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Alejandro Dumas - adrastea80.byetho...

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hayáis venido, perdonadnos: nosotros nos<br />

retiramos.<br />

-Está bien. Adiós, señores.<br />

-Monseñor -agregó d'Epernon-, nuestra<br />

discreción, bien conocida de Vuestra Alteza...<br />

El duque de Anjou, que había ya dado un<br />

paso para retirarse, se detuvo, arrugó el ceño<br />

y exclamó:<br />

-¡Discreción! y ¿quién os pide discreción?<br />

Decid.<br />

-Monseñor, creímos que Vuestra Alteza a<br />

estas horas y seguido únicamente de su confidente...<br />

-Os engañáis. Voy a deciros lo que debéis<br />

creer y lo que a mí me place que se crea.<br />

Los cinco caballeros escucharon en el más<br />

profundo y respetuoso silencio.<br />

-Iba -prosiguió el duque de Anjou con voz<br />

lenta y como si quisiera grabar cada una de<br />

sus palabras en la memoria de sus oyentes-,<br />

iba a consultar al judío Manasés, que sabe<br />

leer en el vidrio y en el poso del café. Vive,<br />

según sabéis, en la calle de Tournelles: al<br />

pasar, Aurilly os vio, y creyó que erais arqueros<br />

que hacían la ronda. Por eso -agregó con

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