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Alejandro Dumas - adrastea80.byetho...

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-El señor barón de Meridor os creía muerta,<br />

señora, y os lloraba de la manera que un<br />

padre como él debe llorar a una hija como<br />

vos.<br />

-¡Cómo! -exclamó Diana-, ¿y..nadie le<br />

había desengañado?<br />

-Nadie.<br />

-¡Oh, no, no! -dijo el anciano saliendo de<br />

su momentáneo anonadamiento-, nadie, ni<br />

aun M. de Bussy.<br />

-¡Ingrato! -dijo a éste en tono de amistosa<br />

reconvención.<br />

-¡Oh! sí, tenéis razón, porque este momento<br />

compensa todos mis dolores. ¡Oh, mi<br />

Diana, mi Diana querida! -continuó aproximando<br />

con una mano a sus labios la cabeza<br />

de su hija y tendiendo la otra a Bussy.<br />

Luego, levantando la cabeza como si un<br />

recuerdo doloroso o un nuevo temor hubiese<br />

penetrado en su corazón, a pesar de la armadura<br />

de júbilo, si es lícito expresarlo así, que<br />

le defendía, agregó:<br />

-¿Pero no decíais, M. de Bussy, que iba a<br />

ver a madame de Monsoreau? ¿Dónde está?<br />

-¡Ah, padre mío! -murmuró Diana.

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