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Evangelios Sinópticos - Santa Ana. Brihuega

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COLLEGIUM INTERNATIONALE SANCTI BERNARDI IN URBE<br />

LÁSZLÓ T. SIMON, OSB<br />

LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS<br />

Apuntes y notas para el<br />

Curso de Formadores de la Orden Cisterciense<br />

(Pro manuscripto)<br />

Curia General de la Orden Cisterciense<br />

ROMA – 2002


2<br />

1.- LAGUNAS ELOCUENTES: UNA INVITACIÓN A LA<br />

LECTURA<br />

W. EGGER, “I titoli delle pericopi biblicHech como chiave di lettura:<br />

consideración sulle redazione di titoli per il discorso della montaña”,<br />

RivB 28 (1981) 33-43; J.-C. GIROUD, “Lire les Écritures”,<br />

Sémiotique et Bible 87 (1997) 48-59; W.H. CLÉBER, “Récit et<br />

révélation: voiler, dévoiler et revoiler”, RHPhR 69 (1989) 389-410;<br />

LÉON-DUFOUR, Étude d’Évangile, Paris 1965; A. MARCHECHSE,<br />

L’officina della poesia: Principi di poetica, Milano 1985; D.<br />

MARGUERAT, “La construction du lecteur par le texte (Marc et<br />

Matthieu)”, In C. Focant, ed., THech Synoptic Gospels: Source<br />

Criticism and tHech New Literary Criticism, BETL 110, Leuven<br />

1993, 239-262; ID., “Entrare nel mondo del racconto: La rilettura<br />

narrativa del Nuovo Testamento”, Protestantesimo 49 (1994) 196-<br />

213; D. MARGUERAT – Y. BOURQUIN, Per leggere i racconti<br />

biblici: La Bibbia si racconta, Iniziazione all’analisi narrativa, Roma<br />

2001 -original francés-; E.PARMENTIER, “Le récit comme<br />

théologie: Statut, sens et portée du récit biblique”, RHPhR 81 (2001)<br />

29-44; N.R. PETERSEN, “THech Composition of Mark 4,1-8,26”,<br />

HTR 73 (1980) 185-217; P. RICOEUR, “Éloge de la lecture et de<br />

l’écriture”, ETR 64 (1989) 395-405.<br />

1.1.Hech. 8,26-40 – Introducción: Problemas y perspectivas<br />

En este episodio, quizá la parte más intrigante, el detalle que más<br />

estimula la curiosidad del lector, es el pasaje donde el relato se refiere<br />

a otro relato; este último, sin embargo, no se nos narra. Todo gira<br />

entorno a este episodio escondido, no relatado, que es, quizás, una de<br />

las cosas más importante que el episodio quiere decirnos, y que la<br />

manera mejor de referirlo es callando. Este relato evocado, pero no<br />

contado, dice mucho más, porque es responsable de la transformación<br />

cuyo resumen se encuentra en el texto de esta perícopa. Entonces,<br />

debemos decir, más bien, que el verdadero significado de este<br />

episodio está en la relación que une los acontecimientos con las cosas


no dichas. Felipe, dice el narrador, “tomando la palabra y comenzando<br />

por este pasaje de la Escritura, les anunció la Buena Nueva de Jesús”<br />

(v.35; aµnoi¿caj de` o´ Fi¿lippoj to` sto@ma auµtou^ kaiì aµrca@menoj<br />

aµpo` th^j grafh^j tau@thj euµhggeli¿sato auµtˆ½ to`n ¹Ihsou^n)._<br />

La enseñanza o, mejor dicho, la homilía de Felipe, no se cuenta en<br />

el relato. No se trata, pues, de un relato especulativo (mise en abyme:<br />

“reflexión sobre el pasaje en escena inserto en la historia relatada, a<br />

través de una inclusión narrativa que funciona como una continuación<br />

en miniatura del relato en escena; se denomina también obra en la<br />

obra o duplicación interna” cf. MARGUERAT – BOURQUIN, 2001:<br />

177ss; SKA, 1990: 47-53), pero estamos frente a una representación<br />

similar al inicio del Evangelio de Marcos (1,1 y 1, 2-3; cf. Lc 4,18 –<br />

19.21) donde Jesús entra en escena sobre el fondo de la Escritura,<br />

entra desde otra historia que lo precede.<br />

La narrativa, la narratividad como tal, ha sido vista con una nueva<br />

luz por parte de la ciencia bíblica (ej. R. Alter, Marguerat – Bourquin,<br />

etc.) y también desde la teología (P. Ricoeur, B. Sesboüé, Jésus-Christ<br />

l’unique mediateur, vol. II: Les récits du salut: proposition de<br />

sotériologie narrative, Paris 1992) en general (cf. Parmentier, 2001).<br />

PARMENTIER (2001:30) pone de relieve que el denominador<br />

común de todos los relatos es la representación de una transformación.<br />

Esta característica inalienable del relato lo hace muy apropiado para la<br />

teología, donde la conversión, otra forma de transformación, juega un<br />

papel del todo particular y resaltado. Además, PARMENTIER (2001:<br />

32) subraya que hay una unión inseparable entre el kerygma y el<br />

género narrativo (kerygma : acontecimiento y proclamación de la<br />

salvación; fin de la transmisión del mismo evangelio; en la exégesis<br />

moderna el término ha adquirido un significado más restringido<br />

indicando la predicación del Evangelio por parte de los apóstoles y de<br />

la Iglesia primitiva; el estudio del kerygma nos hace comprender<br />

mejor cómo antes de ser escrito, el evangelio fue, ante todo,<br />

predicado; pero esto no suprime nada de su ser relatado). P.<br />

RICOEUR, en efecto, (“Le récit interprétatif: Exégèse et Théologie<br />

dans les récits de la pasión”, RSR 73 [1985] 17-28) es de la opinión<br />

que los evangelios podrían ser llamados “relatos kerigmatizados”<br />

(récits kérygmatisés) o, quizás, “kerygma narrativizado” (kérygme<br />

3


4<br />

narrativisé). Después prosigue diciendo que en el kerygma<br />

cristológico hay algo que requiere el relato (qui demande récit). P.<br />

BEAUCHAMP, por su parte, (“Narrativité biblique du récit de la<br />

pasión”, RSR 73 [1985] 39-60= coloca el relato en una posición<br />

intermedia entre el kerygma y la historia (histoire positive), puesto<br />

que el relato es más corpóreo (corporel) y más robusto (nourri) que el<br />

kerygma, y, simultáneamente, más ligero y más libre que la historia<br />

(histoire positive). PARMENTIER, (2001:34) subraya que el relato<br />

podría considerarse como una respuesta a la aporia fundamental del<br />

discurso sobre Dios. En efecto, “relatando” a Dios, su identidad se<br />

presenta desde puntos de vista siempre nuevos, el relato lo pone<br />

continuamente en una perspectiva inédita, que nos impide reducirlo a<br />

una mera definición conceptual. Por otra parte, es de notar que la<br />

revelación del nombre de Dios a Moisés (Ex 3,14), esto es, la<br />

revelación por antonomasia, puede interpretarse como una<br />

prohibición, o, mejor, una ejemplificación del Hechcho de que el Dios<br />

de la Biblia no se deja reducir a una fórmula “teológica”(no es<br />

revelado un nombre-sustantivo), sino que se revela intrínsecamente<br />

ligado al “divenire” (se revela un nombre-verbo). PARMENTIER<br />

(2001:31) después pone de relieve que el propio relato transmite sus<br />

categorías del tiempo y del espacio, las cuales hacen añicos todas las<br />

pretensiones por lo absoluto y universal, vuelve visible y tematiza el<br />

aspecto metafórico de todos los razonamientos sobre Dios y sobre el<br />

hombre.<br />

El acto de leer puede aparecer como una respuesta al acto de<br />

escribir GIROUD, (1997:48). Por lo que se refiere a la lectura,<br />

GIROUD (1997:50) distingue entre dos operaciones diversas. Por un<br />

lado está el trabajo del lector (travail du lecteur) que observa, analiza,<br />

valora, verifica, y por otro lado el trabajo en el lector (travail dans le<br />

lecteur) que se deja implicar en el relato leído, en la palabra, que<br />

provienen de otro. Este trabajo requiere mucha paciencia y los<br />

obstáculos (achoppement) encontrados haciendo el camino deben ser<br />

tenidos como fructuosos (Cf. Hech 8,34).<br />

Por lo que se refiere a la paciencia:<br />

Como afirma J.-P. DUPANTIER, “la lectura no es otra cosa<br />

que la pesca con caña. El pescador con la caña se pone a la


orilla del río o de un lago; sabe mirar la ola que pasa y el<br />

encrespamiento del estanque, sabe interpretar las hierbas que<br />

se mueven y el color del agua, pero, sobre todo, cree que allí<br />

dentro está el pez y pacientemente lanza su caña y sabe<br />

esperar... Nosotros estamos a la orilla de los textos para<br />

interpretar el bullir de las figuras, para seguir los contornos del<br />

sentido, para reconocer el argumento que fluye, porque<br />

sabemos que allí dentro está la Palabra y que, si esta no habita<br />

allí, al menos pasa a menudo por allí...” (Esta cita extraída de<br />

GIROUD (1997:55) se encuentra también en MARGUERAT<br />

– BOURQUIN (2001:150)).<br />

En cuanto a las dificultades que se encuentran durante la lectura,<br />

GIROUD (1997:57) dice que nos hacen un gran servicio. Como en el<br />

caso del eunuco: Así pues, Hech 8,35 (aµnoi¿caj aµpo` th^j grafh^j<br />

tau@thj euµhggeli¿sato auµtˆ½ to`n ¹Ihsou^αρ ) se podría<br />

traducir: “aprovechando este pasaje de la Escritura, él les anunció la<br />

Buena Nueva de Jesús”. De qué cosa, en realidad, nos habla el texto<br />

citado: de sufrimiento silencioso, justicia negada, falta de futuro-<br />

Felipe no hace un cortocircuito interpretativo explicando su posición,<br />

como haría quizás un predicador de índole apologética o polémica,<br />

sino que identifica inmediatamente con Jesús de Nazaret la persona de<br />

la que habla el profeta. Para Lucas, esto sería un atajo no permisible,<br />

porque alcanzaría solamente al intelecto del interlocutor, y así<br />

permanecería a un nivel meramente informativo. Felipe no es<br />

solamente un maestro, sino también un testigo, cuya vida ha sido<br />

tocada, implicada, transformada, por la Palabra, y, por esto, es capaz<br />

de hacer esta digresión de modo que la palabra leída llegue al corazón<br />

del interlocutor, y pueda nacer la alegría, en la cual desemboca la<br />

transformación (conversión) relatada. El texto profético interpretado<br />

habla seguramente de Jesús, pero habla, incluso, del eunuco mismo,<br />

quien ha experimentado en su cuerpo mutilado el sufrimiento de<br />

quedar sin descendencia para siempre, así como también la<br />

discriminación por parte de los demás (Dt 23,2; cf. Is 56,3-5).<br />

Cuando se lee un relato, se hace siempre entre líneas. Porque el<br />

texto literario no pretende decir todo, es más, no está en condiciones<br />

5


6<br />

de hacerlo. No es fácil, de Hechcho, comprender esta propensión a<br />

soterrar las cosas. Es también verdad que la intención de expresar<br />

“todo” puede causar dificultades al lector. Basta pensar en las<br />

recensiones bastante movidas de algunos romances del novecento (e.j.<br />

Ulises de J. JOYCE). El lector alimentado y educado de relatos y<br />

romances “convencionales”, con tramas desarrolladas, bien complejas,<br />

encontrará obstáculos que parecerán insuperables cuando se adentra<br />

en el texto de Joyce, por ejemplo, porque de la ficción al nivel real de<br />

los acontecimientos se dista bien poco. Así, decir que Ulises narra una<br />

jornada de un personaje, que, por otra parte, es cualquier otra cosa que<br />

un héroe verdadero, no significa decir prácticamente nada. Las obras<br />

de la literatura moderna –el arte moderno en general– han Hechcho<br />

estallar las convenciones vigentes, como, por otra parte, hacen<br />

siempre los “modernos” sean de la época que sean, y, a causa de su ser<br />

insólito, acaban marcados no raramente como “difíciles”, o, en los<br />

peores casos, son estigmatizados como “incomprensibles”. La<br />

afirmación del inicio del parágrafo en cuanto parece lapalissiana,<br />

entronca bien con el núcleo de las aproximaciones recientes de la<br />

comunicación literaria (U. ECO, W. ISER, W. BOOTH, o en el<br />

campo bíblico. R.A. CULPEPPER, R. M. FOWLER).<br />

El texto está [...]lleno de espacios blancos, de grietas por<br />

llenar, y quien lo ha emitido preveía que estos fueran<br />

rellenados, dejándolos en blanco por dos razones. Sobre todo<br />

porque un texto es un mecanismo perezoso (o económico) que<br />

vive sobre el plusvalor del sentido introducido para el<br />

destinatario, y solo en los casos de extrema meticulosidad, con<br />

una gran preocupación didáctica o extrema moderación, el<br />

texto se complica con redundancias y especificaciones<br />

posteriores [...] Y, en segundo lugar, porque, a medida que<br />

pasa de la función didáctica a la estética, un texto quiere dejar<br />

al lector la iniciativa interpretativa, también normalmente<br />

desea ser interpretado con un margen suficiente de univocidad.<br />

Un texto quiere que alguien lo ayude a funcionar. (U. ECO,<br />

Lector in fabula, Milán 1979, 52).


