Evangelios Sinópticos - Santa Ana. Brihuega

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la secuencia de los milagros en los que se inserta la perícopa de la
“tempestad calmada”. En otras palabras, después de mostrarse como
el que habla con poder: “Y sucedió que cuando acabó Jesús estos
discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas” (Mt
7,28-29), ahora, desde 8,1 en adelante, se revela poderoso en obras.
Sin embargo, mientras en la primera sección de los milagros (Mt 8,1-
17) se trata de curaciones, en la segunda (8,8-9,18) se ilustra el tema
del seguimiento. Los milagros no son solamente signos de salvación,
sino que demuestran también que Jesús puede transformar el corazón
del hombre con sus palabras, y como estas se revelan más fuertes que
las potencias caóticas.
El escriba llama a Jesús ‘Maestro’ (8,19). Este apelativo se
encuentra en 12,38 (escribas y fariseos); 19,16 (el joven rico); 22,16
(los discípulos de los fariseos y los Hechrodianos); 22,24 (los
saduceos; 22,36 (los fariseos). El título ‘maestro’ no aparece jamás en
boca de un discípulo. En Lucas (9,57-62) ninguno de los tres
interlocutores usa este vocablo. Pero el segundo interlocutor (8,21) se
nos presenta como “otro (de) sus discípulos”. Con este cambio,
Mateo parece subrayar que las separaciones y las reintegraciones no
pertenecen solo a la fase inicial del discipulado (9,9), sino que lo
caracterizan siempre. El problema principal para Mateo (y
presumiblemente para sus destinatarios) no es cómo se llega a ser
discípulo, sino cómo se permanece como tal, como se progresa en el
discipulado. Este permanecer, este progresar se realiza en las
situaciones de la vida. La travesía del mar -en cierto sentido un
verdadero rito de paso- fortalece la ocasión para profundizar su
empeño inicial.
Como Hechmos visto, el término ‘hombres’ parece un poco
curioso. En efecto, en otros contextos este vocablo asume un
significado teológico, como en Mateo. Se utiliza para referirse a los no
creyentes, aquellos que están lejos de Dios: 5,13; a aquellos que tienen
necesidad del evangelio: 4,19; 5, 16.19; 6s; que hablan de Jesús como
outsider: 16,13; que no conocen nada de Dios: 16,23. Sirviéndose de
esta palabra en 8,27, Mateo pone de relieve que la búsqueda de los
discípulos está abierta a todos (cf. 1Cor 14,25).