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Alejandro Dumas - adrastea80.byetho...

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-¡Hola! -repuso el gascón-, ¿no te has<br />

muerto?<br />

-Mi buen señor Chicot -continuó el fraile<br />

haciendo un esfuerzo sobre su enorme vientre-;<br />

¿es posible que queráis entregarme a<br />

mis perseguidores, a mí, a vuestro Gorenflot?<br />

-¡Canalla! -exclamó Chicot con acento de<br />

ternura mal disimulado.<br />

Gorenflot se echó a llorar; y después de<br />

haber logrado cruzar las manos, procuró retorcerse<br />

los brazos.<br />

-Yo -decía-, yo que os he acompañado<br />

tantas veces delante de una buena mesa, yo<br />

que con tanta gracia bebía según vos, que<br />

me llamábais siempre el rey de las esponjas;<br />

yo, tan aficionado a las gallinas que hacíais<br />

aderezar en el Cuerno de la Abundancia, que<br />

no dejaba de ellas ni los huesos...<br />

Este último rasgo de elocuencia pareció<br />

sublime a Chicot, e inclinó su ánimo a la<br />

compasión.<br />

-¡Ya están ahí, justo Dios! -gritó Gorenflot<br />

procurando levantarse, pero sin poder conseguirlo-;<br />

¡ya están ahí, ya vienen, muerto soy!<br />

¡Oh, mi buen señor Chicot! auxiliadme.

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