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Alejandro Dumas - adrastea80.byetho...

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-Ya he ganado dos días -decía el gentilhombre-,<br />

malo será que de aquí a otros dos<br />

no ocurra algo que me haga ganar más.<br />

No se engañaba Bussy al contar con su<br />

fortuna.<br />

El tercer día, a tiempo que entraba en la<br />

ciudad un gran convoy de víveres, producto<br />

de una contribución impuesta por el duque a<br />

sus buenos y fieles angevinos, y en el instante<br />

en que aquél para hacerse popular probaba<br />

el pan negro de los soldados, arenques<br />

salados y el bacalao seco, se oyó gran ruido<br />

hacia una de las partes de la población.<br />

El duque de Anjou preguntó la causa de<br />

aquel rumor, pero nadie pudo decírselo.<br />

Hacia el punto de donde venía el ruido, se<br />

distribuían los golpes de partesana y culatazos<br />

a gran número de paisanos atraídos por<br />

la novedad de un espectáculo curioso.<br />

Un hombre montado en un caballo blanco,<br />

empapado en sudor, se había presentado a la<br />

puerta que daba al camino de París.<br />

Ahora bien, como Bussy, siguiendo su sistema<br />

de intimidación, se había hecho nombrar<br />

capitán general del país de Anjou y gran

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