Sócrates dice a Fedro en el homónimo diálogo de Platón (a cargo<br />

de G. REALE, Fundación Lorenzo Valla 1998, 275 d-e) que “una vez<br />

que un argumento está escrito, rueda por todas partes, en las manos de<br />

aquellos que se interesan y, también, en las manos de aquellos a los<br />

que no les importa nada, y no sabe a quien debe hablar y a quien no. Y<br />

si le causan daño e injustamente lo ultrajan, tiene siempre necesidad<br />

del padre, porque no es capaz de defenderse ni de ayudarse por sí<br />

solo”. RICOEUR (1989:402s) sostiene que es propio del lector ayudar<br />

al escrito, porque en la lectura el texto se encuentra huérfano de padre,<br />

el autor, convirtiéndose en hijo adoptivo de la comunidad de los<br />

lectores.<br />

U. ECO sintetiza así esta “adopción”: “el funcionamiento de un<br />

texto [...] se explica tomando en consideración, más allá, o en lugar<br />

del momento generativo, el papel desempeñado por el destinatario en<br />

su comprensión, actualización, interpretación, no el modo como el<br />

texto mismo prevé esta participación” (I limiti dell’interpretazione,<br />

Milano 1990, 16).<br />

1.2. Terminología<br />

Los aspectos de la comunicación verbal son seis, siguiendo a<br />

JAKOBSON (1896-1982) en su célebre texto Ensayo de lingüística<br />

general (Milán 1966, 191; Cf. MARCHECHSE 1985:65).<br />

CONTEXTO<br />

MENSAJE<br />

EMISOR DESTINATARIO<br />

CONTACTO<br />

CÓDIGO<br />

El emisor (o locutor o hablante) envía al destinatario (o<br />

interlocutor) un mensaje, que se refiere a un contexto. Para realizar<br />

tales operaciones son necesarios: un códice (los signos arbitrarios<br />

combinados con otros signos del mismo tipo, constituyen un sistema<br />

de signos o códice) común al emisor y al destinatario; y un contacto<br />

(canal físico y simultáneamente una conexión psicológica) entre el<br />

7


8<br />

emisor y el destinatario que consiente el establecer una comunicación<br />

o mantenerla.<br />

A estos factores corresponden diversas funciones lingüísticas (cf.<br />

MARCHECHSI 1985:65):<br />

REFERENCIAL<br />

POÉTICA<br />

EMOTIVA CONATIVA<br />

FÁTICA<br />

METALINGÜÍSTICA<br />

- Función referencial: énfasis en el contexto, en aquello<br />

de lo cual se habla;<br />

- Función emotiva: se concentra sobre el emisor, pone en<br />

realce la actitud del sujeto con respecto a lo que se<br />

habla (e.j., manifestaciones en el mensaje del propio<br />

estado de ánimo);<br />

- Función conativa: énfasis en el destinatario; el emisor<br />

se propone influir sobre él (de conar “emprender,<br />

tentar”; se dirige hacia el otro mediante el uso del<br />

vocativo y del imperativo);<br />

- Función fática: se hacia hincapié en el canal, a través<br />

del cual pasa el mensaje (“¿diga?, ¿me oyes?”; para<br />

hacer, ‘pronunciar, hablar’);<br />

- Función metalingüística: el énfasis se pone en el<br />

código;<br />

- Función poética: énfasis sobre el mensaje (Ej., el<br />

aspecto fónico de la palabra, paralelismo entra las<br />

frases y las partes de las frases que componen un texto,<br />

la elección de los vocablos y las construcciones); la<br />

función poética no cuida solamente los textos poéticos<br />

y literarios, sino también todas aquellas ocasiones en<br />

las que quien produce el mensaje da una notable<br />

importancia a la forma, hasta considerar ésta objetivo


principal de su acto comunicativo (e.j., lenguaje<br />

infantil, o el publicitario);<br />

Es de señalar: tales funciones no aparecen casi nunca aisladamente<br />

en los concretos actos lingüísticos del parlante. Se comprende no<br />

raramente que un mensaje sea simultáneamente emotivo y conativo, o,<br />

quizás, poético y emotivo.<br />

Aplicado a la lectura de un texto, el esquema de Jakobson puede<br />

ser reformulado así (MARGUERAT-BOURQUIN, 2001:12):<br />

INFORMACIÓN<br />

Mundo<br />

representado<br />

AUTOR enunciado OBRA llamada LECTOR<br />

Signos verbales<br />

LENGUAJE<br />

MARGUERAT (1994:198s., 212s;MARGUERAT– BOURQUIN,<br />

2001) reasume el credo metodológico de la exégesis narrativa:<br />

1.- primer principio: potencialidad del sentido<br />

- el análisis histórico-critico: el sentido del texto está<br />

ligado a su contexto de enunciación = la reconstrucción del<br />

sentido primitivo; reconstruir la realidad a la cual envía el<br />

texto, y reconstruir la intención del autor que la ha<br />

redactado;<br />

- el análisis narrativo (como también el análisis semiótico):<br />

cada obra literaria está dotada de una dinámica propia; más<br />

9


10<br />

allá del sentido primitivo, el texto abre una potencialidad<br />

de significados;<br />

2.- segundo principio: el texto en su estado final<br />

- la exégesis histórico-crítica: el texto se comprende a<br />

partir de la historia que lo ha producido hasta reconstruir<br />

también las diversas etapas de su formación;<br />

- El análisis narrativo: sólo es tomado en consideración el<br />

texto en su estado final, así como se propone para la lectura<br />

(interesa menos lo que dice el texto [cosa] que la manera<br />

en que lo dice [como]);<br />

3.- tercer principio: leer es un recorrido programado<br />

- la exégesis histórico-crítica: el sentido es una realidad<br />

objetiva nacida en el texto y que el exegeta deberá<br />

descubrir; la exégesis narrativa: el sentido resulta en el acto<br />

mismo de la lectura; leer = entrar en un contrato propuesto<br />

por el narrador; la comprensión del sentido está<br />

programada en el texto como un recorrido a efectuar:<br />

Importante: percibir la estrategia del narrador (como se<br />

articulan, por e.j., el argumento, tiempo, espacio,<br />

personajes, etc.). La teología de los relatos bíblicos no se<br />

separa del modo como son construidos los relatos. Así,<br />

RICOEUR afirma, que no es concebible “construir la<br />

teología del Antiguo o del Nuevo Testamento que<br />

consideran la categoría narrativa como un procedimiento<br />

retórico extraño al contenido transmitido”<br />

(“Hechrméneutique philolophique et Hechrméneutique<br />

biblique” [1975] en Du texte à l’action: Essai<br />

d’Hechrméneutique, II. Paris 1986, citado por Marguerat,<br />

1994: 212; cf. F. RIVA “L’exegesi narrativa: dimensioni<br />

ermeneutici”, RivB 37 [1989] 129-169).<br />

4.- cuarto principio: autores y lectores implícitos<br />

- Mientras al análisis estructural o semiótico le interesa<br />

el funcionamiento del lenguaje (postulado de inmanencia:<br />

nada fuera del texto, nada sin el texto y todo el texto), en el<br />

análisis narrativo se presenta la siguiente cuestión: ¿cómo


11<br />

comunica el autor el propio mensaje al lector?; ¿transmite<br />

alguna estrategia que organiza el desciframiento del<br />

sentido por parte del lector?<br />

- El autor y el lector originales están fuera del alcance<br />

textual, por esto es necesario individuar el autor implícito y<br />

el lector implícito (esto es, el autor y los destinatarios tal<br />

como se encuentran intrínsecamente presentes en el<br />

escrito).<br />

- Estos conceptos liberan la crítica histórica de la<br />

ingenuidad con la que se confunde el plano histórico y el<br />

plano literario. En otros términos, debemos cuidarnos de<br />

considerar el mundo narrativo como un calco de la<br />

situación histórica de sus destinatarios (un riesgo<br />

particularmente palpable por la crítica de la redacción).<br />

Es importante, afirma Marguerat, no crear una alternativa entre<br />

crítica histórica y crítica narrativa. La exégesis narrativa también corre<br />

el riesgo de:<br />

- ceder a un positivismo textual en el cual la descripción<br />

literaria ocupa el puesto de la interpretación;<br />

- Caer en los anacronismos por falta de conocimiento de la<br />

naturaleza histórica de los documentos bíblicos.<br />

1.3. Un ejemplo (Mt. 8,18-27)<br />

Nos disponemos a leer un episodio bien conocido, cuyo contenido<br />

suele resumirse con el título de “la tempestad calmada”. El título es ya<br />

una interpretación que resalta el milagro. Si queremos clasificar los<br />

títulos, se pueden proponer las siguientes categorías (cf. EGGER,<br />

1981: 33n1, 42): títulos neutrales (e.j. “curaciones”), kerigmáticos<br />

(“Os haré pescadores de hombres”) parenéticos (“Jesús llama”,<br />

enigmático-simbólicos (preferidos sobre todo por TOB: “Autrui” [Mt<br />

7,12], “la lampe du corps” [Mt 6,22-23]). El título como el primer<br />

encuentro entre el texto y el lector, por un lado debe comprender y<br />

presentar el contenido del texto, y, por otro lado, debe estimular al<br />

lector. Es decir, se necesita que sea fiel al texto y, simultáneamente,


12<br />

que sea amigo del lector. ¿Cómo se modificarían nuestras expectativas<br />

si cambiásemos el título de la perícopa elegida a una segunda<br />

categoría, apenas mencionada?<br />

Al analizar los textos, es de una importancia fundamental que los<br />

elementos sean considerados siguiendo el orden en el que aparecen en<br />

el relato. Debemos ver también si el narrador está presente en la<br />

historia narrada o no. Se necesita también determinar los límites del<br />

relato: dónde comienza y dónde termina. En nuestro caso, está claro<br />

que el mandato de partir señala el inicio e indica la llegada, señalando<br />

el fin. Después, es muy útil dividir el relato en cuadros (esto es, en<br />

sub-unidades de un micro-relato; el micro-relato es a su vez una<br />

pequeña entidad narrativa, que presenta un episodio, cuya unidad es<br />

identificable gracias a los indicadores de sus límites, MARGUERAT-<br />

BOURQUIN, 2001:41). Cojamos la versión de Mateo:<br />

1. v.18: mandato; argumento indirecto.<br />

2. vv. 19-20: diálogo con un escriba; intención y puesta en<br />

guardia.<br />

3. vv. 21-22: diálogo con otro discípulo: indecisión y orden<br />

reforzada.<br />

4. v.23: partida.<br />

5. v.24a: “gran agitación en el mar”.<br />

6. v.24b: pero Jesús dormía.<br />

7. vv. 25-26a: diálogo entre Jesús y sus discípulos.<br />

8. v. 26b: “tempestad calmada”.<br />

9. v.27: expresión de maravilla.<br />

10. v.28a: la llegada.<br />

El relato, tanto en Marcos como en Lucas, se inicia con una frase<br />

en discurso directo. Ni el uno ni el otro retarda el desarrollo del tema<br />

insertando otras escenas, como hace Mateo. La inmediatez del<br />

seguimiento del mandato es más acentuada en Lucas. El embarcarse,<br />

sin embargo, aparece más detallado en Marcos, porque allí<br />

encontramos dos referencias al monte (“mucHechdumbre”, “[así]<br />

como estaba en la barca”) y después se menciona otro elemento


particular, el cual no se pondrá en juego en el episodio: “estaban otras<br />

barcas con él”.<br />

Mientras en Mateo entre el mandato de Jesús y su embarcarse (es<br />

de notar que en Marcos son los discípulos los que “cogen” a Jesús, en<br />

Mateo, sin embargo, es él mismo quien se sube a bordo el primero y<br />

“sus discípulos lo siguieron”) dos micro-episodios son insertados,<br />

cuyo tema común es el seguimiento. Pero este tema común se articula<br />

con dos modalidades diametralmente opuestas: en el primer caso se<br />

trata de una aplicación incondicionada (“dondequiera que [tú]<br />

vayas”), mientras en el segundo es la excitación por parte del<br />

discípulo que salta por las palabras latigantes de Jesús. Además, si<br />

vemos la versión de estos diálogos en Lucas, los cuales se encuentran<br />

en otro contexto, se verá que la oposición total de Mateo es<br />

amortiguada por el Hechcho de que en Lucas se desarrollar entre<br />

diálogos sobre el seguimiento, y los partner de Jesús no pueden<br />

etiquetarse como una figura negativa y positiva.<br />

Para analizar la trama de los relatos se utiliza no raramente la<br />

subdivisión según la estructura quinaria (MARGUERAT-<br />

BOURQUIN, 2001:47-55): 1) situación inicial, 2)complicación,<br />

3)acción transformadora, 4)solución, 5)situación final. En los dos<br />

diálogos en Mateo, la única divergencia mayor en el desarrollo de la<br />

trama de los tres relatos estriba en que en Mateo a la acción<br />

transformadora –Jesús revela su autoridad sobre la naturaleza, o,<br />

mejor, sobre las fuerzas caóticas que convulsionan la creación- sigue<br />

la pregunta dirigida a los discípulos. Esta pregunta, en cuanto respecta<br />

a su contenido, es muy diferente en sus tres redacciones. En Marcos y<br />

en Lucas pueden considerarse como un elemento perteneciente a la<br />

situación final, mientras que en Mateo es pronunciada “en alta mar”,<br />

con lo que aumenta la dramaticidad de la situación: al grito de ayuda<br />

de los discípulos, Jesús no actúa inmediatamente como en Marcos y<br />

Lucas, sino que hace una pregunta que concierne a la fe de los<br />

discípulos. ¿No se trata quizás de un signo de que para Mateo todo el<br />

relato está orientado hacia el seguimiento de Jesús dondequiera que<br />

vaya? Como Hechmos ya visto en Mateo, es Jesús quien toma la<br />

iniciativa y los discípulos lo siguen, mirando atrás hacia la pregunta de<br />

Jesús (v. 26a), otro detalle se coloca en otra perspectiva. Mientras en<br />

13


14<br />

Lucas la descripción de la situación es verosímil: se hacen a la mar –<br />

Jesús se adormece- : llega la borrasca; en Marcos la fatigosa jornada<br />

(v. 35: “en aquel mismo día, llegada la tarde”) hace posible que Jesús<br />

se adormezca también durante “una gran borrasca” (el adjetivo falta<br />

en Lucas”, Mateo subraya el comportamiento excepcional de Jesús<br />

durante la “gran agitación en el mar”: “pero él dormía”.<br />

La trama de la solución (trama cuya acción transformadora obra en<br />

el plano pragmático [proezas, curaciones, etc.] MARGUERAT-<br />

BOURQUIN, 2001: 62-64; J.- L. SKA, “Our FatHechrs Have Told<br />

Us”. Introduction to tHech <strong>Ana</strong>lysis of Hechbrew Narratives, SubBi<br />

13, Roma 1990), recibe cierto sinsabor después de la acción<br />

transformadora. La pregunta de Jesús queda sin respuesta verbal. La<br />

descripción del estado de ánimo (maravilla en Mateo, temor en<br />

Marcos, temor y maravilla en Lucas) prepara su pregunta, pero queda<br />

de nuevo en suspenso, sin respuesta alguna. Esta pregunta<br />

(aclamación), sin embargo, no busca una acción transformadora, sino<br />

la identidad de Jesús. Con esta pregunta lanzada al aire llegan a la otra<br />

orilla, como también el relato es conducido a puerto.<br />

¿Cuáles son los personajes del relato? En Marcos, aunque<br />

permanecen desde el principio hasta el fin del episodio bajo el velo de<br />

los pronombres, son los discípulos (cf. 4,34) y Jesús, que no es<br />

llamado con este nombre. Una vez dirigiéndose a él lo llaman<br />

“Maestro” (Dida¿sjkale cf. Lc 8,24: ¹Epista@ta), en otra ocasión,<br />

hablando de él, esta referencia al Maestro se articula con la pregunta:<br />

“¿Quién es, pues...?” Se podría suponer tal vez que, en este cambio de<br />

designación de la persona de Jesús por parte de sus discípulos, asoma<br />

una transformación, quizás muy tímida, casi embrionaria, que no se<br />

verifica en torno a la naturaleza, sino dentro de los discípulos, con<br />

respecto a Jesús. En otros términos, se puede decir que estamos frente<br />

a un deslizamiento hacia la trama de la revelación (cuya acción<br />

transformadora consiste en un aumento de conocimiento sobre un<br />

personaje de la historia relatada). No se llega, ciertamente, a una<br />

profesión de fe explícita, todavía se esconde implícitamente en la<br />

pregunta conclusiva algo similar que podrá verbalizarse bajo el fondo<br />

veterotestamentario.


La “multitud” (y también las “otras barcas”) son solamente una<br />

“comparsa” en el relato (comparsa: personaje simple, que representa<br />

un papel pasivo o casi pasivo [de fondo] en el relato; cf.<br />

MARGUERAT-BOURQUIN, 2001:67-69; SKA, 1990:83s) y por<br />

esto, probablemente, ni siquiera en Lucas se mencionan. La escena<br />

está más llena en Mateo: v. 18 Jesús – multitud; v. 19 un escriba; v. 21<br />

“otro de sus discípulos”; v. 23. “sus discípulos”; v. 27 “hombres”.<br />

Jesús mismo es llamado con diversos nombres. El narrador lo llama<br />

por su nombre o se refiere a él con pronombres. En diversos<br />

momentos también lo hacen los mismos personajes. El escriba lo<br />

llama “Maestro, otro de sus discípulos “Señor”, como también los<br />

discípulos más adelante (v. 25). La multitud que se encuentra en torno<br />

a Jesús parece desaparecer completamente de la trama. Mateo, desde<br />

este punto de vista, es comparable a Lucas, no habla de otras barcas.<br />

Pero, al final, (v. 27), es bastante extraño que no se mencione a los<br />

discípulos sino que se hable de “hombres”. ¿Por qué este cambio? El<br />

episodio que Mateo inserta entre el mandato de partir y la partida<br />

misma lanza luz a esta mutación. El seguimiento de Jesús está en el<br />

corazón de Mateo también en este episodio. Los dos cordicelle<br />

(personajes secundarios que representan un papel menor [o único] en<br />

el desarrollo de la trama; cf. MARGUERAT-BOURQUIN, 2001; 67-<br />

69; SKA, 1990:84), este es, el escriba y el otro discípulo, ejemplifican<br />

dos actitudes posibles, seguimiento total o parcial. Para Mateo tertium<br />

non datur. Los discípulos de los que habla en el v. 23 son aquellos que<br />

lo siguen “ovunque” -también en el mar-. Pero ir a la otra orilla pone a<br />

prueba su fe (v. 26). No se puede decir, corriendo quizás el riesgo de<br />

caer en el psicologismo, que señalando el v. 27 (“hombres”) Mateo<br />

pone de relieve que el seguimiento está abierto a todos, mejor dicho,<br />

que en el seguimiento incondicionado se revelará quienes son los<br />

verdaderos discípulos? En otras palabras, la multitud que al inicio<br />

representa simplemente un acompañamiento sin rostro, decidida al<br />

seguimiento, se transforma en un grupo de “hombres” con perfiles<br />

bien distintos entre ellos.<br />

Solamente en Lucas indica el narrador que a causa de la tempestad<br />

los discípulos “estaban en peligro”. En Marcos la presentación de las<br />

circunstancias es la más detallada, pero la desesperación de los<br />

15


16<br />

discípulos (“estamos perdidos”) no es manifestada por el narrador ni<br />

aquí ni en Mateo. En Efecto, son los mismos discípulos los que<br />

evalúan así su situación. Aún más, mientras en Marcos se dirigen con<br />

palabras bruscas al Maestro (“no te importa que perezcamos”), en<br />

Mateo se dirigen a Jesús con una frase casi litúrgica: “Señor, sálvanos,<br />

que perecemos”.<br />

También en la respuesta de Jesús encontramos diferencias<br />

notorias, las cuales dejan entrever imágenes bien diferentes que los<br />

evangelistas esbozan en los discípulos (“poca fe” [Mt], “aún no<br />

tienen fe” [Mc], “dónde está la fe” [Lc]). Así pues, desde la<br />

perspectiva de cada evangelio, los discípulos se nos presentan en una<br />

fase diversa de su discipulado.<br />

Los relatos de Marcos normalmente se mantienen esquemáticos.<br />

LÉON-DUFOUR (1990:37 cf. Id., 1965:160) pone de relieve el<br />

esquema que se encuentran en algunos relatos de milagros:<br />

4,39-41 1,25-27<br />

Él, habiéndose despertado Jesús<br />

increpó y dijo diciendo<br />

“¡Calla, enmudece!” “Cállate y sal de él”<br />

(efecto del mandato: (efecto del mandato:<br />

calma del mar) curación del endemoniado)<br />

se llenaron de gran temor Todos quedaron pasmados,<br />

de tal manera que<br />

y se decían unos a otros: se decían unos a otros:<br />

“¿quién es este?” “¿qué es esto?”<br />

En este esquema no hay lugar para el v. 40, en el que domina otra<br />

perspectiva. La pregunta de Jesús es una pregunta catequética. Será<br />

añadida, avanza la hipótesis de Léon-Dufour, a fin de que fuera<br />

posible sobrepasar el esquema. El v. 40, así pues, modifica la<br />

orientación teológica del relato. Numerosas narraciones de los<br />

milagros terminan con la afirmación de que los milagros, y/o aquellos<br />

que asisten a los mismos, alaban a Dios (e.j. Mc 2,12). En el episodio<br />

de la “tempestad calmada” falta este detalle. ¿Por qué?. Porque, a<br />

diferencia de los otros milagros, donde Jesús actúa “con el dedo de<br />

Dios” (Lc 11,20), aquí cumple él mismo un gesto divino. En realidad,


según la convicción bíblica, solo Dios puede dar órdenes al mar, y<br />

aquí, esta fuerza infernal que representa el mar, es “exorcizada” por<br />

Jesús. El relato no se concluye con la ley de Dios. Hay que<br />

preguntarse, si Jesús lleva a cabo un acto divino, ¿por qué los<br />

discípulos no confiesan su divinidad? Una pregunta como esta, afirma<br />

Léon-Dufour, revela solamente la falta de conocimiento del ambiente<br />

histórico: adorar a un hombre es una cosa impensable para un israelita.<br />

Debemos observar que la perplejidad de los discípulos nos hace<br />

entrever que viven en una tensión, creada por su doble fidelidad: cómo<br />

podrán conciliar su fe monoteísta con la evidencia que se está<br />

desenvolviendo delante de sus ojos. Es este conflicto el que hace<br />

brotar de su corazón la pregunta: ¿quién es este hombre?<br />

En la atmósfera de la maravilla y del asombro, Jesús, con su<br />

pregunta sobre la fe/confianza, educa a sus discípulos. La palabra que<br />

se encuentra en Marcos y Mateo (‘paurosi’ deiloi¿ cf. 2Tim 1,7<br />

deili¿a), expresa la actitud del que actúa en el peligro como si Dios no<br />

existiese. En la borrasca los discípulos han demostrado de forma<br />

evidente su falta de confianza en Dios. Jesús, sin embargo, en su<br />

adormecerse, era el icono de esta confianza. En otras palabras, el<br />

comportamiento del Maestro asume un valor simbólico. El estado de<br />

Jesús no se explica a partir de los acontecimientos precedentes<br />

(enseñanza, fatiga), sino que invita a los discípulos a descubrir, aun en<br />

medio del silencio y la aparente ausencia de Jesús, la presencia de<br />

Aquél que lo puede todo.<br />

En Lucas, mientras la perícopa siguiente es la misma que en Mateo y<br />

Marcos, en el paso precedente se trata de la verdadera familia de<br />

Jesús. Así, el relato de la “tempestad calmada” se desliga de las<br />

secciones de las parábolas (Mc) y de los otros milagros (Mt). En otras<br />

palabras, Mateo, por su parte, resalta la catequesis tan fuertemente<br />

como para hacer desaparecer, casi completamente, el esquema del<br />

relato del milagro. En cuanto al contexto, la siguiente perícopa,<br />

aunque que se trata de un viaje en territorio pagano, como en Marcos,<br />

las divergencias entre las redacciones de Mateo y Marcos son tan<br />

grandes que nos hacen pensar en dos tradiciones independientes<br />

(LÉON-DUFOUR, 1965:164). Además, en Mateo las parábolas del<br />

reino se leen en el capítulo 13. Al discurso sobre la montaña le sigue<br />

17


18<br />

la secuencia de los milagros en los que se inserta la perícopa de la<br />

“tempestad calmada”. En otras palabras, después de mostrarse como<br />

el que habla con poder: “Y sucedió que cuando acabó Jesús estos<br />

discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les<br />

enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas” (Mt<br />

7,28-29), ahora, desde 8,1 en adelante, se revela poderoso en obras.<br />

Sin embargo, mientras en la primera sección de los milagros (Mt 8,1-<br />

17) se trata de curaciones, en la segunda (8,8-9,18) se ilustra el tema<br />

del seguimiento. Los milagros no son solamente signos de salvación,<br />

sino que demuestran también que Jesús puede transformar el corazón<br />

del hombre con sus palabras, y como estas se revelan más fuertes que<br />

las potencias caóticas.<br />

El escriba llama a Jesús ‘Maestro’ (8,19). Este apelativo se<br />

encuentra en 12,38 (escribas y fariseos); 19,16 (el joven rico); 22,16<br />

(los discípulos de los fariseos y los Hechrodianos); 22,24 (los<br />

saduceos; 22,36 (los fariseos). El título ‘maestro’ no aparece jamás en<br />

boca de un discípulo. En Lucas (9,57-62) ninguno de los tres<br />

interlocutores usa este vocablo. Pero el segundo interlocutor (8,21) se<br />

nos presenta como “otro (de) sus discípulos”. Con este cambio,<br />

Mateo parece subrayar que las separaciones y las reintegraciones no<br />

pertenecen solo a la fase inicial del discipulado (9,9), sino que lo<br />

caracterizan siempre. El problema principal para Mateo (y<br />

presumiblemente para sus destinatarios) no es cómo se llega a ser<br />

discípulo, sino cómo se permanece como tal, como se progresa en el<br />

discipulado. Este permanecer, este progresar se realiza en las<br />

situaciones de la vida. La travesía del mar -en cierto sentido un<br />

verdadero rito de paso- fortalece la ocasión para profundizar su<br />

empeño inicial.<br />

Como Hechmos visto, el término ‘hombres’ parece un poco<br />

curioso. En efecto, en otros contextos este vocablo asume un<br />

significado teológico, como en Mateo. Se utiliza para referirse a los no<br />

creyentes, aquellos que están lejos de Dios: 5,13; a aquellos que tienen<br />

necesidad del evangelio: 4,19; 5, 16.19; 6s; que hablan de Jesús como<br />

outsider: 16,13; que no conocen nada de Dios: 16,23. Sirviéndose de<br />

esta palabra en 8,27, Mateo pone de relieve que la búsqueda de los<br />

discípulos está abierta a todos (cf. 1Cor 14,25).


