia de Cristo, sientan por los jóvenes un<br />

interés especial, y no meramente casual. Muchos debieran sentirse<br />

conmovidos por la situación lastimosa en que se encuentran nuestros<br />

jóvenes y darse cuenta de que Satanás se vale de toda artimaña<br />

imaginable para hacer caer a los jóvenes en su red. Dios demanda<br />

que la iglesia se despierte de su letargo y vea el servicio que se le<br />

exige en este tiempo de peligro.<br />

Los ojos de nuestros hermanos y hermanas deben ser ungidos<br />

con el colirio celestial a fin de que vean las necesidades de este<br />

tiempo. Los corderos <strong>del</strong> rebaño han de ser apacentados, y el Señor<br />

<strong>del</strong> cielo observa para ver quién hace la obra que él quiere que se<br />

haga en pro de los niños y jóvenes. <strong>La</strong> iglesia duerme y no se percata<br />

de la magnitud de esta cuestión. Alguien dirá: “¿Qué necesidad<br />

hay de ser tan escrupuloso en educar a nuestros jóvenes de manera<br />

cabal? Me parece que si unos cuantos de los que hayan decidido<br />

seguir alguna vocación literaria o alguna otra carrera que exige cierta<br />

disciplina, reciben atención especial, es todo lo que se necesita. No<br />

es necesario que todos nuestros jóvenes sean tan bien enseñados.<br />

¿No bastará, acaso, la completa educación de unos cuantos para todo<br />

requerimiento esencial?”.<br />

No, respondo, y lo recalco enérgicamente. ¿Qué selección seríamos<br />

capaces de hacer de entre nuestros jóvenes? ¿Cómo podríamos<br />

decir nosotros quién habría de ser el más promisorio, quién habría<br />

de rendir a Dios el mejor servicio? Con nuestro juicio humano, haríamos<br />

lo que hizo Samuel, quien, al ser enviado en busca <strong>del</strong> ungido<br />

<strong>del</strong> Señor, miró a la apariencia exterior.<br />

Pero el Señor le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de<br />

su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová mira no lo que el<br />

hombre mira; pues que el hombre mira lo que está <strong>del</strong>ante de sus<br />

ojos, mas Jehová mira el corazón”. 1 Samuel 16:7. A ninguno de los<br />

hijos de Isaí, de parecer noble, aceptaba el Señor; mas cuando David,<br />

el hijo menor, un mero joven, pastor de ovejas, fué traído <strong>del</strong> campo<br />

y pasó ante Samuel, el Señor dijo: “Levántate y úngelo, que éste<br />

es”. ¿Quién podría determinar qué joven de una familia resultaría

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