el Evangelio? - Comunidad de San Juan
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D<strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io oral a los evang<strong>el</strong>ios escritos<br />
A veces, en los muros <strong>de</strong> ciertos edificios encontramos<br />
un antiguo capit<strong>el</strong>, una piedra esculpida o inscrita,<br />
que pertenecen a una construcción más antigua.<br />
D<strong>el</strong> mismo modo, po<strong>de</strong>mos encontrar en los evang<strong>el</strong>ios<br />
materiales antiguos tomados <strong>de</strong> las primeras proclamaciones<br />
cristianas, d<strong>el</strong> «kerygma» (kerugma, en<br />
griego, significa proclamación; esta palabra sólo se<br />
emplea nueve veces en <strong>el</strong> NT; pero <strong>el</strong> verbo kerussein,<br />
61). Se trataba <strong>de</strong> fórmulas lapidarias, simples y<br />
rítmicas. Estaban centradas en la muerte y resurrección<br />
<strong>de</strong> Cristo, <strong>el</strong> perdón <strong>de</strong> los pecados, <strong>el</strong> don d<strong>el</strong><br />
Espíritu; por ejemplo: «Jesús es Señor», «Dios lo resucitó<br />
<strong>de</strong> los muertos», «Jesús nos libra <strong>de</strong> la cólera<br />
futura» (Rom 10,9; 1 Tes 1,9-10; etc.). Una lectura<br />
atenta d<strong>el</strong> texto evangélico permite encontrar en él<br />
fórmulas d<strong>el</strong> kerygma: «Buscáis a Jesús Nazareno, <strong>el</strong><br />
crucificado; ha resucitado» (Mc 16,6); «El Señor ha<br />
resucitado, se ha aparecido a Simón» (Lc 24,34); etc.<br />
El kerygma encajaba muy bien en la predicación<br />
misionera, que llamaba a la conversión. Pero había<br />
que instruir y fortificar a los que <strong>el</strong> kerygma llevaba a<br />
la fe. Y así, se <strong>de</strong>sarrollaron r<strong>el</strong>atos más extensos.<br />
No hablaban sólo <strong>de</strong> la muerte y <strong>de</strong> la resurrección,<br />
sino también <strong>de</strong> las palabras d<strong>el</strong> Señor Jesús, sus milagros,<br />
sus exorcismos, <strong>de</strong> lo que había hecho, vivido,<br />
dicho, y así formaron tradiciones r<strong>el</strong>ativas a él.<br />
Estos r<strong>el</strong>atos fueron orales, o siguieron siéndolo en<br />
parte, incluso cuando se los puso por escrito. Constituyeron<br />
colecciones necesarias para la vida <strong>de</strong> las<br />
iglesias. Estas colecciones <strong>de</strong> la tradición d<strong>el</strong> Señor<br />
condujeron a nuestros evang<strong>el</strong>ios. Al hablar <strong>de</strong> la tradición<br />
d<strong>el</strong> Señor, en singular, no queremos ocultar<br />
que se formó en torno a diversos apóstoles y en distintas<br />
comunida<strong>de</strong>s. Esta tradición está, pues, compuesta<br />
<strong>de</strong> diversas ramas. Pero, ¡cada cosa a su<br />
tiempo!<br />
LAS NECESIDADES DE LAS COMUNIDADES<br />
¿Cuáles eran las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las comunida<strong>de</strong>s<br />
a las que <strong>de</strong>bían respon<strong>de</strong>r los r<strong>el</strong>atos <strong>de</strong> la tradición<br />
d<strong>el</strong> Señor? Po<strong>de</strong>mos agruparlas en torno a cuatro funciones.<br />
La catequesis<br />
La catequesis correspon<strong>de</strong> al estadio <strong>de</strong> profundización<br />
<strong>de</strong> la fe cristiana (ver X. LÉoN-DuFouR, Los<br />
32<br />
evang<strong>el</strong>ios y la historia <strong>de</strong> Jesús, Est<strong>el</strong>a 21967, p. 238<br />
243). Preten<strong>de</strong> transformar al recién convertido en<br />
creyente adulto, y se interesa, al hacerlo, tanto por la<br />
comprensión <strong>de</strong> la fe como por la forma <strong>de</strong> vivir d<strong>el</strong><br />
cristiano. Muchos pasajes <strong>de</strong> las cartas <strong>de</strong> Pablo correspon<strong>de</strong>n<br />
a esta preocupación catequética <strong>de</strong> fortificar<br />
a sus <strong>de</strong>stinatarios, <strong>de</strong> hacerlos pasar d<strong>el</strong> estadio<br />
<strong>de</strong> la infancia al <strong>de</strong> la edad adulta, tanto en la formulación<br />
<strong>de</strong> la fe como en <strong>el</strong> comportamiento cotidiano<br />
(1 Cor 13,11).