Por una parte Mateo despoja el relato de los detalles realistas<br />

(cojín, popa, borrasca de viento, olas) y por otra lo viste dándole un<br />

tono litúrgico (“Señor, sálvanos”). Además, en lugar de hablar de<br />

borrasca, Mateo utiliza el vocablo ‘agitación’ (seismo`j), que tiene un<br />

tono escatológico y apocalíptico (e.j. 24,7; 27,51.54; 28,2.4; cf. Ex 19,<br />

18; 1Re 19-11; Job 38,1; 40,6).<br />

En Lucas, los discípulos parecen tener fe, les falta solamente la<br />

capacidad de ponerla en práctica en una situación de prueba, en<br />

Marcos aún no la poseen. Mateo, a propósito de los discípulos,<br />

desarrolla el tema de la “poca fe” (oµligo@pistoj oµligo@pisti¿a). El<br />

concepto lo ha tomado Mateo, probablemente, de la tradición (cf. Mt<br />

6,30=Lc 12,28). Los discípulos no han recibido daño por su<br />

oµligo@pisti¿a: 6,30; 8,28; 14,31; 16,8. Y, por el contrario, aquellos<br />

que son alabados por su (gran) fe no forman parte del grupo de los<br />

discípulos: el centurión (8,5), los portadores del paralítico(9,2), la<br />

Hechmorroísa (9,22), los dos ciegos (9,29), la mujer cananea (15,28).<br />

Por debajo de estos detalles debemos redimensionar los resultados<br />

recabados de los dos micro-episodios insertados entre el mandato de<br />

partir y la partida misma. Estos dos cuadros también nos sugieren que<br />

estamos ante dos actitudes frente al seguimiento: emprenderlo o no.<br />

La pregunta de Jesús en el v. 26 da nueva luz a esta imagen un poco<br />

simplista, porque son los discípulos, los que siguen a Jesús (Cf. v. 23),<br />

los que se muestran oµligo@pistoi en el peligro. En otros términos,<br />

mientras los micro-episodios (vv. 19-22) podrían dar la impresión de<br />

que es la decisión al seguimiento incondicional la que divide a la<br />

multitud, la pregunta de Jesús nos hace comprender que la diatriba se<br />

encuentra en el corazón del discípulo, quien debe aprender de nuevo a<br />

llegar a la otra orilla: renovando su fe en Dios debe vencer su<br />

oµligo@pisti¿a.<br />

La pregunta (aclamación) de los discípulos, al final del episodio,<br />

queda sin respuesta. Pero, si nos remontamos a las raíces<br />

veterotestamentarias del relato, esta laguna se revela como más<br />

aparente que real. Sal 107,23-30 alimenta el sustrato bíblico. La<br />

intervención divina se verifica como trámite de la iniciativa de un<br />

hombre, el cual, justamente a través de este gesto, se muestra más que<br />

un hombre. Se delinea una perspectiva cristológica.<br />

19


20<br />

[por cuanto concierne a los milagros de Jesús en general, cf. G.<br />

THECHISSEN – A. MERZ, Il Gesù storico: Un manuale, Biblioteca<br />

Bíblica 25, Brescia 1999, 348-389]<br />

1. EL EVANGELIO CUADRIFORME<br />

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(1997) 317-346; ID., La verità del vangelo: Dalle recenti scoperte<br />

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D. TROBISCH, Die Endredaktion des Neuen Testaments: Eine<br />

Untersuchung zur Entstehung der christlicHechn Bibel, Freiburg -<br />

Gõttingen 1996;<br />

1.1. La presentación del problema<br />

¿Por qué tenemos ni más ni menos que cuatro evangelios<br />

canónicos? ¿Cuál fue el origen y el significado teológico de este<br />

21


22<br />

Hecho, de esta decisión, por parte de la iglesia antigua? Y, en fin,<br />

¿cuáles son las implicaciones del evangelio cuadriforme para la<br />

teología de hoy?<br />

Ni el AT ni los otros escritos del protocristianismo muestran cosa<br />

parecida en la presentación de la vida de una persona que encontramos<br />

en los evangelios sinópticos: concordancia sorprendente y divergencia<br />

desconcertante. El Hechcho de que la iglesia primitiva hubiera<br />

reconocido cuatro evangelios como textos normativos ¿era un<br />

obstáculo o era facilitar sus pretensiones con respecto a Jesús de<br />

Nazaret? El evangelio cuadriforme también llegó a ser una excusa<br />

fácil para quien quería ridiculizar las pretensiones de veracidad de los<br />

evangelios (e.j. Celso decía: “Algunos fieles, como gente que ha<br />

bebido demasiado, llegan a altercar entre ellos y a alterar el texto<br />

originario del Evangelio, tres, cuatro veces, o más todavía”; en<br />

ORÍGENES, Contra Celsum; Porfirio, el filósofo neoplatónico, etc.).<br />

Desde un punto de vista meramente histórico, la existencia de<br />

cuatro es una ventaja para reconstruir la vida de Jesús: cuantas más<br />

fuentes haya, tanto mejor. El evangelio cuadriforme llega a ser<br />

problemático, si se mantiene que los evangelistas buscaron proveer<br />

una forma normativa de la historia de Jesús. Debemos tener en cuenta<br />

que adoptar un evangelio solo era una opción que se repetía cada vez<br />

(STANTON, 1997:342). Cuando, por ejemplo, Mateo escribe su<br />

evangelio, verosímilmente, no pretendía suplementar sino sustituir a<br />

Marcos, y quería llegar a ser el evangelio (Cf. THECHISSEN,<br />

THechory, 267s: Mateo pretendía reasumir toda la enseñanza de Jesús<br />

de una manera comprensiva. THECHISSEN hace notar que Mateo<br />

subraya “enseñándoles a guardar todo [threiÍn pa@nta] lo que yo os<br />

he mandado” [Mt 28,20]; 24,14: “Cuando este evangelio [tou^to to`<br />

euµagge@lion] del reino será predicado” [en Mc 13,10 falta el<br />

pronombre demostrativo] Cf. Mt 26,13 y Mc 14,9); en otras palabras,<br />

como si Mateo pusiese de relieve el evangelio como obra escrita,<br />

mientras en Mateo el acento está puesto sobre el contenido<br />

evangélico). De forma parecida, el prólogo de Lucas (1,1-4) no deriva<br />

simplemente de un comportamiento respetuoso hacia las convenciones<br />

literarias. Evidentemente, con su obra, mucho más amplia, Lucas


auguraba sustituir a sus predecesores, pero sin despreciar los esfuerzos<br />

de los otros. En el caso de Juan, esto es todavía más patente, afirma<br />

STANTON. Pero aquí es necesario subrayar que, no obstante las<br />

marcadas divergencias entre el Cuarto Evangelio y los sinópticos, en<br />

Juan se deja ver -según THECHISSEN- la afirmación y el<br />

reconocimiento de un evangelio diferente (Jn 20,30s; 21,25).<br />

Aceptando los cuatro evangelios, ignoramos las intenciones de dos, o,<br />

posiblemente, tres evangelistas y, en cierto modo, favorecemos que<br />

los evangelios se interpreten recíprocamente. Es cierto que no es<br />

necesario abandonar el trabajo y la búsqueda de las intenciones<br />

propias de los diversos evangelistas, aún más, es necesario tener<br />

presente que en la vida de la Iglesia el evangelio cuadriforme nutría<br />

siempre la fe.<br />

Este argumento se ha prolongado también en el siglo segundo.<br />

IRENEO (H.E. III, 11,7) menciona cuatro grupos de Hechrejes que se<br />

aferraban a un solo evangelio (egioniti – Mt; Marcionitas – Lc<br />

[cortado]; “aquellos que separan Jesús de Cristo y afirman que Cristo<br />

permaneció impasible mientras Jesús padeció – Mc; valentinianos –<br />

Jn). También es de resaltar que la empresa de Taziano (Diatéssaron) –<br />

que seguramente no era la única persona con semejantes intenciones –<br />

era un suceso clamoroso. La difusión inmensa del Diatéssaron<br />

muestra de forma evidente cuán grande era el influjo y la importancia<br />

de esta obra. Nos han llegado fragmentos de numerosas versiones, en<br />

siríaco, griego, árabe, latín, flamenco antiguo, alemán antiguo e<br />

italiano antiguo. El aceptar cuatro evangelios era tomar una decisión<br />

contracorriente (J.K. ELLIOTT 1996:107; también THECHISSEN<br />

[THechory, 264] pone de relieve que en diversas iglesias locales era<br />

dominante el principio de “un solo evangelio” [one gospel principle]<br />

también en el s. II; los datos sobre Siria son particularmente amplios:<br />

1. Didaché – “evangelio” significa probablemente un escrito, y<br />

siempre en singular; 2. Taziano – en Roma había conocido los cuatro<br />

evangelios; con su obra, Diatéssaron no quería introducir en Siria una<br />

novedad; allí la gente estaba habituada a la idea: un único mensaje<br />

evangélico significa que hay un solo evangelio escrito; 3. Los<br />

evangelios en uso entre los judeo-cristianos: Evangelio de los<br />

Hechbreos, Evangelio de los Nazareos, Evangelio de los Ebionitas –<br />

23


24<br />

no fueron atribuidos a unos autores, sino a diversos grupos; tal<br />

atribución no tendría sentido, si en la comunidad en cuestión<br />

estuvieran en uso diversos evangelios). Ireneo subrayará la<br />

continuidad entre los cuatro evangelios escritos y la proclamación oral<br />

de los apóstoles: un Dios, un Cristo, un Espíritu Santo. Según Ireneo,<br />

tres carterísticas cruciales dan contenido al adjetivo “apostólico”:<br />

enseñanza del Dios uno, Creador de todo, la conformidad con las<br />

Escrituras y la cristología.<br />

Taziano (activo en Roma hacia el 170) era un histórico (W.L.<br />

PETERSEN, Tatian’s Diatessaron: Its Creation, Dissemination,<br />

Significance, and History in Scholarship, Leiden 1994). Y como tarea<br />

historiográfica es bien comprensible que quisiera hacer uno de los<br />

cuatro evangelios: eliminando los duplicados, sustituyendo ciertos<br />

párrafos con otros paralelos tenidos como mejores, desplazando<br />

fragmentos, mezclando en un mismo relato matices diversos<br />

comprendidos en las diversas redacciones (cfr. H.E. IV, 29.6: “[...]<br />

Taziano había compuesto una combinación y una colección de los<br />

<strong>Evangelios</strong>”). Refutando esta empresa como normativa y aceptando el<br />

evangelio cuadriforme, la Iglesia ha declarado que los evangelios no<br />

están considerados como obras historiográficas (not histories,<br />

STANTON, 1997: 343). Sí, cierto que pertenecen al género amplio y<br />

elástico de Bioi, pero no son Bici "tout court", son cuatro testimonios<br />

del único evangelio. El Cánon de Muratorio (un elenco de libros del<br />

NT, conservado en un manuscrito del siglo VIII, publicado en el 1740<br />

por L.A. Muratori [1672-1750]; de ahora en adelante: FM; líneas<br />

16-19: “aunque viene propuesta una introducción diferente para cada<br />

libro del evangelio, esto, sin embargo, no cambia en nada la fe de los<br />

creyentes: en todos los libros cada cosa ha sido revelada por el único y<br />

superior Espíritu”) e Ireneo pone de relieve que es el Espíritu mismo<br />

quien mantiene juntos los cuatro evangelios.<br />

2.2 Porqué y cómo: algunas hipótesis<br />

¿Cómo se ha desarrollado el evangelio cuadriforme? Th. ZAHN<br />

(Grundriss der Geschichte des nautestamentlicHechn Kanons, 1904,<br />

35-41) era del parecer de que el canon del NT se formó por una


dinámica interna a la vida eclesial, en la que se recogieron los escritos<br />

apostólicos (o tenidos por tales) y leídos en contexto litúrgico, y el<br />

evangelio cuadriforme era adoptado por la iglesia muy pronto. Antes<br />

de Marción. A. VON HARNACK (THech Origin of tHech New<br />

Testament and tHech Most Important Consequences of tHech New<br />

Creation, 1925, 69-72 [orig. al.]), al contrario, afirma que el canon<br />

ha nacido en la lucha contra el marcionismo y la gnosis. En efecto, el<br />

canon de Marción (que vivió en Roma del 140 hasta al menos el 144,<br />

cuando fue excomulgado) –compuesto por el evangelio de Lc revisado<br />

por Marción, y por el Apostolikon, una colección de diez cartas de<br />

Pablo, siempre “corregidas” por Marción- supuso el primer canon de<br />

las Escrituras cristianas (cfr. F. BOVON- E. NORELLI, “Dal Kerigma<br />

al canone: lo statuto degli scritti neotestamentari nel secondo secolo”,<br />

Cristianesimo nella Storia 15 [1994] 525-540; la arbitrariedad de<br />

Marción hacía escribir a Tertuliano: “Marción coge no una pluma,<br />

sino una llama, descarada y públicamente, y para componer su<br />

sistema, masacra las Escrituras” [De praescr. Haert., 38]). De forma<br />

parecida J. KNOX (Marcion and tHech New Testament, Chicago<br />

1942, 140-167), K.L. CARROLL (“THech Creation of tHech Fourfold<br />

Gospel”, BJRL 37 [1954-55] 68-77) mantienen que el evangelio<br />

cuadriforme aparecería entre los años 150-175 como reacción a la<br />

Hechrejía de Marción.<br />

Los primeros testimonios del evangelio cuadriforme son el<br />

Frammento muratoriano e Ireneo. Esta opinión es aceptada hoy por<br />

todos. En efecto, el consenso actual con respecto al evangelio<br />

cuadriforme es desafiado por dos puntos de vista completamente<br />

diversos (STANTON, 1997: 317s):<br />

1. Por un lado, algunos (ej. Hahnemann [1992:101], bajo la<br />

estela de A.C. Stundberg) datan el FM en el siglo cuarto; y<br />

la opinión de Ireneo, que es la más antigua defensa del<br />

evangelio cuadriforme, es considerada como una<br />

innovación en un período en el que la tradición evangélica<br />

era todavía fluida y se dio una proliferación de los<br />

evangelios.<br />

2. Por otro lado, se asiste a una vuelta metodológica: mientras<br />

antes se discutía de este problema en una perspectiva<br />

25


26<br />

patrística, esto es, se preguntaba cómo se presentaba la<br />

tradición del evangelio cuadriforme en los escritos<br />

patrísticos, hoy se presta más atención a los manuscritos<br />

más antiguos de los evangelios, y a la predilección por el<br />

códice (codex) por parte de los autores cristianos y al uso<br />

del nomina sacra.<br />

El Canon de Muratori (edición crítica: S.P. TREGELLES, Canon<br />

Muratorianus, Oxford 1867; ver también Ench. Bibl.):<br />

normalmente fechado un poco antes o un poco después de Ireneo.<br />

La datación en el siglo cuarto se remonta a A. SUNDBERG<br />

(“Towards a Revised History of tHech New Testament Canon”,<br />

Studia Evangelica 4 (1968) 452-462; ID., “Canon Muratori: A.<br />

Fourth Century List”, HTR 66 [1973] 1-41), y ha sido retomada<br />

con posteriores argumentos por G.M. HAHNEMAN, THech<br />

Muratorian Fragment and tHech Development of tHech Canon,<br />

Oxford 1992). Sus argumentos:<br />

1. Mientras la referencia en las líneas 73-76 al Pastore de<br />

Erma (y a su Hechrmano Pío, obispo de Roma; “Pastorem<br />

vero/nuperrime temporibus nostris in urbe/Roma<br />

Hechrmas conscripsit sedente catHech/ra urbis Romae<br />

ecclesiae Pio episcopo fratre/eius”; “En cuanto al Pastor,<br />

en realidad ha sido escrito recientemente, en nuestros días,<br />

por Erma, mientras el obispo Pío, su Hechrmano, se<br />

sentaba en la cátedra de la iglesia de la ciudad de Roma”)<br />

normalmente se considera como prueba de una fecha no<br />

mucho más tardía del 140 d.C., HAHNEMAN sostiene que<br />

esta información es errónea y engañosa. Hahneman<br />

sostiene que la atribución de la obra a Erma se explicaría<br />

como una pseudonimia, que se remonta al siglo cuarto, que<br />

intentaba desacreditar la obra (“[el libro] no puede ser<br />

leído públicamente en la iglesia al pueblo, ni entre los<br />

profetas, cuyo número está completo, ni entre los<br />

apóstoles”; líneas 77-79). STANTON (1997:323) rechaza<br />

esto diciendo que el Muratorianum enumeraba el Pastor


27<br />

entre las obras recomendadas: “et ideo legi eum quidem<br />

oporte/Por esto, el libro es muy útil de leer.”<br />

2. HAHNEMAN es del parecer que el FM se inserta muy<br />

bien entre los catálogos de los escritos canónicos del siglo<br />

cuarto, mientras esto sería anómalo en el segundo. Pero<br />

STANTON hace notar que el Fragmento no es un catálogo<br />

ni una lista de los escritos canónicos. Su género literario es<br />

un ’Einleitung: comentarios introductorios a los orígenes y<br />

a la autoridad de los escritos cristianos. Está demostrado<br />

que el Fragmento será utilizado otras dos veces<br />

posteriormente, pero no en listas, sino en prólogos (cf. J.D.<br />

KAESTLI, “La place du Fragment de Muratori dans<br />

l’histoire du canon: À propos de la thèse de Sundberg et<br />

Hahneman”, Cristianesimo nella Storia 15 (1994) 609-634;<br />

según Kaestli il FM está datado a fines del siglo II o al<br />

inicio del III porque: 1. Las elecciones de varios libros<br />

necesitan todavía ser motivados e ilustrados; 2. Se trata de<br />

un corpus aún “abierto”; 3. De un corpus en el cual existen<br />

varios libros con diversos grados de aceptación (líneas 1-<br />

63: autoridad indiscutible, 63-68: autoridad contestada); 4.<br />

Falta la terminología ya codificada que se encuentra en las<br />

listas del siglo IV; 5. Solo en un texto del II-III s. se puede<br />

explicar la defensa de la autenticidad del evangelio de Juan<br />

(líneas 9-34) y la referencia a las Hechrejías del siglo II<br />

(líneas 63-67.81-85).<br />

3. Según HAHNEMAN el Fragmentum Muratorianum<br />

datado en el siglo II se inserta mal entre los otros<br />

testimonios que miran cuidadosamente el desarrollo del<br />

canon neotestamentario. Según Stanton, los comentarios<br />

del Fragmento se insertan mejor en el contexto del segundo<br />

que del cuarto siglo. Como Ireneo, el Fragmento utiliza la<br />

frase evangelium secundum Lucam (que no es otra cosa<br />

que la traducción del sintagma eu`agge¿lion kata`<br />

Louka^n), y encontramos también el plural “de los<br />

evangelios” (líneas: 9 (quartum evangeliorum) 17 (singulis


28<br />

evangeliorum libris). En las líneas 16-26 se habla del<br />

evangelio cuadriforme:<br />

4. ...licet varia sin/gulis evangeliorum libris<br />

principia/doceantur, nihil tamen differt creden/tium fidei,<br />

cum uno ac principali spiritu de/clarata sint in ómnibus<br />

omnia: de nativi/tate, de passione, de resurrectione,/ de<br />

conversatione cum discipulis suis / ac de gemino eius<br />

adventu,/ primo in humilitate despectus, quod fu/it,<br />

secundo in potestate regali prae/claro, quod futurum est.<br />

(Por esto, incluso si los evangelios singularmente enseñan<br />

diversos principios, para la fe de los creyentes no cambia<br />

nada. Es, en efecto, por obra del Espíritu Santo que se<br />

manifiesta en cada evangelio todo lo que atañe a la<br />

natividad, la pasión, la resurrección, el diálogo con sus<br />

discípulos y sus dos venidas: la primera, ya acontecida, en<br />

la humildad y en el desprecio; la segunda, que debe venir<br />

todavía, gloriosa, con poder real.)<br />

5. Como en Ireneo (A.H. III, 9-10) también aquí se habla de<br />

modo particular de los incipit de los evangelios y de las<br />

diferencias que allí se encuentran. Como para Ireneo,<br />

tampoco aquí se trata de una innovación cuando se habla<br />

del evangelio cuadriforme, sino de una defensa contra las<br />

frases punzantes de los críticos que tomaban como objeto<br />

de mira los diversos incipit de los evangelios. Quiénes eran<br />

estos críticos: los valentinianos y Censo (cf. ORIGENES,<br />

Contra Celsum II. 27). El modelo: dos parusías – lo<br />

encontramos en los escritos de Justino, Tertuliano,<br />

Hipólito, Orígenes, pero no en autores del siglo cuarto.<br />

Concluye pues STANTON que el evangelio cuadriforme<br />

estaba ya bien estable hacia finales del siglo segundo.<br />

2.3 Transmisión oral y escrita<br />

Debemos tener presente otro aspecto importante de la situación en<br />

el siglo II. Hasta Ireneo la transmisión oral de la tradición sobre Jesús


tenía una importancia más grande que la tradición escrita. Cf. H.E. III.<br />

39. 4: (Es Papías quien habla).<br />

“Si acaso venía alguno que hubiese seguido a los presbíteros,<br />

buscaba conocer las palabras de los presbíteros, qué cosa habían dicho<br />

Andrés, o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Santiago, o Juan, o Mateo, o<br />

