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Alejandro Dumas - adrastea80.byetho...

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glos a llevar arrastrando un arma cuando aún<br />

no tiene fuerzas para levantarla del suelo, o<br />

admirarla en las manos de otro, cuando ni<br />

siquiera las tiene para llevarla arrastrando.<br />

De vez en cuando algún grupo más animado<br />

que los otros sacaba a relucir las mohosas<br />

espadas, demostración hostil que se<br />

solía repetir al pasar frente a alguna casa que<br />

olía a hugonote. Los chiquillos gritaban a más<br />

no poder: ¡San Bartolomé!... me! me! y los<br />

padres gritaban también: ¡A la hoguera los<br />

hugonotes! ¡a la hoguera!<br />

Estos gritos atraían primero a la ventana a<br />

alguna vieja criada, que corría inmediatamente<br />

a echar los cerrojos a la puerta de la calle;<br />

y entonces los paisanos, orgullosos y contentos<br />

como la liebre de Lafontaine, por haber<br />

metido miedo a otros más cobardes, seguían<br />

su marcha triunfal resueltos a repetir en otra<br />

parte su estrepitosa e inofensiva venganza.<br />

La calle del Árbol Seco era uno de los puntos<br />

donde más se agolpaba la multitud; estaba<br />

materialmente interceptado el paso, y se<br />

necesitaba tener una fuerza prodigiosa para<br />

poder acercarse a un brillante farolón colgado

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