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Alejandro Dumas - adrastea80.byetho...

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El castillo de Meridor se hallaba rodeado<br />

de grandes bosques pertenecientes al duque<br />

de Anjou, y poblados de gamos y ciervos que<br />

nadie pensaba en molestar y que por la misma<br />

tranquilidad en que se les dejaba estaban<br />

casi domesticados: todos me conocían poco o<br />

mucho, y algunos estaban tan acostumbrados<br />

a mi voz, que acudían al momento cuando les<br />

llamaba; una cierva, entre otras, mi protegida,<br />

mi favorita, Dafne, mi pobre Dafne venía<br />

a comer en mi mano.<br />

Cierta primavera estuve un mes sin verla;<br />

ya la creía perdida y la había llorado como<br />

amiga, cuando un día se me presentó de improviso<br />

con dos hijuelos; al principio los cervatillos<br />

se recelaban de mí, pero viendo las<br />

caricias que me hacía su madre, conocieron<br />

que nada tenían que temer y vinieron a acariciarme<br />

también.<br />

Por aquel tiempo se esparció la voz de que<br />

el señor duque de Anjou había mandado un<br />

teniente gobernador a la capital de la provincia.<br />

Algunos días después se supo que ese<br />

teniente acababa de llegar y que era el conde<br />

de Monsoreau.

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