cualquier otro de los discípulos del Señor; y qué cosa decían Aristión<br />

y el presbítero Juan, discípulos del Señor. Pensaba que las cosas (que<br />

provenían) de los libros no me probaban tanto como las cosas (oídas)<br />

de las voces vivas y duraderas” (Eusebio, Storia della Chiesa, trad., L.<br />

Tescaroli, Roma 1999).<br />

Con su argumentación, Papías se inserta en una vasta tradición<br />

greco-romana. L. ALEXANDER (1990: 255) ha demostrado que la<br />

desconfianza, o, incluso, el desprecio hacia la Escritura, era muy<br />

difusa en ciertos ambientes (de modo particular en la retórica, en las<br />

enseñanzas escolástica filosófica y en el aprendizaje de un oficio). De<br />

esto, sin embargo, no se puede deducir que hubiera una oposición<br />

irreconciliable entre los dos modos de transmisión. Papías no habla<br />

contra la tradición escrita, aunque pone de relieve que la enseñanza<br />

‘viva vox’ es más fiable y eficaz que un escrito. Los evangelios nacen<br />

en un mundo donde existía una desarrollada cultura escrita. En esta<br />

cultura, sin embargo, existía la opinión común de que los libros son<br />

secundarios en la transmisión del saber, sea filosófico (e.j. Séneca<br />

Epist VI, 5; XXXIII, 9), sea de un oficio (Galeno). Alejandro es de la<br />

opinión que la referencia a para` zw¿shj fwnh^j ‘de viva voz’, es una<br />

fórmula proverbial, que deriva del latín (viva vox). Papías, a su vez,<br />

toma esta fórmula y nos añade kai` menou¿shj ‘y duradera’, aludiendo<br />

a 1 Pe. 1, 23(aµnagegennhme@noi ouµk eµk spora^j fqarth^j aµlla`<br />

aµfqa@rtou dia` lo@gou zw½ntoj qeou^ kaiì me@nontoj/ habiendo sido<br />

regenerados no de una semilla corruptible, sino inmortal, por la<br />

palabra de Dios viva y duradera).<br />

En otras palabras, es bastante curioso como son citados los dichos<br />

del Señor: “el Señor dice”, “el Señor dice en el evangelio”, sin indicar,<br />

sin embargo, de qué evangelio se trata. Ireneo, por ejemplo, en la<br />

Prefación del libro III de A.H., parece citar a Lc. 10, 16 (“Quien os<br />

29


30<br />

escucha a vosotros a mí me escucha, quien a vosotros desprecia, me<br />

desprecia a mí y a Aquél que me ha enviado”), o, quizá, sería<br />

necesario suponer que Ireneo había conocido una tradición textual por<br />

nosotros ignorada, o, se había servido de una tradición oral. Teniendo<br />

presente cuanto se ha dicho anteriormente, no sorprende que para<br />

Ireneo también el Evangelio, y en modo particular las palabras de<br />

Jesús, tiene mayor autoridad que los escritos individuales de los<br />

evangelistas, si bien todos los evangelios son citados por Ireneo como<br />

“Escrituras” (Ireneo menciona los cuatro evangelios canónicos, y no<br />

cita pasajes, él que demuestra que los conocía, y en la forma en la que<br />

nosotros los tenemos: III. 14.2 – Lc. 1,2; III. 16.2 – Mt. 1, 1-2; III.<br />

16.3 – Mc. 1,1). Ireneo es capaz de citar los evangelios tanto literal<br />

como libremente (e.j. Mt 11,27 es citado de tres modos diversos en<br />

IV. 6,1 [“... el Señor decía: ‘Ninguno conoce al Hijo sino el Padre y<br />

ninguno conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera<br />

revelar’ ”]; 3 [“decía a los apóstoles: ‘Ninguno conoce al Padre sino<br />

el Hijo, ni al Hijo sino el Padre y aquellos a los que el Hijo lo<br />

revelerá’ ”]; 7 [el Señor decía: ‘Ninguno conoce al Padre sino el<br />

Hijo, ni al Hijo sino el Padre y aquellos a los que el Hijo le revelerá’<br />

”]). De esto, concluye STANTON (1997: 321 s): el Hechcho de que<br />

estos fenómenos se encuentren en un escritor para el cual el evangelio<br />

cuadriforme tiene una importancia fundamental, es una señal, que<br />

deberá poner en guardia a todos aquellos que quieran estudiar la<br />

tradición evangélica en el siglo segundo. Ireneo no era el único<br />

escritor que se refirió a las “palabras del Señor” sin decirnos si se<br />

trataba de un evangelio escrito, o, en cambio, de una tradición oral.<br />

Así pues, se puede deducir que en torno al 180 d.C., el evangelio<br />

cuadriforme estaba ya establecido. Ireneo no defiende una innovación,<br />

quiere solamente aumentar la credibilidad de un Hechcho ya aceptado,<br />

e intenta explicar por qué la Iglesia tenía cuatro evangelios en total<br />

(cf. A. BENOIT, Saint Irénée: Introduction à l’Étude de sa Théologie,<br />

Paris 1960, 117; SKEAT, 1992: 194ss).


2.4. El testimonio de Ireneo – Adv. Hechar. III. 11.8<br />

Por otra parte, los <strong>Evangelios</strong> no pueden ser, ni más ni menos, que<br />

estos. Así pues, porque son cuatro las regiones del mundo, en el cual<br />

estamos, y cuatro los vientos difundidos sobre toda la tierra y la<br />

Iglesia está diseminada por toda la tierra, siendo columna y sostén de<br />

la misma el Evangelio y el Espíritu de la vida, es natural que ésta<br />

tenga cuatro columnas, que soplan por todas partes la incorruptibilidad<br />

y vivifican a los hombres. Por esto, está claro que el Verbo, Artífice<br />

del universo, que se sienta sobre querubines y sostiene todas las cosas,<br />

después de haberse manifestado a los hombres, nos ha dado un<br />

Evangelio cuadriforme, pero sostenido por un único Espíritu. Como<br />

dice David, precisamente pidiendo su venida: “Tú que te sientas sobre<br />

Querubines muéstrate”. Así pues, los Querubines tienen cuatro<br />

semblantes y sus semblantes son imágenes de la actividad del Hijo de<br />

Dios. “El primer viviente -dice (fhsi¿n / inquit) – es parecido al león”<br />

y representa la fuerza, la excelencia y la majestad de él; “el segundo es<br />

parecido al cordero” y significa la función sacrificial y sacerdotal; “el<br />

tercero tiene aspecto como de hombre” y describe claramente su<br />

segunda venida como hombre; “el cuarto es parecido a un águila que<br />

vuela” e indica el don del Espíritu que vuela sobre la Iglesia. Los<br />

<strong>Evangelios</strong> sobre los que se sienta Cristo Jesús están simbolizados por<br />

estos animales.<br />

El Evangelio de Juan relata su generación del Padre, que es<br />

excelente, potente y gloriosa, diciendo: “En el principio existía la<br />

Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios”, y<br />

“Todo ha sido Hechcho por medio de él y sin él nada ha sido<br />

Hechcho”. Por esto, este Evangelio está lleno de coraje y así se<br />

presenta. El Evangelio según Lucas, en cambio, siendo de carácter<br />

sacerdotal, comienza con el sacerdote Zacarías, que sacrifica a Dios,<br />

porque ya se preparaba el verdadero cordero, que sería después<br />

inmolado para reencontrar al hijo menor. Mateo relata su generación<br />

humana diciendo: “Libro de la generación de Jesucristo, hijo de<br />

David, hijo de Abraham”, y: “La generación de Cristo fue así”. Así<br />

pues, este Evangelio es de forma humana: por esto, en todo el<br />

Evangelio se conserva hombre manso y humilde de corazón. Marcos,<br />

31


32<br />

sin embargo, toma iniciativa del Espíritu profético que desciende de lo<br />

alto sobre los hombres, diciendo: “Inicio del Evangelio, como está<br />

escrito en el profeta Isaías”, mostrando la imagen alada del Evangelio<br />

y por esto ha Hechcho el anuncio conciso y rápido: porque este es el<br />

carácter profético. Y el mismo Verbo de Dios hablaba a los Patriarcas,<br />

que existían antes de Moisés, según su divinidad y gloria; a cuantos<br />

vivían en la Ley les asignó una función sacerdotal y ministerial;<br />

Hechcho después hombre por nosotros, envió el don celeste del<br />

Espíritu sobre toda la tierra, protegiéndonos con sus alas. Según es la<br />

actividad del Hijo de Dios así es la forma de los vivientes, y según es<br />

la forma de los vivientes, así es también el carácter del Evangelio.<br />

Cuadriforme son los animales, cuadriforme el Evangelio y<br />

cuadriforme es la actividad del Señor. Por esto nos fueron dados<br />

cuatro testamentos al género humano: uno antes del diluvio, en<br />

tiempos de Adán, el segundo después del diluvio, en tiempo de Noé;<br />

el tercero, que es la legislación, en tiempos de Moisés; el cuarto es<br />

aquél que renueva al hombre y recapitula en sí todas las cosas, aquel<br />

que llega mediante el Evangelio y eleva y hace volar a los hombres<br />

hacia el reino celestial.<br />

(Ireneo de Lión, Contro le eresie e gli altri scritti, Introducción,<br />

traducción, notas a cargo de E. Bellini, Milán 1981).<br />

Esta es la defensa más antigua de la tradición cuadriforme. La<br />

explicación basada sobre el número cuatro, según Stanton (1997:<br />

319), es mucho más sofisticada de cuanto puede pensarse. Es muy<br />

importante no arrancarla del contexto. Ireneo presenta su opinión, que<br />

sean cuatro evangelios,, mucho antes (III.1.1.). Ya al final del<br />

principio del libro III, el lector sabe que la Iglesia tiene un solo<br />

evangelio dado por Dios, puesto por escrito por los apóstoles y por<br />

dos de sus colaboradores. En otras palabras, las otras explicaciones<br />

sobre el evangelio cuadriforme que encontramos en este capítulo no<br />

serían necesarias.<br />

SKEAT (1992:195-199) hace notar que en el paso arriba citado se<br />

encuentran numerosas anomalías: 1) Ireneo identifica los “cuatro<br />

vivientes” del Apocalipsis como “Querubines”, a pesar de que esta<br />

designación no está presente en el texto del Apocalipsis; 2) diciendo<br />

que el “Verbo Artífice del universo” “se sienta sobre querubines”,


Ireneo nuevamente se separa de la presentación el Apocalipsis, donde<br />

se dice que los cuatro vivientes están “alrededor del trono”, y que se<br />

postran delante del Cordero; 3) diciendo, pues, que los vivientes<br />

“tienen cuatro rostros” (ta` xeroubi`m tetrapro¿swpa) se aleja aún de<br />

la descripción que encontramos en el Apocalipsis, to` pro@swpon, en<br />

efecto, se menciona solo con el tercer viviente que “tenía aspecto de<br />

hombre” (Apoc 4, 7); además 4) Ireneo parece citar el Apocalipsis; se<br />

sirve, en efecto de la palabra fhsi¿n/inquit para subrayar la cita; es, sin<br />

embargo extraño, que no mencione explícitamente ni el libro citado ni<br />

el autor del libro citado. El verbo de la cita, así pues, queda sin<br />

fundamento. 5) La sorpresa mayor nos la reserva la identificación de<br />

los evangelistas con los cuatro vivientes. En el Apocalipsis estos<br />

vivientes son también numerados: primero – segundo, etc. Hech aquí<br />

la identificación que nos da Ireneo: Primo – león – Juan; segundo –<br />

cordero – Lucas; tercero – aspecto de hombre – Mateo; cuarto – águila<br />

en vuelo – Marcos. Este orden resulta del todo original. Ni siquiera<br />

coincide con el orden que el mismo Ireneo refiere en otro lugar (Mt –<br />

Mc – Lc – Jn; Mt – Lc – Mc – Jn).<br />

Skeat demuestra que cuando se retorna al libro de Ezequiel, que es<br />

también fuente del Apocalipsis, todas las cuñas de repente se<br />

ensamblan. Los vivientes de Ezequiel 1, 1-22 (zwon) son llamados<br />

“Querubines” en 10, 1.20 8 (xeroubi`m): “Miré y vi que sobre el<br />

firmamento que estaba sobre la cabeza de los querubines aparecía,<br />

semejante a la piedra de zafiro, algo como una forma de trono, por<br />

encima de ellos”. También en la descripción de Ezequiel los cuatro<br />

vivientes tienen “cuatro rostros” (te¿ssara pro¿swpa). El orden de<br />

los rostros, sin embargo, es diferente del que nos presenta el<br />

Apocalipsis. Ezeq. 1, 10: “En cuanto a la forma de sus caras, era una<br />

cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los<br />

cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de<br />

águila”. Si este esquema se empareja con la identificación de los<br />

evangelistas provista por Ireneo, se llega al esquema siguiente:<br />

Primero – hombre – Mateo; segundo – león – Juan; tercero –<br />

bue/cordero – Lucas; cuarto – águila – Marcos: Este es el llamado<br />

“Western Order” de los evangelios, los cuales, no obstante el nombre,<br />

33


34<br />

aparece tanto en oriente como en occidente. Este orden ha sido<br />

sustituido después por el orden actual en tiempos de Jerónimo.<br />

Así pues, se puede concluir, dice Skeat, que la descripción de los<br />

cuatro vivientes en Ireneo deriva, sin lugar a dudas, de una fuente<br />

anterior, la cual, a su vez, habría comenzado a describir y a identificar<br />

los evangelistas a partir del libro de Ezequiel, y después, en un<br />

segundo momento, llegaría al Apocalipsis. Ireneo, por su parte, pone<br />

de relieve que está indicando su fuente (“dice”) sin darse cuenta que él<br />

mismo no hace referencia alguna al libro “citado”.<br />

¿Cuál es el alcance de este fragmento para el canon de los cuatro<br />

evangelios? La defensa del evangelio cuadriforme debió comenzar en<br />

un tiempo anterior a Ireneo, de modo que estando escrita pudiera ser<br />

utilizada por Ireneo como fuente. Por lo tanto, no más tarde, sino<br />

alrededor del 170. Más allá de esto, como ZAHN ya ha demostrado, la<br />

cuestión del orden de los evangelios no tendría sentido, si no<br />

aparecieran todos en el mismo códice. Este libro, así pues, debía ser<br />

un codex, mantiene SKEAT, porque ningún rollo, volumen de apuntes,<br />

podía comprender los cuatro evangelios completos. La fuente Ireneo,<br />

por lo tanto, debía poseer tal códice. Por consecuencia, el ‘codex’ que<br />

contiene todos los cuatro evangelios se remontan al siglo segundo. O<br />

reformulando la conclusión podemos afirmar: aunque la<br />

argumentación de Ireneo sea de naturaleza espiritual, tiene<br />

importantes vueltas prácticas para la historia del codex cristiano.<br />

La pregunta fundamental es esta: ¿pudieron servirse Ireneo y el<br />

autor del Fragmento de Muratori de un códice que contuviera todos y<br />

los cuatro evangelios? Para tomar mejor el cauce de esta pregunta<br />

debemos hacer una digresión y ver más de cerca la apariencia del<br />

codex como forma de libro en el ámbito cristiano.<br />

2.4 El codex cristiano<br />

Como se ha visto más arriba, el consenso en que el FM e Ireneo<br />

sean los primeros testimonios del evangelio cuadriforme es desafiado<br />

desde el punto de vista de la datación, aun poniendo de relieve la<br />

mayoría de las etapas de desarrollo del codex cristiano. Las<br />

conclusiones de Skeat, apenas mencionadas, van ya en esta dirección.


SKEAT (1969: 59) afirma que, en cuanto a los papiros, deben<br />

corregirse dos malentendidos. Por un lado, se suele decir que el papiro<br />

era relativamente costoso y, en consecuencia, su uso era bastante<br />

restringido; por otro lado, el papiro era un material frágil, y, por esto<br />

su durabilidad era muy limitada. En primer lugar, la cantidad de los<br />

descubrimientos contradice el primer razonamiento, mientras el<br />

segundo puede ponerse en duda por el Hechcho de que, por e.j.,<br />

4Qsam a , un rollo de pergamino, había sido reforzado con tiras de<br />

papiro. MCCORMICK (1985: 152) nos suministra una comparación<br />

iluminadora sobre la difusión del códice en la producción de los libros<br />

en los primeros cinco siglos. Mientras en el siglo II, el códice ocupaba<br />

un puesto del todo irrelevante (1,5%), y en el siglo tercero alcanza<br />

solo el 18,5%, en torno al 300 d. C. se verifica una vuelta decisiva. De<br />

los libros producidos en torno a esta fecha, el 48% son en forma<br />

codex, y para finales del siglo cuarto esta cifra aumentará al 73,5%, y,<br />

finalmente, en el siglo quinto, alcanzará el 89%. Es necesario concluir<br />

que el papiro era un material duradero y, al mismo tiempo, no<br />

demasiado costoso (cf. L. ALEXANDER, “Ancient Book Production<br />

and tHech Circulation of tHech Gospels”, en R. BAUCKHAM, ed.,<br />

THech Gospels for All Christians: Rethinking tHech Gospel<br />

Audiences, Edimburgo 1998, 71-111).<br />

Sobre los orígenes del codex, los especialistas están de acuerdo.<br />

Originariamente el vocablo codex significaba ‘tablas de madera unidas<br />

juntas’ (diez como máximo). Más tarde, el pergamino ocupa el lugar<br />

de la madera, y el término codex asume la acepción ‘libreta de<br />

pergamino’ (membranae). En el siglo I (cf. 2Tim 4,13: “Cuando<br />

vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y<br />

los libros [ta` Bibli¿a], en especial los pergaminos” [ta`j<br />

membra¿naj]). En este texto se ve claro que Pablo utiliza un término<br />

de origen latino. Y, por esto, después se desarrolló el códice de<br />

pergamino. Es significativo que en el griego no existía un término<br />

para el ‘codex’. El vocablo latino es, simplemente, trasladado: kw^dic.<br />

Posteriormente, en tiempos del Concilio de Calcedonia (451 d.C.) la<br />

palabra Biblion había ya asumido esta acepción y fue traducido por<br />

codex (ROBERTS-SKEAT, 1983: 54 n1). MARTIALIS (alrededor<br />

35


36<br />

80-90 d.C) publica sus epigramas en un códice, así nos describe las<br />

ventajas (I, 2):<br />

Qui tecum cupis esse meos ubicumque libellos<br />

et comites longae quaeris habere viae<br />

hos eme, quos artat brevibus membrana tabellis:<br />

scrinia da magnis, me manus una capit.<br />

Ne tamen ignores ubi sim venalis et erres<br />

urbe vagus tota, me duce certus eris.<br />

libertum docti Lucensis quaere Secundum<br />

limina post Pacis Palladiumque forum.<br />

(M. Valerii Martialis, Epigrammaton, Liber I, por M. Citroni,<br />

Biblioteca de Estudios Superiores LXI, Firenze 1975, 19-22. El verbo<br />

‘artare’ no comporta necesariamente el significado ‘epitome’. Como<br />

afirma CITRONI: Marcial “quiere poner de relieve que el códice pudo<br />

contener en pequeño espacio [artare] un texto que de otra manera<br />

ocuparía muchos volúmenes. Por el contrario, no sería ningún motivo<br />

de maravillarse, por el Hechcho de que un epitome ocupa poco<br />

espacio”. Además, el v. 2 de este epigrama hace pensar en un libro de<br />

contenido muy amplio, “tal como para entretener al lector durante un<br />

viaje, y, por consiguiente, esto sería improbable si se tratase de una<br />

antología”. Por añadidura, Marcial refuta los scrinia [las custodias en<br />

las que se conservan los rollos de papiro] para su libro.) Porque en<br />

Marcial no hay indicio alguno de que el ‘codex’ sea para él una<br />

innovación (cf. Epigrammata XIV, 184.186.188.190.192), es difícil<br />

ponerse de acuerdo con ROBERTS y SKEAT (1983) sobre que el<br />

códice de Marcial sea algo incompleto.<br />

SKEAT (1969:68) es de la opinión de que el códice de pergamino<br />

no había gozado de aceptación universal porque el pergamino, como<br />

material, estaba estrechamente ligado con la idea de los bosquejos, y<br />

el papiro era el material exclusivo de los libros. No sabemos, asegura<br />

Skeat, quién ha inventado el códice. Según él, habría podido ser un<br />

cristiano. En efecto, en el uso cristiano del libro estamos de frente a<br />

una situación algo curiosa: los cristianos no adoptaron ni el rollo de<br />

pergamino, en uso entre los judíos, ni el rollo de papiro en uso por<br />

todo el mundo pagano. En la literatura cristiana hasta el 400 d.C.,


cerca de 160 manuscritos bíblicos en total, exceptuando dos, son<br />

códices, y lo son ya desde la primera mitad del siglo II, mientras en la<br />

literatura pagana solo el 2’5% son de esta forma. Roberts y Skeat<br />

(SKEAT, 1969: 70; ROBERTS – SKEAT, 1983: 54-61) afirman que<br />

esta preferencia por el códice, por parte de los cristianos, no pudo<br />

justificarse porque fuera mucho menos costoso que los rollos, ya que<br />

en estos las dos caras del material podían ser usadas. En esta hipótesis,<br />

según Skeat, se contradice el Hechcho de que, si bien los códices<br />

cristianos no fueron ediciones de lujo, está claro que ninguno de ellos<br />

pretendía utilizar el espacio al máximo posible. Por otra parte, el<br />

códice era más apropiado para la vida de los misioneros itinerantes<br />

como un manual, ya que en el códice podía encontrar más fácilmente<br />

los pasos para un debate teológico. No debemos olvidar, afirma Skeat,<br />

que no existían ni los capítulos, ni los versos, ni los parágrafos, ni los<br />

índices, en aquellos códices. No se puede tampoco decir que se podía<br />

proteger mejor el códice que el rollo. Un rollo de seis metros, en<br />

realidad, podía llevarse en un cilindro (scrinium) de 5-6 centímetros<br />

de diámetro, y era mucho más fácil de proteger que el códice. Puesto<br />

que los evangelios inicialmente circulaban solos, no tenía cabida la<br />

razón de compactibilidad del códice. Roberts y Skeat afirman que<br />

debía existir una motivación más fuerte para esta preferencia. Según<br />

estos autores la motivación era religiosa. Dos hipótesis nos han sido<br />

propuestas por ellos (ROBERTS 1954; ROBERTS – SKEAT 1983):<br />

1. Dado que no tenemos huellas del uso de libretas<br />

(originariamente de pergamino) en la parte oriental del<br />

Imperio, parece que el códice de papiro (y la forma codex<br />

se ha desarrollado a través de la libreta de pergamino) ha<br />

sido inventado en Roma. Marcos habría transcrito la<br />

predicación de Pedro, y para este fin habría utilizado una<br />

libreta, porque no pretendía “publicar” su escrito, porque<br />

va dirigido a un grupo particular y limitado. La publicación<br />

(e¿`kdosij) aparece en dos fases (cf. VAN HAELST, 1989:<br />

26s): 1. Hacer una copia con gran cuidado, no sobre tablilla<br />

de cera, sino sobre un rollo de papiro; 2. Depositar el<br />

manuscrito en casa de un amigo influyente (e.j. San<br />

Agustín en casa de Firmus) o en casa de un librero<br />

37


38<br />

(Marcial en casa de Segundo). El texto mismo, afirma<br />

Roberts, apoya esta hipótesis: la pérdida del final se<br />

comprende mejor, si se trataba de un códice, dado que la<br />

última página de un códice se pierde más fácilmente que la<br />

última columna de un rollo, la cual se encuentra<br />

precisamente en el centro, bien protegida. Además, como<br />

sostiene la tradición (Eusebio, Jerónimo), Marcos habría<br />

fundado más tarde la iglesia de Alejandría. Aquí,<br />

naturalmente, el contenido del libro era copiado sobre<br />

papiro. Esta es la transición de la libreta de papiro al codex<br />

de papiro. Sin embargo, la hipótesis ha sido puesta en<br />

interrogante: por un lado, se mantiene que el final de<br />

Marcos (esto es 16,8) es intencional; y por otro, la tradición<br />

de que Marcos fundó la iglesia de Alejandría es valorada<br />

como legendaria.<br />

2. En 1983 ROBERTS y SKEAT presentan otra hipótesis,<br />

según la cual, Antioquía, (al Oriente), en la que existía una<br />

importante comunidad cristiana, era el centro de una<br />

extensa actividad misionera. Los misioneros tenía<br />

necesidad de textos. Fuentes judías (Mishna, Kelim XXIV,<br />

7) prohíben que la “ley oral” se ponga por escrito (en el<br />

judaísmo se distinguía entre ley escrita, Torah sHech-biktav,<br />

y ley oral, Torah sHech-be-‘al peh), pero permiten<br />

esto para las decisiones particulares o para los dichos<br />

rabínicos. Estos, pues, eran escritos sobre tablillas de<br />

papiro (pi¿nakej), o, como los denomina la Mishna<br />

“pequeños rollos privados” (small private rolls). En<br />

Antioquía existía una notable comunidad judía. Los<br />

cristianos comenzaron a utilizar tablillas de papiro para<br />

poner por escrito la “ley oral” que Jesús proclamó. Estas<br />

tablillas se transformarían en codex cristiano. Es imposible,<br />

aseguran los autores, que la adopción del codex, por parte<br />

de los cristianos, se verifique después del año 100 d.C.,<br />

aproximadamente. J. VAN HAELST (1989: 31s) ha<br />

demostrado, sin embargo, que los términos de la Mishna<br />

(pinkasim, apiporim) no significan tablillas de papiro, sino


tablillas de madera (cf. tabula impolita entre los romanos).<br />

Además, ¿cómo se explica el Hechcho de que los<br />

fragmentos bíblicos cristianos remontándonos al siglo II<br />

provengan de rollos? También Lucas como historiógrafo<br />

ha escrito su obra sobre rollos. Por esto encontramos en él<br />

dos prólogos (prografh; Lc 1, 1.4; Hech. 1,1-5).<br />

Puesto que ni una ni otra hipótesis han encontrado acogida<br />

favorable, en el 1004 SKEAT presenta una nueva. Los 42 fragmentos<br />

de papiro que contienen textos evangélicos provienen todos de<br />

“códices”. Haciendo una parangón con los textos no cristianos, el<br />

contraste sorprende: entre estos textos, hasta el 300 d.C., el rollo era la<br />

forma casi exclusiva de presentación. Y, además, dice SKEAT (1994:<br />

263), entre las ventajas del codex hay factores en elenco “de grado”:<br />

es más comprensible, más conveniente, más económico, etc. Esta<br />

argumentación, sin embargo, no parece válida para los evangelios,<br />

donde la preferencia es del 100%. ¿Cuál será la motivación para una<br />

elección parecida? Según Skeat, el motivo era mucho más simple: un<br />

codex podía contener los cuatro evangelios completos, mientras que<br />

un rollo no. Nos da una prueba convincente. En el P 45 (CHechster<br />

Beatty) los evangelios ocupan 167 páginas con una escritura de 16 cm<br />

de largo. Si ponemos estas columnas sobre un rollo, dejando un<br />

espacio de 2 cm entre las columnas, tendremos los datos siguientes:<br />

Mateo (49pp) 49 x 18 = 882 cm<br />

Marcos (32pp) 32 x 18 = 576 cm<br />

Lucas (48 pp) 48 x 18 = 864 cm<br />

Juan (38pp) 38 x 18 = 684 cm<br />

3006 cm<br />

Un rollo de este largo (30 m) es imposible. La largura máxima era<br />

de 10 m. El P 45 es del siglo III. Sin embargo, debe haber tenido<br />

predecesores. Skeat sostiene, así pues, que el canon del evangelio<br />

cuadriforme y el códice que contiene los cuatro evangelios completos,<br />

son inseparables. MCCORMICK, por su parte, dice que el factor<br />

práctico ha de considerarse como decisivo. 2 Tim 4,13 nos da una<br />

clave. El autor de la carta en torno al 100 d.C. quería que sus<br />

39


40<br />

destinatarios aceptasen este detalle como una particularidad auténtica<br />

de la vida de Pablo. Además, afirma MCCORMICK (1985:156), entre<br />

los doce códice literarios no cristianos que sobresalen en el siglo II, la<br />

mayor parte, en cuanto concierne al contenido, están ligados a la<br />

enseñanza Hechlenística y dos son de contenido médico. El maestro y<br />

el médico eran dos figuras típicamente itinerantes en la época.<br />

¿Cuándo y en qué circunstancias fueron puestos juntos los cuatro<br />

evangelios? Antes de Ireneo no encontramos alguna referencia escrita<br />

al evangelio cuadriforme, y se necesita, quizás, tener presente que el<br />

uso de más evangelios no significa necesariamente aceptación del<br />

evangelio cuadriforme.<br />

Según H. VON CAMPENHAUSEN (1968), las referencias al<br />

evangelio cuadriforme en Ireneo y en el Canon de Muratori no tienen<br />

nada que ver con la actual producción de los libros o con el uso<br />

cristiano de los códices, que contenían los cuatro evangelios<br />

completos. F.G. KENYON (1933) sostiene que el P 45 es el primero<br />

que contuvo los cuatro evangelios. Según SKEAT (1994: 264) es<br />

posible que el códice Bodmer P 75 solamente sea datado entre el 173 y<br />

el 225 AD. No tenemos otros ejemplos de un códice que contenga<br />

solamente dos evangelios. Y después, ¿por qué encontramos a Lucas<br />

(no apóstol) y Juan (apóstol) juntos? Según SKEAT (1994:264) se<br />

trata de dos códices y cada uno consta de un solo fascículo (singlequire<br />

codex) uno que contenía Mateos y Marcos y el otro Lucas y<br />

Juan, que posteriormente fueron asociados.<br />

En un reciente artículo, SKEAT (1997) afirma que P 64<br />

(Oxford, Magdalen College, fragmento de Mt.), P 67 (Barcelona,<br />

fragmento de Mt.), P 4 (Bibliothèque Nationale, Paris, fragmento de<br />

Lc) provienen del mismo códice, el cual es el más antiguo que<br />

contiene los cuatro evangelios completos, y se remonta a finales del<br />

siglo segundo. Además, códices de papiro fueron encontrados en<br />

Egipto, Ireneo y el Canon de Muratori son del oeste: el evangelio<br />

cuadriforme fue difundido tanto en oriente como en occidente hacia<br />

finales del siglo segundo, y, posiblemente, ya mucho antes. Pudo<br />

darse que uno o más de estos códices hubieran sido escritos en<br />

occidente: Poxy 405 (un fragmento de Ireneo, desde Lione hasta<br />

Oxyrynchus en Egipto en veinte años). (Cf. EPP [1994: 8-10]


afirma que aunque todos los papiros del NT fueron encontrados en<br />

Egipto, esto no significa que todos necesariamente fueran escritos allí.<br />

Así pues, teóricamente se podría decir que ninguno de los complejos<br />

textos representados en los papiros sea de origen egipcio. Entre el<br />

260-240 a.C. viajaban cartas del Asia Menor a Alejandría [c. 1200<br />

Km] en dos meses; de Filadelfia a Siria [c. 600 Km] en catorce días:<br />

Por lo tanto, se ha de sacar la conclusión de que los escritos<br />

neotestamentarios, sea cual sea su origen, podían encontrarse en<br />

cualquier otro lugar del Imperio en un breve lapso de tiempo.<br />

Probablemente, las variantes textuales de los papiros de Egipto pueden<br />

contener textos del Mediterráneo entero; cf. M.B. THOMPSON,<br />

“THech Holy Internet: Communication Between ChurcHechs in<br />

tHech First Christian Generation”, en BAUCKHAM, 1998: 49-69).<br />

Podemos acercarnos al problema desde otro ángulo. Por cuanto se<br />

refiere a Justino, surge la pregunta, ¿anticipa la adopción del<br />

evangelio cuadriforme, o más bien la armonía de su alumno, Taziano?<br />

En la 1Apol 66-67 recurre al vocablo “evangelios” (en plural –<br />

verosímilmente por primera vez en la historia del cristianismo); en el<br />

Dialogo 98-107 habla de la “memoria de los apóstoles”. Justino<br />

subraya su carácter de textos escritos. ¿Cuántos evangelios aceptó<br />

Justino? Tanto en la Apología, como en el Dialogo, las memorias son<br />

identificadas con los evangelios escritos. Dial. 103,8: e`n ga`r toi^j<br />

a`pomnhmoneu¿masin, a´¿ fhmi u``po` tw^n a´posto¿lwn autou^ kai`<br />

tw^n e`kei¿noij parakolouqhsa¿ntwn sunteta¿xqaij (en las<br />

memorias que Hech dicho que han sido compuestas por los apóstoles<br />

y por sus discípulos). Este paso implica que, según Justino, eran al<br />

menos cuatro (cf. TREGELLES, 1867: 16.71; STANTON, 1997:<br />

330): dado que no hay ninguna evidencia de que Justino conociese<br />

evangelios no canónicos, podemos estar seguros de que tenía en mente<br />

a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, ni uno más ni uno menos. La palabra<br />

“evangelio” (en singular) aparece solo dos veces: Dialogo 10,2; 100,1.<br />

En ambos casos, Justino habrá tenido en mente tradiciones escritas, A<br />

diferencia de Ireneo, Justino no se interesa ni de los autores ni de las<br />

características de los evangelios individuales. Aún más, como Ireneo,<br />

también Justino conoce al menos cuatro “memorias”, evangelios<br />

escritos, los cuales pueden ser citados juntos como “el evangelio”.<br />

41


42<br />

Según Stanton, Justino pudo haber tenido un códice que contenía los<br />

cuatro evangelios completos en su escuela catequética de Roma,<br />

alrededor del 150 AD., a pesar de que Justino no tenía una idea tan<br />

clara del evangelio cuadriforme como Ireneo. Es bastante curioso que<br />

cualquier tradición armoniosa de Justino se encuentra también en la<br />

obra de su alumno Taziano (PETERSEN 1990: 512-34). H.<br />

KOESTER va más allá diciendo que Justino pretendía hacer un<br />

evangelio inclusivo que habría Hechcho superfluos a sus<br />

predecesores, también los evangelios canónicos. La problemática<br />

puede resumirse así: si por un lado Justino cita, al mismo tiempo<br />

parece componer los dichos de Jesús, de lo que resulta un centenar de<br />

diversos textos evangélicos, entonces, ¿por qué se refiere el mismo<br />

Justino a los evangelios escritos? STANTON (1997:332) es del<br />

parecer de que Justino había recogido los logia sirviéndose de los<br />

evangelios escritos, en modo particular de Mateo y Lucas, por motivos<br />

catequéticos y apologéticos, y no por quedar nimios a sus<br />

predecesores, como querría KOESTER. En cierto sentido, se podría<br />

decir que Justino anticipa a Taziano. Esta última afirmación, sin<br />

embargo, no quiere decir que Justino quisiera liberarse de las<br />

“memoria de los apóstoles”, es decir, de los evangelios sinópticos.<br />

Justino se servía de los evangelios escritos para recoger “las palabras<br />

del Salvador” (Dial. 8, 2) de acuerdo con temas teológicos. M.<br />

HECHNGEL (1985: 64-84) bajo la guía de Th. ZAHN y de A. VON<br />

HARNACK pone el acento sobre el Hechcho de que a inicios del siglo<br />

segundo existía una poderosa convicción de que no hubiera más que<br />

un solo evangelio ‘según’ (kata) los diversos evangelistas. STANTON<br />

aceptando la opinión de HECHNGEL es de la opinión de que la<br />

evidencia de esta convicción es fuerte y difusa(P 66 , en torno al 200<br />

d.C.: inscriptio: eu`angge¿lion kata` ¨Iwannhn y de la misma forma<br />

como el resto del texto; P 75 algunos decenios más tarde; dos veces<br />

encontramos la expresión: eu`angge¿lion kata` una subscriptio en<br />

Lucas y una inscriptio en Juan) que con esto estamos en las raíces de<br />

las convicciones de Ireneo: existe un solo evangelio en cuatro formas<br />

diversas: H. KOESTER (1989: 29-30) no acepta esta opinión. Según<br />

él, HECHNGEL alcanzaría conclusiones poco fundadas cuando<br />

presupone que los papiros que se remontan a finales del siglo segundo


atestiguan un uso bien afirmada en la primera mitad del mismo siglo.<br />

Sobre un solo punto, sin embargo, están de acuerdo. Desde el<br />

momento que la comunidad cristiana usó más de un documento escrito<br />

sobre la vida y la enseñanza de Jesús era absolutamente necesario<br />

distinguirlos con la ayuda de alguna especie de título, de modo<br />

particular en el uso litúrgico (KOESTER 1989: 384 n1; HECHNGEL<br />

1985: 74-81). Encontramos una evidencia determinante y difusa de tal<br />

uso ya en la primera parte del siglo segundo, Papías (en torno al 110 d.<br />

C.) hace referencia a Mateo y a Marcos y quizás también a Juan (de<br />

otra manera, hace notar STANTON [1997: 333], sería difícil explicar<br />

el orden de los discípulos-apóstoles por él nombrados, que siempre<br />

aparecen así: Andrés, Pedro, Felipe, Tomás, que es el propio del<br />

Cuarto Evangelio; THECHISSEN, sin embargo [THechory, 267]<br />

hace notar que en Juan 1 encontramos también un discípulo anónimo,<br />

y Natanael no es jamás mencionado por Papías). Cuando usaban<br />

diversos evangelios ¿con qué títulos podían distinguirlos? Con el<br />

término Bioj no tenemos ningún testimonio; la voz<br />

a`pomnhoneu¿mata no fue utilizada por parte de los cristianos antes de<br />

Justino. El único candidato a tomar en serio es el término<br />

eu`angge¿lion (STANTON 1997: 334). Como es sabido, en la primera<br />

mitad del siglo segundo no es siempre fácil discernir si este término se<br />

refiere a la proclamación oral de la Buena Nueva, o, quizás, a un<br />

documento escrito (Por otra parte, según STANTON [1992: 1187-<br />

1202] Didaché 8,2; 11,3; 15, 3-4 [bis]; Ignacio Smirna 5, 1; 7, 2;<br />

2Clemente 8,5 se refieren a un documento escrito). STANTON es del<br />

parecer que cuando eu`angge¿lion fue ya aceptado como referencia a<br />

un escrito, era natural usarlo como título. Además, la separación<br />

Hechcha desde antiguo de los Hechchos del evangelio de Lucas<br />

(originariamente escritos sobre dos rollos [véase la segunda<br />

dedicatoria en el inicio de los Hechchos]) es una posterior indicación<br />

del evangelio cuadriforme. Cuando los cristianos comenzaron a usar el<br />

códice a inicios del siglo II hubiera sido posible poner Lucas y<br />

Hechchos al lado uno del otro, sin embargo, este no era el caso<br />

(posible excepción P 53 ; B.M. METZGER [THech Canon of tHech<br />

New Testament: Its Origin, Development, and Significance, Oxford<br />

1987, 296] reporta algunos mss tardíos donde Lucas sigue a Juan<br />

43


44<br />

como cuarto evangelio). Es de notar que en el Canon de Muratori,<br />

Lucas y Hechchos son tratados por separado (líneas 2-8; 34-39).<br />

Ireneo es el primero en subrayar la estrecha afinidad entre ellos (Adv.<br />

Haer. III, 14, 3-4). ¿Por qué fueron separados? La causa más probable<br />

será el hecho de que Lucas ya era aceptado en el evangelio<br />

cuadriforme, verosímilmente ya antes de Marción. Se puede concluir,<br />

así pues, que el evangelio cuadriforme ha sido acogido y aprobado en<br />

diversos ámbitos –no necesariamente en todas partes – poco antes de<br />

Justino.<br />

¿Cuáles fueron los factores clave que condujeron a la presentación<br />

del evangelio cuadriforme? Dos teorías se han perfilado: a) “big-ban”;<br />

b) desarrollo gradual. Algunos dicen que el evangelio cuadriforme fue<br />

necesario para combatir a los herejes, de modo particular a los<br />

gnósticos. Sin embargo, hay que preguntarse que si tenían a los<br />

Hechrejes a la vista, ¿porqué adoptar cuatro? ¿No habría sido más<br />

sencillo adoptar solo uno? Al contrario, con esta elección muy<br />

criticada por parte de los no cristianos (e.j. Celso, Porfirio), y por parte<br />

de los Hechrejes, sería tomada como fútil. Según otros, fue una<br />

reacción a la actividad de Marción. Ciertamente, Marción da una pista<br />

respetable a la iglesia para repensar la situación de los diversos<br />

evangelios. Otros mantienen (W.R. FARMER – D. M.<br />

FARKASFALVY 1984:73) que el canon es el resultado de un<br />

compromiso entre diversos grupos regionales. No se puede suponer,<br />

sin embargo, que cada evangelio particular, tuviera una circulación<br />

geográficamente bastante limitada (cf. E.J. EPP 1991: 35-36 [razones<br />

prácticas]; 1995: 8-10; BAUCKHAM 1998: 1-40 [razones<br />

teóricas]).<br />

El acompañamiento del evangelio cuadriforme está estrechamente<br />

ligado a la adopción del codex por parte de los cristianos. C.H.<br />

Roberts y R.C. Skeat han demostrado que, con una alguna excepción,<br />

todos los fragmentos de los papiros cristianos provienen de códices<br />

(SKEAT 1994: 263ss). Surge espontánea la pregunta: ¿por qué tenían<br />

los cristianos tal predilección por el codex? Skeat (1994: 263)<br />

mantiene que el códice podía contener los cuatro evangelios<br />

completos, mientras que un rollo no. Es más, cada evangelio en<br />

particular que circulaba por sí mismo, no era otra cosa que efecto


secundario de los códices que, a su vez, contenían los cuatro<br />

evangelios. Skeat es de la opinión que en torno al 100 d.C. el<br />

acompañamiento del evangelio de Juan creó una crisis en la iglesia. La<br />

aceptación del Cuarto Evangelio por parte de la Iglesia (cf. el papel de<br />

Juan 21) ha resuelto el problema. El códice fue adoptado porque podía<br />

reunir los cuatro evangelios completos. D. TROBISCH (1996)<br />

sostiene una teoría similar: una decisión tomada por parte de los<br />

cristianos obtuvo como resultado el evangelio cuadriforme, sin<br />

embargo, esto no promete para cuando y donde. A favor de la<br />

hipótesis lanzada por Skeat se podría mencionar que quizás en el FM<br />

parece que se trate de un período en el que era necesario defender el<br />

Cuarto Evangelio: “en aquella misma noche, le fue revelado a Andrés,<br />

uno de los Apóstoles, que Juan debía escribir todo a su nombre y<br />

todos los demás debían verificar la exactitud (líneas 13-16)”. También<br />

en Ireneo (ver arriba) se subraya que Juan pone en evidencia el poder<br />

y la majestad del Salvador; y que Juan ocupa un puesto real en razón<br />

de la imagen que él da de Cristo.<br />

STANTON (1997: 338) no se deja convencer por esta teoría,<br />

puesto que afirma: ambas presuponen una estructura y organización<br />

desarrollada que no sería realidad en el siglo II. Si, como supone<br />

SKEAT, el códice del evangelio cuadriforme precede al códice que<br />

contiene un solo evangelio, entonces habría sido verificado esto poco<br />

después del inicio del segundo siglo. Sin embargo, esto es difícil de<br />

reconciliar con el hecho de que en esta época el evangelio oral y el<br />

evangelio escrito estaban en uso paralelamente. THECHISSEN<br />

(THechory, 267s) subraya que hasta la mitad del siglo II los<br />

evangelios fueron citados sin referencia alguna a sus autores, y,<br />

cuando el evangelio cuadriforme se ha consolidado, dos de los cuatro<br />

evangelios canónicos fueron sacados de su contexto original, así,<br />

Lucas de los Hechos y Juan del corpus joaneo; y, en fin, Eusebio no<br />

dice nada que nos hiciera pensar que Papías hubiera conocido el<br />

evangelio de Lc y de Jn.<br />

Stanton es del parecer que los escribas cristianos experimentaron<br />

antes con el códice que contenía un solo evangelio, adoptando así una<br />

invención romana pagana. El códice, como forma, era más adaptado<br />

45


46<br />

para la vida del misionero itinerante (cf. M. MCCORMICK 1985:<br />

150-158).<br />

La experimentación con la forma codex tendrá lugar cuando los<br />

cristianos estaban construyendo su identidad como tertium genus<br />

distinto por un lado del judaísmo y por otro del paganismo. Copiando<br />

los textos del AT en una forma nueva se subrayaba la novedad del<br />

texto antiguo. Además de esto, es necesario recordar que en la manera<br />

de escribir el texto sacro encontramos una señal de novedad. (QEOS<br />

QS, KURIOS KS, PNEUMA PN), los cuales se encuentran<br />

solo en los manuscritos del AT y NT griego (THECHISSEN,<br />

THechory, 263) Los escritos de Justino, de datarse probablemente<br />

poco antes del 150, confirman que en los decenios después de la<br />

revuelta de Bar Kokhba, la autocomprensión cristiana como tertium<br />

genus se iba reforzando. Así pues, parece verosímil que el códice para<br />

el evangelio cuadriforme, así como el mismo evangelio cuadriforme,<br />

se ha consolidado al mismo tiempo.<br />

Aún Hechmos de tener presente que la aceptación del evangelio<br />

cuadriforme no significaba el fin del uso de la tradición oral. Quienes<br />

consideren que en esta época la tradición oral se opone a la tradición<br />

escrita se equivocan del todo (L. ALEXANDER 1990: 221ss). El<br />

acompañamiento del evangelio cuadriforme no preanunciaba el fin del<br />

uso, o de la producción de evangelios posteriores. Además; la acogida<br />

del evangelio cuadriforme costó más tiempo. Es necesario, quizá,<br />

recordar que también en los días de Ireneo “las palabras de Jesús”<br />

tenían una mayor autoridad que los evangelios escritos. De todos<br />

modos, Ireneo parece haber Hechcho, por primera vez en la historia<br />

del cristianismo, una defensa teológica del evangelio cuadriforme.<br />

3. EL EVANGELIO DE MARCOS<br />

J. C. ANDERSON - S. D. MOORE, ed., Mark and Method: New<br />

,ApproacHechs in Biblical Studies, Minneapolis 1992; ID.,<br />

«Introduction: THech Lives of Mark», in IBID., 1-22; J. DRURY,<br />

«Mark», en R. ALTER- F. KERMODE, THech Literary Guide to<br />

tHech Bible, Cambridge MA, 1987, 402-417; R. M. FOWLER,


«Reader-Response Criticism: Figuring Mark's Reader», en J. C.<br />

ANDERSON -- S. D. MOORE, 1992: 50-83; E. S. MALBON,<br />

«Narrative Criticism: How Does tHech Story Mean?», en J. C.<br />

ANDERSON - S. D. MOORE, 1992,23-49; C. MINETTE DE<br />

TILLESSE, «Structure théologique de Mare», en R. VAN<br />

SEGBROECK et al., ed., THech Four Gospels 1922, Fs F. Neirynek,<br />

BETL 100, I-III, Leuven 1992, 905-933; G. THECHISSEN, Eine<br />

THechorie der urchristlicHechn Religion, Gütersloh 1999 (trad. ing.<br />

[dos títulos diferentes] THech Religion of tHech Earliest ChurcHechs:<br />

Creating a Symbolic World, Minneapolis 1999; A THechory of<br />

Primitive Christian Relition, London 1999); ID.,<br />

«Evangeliumschreibung und Gemeindeleitung: PragmatiscHech<br />

Motive bei der Abfassung des Markusevangeliums», in B.<br />

KOLLMANN -- W. REIBOLD - A. STENDEL, ed., Antikes<br />

Judentum un FrüHechs Christentum, FS H. Stegemann, Berlin- New<br />

York 1999, 389-416;<br />

3.1. El libro y su autor<br />

La relación entre el libro del Segundo Evangelio y Marcos no es<br />

inequívoca. ¿Quién es el autor? En la introducción del libro Mark and<br />

Meted: New ApproacHechs in Biblical Studies, los editores J.C.<br />

ANDERSON y S.D. MOORE trataron punto por punto la historia de<br />

esta relación:<br />

47<br />

- en los inicios el Segundo Evangelio circulaba como anónimo;<br />

- después se le fue dando el título de “evangelio según<br />

Marcos”.<br />

- Marcos se convierte en el escriba de Pedro; Marcos:<br />

epistolario de Mateo. Es significativo como habla San Agustín<br />

de Marcos.<br />

Según la tradición, de estos cuatro, solamente Mateo escribe en<br />

lengua Hebrea; los otros en griego. Y aun cuando puede parecer que<br />

cada uno ha seguido en la narración, en cierto modo, su propio orden,<br />

se constata, sin embargo, que ninguno de ellos quiere escribir<br />

ignorando a su predecesor y que ninguno omite, ignorándolas, las


48<br />

cosas que se encuentran escritas en los otros. Seguían más bien la<br />

inspiración recibida, a la cual cada uno añade una colaboración<br />

personal que no es, ciertamente, superflua (sicut unicuique inspiratum<br />

est non superfluam cooperationem sui laboris adiunxist) [...]<br />

Marcos siguió a Mateo y parece ser su alumno y epistolario (Marcus<br />

eum subsecutus tamquam pedissequus et breviator eius videtur). [El<br />

consenso de los evangelistas; Nueva Biblioteca Agostiniana, Obras de<br />

San Agustín X/1, trad. V. Tarulli, Roma 1996, I.2.4].<br />

- Los antiguos parecen interesarse solo por el contenido. No es sin<br />

fundamento que Marcos sea un escribano. En efecto, también los<br />

exegetas modernos están de acuerdo que los particulares que<br />

arriesgan sus relatos no suplen jamás las omisiones de palabras y<br />

relatos esenciales. Los padres mostraban escaso interés por el<br />

Segundo Evangelio. En efecto, Mc prácticamente no ofrece pasos<br />

que no sean traídos de Mt y Lc.<br />

- Sec. 19: el primer evangelio: una posición del todo privilegiada;<br />

única fuente fiable para conocer la vida de Jesús (crítica de las<br />

fuentes);<br />

- Wrede (1901): Marcos no es un historiógrafo, sino más bien un<br />

teólogo;<br />

- Crítica de las formas (Formegschichte): un compilador, cuyo<br />

escrito desemboca en la tradición precedente.;<br />

- Crítica de la redacción (Redaktionsgeschichte): un autor, que ha<br />

dado su contribución personal a las tradiciones recibidas (cf.<br />

W.MARXSEN, Der Evangelist Markus: Studien zur<br />

Redaktionsgeschichte des Evangeliums, Göttingen 1956);<br />

- El análisis narrativo (narrative criticism) es la crítica de la<br />

respuesta del lector (reader-response criticism) se concentra sobre<br />

el mismo texto, e indaga sobre él como se organiza su mundo<br />

interno; así pues, el autor no tiene interés para esta aproximación,<br />

ni tampoco sus hipotéticas intenciones teológicas. Este<br />

distanciamiento del autor y del texto es todavía más evidente en el<br />

caso del deconstruccionismo y en los diversos tipos de<br />

aproximaciones sociológicas.


3.2. El Segundo Evangelio atribuido a Marcos<br />

¿Cómo y cuándo ha sido atribuido el Segundo Evangelio a<br />

Marcos? (para cuanto sigue véase SANDERS – DAVIES, 1989: 5-<br />

25). Los autores de los evangelios no firmaron sus obras. En otras<br />

palabras, no siguieron las convenciones greco-romanas, sino la usanza<br />

de la literatura judaica: permanecieron anónimos.<br />

IRENEO es el primer autor, que conocía los cuatro evangelistas y<br />

los conocía con sus mismos nombres como nosotros. Entorno al 180<br />

a.C. Escribe (A.H. III.11.7):<br />

“Estas son las partes iniciales del Evangelio, que anuncian un solo<br />

Dios Creador de este Universo, el cual fue anunciado por medio de los<br />

profetas y puso la ley por medio de Moisés, el Padre de nuestro Señor<br />

Jesucristo, y fuera de esto no conozco ni otro Dios ni otro Padre.<br />

Ahora, tan grande es esta autoridad de los <strong>Evangelios</strong>, que los mismos<br />

Hechrejes dan testimonio por ellos, y cada uno intenta sostener su<br />

enseñanza a partir de ellos cortándole algún fragmento. Los Ebionitas,<br />

en efecto, usando solo el Evangelio según Mateo, por este mismo<br />

Evangelio se convencen para no pensar rectamente del Señor.<br />

Marción, si bien amputa el Evangelio según Lucas, en base a los<br />

mismos fragmentos que conserva todavía, se demuestra blasfemo<br />

contra el único Dios que existe. Aquellos que separan a Jesús de<br />

Cristo y afirman que Cristo permanece impasible mientras Jesús<br />

padeció, tomando por delante el Evangelio según Marcos, pueden ser<br />

corregidos, si lo leen con amor por la verdad. En cuanto a los<br />

Valentinianos, que utilizan abundantemente el Evangelio según Juan<br />

para acreditar sus copias, se descubrirá, en base a este mismo<br />

Evangelio, que no dicen justamente, como hemos demostrado en el<br />

primer libro. Así pues, porque nuestros contradictores dan testimonio<br />

de ellos, es sólida y verdad nuestra prueba derivada de los mismos”.<br />

Después, Ireneo, citando los evangelios, muestra que los conocía<br />

en la misma forma como nosotros los tenemos. (Lc 1,2 citado en<br />

III.14.2; Mc 1, 1s en III.16.2; Mc 1, 1 en III.16.3). Si vamos atrás en el<br />

tiempo alrededor de treinta años, encontramos a Justino. Él escribe a<br />

49


50<br />

Roma y, atribuyendo palabras a Jesús, Justino afirma haberlas tomado<br />

de las “Memorias de los Apóstoles”. Impresiona mucho el hecho de<br />

que Justino no cite los pasos en la forma como nosotros los tenemos<br />

en los evangelios. Apología I.19.7; “(...) sabemos que nuestro<br />

maestro Jesús ha dicho (...): Mh` fobei^sqe tou`j a`naipou^ntaj<br />

u´ma^j kai`` meta` tau^ta mh` duname¿nouj ti poih^sai fobh¿qth de`<br />

to`n meta` to` a´poqanei^n duna¿ enon kai` yuch`n kai` sw^ma eij©<br />

ge¿ennan e`mbalei^n.<br />

“No temais a aquellos que os matan, y después de esto no pueden<br />

hacer otra cosa, sino temed a aquel que después de la muerte puede<br />

arrojar alma y cuerpo en el fuego”.<br />

Mt. 10, 28:<br />

kaiì mh` fobeiÍsqe aµpo` tw½n aµpoktenno@ntwn to` sw½ma, th`n de`<br />

yuxh`n mh` duname@nwn aµpokteiÍnai fobeiÍsqe de` ma^llon to`n<br />

duna@menon kaiì yuxh`n kaiì sw½ma aµpole@sai eµn gee@nnv.<br />

“No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar<br />

el alma; temed más bien al que puede perder el alma y el cuerpo en el<br />

fuego”<br />

Lc. 12, 4-5:<br />

Le@gw de` u´miÍn toiÍj fi¿loij mou, mh` fobhqh^te aµpo` tw½n<br />

aµpokteino@ntwn to` sw½ma kaiì meta` tau^ta mh` eµxo@ntwn<br />

perisso@tero@n ti poih^sai._<br />

u´podei¿cw de` u´miÍn ti¿na fobhqh^te fobh@qhte to`n meta` to`<br />

aµpokteiÍnai eÃxonta eµcousi¿an eµmbaleiÍn ei¹j th`n ge@ennan. nai¿<br />

le@gw u´miÍn, tou^ton fobh@qhte._<br />

“Yo os digo, amigos míos, que no tengáis miedo de los que matan el<br />

cuerpo y no pueden hacer más.<br />

Os diré a quién debéis de temer: Temed al que después de haberos<br />

matado puede echaros en el fuego. Sí, temed a éste.”<br />

In Sanders – Davies encontramos un interesante parangón:<br />

Justino Concuerda con:


No temais a aquellos Mt y Lc<br />

os matan Ni uno ni otro<br />

después de estas cosas Lc<br />

no pueden Mt<br />

hacer otra cosa Lc<br />

sino Mt<br />

temed Mt y Lc<br />

a aquel que después de la muerte Lc<br />

puede Mt<br />

arrojar Lc<br />

alma y cuerpo Mt<br />

en el Lc<br />

fuego Mt y Lc<br />

Se pueden avanzar tres hipótesis, dice Sanders: a) Justino tenía<br />

nuestros evangelios bajo los ojos, sin embargo trabajaba con gran<br />

cuidado el modo de alternar las palabras copiando de vez en cuando<br />

de Mateo y de Lucas. Sin embargo, otras dos hipótesis parecen mucho<br />

más probables: b) Justino cita de memoria; c) no tenía bajo los ojos<br />

nuestros evangelios, sino una colección de “logias” que, a su vez,<br />

dependían de nuestros evangelios.<br />

De todos modos, es de notar que Justino no nombra los autores de<br />

los evangelios, y no se interesa por tenerlos separados. Para él lo que<br />

importa son las palabra de Jesús, que recibe de la tradición eclesial.<br />

Parece, concluye SANDERS, que a través de Justino e Ireneo<br />

(también representante del cristianismo de Roma) los evangelios,<br />

como escritos distintos, han alcanzado una importancia respetable en<br />

la iglesia de Roma. SANDERS mantiene que Marción tuvo un influjo<br />

decisivo en esto.<br />

Volviendo hacia atrás, Papías (obispo de Gerápolis entre el 125-<br />

150) escribe alrededor del 140.<br />

Según Eusebio (H.E. III.39.15-16) Papías dice:<br />

“El presbítero decía esto: ‘Marcos, intérprete (e´rmhneuth`j) de<br />

Pedro, escribe con exactitud (a´kribw^j), pero sin orden (ou´<br />

me¿ntoi ta¿cei), todo aquello que recordaba de las palabras y<br />

51


52<br />

de las acciones del Señor; porque (ou´¿te ga`r) no había oído y<br />

seguido al Señor, sino más tarde, como ya dijo Pedro. Quizás<br />

porque Pedro enseñaba adaptándose a las distintas necesidades<br />

de los que le escuchaban, sin cuidarse de ofrecer una<br />

composición ordenada de las sentencias del Señor, Marcos no<br />

nos engañó cuando escribía según lo que recordaba; solo tenía<br />

esta preocupación: no cambiar nada de cuanto había oído , y de<br />

no decir mentiras.’<br />

Esto ha dicho Papías resaltando a Marcos;<br />

(16) De Mateo puedo asegurar cuanto sigue: “Mateo recoge<br />

las sentencias (de Jesús) en lengua Hechbrea (e`brai¿Ãdi diale¿ktw);<br />

y cada uno las traducía como podía (h´rmh¿neusen d ¨ au´ta w´j h`n<br />

dunato`j e´¿kastoj)”.<br />

Así pues, Papías, es el primero en atribuir material escrito sobre<br />

Jesús a personas, cuyos nombres figuran como los autores de nuestros<br />

evangelios. Sin embargo, hay que preguntarse ¿Papías tenía en mente<br />

a nuestro Marcos y a nuestro Mateo? Además, ¿dónde terminan las<br />

palabras del presbítero? Muchos estudiosos, en efecto, son de la<br />

opinión de que el presbítero decía solamente la primera frase (hasta<br />

‘porqué’), después seguía los comentarios de Papías. Las comillas no<br />

estaban en uso en la antigüedad, sin embargo, los empalmes nos hacen<br />

pesar que de esto se trataba.<br />

Las citas de “logias” de Jesús, antes de Papías, son como las de<br />

Justino, anónimas. Es de señalar que Mateo es el evangelio más citado<br />

(Ignacio, Smyrn. 1; Didaché 8,1-3). El modo más típico de citar del<br />

evangelio lo encontramos en 1Clem 13,1-2 (cerca de 90 veces):<br />

Recordamos sobre todo las palabras que el Señor Jesús dijo,<br />

cuando enseñaba la dulzura y la longanimidad. (2) En efecto, dice<br />

así: “Sed misericordiosos para obtener misericordia; perdonad para ser<br />

perdonados, como hagáis, así se hará con vosotros, como deis, así se<br />

os dará, como juzguéis, así seréis juzgados, como practiquéis la<br />

benevolencia, así será practicada con vosotros; la medida con la cual<br />

midáis, con la misma seréis medidos vosotros”. (CLEMENTE<br />

ROMANO, Carta a los Corintios)


Esta “cita”, en efecto, toma materiales de Mt 5, 7; 6, 14 (//Mc 11,<br />

25); 6, 15; 7, 1.2.12; Lc 6, 31.36-38, sin embargo, los cita con la<br />

fórmula de introducción: “las palabras que el Señor Jesús dijo”. En<br />

otras palabras, el anónimo garantiza una relación directa con Jesús. En<br />

otros términos, funde como las siglas de los autores en una<br />

enciclopedia, donde los autores no cuentan, al menos en el sentido que<br />

el acento se pone sobre el contenido de la palabra en cuestión. En el<br />

período comprendido entre el 90-150, aunque nuestros evangelios<br />

estuvieran ya escritos, los nombres de los autores eran desconocidos, o<br />

quizás considerados irrelevantes. Así pues, desde este punto de vista,<br />

Papías, con sus referencias a Mc y Mt, se encuentra solo. Antes de él,<br />

la Didaché, Ignacio, Clemente, y también después de él Justino, todos<br />

citan los evangelios sin nombrar a sus autores. Es bastante dudoso que<br />

Papías tuviera razón cuando otros cristianos ni siquiera se interesaban<br />

con relación a esto.<br />

Además, Papías, a propósito de Mateo, habla de logia. Sin<br />

embargo, estos logia no pueden ser idénticos con el evangelio de<br />

Mateo, porque este comprende también material narrativo. Aún más,<br />

la mayor parte de los estudiosos concuerda en que Mateo no es una<br />

traducción directa e una fuente semítica. Hay un tercer argumento<br />

contra Papías: una parte considerable de Mateo es idéntica a Marcos, y<br />

se presenta en el mismo orden. ¿Cómo podremos conciliar esto con la<br />

afirmación de Papías, según la cual Marcos “escribe con exactitud,<br />

pero sin orden”? SANDERS (1989: 10s) deduce que la conclusión<br />

más sólida que podemos sacar de estos datos es que “el evangelio<br />

según Mateo” era anónimo. Debía existir antes del 110 d. C., porque<br />

Ignacio y la Didaché lo citan. Así pues, estamos de frente a dos<br />

tradiciones: a) el evangelio según Mateo; b) la colección de los logia<br />

Hechcha por Mateo (Papías pudo haber hablado de una fuente<br />

parecida a Q). Estas dos tradiciones confluyen después del 150 d. C.<br />

Por cuanto concierne a Mc, Papías parece haber sentido el deber<br />

de defender a Marcos: él “tiene esta sola preocupación: de no cambiar<br />

nada de cuanto ha oído, y no decir mentira alguna.” Sin embargo, es<br />

verosímil que Papías, hablando de Marcos, se refiera a nuestro Mc. Lc<br />

1,3, en efecto, parece hacer la misma crítica que aquellos contra los<br />

que Papías parece defender a Mc: además, él, Lc, esta para escribir<br />

53


54<br />

con orden (me ha parecido también a mí, que Hech investigado<br />

cuidadosamente todo desde los orígenes, hacerte una narración<br />

ordenada, kaqech^j soi gra@yai)es decir, no como sus predecesores.<br />

El Marcos a quien Papías se refiere es el “Juan” de sobre<br />

nombre “Marcos” del cual hablan Hech. 12,12.25; 15,37.39; Fil. 24;<br />

Col 4,10; 2Tim. 4,11. El texto que brota de las raíces de la tradición,<br />

del cual también Papías es un testimonio, se encuentra en 1Ped. 5,13<br />

(“Os saluda la iglesia de Babilonia, elegida por Dios lo mismo que<br />

vosotros, y Marcos, mi hijo”). Esta declaración hace posible que<br />

Justino (cerca del 150) hable del evangelio de Marcos como originario<br />

de Pedro. Dial 106.3: “El hecho de que se diga que ha cambiado en<br />

‘Pedro’ El nombre de uno de sus apóstoles – hecho registrado también<br />

en las memorias de los mismos (kai` gegra´fqai e´n toi^`j<br />

a`pomnhmoneu¿masin au`tou^)- es que ha cambiado también el nombre<br />

de dos Hechrmanos, hijos de Zebedeo...”. Por un lado, tenemos una<br />

referencia inequívoca al evangelio de Marcos: el nombre de<br />

Boanerges, esto es “Hijos del trueno”, se encuentra solo en Mc 3,17.<br />

Por otro lado, no está claro a quién se refiere ‘sus’ en el sintagma ‘sus<br />

Memorias’: las memorias de Pedro, o quizás las de memorias de<br />

Jesús. El primer testimonio sin posibilidad de dudas es nuevamente<br />

Ireneo (A.H. III.10.7: “Por esto, también Marcos, intérprete y<br />

compañero de Pedro, presenta así el inicio de las redacciones escritas<br />

del Evangelio: ‘Inicio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios...”).<br />

Justino conocía algunos “logia” que encontramos solo en Lc. Marción<br />

se servía de una versión de este evangelio, Ireneo, por su parte, lo<br />

llamaba “el evangelio según Lucas”. También en este caso, sostiene<br />

SANDERS, debemos aceptar la probabilidad de que la identificación<br />

del tercer evangelio como “según Lucas” se verifique alrededor del<br />

año 150 d. C.<br />

La datación de los evangelios basándose en los datos externos<br />

(external evidence) permite cualquier fecha anterior al año 150.<br />

Solamente Mt es atestiguado con datos externos alrededor del año 100<br />

d. C. Estos datos externos nos pueden ayudar a descifrar la atribución<br />

de los evangelios a diversas personas. Esta atribución es<br />

sorprendentemente tardía. Los evangelios sinópticos han sido escritos<br />

entre el año 65 y el 85 d. C., parece que durante 50 años circularon


como escritos anónimos. Los primeros cristianos no parecen haber<br />

tenido interés sobre quién habría escrito los evangelios. Esta laguna en<br />

la tradición habla contra una tradición ininterrumpida en cuanto<br />

concierne a los autores.<br />

En lo que se refiere a la atribución a Marcos y a Lucas, B.H.<br />

STREETER (THech Four Gospels, 1924:562) afirma que el peso de la<br />

prueba está sobre aquellos que por un lado aceptan la tradicional<br />

paternidad de Mateo y Juan, pero por otro lado son propensos a<br />

negarla en el caso de Marcos y de Lucas. Los cristianos, afirma<br />

Streeter, en los tiempos de Ireneo seguramente habrían querido dar la<br />

máxima autoridad a los evangelios uniéndolos a los apóstoles. El<br />

evangelio de Marcos habría podido ser atribuido directamente a Pedro,<br />

y Lc directamente a Pablo. No se podía hacer por que era bien<br />

evidente que el segundo evangelio estaba escrito por Marcos, y el<br />

tercero por Lucas (De modo similar LÉON-DUFOUR (1990:58s)<br />

“La tradición es unánime al atribuirlo a san Marcos, los críticos están<br />

de acuerdo en reconocer el valor de esta tradición; si se quería<br />

inventar un nombre, no se habría podido encontrar uno más notorio”).<br />

Este razonamiento, siendo bien plausible, no es del todo<br />

persuasivo, afirma Sanders, porque se ofrece otro razonamiento.<br />

Ireneo y los otros no sabían de dónde viene el evangelio de Marcos, o<br />

quién lo ha escrito. Lo amaban por su tosquedad, rudeza, que tenía el<br />

aire de los tiempos antiguos y de los lugares donde no se hablaba bien<br />

el griego. Querían atribuir un evangelio a Pedro, y por esto Mc era el<br />

mejor candidato. La tradición les impedía atribuirlos un evangelio.<br />

Entonces, ante los datos de Hech. 12,12 y 1Pe 5,13 han sacado la<br />

conclusión de que Marcos habría podido escribir el segundo<br />

evangelio. Sin embargo, si los padres del siglo segundo no hacían otra<br />

cosa que acertar, ¿porqué no atribuían el segundo evangelio a<br />

Silvano/Silas”?. Él, en efecto, parece haber escrito 1Pe: “Por medio de<br />

Silvano, a quien tengo por un fiel hermano vuestro, os he escrito estas<br />

pocas palabras para exhortaros y aseguraros que la gracia de Dios, en<br />

la cual vosotros os mantenéis firmes, es la verdadera” (5,12; cf. Hech<br />

15,22). Sin embargo, se permanece siempre en el ‘quizá’, en el sentido<br />

que se continua buscando encontrar como han podido razonar los<br />

padres del siglo II.<br />

55


56<br />

Mateo ha sido elegido como primer evangelio porque solamente<br />

allí se encuentra que el publicano se llamaba Mateo (Mt 9,9-13, en Mc<br />

y en Lc, sin embargo, se habla de ‘Leví’, y no hay ninguna<br />

identificación con ‘Mateo’). Mc y Lc insertan uno con este nombre en<br />

la lista de los discípulos (Mc 3,18). ¿Quién habría podido conocer<br />

mejor el “verdadero” nombre del publicano sino él mismo? Para<br />

Lucas: los pasajes ‘nosotros’ en los Hechos (ej. 16,6-10) y Fil 24 y<br />

Col 4,14 sirven para identificarlo como el autor del tercer evangelio.<br />

Atendiendo a los datos internos (internal evidence) Marcos es el<br />

evangelio más difícil de datar. Mc 13,2 (“Jesús le dijo: "¿Ves esos<br />

grandes edificios? No quedará aquí piedra sobre piedra; todo será<br />

destruido”) podría tomarse como una referencia a la destrucción del<br />

templo (cf. Mt 24,2; Lc 21,6). Sin embargo, este verso parece<br />

demostrar más bien que los evangelistas no siempre actualizaban sus<br />

materiales. El templo, en efecto, será destruido por un incendio y<br />

muchos de sus muros quedarán en pie. En otras palabras, que se trata<br />

de una verdadera predicción.<br />

3.3 El estilo de Marcos<br />

No ha precisado su finalidad al escribir; debemos ajustarnos a su<br />

escrito sin condicionar cualquier solución del problema sinóptico.<br />

El vocabulario<br />

a) pobreza: monótono y sorprendente: ‘y’, ‘rápido’,<br />

‘nuevamente’, ‘hacer’, ‘tener’, ‘poder’, ‘numeroso’,<br />

‘mirada circular’ (3,5.34; 5,32; 10,23; 11,11) etc.<br />

b) Realismo y sentido de lo concreto: ej. Once palabras<br />

diferentes para indicar la casa y sus diversas partes, diez<br />

para los vestidos, nueve para los alimentos; la variedad<br />

de los números; expresiones vulgares: 2,11 ‘camilla’;<br />

14,31 ‘con gran insistencia’ (estas tres ocasiones se<br />

confrontan con Lc) diminutivos: 8,7 (‘pececillos’ cf. Mt<br />

15,34); solo en Mc, ‘niña’ (5,39); ‘pequeña barca’ (3,9)-<br />

no se encuentra en los otros dos sinópticos, pero en Jn<br />

6,22.23.24; 21,8-; ‘punta de la oreja’ (14,47) –no en Mt y<br />

en Lc, sí en Jn 18,10).


57<br />

c) arameísmos: en Mc están esparcidos; en Lc, sin embargo,<br />

los encontramos en puntos bien precisos: ej.: Mc 3,17;<br />

5,41; 7,11; 7,34; 10,46; 14,36; 15,34.<br />

La sintaxis<br />

Poco cuidada con respecto a la gramática griega; emparentada con<br />

el estilo popular, con el estilo semítico. Turner, Lagrange, Black: la<br />

frecuencia y la concentración de los fenómenos poco griegos no<br />

manifiestan la existencia de un original arameo, sino la reproducción<br />

de los documentos extraídos de fuentes arameas. Las expresiones<br />

populares transmiten un cierto descuido y al mismo tiempo dan la<br />

impresión de lo “experimentado”: ej. 15,26: “La inscripción con la<br />

causa de su condena decía: “El rey de los judíos”. 14,33: cambia el<br />

tiempo (presente – aoristo) en la misma frase. Es necesario, sin<br />

embargo, reconocer que para nosotros es una tautología, pero puede<br />

sonar bien a un oído semita: ej. 5,12: "Envíanos a los cerdos para que<br />

entremos en ellos".<br />

Verdaderamente, Marcos se muestra como un buen narrador<br />

cuando hace que la misma frase se ponga en bocas distintas:<br />

2,5.7.9.10; 6,31.32.35; 9,11.12; 10,38.39; 12,41-44; 15,44.45; cuando<br />

pone de relieve la palabra importante; 1,44; 2,2; 3,20.27; 5,3; 5,37;<br />

6,5; 7,12; 9,8; 11,14; 12,14.34;14,25.60.61; 15,4.5; 16,8.<br />

Prefiere la paratassi como ligadura entre las frases. Esta es una<br />

característica del lenguaje semítico, el griego popular. La ausencia de<br />

cualquier ligadura es una marcada característica del arameo. La<br />

ausencia del vocablo ‘así pues’ (ou^`n) es notable: Jn – 200x; Mt – 57x;<br />

Lc – 31x; Mc – 3x; 10,9; 13,35; 15,12 (algunos ejemplos donde<br />

aparece en Mt y Lc, mientras en Mc no se encuentran: 4,24.30; 9,50;<br />

12,9.10.17.20.23.37: 13,4).<br />

Por cuanto respecta al estilo, hay un fuerte contraste entre los<br />

particulares vivos y los esquemas simplicísimos (lo esquemático de<br />

los relatos […]): 1,20-22//6,1-12; 7,32-36//8,22-26.<br />

El hecho de que solamente Mc no utilice el aoristo, el tiempo<br />

clásico de la narración, pero conserve el presente histórico, y mezcle<br />

los tiempos, da una notable vivacidad a los relatos: También lo


58<br />

desmañado de las narraciones contribuye a este efecto: afirmaciones<br />

precisas: 1,28.32.35.38.45; paréntesis: 2,15s; 6,14; anacolutos: 3,15s;<br />

5,23; context.supplements: 1,16; 3,21; 5,2s; 5,42; 6,14.17s31; 8,28;<br />

10,22; 11,14; 14,2; 15,25; 16,4.<br />

Así pues, Marcos no es un estilista o un narrador de talento, es<br />

más bien un fiel relator, ingenuo. El carácter estereotipado de los<br />

relatos, la pobreza del vocabulario, los esquemas fijos, parece haberlos<br />

recibido de la comunidad. Así pues, concluye LÉON-DUFOUR<br />

(1990: 60): “Sería, más bien, doble el origen de Marcos: un<br />

testimonio y una comunidad; ambos operantes. Esta conclusión nos<br />

guiará al valorar la composición literaria y el valor histórico del<br />

segundo evangelio”.<br />

Mc da la impresión de presuponer un evangelio primitivo. En<br />

efecto, en numerosos pasajes, Marcos parece secundario respecto a Mt<br />

y Lc. Esta concordancia Mt-Lc frente a Mc exige que tengamos un<br />

documento evangélico en los orígenes de Mc. Algunos habla de<br />

Urmarkus/proto-Marcos, otros presuponen un Mateo arameo<br />

traducido al griego; otros aún mantienen: también incluso si se trata de<br />

un documento, es necesario presuponer un material fluido.<br />

Los materiales utilizados por Marcos:<br />

a) las sentencias de Jesús<br />

- la brevedad de los discursos referidos (en sentido estricto<br />

solo dos discursos)<br />

- la franqueza de los discursos referidos: Mt 4,23 y 7,29 //<br />

Mc. Como si Mc omitiese el discurso verdadero; cf.:<br />

1,21.39; 2,2.13; 4,1.2; 6,2.6.34; 10,1; 11,7; 12,1.31;<br />

- Mc anunciaba a veces parábolas parecidas y no refiere<br />

más que una: 4,2.10.13; 12,1;<br />

b) los relatos<br />

- muy cortos: 1,12s; 1,16-20; 2,13-3,5;<br />

- muy desarrollados: 2,1-12; 5,1-17; 5,21.43; 6,17-29;<br />

9,14-29;<br />

- muy enriquecidos: 4,36-41 // Mt 8,23-27; 6,35.44 // Mt<br />

14,15-21;


- muy condensados: 9,33 // Mt 17,24-25; 15,15 // Mt<br />

27,24s<br />

3.4. Composición literaria<br />

Com obra primera, tomamos aquí la propuesta de C.<br />

MINETTE DE TILLESSE, porque toma en consideración<br />

simultáneamente la estructura y la teología de Mc, razonando que el<br />

segundo evangelio tiene una estructura teológica. Su ensayo debe<br />

mucho al comentario de V. TAYLOR (THech Gospel According to<br />

Mark, London 1932).<br />

Como punto de partida Minette de Tillesse hace un inventario<br />

del material de Mc:<br />

a) milagros:<br />

1. 1,23.28: curación de un endemoniado en Cafarnaum;<br />

2. 1,29-31 (32-34): de la suegra de Pedro y muchas otras<br />

curaciones;<br />

3. 1,40-45: de un leproso;<br />

4. 2,1-12: de un paralítico;<br />

5. 3,1-6: de un hombre con la mano seca;<br />

6. 5,1-17: del geraseno endemoniado;<br />

7-8. 5,21-43: de la Hemorroisa y resurrección de la hija de<br />

Jairo.<br />

9. 6,30-44: primera multiplicación de ls panes;<br />

10. 6,45-52 (53-56): Jesús camina sobre el agua; curaciones en<br />

Genesaret;<br />

11. 7,24-30: curación de la hija de una siro-fenicia;<br />

12. 7,31-37: de un sordomudo;<br />

13. 8,1-10: segunda multiplicación de los panes;<br />

14. 8,22-26: curación de un ciego en Betsaida;<br />

15. 9,14-29: del epiléptico endemoniado;<br />

16. 10,46-52: de Bartimeo;<br />

17. 11,12-21: la higuera estéril.<br />

59


60<br />

Estos milagros ocupan gran parte de la primera mitad (1,14-8,26)<br />

del evangelio, mientras en la segunda (8,27-16,8) no encontramos sino<br />

apenas tres.<br />

Sentencias encuadradas (TAYLOR) / = apotegmas<br />

(BULTMANN) = paradigmas (DIBELIUS) = anécdotas / Si se trata<br />

de un breve relato cuyo ápice está constituido por un logion. 1,16-20;<br />

2,1-3-6; 3,22-30; 3,20.31-35; 6,1-6; 7,1-23; 7,24-30; 8,11-12; 9,33-37;<br />

9,38-40; 10,1-12; 10,13-16; 10,17-31; 10,35-40; (11,12-14.20-23);<br />

11,27-12,37; 12,41-44; 13,1-2; 14,3-9. Las sentencias encuadradas<br />

tienen una función análoga a las de los milagros: demostrar el carácter<br />

paradójico de las manifestaciones de Jesús.<br />

Los dos discursos: en sentido estricto, Mc no tiene más que dos<br />

discursos: 4,1-34: el discurso de las parábolas: a fin de que la gente no<br />

lo entienda; 13: el discurso escatológico, el cual está reservado a los<br />

discípulos (v. 3). Según Minette de Tillesse, los dos discursos son<br />

paralelos: dicen la misma cosa con palabras distintas.<br />

La pasión: ocupa un quinto en Mc.<br />

Bajo la guía de TAYLOR (1952:90-104; cf. ID., “Mark’s Use of<br />

tHech Gospel Tradition” Bulletin SNTS 3 (1952) 29-39) Minette de<br />

Tillesse individualiza 18 grupos que llama indivisibles series<br />

redaccionales (séries rédactionelles indivisibles)<br />

1,1-13 6,30-56 10,1,31<br />

1,21-39 7,1-23 10,32-52<br />

2,1-3,6 7,24-37 11,1-25<br />

3,20-35 8,1-26 11,27-12,44<br />

4,1-34 8,27-9,29 13,5-37<br />

4,35-5,43 9,20-50 14,1-16,8<br />

Los sumarios de redacción hacen las veces de cremallera. Después<br />

de la profesión de fe de Pedro, estos sumarios (1,14-15; 1,21-22; 1,28;<br />

1,39; 1,45b; 2,1-2; 2,13; 3,7-19; 4,1-2; 4,33-34; 6,6b-7; 6,12-13; 6,55-<br />

56; 7,24.31; 8,10.27; 9,30; 10,1.32.46) desaparecen casi<br />

completamente.<br />

Las grandes divisiones de Marcos:


61<br />

1,1-13: prólogo<br />

1,14-3,6: primera sección, la vocación de la Iglesia<br />

3,7-6,6a: segunda sección: la institución de la Iglesia<br />

6,6b-8,26: tercera sección: la misión de la Iglesia<br />

(apartado de los panes)<br />

8,27-10,52: cuarta sección: la profesión de fe por parte<br />

de la Iglesia<br />

11,1-12,44: quinta sección: el triunfo mesiánico<br />

13,1-16,8: sexta sección: la pasión de Cristo y de la<br />

Iglesia.<br />

Así pues, según Minette de Tillesse se entrevé el carácter eclesial<br />

del evangelio de Mc, es decir, se trata de un escrito que busca<br />

responder a la necesidad de una iglesia que se mueve con su<br />

evangelio. Esta estructura, afirma Minette de Tillesse. Demuestra que<br />

el armazón literario del evangelio está impregnado de consideraciones<br />

teológicas. Veamos más de cerca las distintas secciones.<br />

a) la sección de los panes (6,6b-8,26)<br />

L. CERFAUX ha individualizado la sección 6,31-<br />

8,26, como unidad redaccional llamándola<br />

‘sección de los panes’. Efectivamente, el Leitmotiv<br />

es el ‘pan’.<br />

6,30-44: la primera multiplicación de los panes;<br />

6,45: “rápidamente después”;<br />

6,51b-52: “y el viento se calmó. Los discípulos no<br />

salían de su asombro, pues no habían entendido lo de<br />

los panes y sus mentes estaban embotadas”.<br />

6,53: establece una secuencia redaccional: “Acabada la<br />

travesía, tomaron tierra en Genesaret y atracaron”.<br />

7,2: comienza el debate con los fariseos porque los<br />

discípulos “comen los panes con manos impuras”;<br />

8,14-15: el contraste entre el pan de los discípulos y la<br />

levadura de los fariseos;<br />

7,27-28: la mujer cananea desea “el pan de los hijos”;<br />

7,24.31; 8,1: la segunda multiplicación de los panes<br />

para los paganos; la segunda multiplicación repite la


62<br />

estructura de la primera (situación, pregunta,<br />

respuesta), la fórmula eucarística prepara 14,22; y hace<br />

ver el sentido teológico que aquí se encuentra;<br />

En 8,14-21 hace las veces de una recapitulación de la<br />

redacción de toda la sección (cf. DRURY, 198:141ss).<br />

Minette de Tillesse añade después a la sección individualizada por<br />

Cerfaux el pasaje 6,6b-30: el envío de los discípulos en misión y<br />

después su retorno.<br />

b) Los tres anuncios de la pasión (8,27-10-52)<br />

Esta sección está enteramente dedicada a los discípulos. El punto<br />

de partida es la profesión de fe por parte e la Iglesia (8,27-30). Hasta<br />

ahora la mesianidad de Jesús era un tabú. Ahora, en cambio, él mismo<br />

eleva la pregunta: “¿Quiénes dicen los hombres que soy yo?” La<br />

profesión de Pedro hace saltar el primer anuncio de la pasión. Estos<br />

tres anuncios completan el kerygma inicial (1,14-15). 8,34-9,1 aplica a<br />

los discípulos (a la Iglesia) el destino mesiánico de Jesús. La<br />

transfiguración se liga a esta escena: “y después de seis días”. 9,14-28<br />

hace de contraste a la transfiguración (9,19 cf. Dt 32,5.20; Ps 78,8). El<br />

segundo anuncio de la pasión introduce la enseñanza eclesial (9,33-<br />

50). El tercer anuncio viene seguido de nuevo por una enseñanza a los<br />

discípulos. Como la sección de los panes, también termina con la<br />

curación de un ciego, el cual, según Minette de Tillesse, representa a<br />

los discípulos, quienes también están en disposición de seguir a Jesús<br />

hacia su pasión, domo eran capaces e “reconocerlo” después de la<br />

curación de otro ciego (8,22-26). Pero, surge la pregunta de si los<br />

discípulos están verdaderamente en disposición de seguir a Jesús. En<br />

efecto, en el momento de su arresto huyen.<br />

c) La primera y la segunda sección (1,14-3,6; 3,7; 6,6a)<br />

Para delimitar las otras secciones, Minette de Tillese recurre por<br />

un lado a las series redaccionales indivisibles y por otro a los sumarios<br />

redaccionales. Mc 1,1-13 constituye un prólogo al evangelio entero. Él<br />

considera 1,14-15 y 1,21 como un único sumario (cf. Lc: todo el<br />

programa para su obra: 4,16.33; Hech 13,14-15.44-46; 14,1; 17,1-<br />

2.10; 18,19 etc). La primera manifestación mesiánica se desarrolla en


la sinagoga. 1,16-20; 2,13-14: tres escenas de vocaciones: Mc 2,1-2 es<br />

la introducción a cinco controversias. 3,7-12 es el más grande sumario<br />

de Mc: introduce una nueva etapa: Con 3,6 (“Los fariseos salieron y,<br />

con los Hechrodianos, tomaron la resolución de acabar con él”.) se<br />

concluye la primera sección, Jesús se retira para constituir un pueblo<br />

nuevo de Dios, formado por judíos y no judíos: “Pero Jesús se retiró<br />

con sus discípulos hacia el lago, y mucha gente de Galilea lo siguió.<br />

Otros muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y<br />

de los alrededores de Tiro y Sidón, al oír las cosas que hacía,<br />

acudieron a él” (3,7-8).<br />

c) la quinta y la sexta seción (11,1-12,44; 13,1-16,8)<br />

La pasión constituye una subdivisión redaccional indivisible.<br />

Puesto que estamos habituados a leer el evangelio como una biografía<br />

de Jesús, nos resulta natural, afirma Minette de Tillese, que la división<br />

deba encontrarse después del cap. 13, pero, siguiendo R.H.<br />

LIGHTFOOT (THech Gospel Message of St. Mark, Oxford 1950) el<br />

discurso escatológico resulta paralelo a la pasión:<br />

- en Mc 13 tres veces el verbo ‘entregar’ (parad´´i¿dwmi), en<br />

Mc 14-15 lo encontramos diez veces (cf. 13,9.11.12;<br />

14,10.11.18.21.41.42.44; 15,1.10.15);<br />

- en 13,22-23 el Anticristo dispersa a los elegidos; en 14,27:<br />

Jesús anuncia que los discípulos se dispersarán<br />

- la hora y el día: 13,32-33; 14,35; 14,41;<br />

- 13,35: ‘por la tarde’ ‘a medianocHech’, ‘al canto del gallo’,<br />

‘a la mañana’; 14,7 (la tarde); 14,35-41 (¿medianocHech?);<br />

14,72 (el canto del gallo); 15,1 (la mañana);<br />

- anuncio solemne de la parusía (cf. 13,26 y 14,62);<br />

- todo lo que Mc anuncia en el capítulo 13, en cierto sentido,<br />

se completa durante la pasión 13,2 14,58 15,38;<br />

13,24-25 15,33.<br />

Así pues, 13,1-16,8 constituye una sección única.<br />

La bipartita estructura teológica es todavía más fundamental en<br />

Mc. La profesión de Pedro hace de cremallera. Toda la primera parte<br />

(1,14-8,26) está dominada por el interrogativo: ¿quién es este hombre)<br />

Los demonios lo saben, pero Jesús cierra su boca (1,24-25.34; 3,12).<br />

63


64<br />

Jesús actúa con tal autoridad que aturde y escandaliza a la autoridad<br />

(2,7.10), a su familia y a sus paisanos (3,21.22; 6,2-3). En esta primera<br />

parte él hace muchos milagros, pero ordena a los beneficiarios que no<br />

hablen. En la tercera sección se puede individualizar una seudoprofesión<br />

(pseudo-confession) por parte de Herodes, que prepara la<br />

verdadera: 6,14-16//8, 27,30.<br />

A partir de la profesión de Pedro, todo el evangelio procede<br />

decisivamente hacia su desenlace. Los discípulos por el momento<br />

deben callar (8,30), pero después de la resurrección el silencio pierde<br />

su razón de ser (9,9). El anuncio de la pasión, afirma Minette de<br />

Tillese, estaba implícitamente englobado en la profesión de fe, porque<br />

esta profesión de fe tiene una eficacia similar a aquella de la palabra<br />

de Dios (cf. Is 55, 10-11; la profesión de fe de la iglesia es la palabra<br />

de Dios, cf. Hech 10, 43-45). 8,31 (“es necesario”, dei^) expresa la<br />

necesidad irreversible comunicada de la palabra de Dios. En la<br />

primera parte del evangelio, que se desarrolla en Galilea y en los<br />

entornos, se da la misteriosa manifestación mesiánica, que prepara el<br />

gran descubrimiento: 8,27-30. La profesión de fe introduce la<br />

segunda. El evangelio de Marcos, así pues, puede pensarse como un<br />

gran díptico.<br />

De aquí parten las hipótesis de Minette de Tillese, en cuanto<br />

a las secciones paralelas. El autor subraya que se trata de sugerencias<br />

muy conjeturales.<br />

a) primera y quinta sección (1,14-3,6 y 11,1-12,44)<br />

las cinco controversias:<br />

2,1-3,6 11,27-12,37<br />

2,1-12: autoridad de Jesús 11,27-33: autoridad de Jesús<br />

(2,13-24: la llamada de Leví) (12.1-12 viñadores homicidas)<br />

2,15-17: publicanos 12.1317: el tributo al César<br />

2,18-22: esposo presente/ausente 12,18-27: mujer de siete<br />

maridos<br />

2,23-28: Señor del Sábado (David) 12,28-34: primer mandamiento<br />

3,1-5: salvar una vida o cortarla 12,35-37: hijo y señor de<br />

David


(3,6:) decisión: matar a Jesús (12,38-44: escribas y la viuda<br />

un contraste)<br />

La primera serie es un crescendo: 2,6 (“algunos escribas...<br />

pensaban en su corazón”); 2,16 (“Los maestros de la ley y los fariseos,<br />

al verlo comiendo con los pecadores y publicanos, decían a sus<br />

discípulos: ‘¿Por qué come con publicanos y pecadores?’”); en la<br />

tercera (2,18) y en la cuarta (2,24) controversia, hablan directamente<br />

con Jesús, aún más, mientras en la tercera se trata del ayuno, en la<br />

carta Jesús se muestra como señor del Sábado. En la quinta, Jesús en<br />

persona es puesto en cuestión. La oposición llega a su cumbre: “Los<br />

fariseos salieron y, con los Hechrodianos, tomaron la resolución de<br />

acabar con él.” (3,6). La segunda serie, en cambio, va en decrecendo.<br />

11,18: condena a muerte; 11,33: falta la conclusión; 12,12: su actitud<br />

hostil no se concretiza en ninguna acción; 12,14: adulación; 12,17-27:<br />

los adversarios son ridiculizados en público; 12,34 (después la cuarta<br />

controversia) ninguno osa interrogarlo más; 12,35: es Jesús mismo<br />

quien hace saltar la quinta, la última controversia. Podemos decir que<br />

la segunda serie desemboca en el triunfo mesiánico de Jesús: el<br />

Mesías no es tan solo “hijo de David”, sino que es también el señor de<br />

David. En esta serie, además, no se oye más el secreto. Las dos series<br />

se corresponden como un gran quiasmo. Ha sido el evangelista quien<br />

ha creado estas estructuras que se corresponden. Y, todavía más, este<br />

paralelismo nos invita a una ulterior investigación, si comparamos<br />

entre estas dos secciones. 1,14-45: una jornada en Cafarnaum<br />

(1,21.32.35); 11,1-33: una jornada en Jerusalén (11,11.12.19.20). La<br />

primera sección es una semana: 1,21-3,2 (de sábado a sábado), como<br />

también la quinta: 11,11.12.19.20.27; 14,1.12.17.72; 15,1.42; 16.1).<br />

Esta estructuración ha sido tomada por Juan, es más, el Cuarto<br />

Evangelio ha Hechcho una elaboración mucho más acentuada.<br />

b) La segunda y la sexta sección (3,7-6,6a y 13,1-16-8)<br />

El discurso en parábolas (cap. 4) y el discurso escatológico (cap. 13)<br />

son los únicos verdaderos discursos que se encuentran en el Segundo<br />

Evangelio. El primero se desarrolla en público, mientras que el<br />

segundo es dirigido a cuatro discípulos privilegiados (13,3). Aún más,<br />

el verdadero mensaje de las parábolas se descubre solamente a los<br />

65


66<br />

discípulos: 4,10-12.34. El contenido de las parábolas es el misterio del<br />

reino de Dios (4,11) y, aunque este término no se encuentra en Mc 13,<br />

el tema principal del discurso escatológico es el misterio de la venida<br />

del Reino 13,26 (“Entonces se verá venir el hijo del hombre entre<br />

nubes con gran poder y majestad”). Mc 4 demuestra que a pesar de las<br />

apariencias contrarias, la recolección dará resultados excelentes, como<br />

Mc 13 desvela que, no obstante las guerras, persecuciones, etc. el<br />

triunfo del Hijo del hombre es seguro. 4,24 y 13,33-37: son ambos<br />

llamadas a la vigilancia. El paralelismo entre las dos partes narrativas<br />

(4,35-6,6a y 14,1-16,8) parece, sin embargo, mucho más hipotético.<br />

c) la tercera y la cuarta sección (6,6b-8,26 y 8,27-10,52)<br />

L. CERFAUX ha demostrado el parangón entre las dos<br />

multiplicaciones de los panes. Ambas, en efecto, son seguidas por las<br />

travesías del mar (6,45 y 8,10), debates con los fariseos (7,1-23 y<br />

8,11-13) y curaciones (7,31-37 y 8,22-26). Minette de Tillese<br />

presupone que se podrían encontrar otras correspondencias. La<br />

“confesión” de Hechrodes y la de Pedro; la muerte de Juan Bautista<br />

anunciada como la de Jesús (9,12-13). Las dos secciones terminan con<br />

la curación de un ciego.<br />

Después de estas observaciones, Minette de Tillese pone en juego tres<br />

cristofanías, que señalan los puntos sobresalientes de todo el<br />

evangelio. Bautismo (1,9-11): no es al caso que la primera<br />

presentación de Jesús sea en Mc una teofanía: Jesús “fue bautizado”<br />

(e©bapti´sqh). Aceptando el bautismo de penitencia, Jesús revela su<br />

programa mesiánico. En todo el NT, afirma el autor, y particularmente<br />

en Mc (cf. 10,38), el bautismo es símbolo de la muerte y de la<br />

sepultura. Pero aquí debemos hacer algunas observaciones críticas: en<br />

la perícopa que se titula “el bautismo de Jesús”, el bautismo mismo<br />

permanece como secundario; en efecto, en los tres sinópticos está la<br />

teofanía en el centro; no se encuentran referencias ni a la muerte, ni a<br />

la sepultura; la relación de estos últimos con el bautismo se debe a la<br />

teología Paulina. Mc insiste sobre la estrecha relación entre el<br />

bautismo y la teofanía que lo sigue: “y, rápidamente, saliendo del<br />

agua, vio abrirse el cielo y el espíritu en forma de paloma descender<br />

sobre él”. En otras palabras, Mc desde el inicio pone de relieve la<br />

paradoja fundamental de su evangelio: la pasión y la gloria son


inseparables. Encontrando esto en la primera escena de la vida de<br />

Jesús, podemos tenerlo como programático. El “abrirse” del cielo (cf.<br />

Is 63,19) aludiría a una entronización celeste: En el oráculo divino hay<br />

una alusión múltiple: Sal. 2, 7; Is 42,1. De nuevo un reclamo: muerte<br />

y exaltación deben considerarse juntas.<br />

La transfiguración (9,2-8) inaugura la segunda parte del evangelio<br />

e ilumina toda la salida hacia Jerusalén. El oráculo divino es casi<br />

idéntico al del bautismo. Pero la voz celeste se dirige a los discípulos<br />

para manifestarles la gloria de Jesús. Después del bautismo sigue la<br />

tentación, después de la transfiguración se asiste a una nueva<br />

tentación, además de aquella de parte de Pedro.<br />

La crucifixión (15,33-39): la oscuridad que cubre la tierra (15,33)<br />

evoca la nube de la transfiguración (sko¿toj– e`piskia´zousa). La<br />

oscuridad en el AT: el día de Jahvéh (Jl 3,4; Am 8,19).<br />

15,2.9.12.18.26: referencias al “rey de los judíos”, en 15,32 los<br />

escribas llaman a Jesús “rey de Israel”. Minette de Tillese mantiene<br />

que en esta tercera cristofanía, la profesión de fe del centurión ocupa<br />

el puesto del oráculo divino que encontramos ya en el bautismo ya en<br />

la transfiguración. Se puede advertir que Elías, en cierto modo, está<br />

presenta en las tres cristofanías (en el bautismo la representación del<br />

Bautista hace de él un Elías redivivus). 15,38 (“Entonces, el velo del<br />

templo se rasgó (¨e©sxi´sqh) en dos, de arriba abajo.”) Llama la<br />

atención 1,10 “En el momento en que salía del agua, vio los cielos<br />

abiertos... (sxizome@nouj tou`j ouµranou`j)”.<br />

En su conclusión Minette de Tillese pone de relieve que Mc es un<br />

evangelio eclesial y un escrito que depende, en larga medida, de las<br />

circunstancias en las que nació (écrit de circonstance), intentaba<br />

responder a las cuestiones de emergencia de la iglesia a la que se<br />

dirige (¿Roma?). Así pues, dice el autor, se podrían delinear las<br />

características de esta iglesia (1992:932): una iglesia perseguida,<br />

aterrorizada por esta persecución. Las seis secciones corresponden a<br />

los seis aspectos fundamentales de la Iglesia. Pero aquí hay un soplo<br />

de non liquet en el razonamiento de Minette de Tillese. En efecto, él<br />

pone de relieve que en las seis etapas se encuentra un “pero” (1992:<br />

932): 1) la Iglesia es llamada por Jesús, pero Jesús es condenado a<br />

muerte (3,6); 2) la Iglesia es instituida por Jesús, pero él es rechazado<br />

67


68<br />

por su familia y por sus paisanos (3,20-35; 6,1-6a); 3) la Iglesia es<br />

enviada en misión, pero no comprende el mensaje del evangelio (6,52;<br />

8,14-21); 4) la Iglesia expresa su profesión de fe en Cristo, pero<br />

rechaza su mensaje de que la salvación y la cruz son inseparables<br />

(8,33; 9,10.32-34; 10,32.35-45); 5) la Iglesia es testigo de la pasión de<br />

su Señor, pero huye (14,50-52; 16,8), reniega (14,66-72) y traiciona<br />

(14,10.43-45).<br />

Esta correspondencia entre el evangelio y la Iglesia parece algo<br />

forzada. Marcos escribe un ‘evangelio’ (cf. 1,1). Si luego escribe -<br />

como sostiene Minette de Tillesse - a una comunidad, a una iglesia<br />

local perseguida, hay que preguntarse: como habría podido funcionar<br />

su escrito de "buena noticia", si pusiera de relieve las faltas de la<br />

Iglesia a cada paso. Además, es dudoso si la crucifixión en si puede<br />

creerse la tercera cristofanía. THECHISSEN, 1999a: 171, ha Hechcho<br />

notar que la tumba vacía, que por otra parte es la última escena en Mc,<br />

forma parte de la tercera epifanía, (epiphany escene). La primera fue<br />

el bautismo (1,11), la segunda la transfiguración (9,7), y la tercera el<br />

ángel ante la tumba vacía (16,6). Tres profesiones de fe preparan las<br />

tres epifanías, THechissen afirma: 1,7-8, (Juan el Bautista), 8,29<br />

(Pietro), 15,39 (centurión). Sin embargo las epifanías que las siguen,<br />

las superan: 1,7-8 (“más fuerte... bautiza con el Espíritu Santo", - 1,11<br />

(Hijo predilecto); 8,29 (“Tú eres el Cristo”), - 9,7 ("Éste es mi Hijo el<br />

predilecto, ¡escuchadlo! "); 15,39 (este hombre era [aquí falta el<br />

artículo definitivo] hijo de Dios", - 16,6 (“ha resucitado, no está<br />

aquí”). Siguiendo este trayecto incluso se constata como el auditorio<br />

se extiende: el propio Jesús - discípulos - y por fin, es relevante que no<br />

son solamente las mujeres las destinatarias, sino que el contenido es<br />

para transmitir, y el evangelio mismo se concluye con este mando de<br />

transmisión.<br />

3.5. El secreto mesiánico<br />

Desde hace cien años a esta parte el ‘secreto mesiánico’ siempre<br />

ha tenido un sitio privilegiado en los estudios del Segundo Evangelio.<br />

Este término ha sido acuñado por W. WREDE en su libro aparecido<br />

en 1901, (Das MessiasgeHechimnis en den Evangelien: Zugleich ein


Beitrag zum Verständnis des Markusevangeliums, Góttingen).<br />

Mientras en el siglo XIX el evangelio de Marcos fue considerado<br />

como una fuente - si no la única fuente - para reconstruir la vida de<br />

Jesús, y el motivo del secreto, que sombrea en la inmensa mayoría de<br />

los episodios de Mc fue interpretado en clave histórica y biográfica,<br />

Jesús quiso sólo revelar gradualmente su identidad a sus seguidores,<br />

para que ellos pudieran alcanzar un más profundo conocimiento de él;<br />

en el trabajo de Wrede esta opinión común ha sido puesta en cuestión.<br />

Wrede afirma que no se puede evidenciar ningún desarrollo en la<br />

comprensión de los discípulos en Mc, y, por otro lado, el motivo del<br />

secreto no concierne solamente a la relación entre Jesús y sus<br />

seguidores, sino que lo encontramos un poco por todas partes,<br />

(mandato a los demonios: 1,25.34; 3,11-12; después de los milagros:<br />

1,43-44; 5,43; 7,36; ordenes a los discípulos: 8,30; 9,9; Jesús trata de<br />

mantener secreto donde se encuentra: 7,24; 9,30; imparte enseñanzas<br />

solo a los pocos elegidos: 7,17; 10,10; Jesús se sirve de parábolas para<br />

esconder a las mucHechdumbres sus verdaderas intenciones: 4,11-12;<br />

los discípulos, a pesar de su situación de privilegio, no son capaces de<br />

comprender a Jesús: 6,52; 8,17-21. Wrede afirma: estas características<br />

no tienen nada que ver con el Jesús histórico, sino que son apuntes<br />

editoriales secundarios. Así pues, no sería razonable considerar<br />

histórico 5,43. Y después, por lo que concierne a las parábolas, eran<br />

para Jesús instrumentos para hacer comprender su mensaje a la gente,<br />

y no para esconderlo. Wrede apunta a 9,9 como clave del “secreto<br />

mesiánico”. Los discípulos tienen que callar hasta la resurrección.<br />

Antes es el tiempo del silencio y el secreto, pero después sobreviene el<br />

tiempo de la revelación en su plenitud.<br />

¿Podemos localizar el origen de este motivo teológicoredaccional?<br />

La respuesta de Wrede es afirmativa. En el<br />

protocristianismo, argumenta, existía la convicción de que Jesús se ha<br />

convertido en Mesías en el momento de la resurrección, At 2,36; Rm<br />

1,3-4. Solamente después de una ulterior reflexión los cristianos<br />

empezaron a profesar su fe en que también la vida terrenal de Jesús<br />

fue mesiánica. Según Wrede, así pues, la idea del 'secreto mesiánico'<br />

ha nacido de un compromiso: cuando dos nociones teológicas<br />

contradictorias se han encontrado. Según una, Jesús ha llegado a ser el<br />

Mesías en el momento de la resurrección, según la otra, en cambio, ya<br />

69


70<br />

lo fue durante su vida terrenal. Wrede cree que 9,9 es un punto axial a<br />

mirar. Sin embargo surge la pregunta: si la resurrección significara<br />

para Marco el momento decisivo en la revelación de la identidad de<br />

Jesús, entonces porque no aparecen relatadas las apariciones del<br />

Resucitado al final del Segundo Evangelio. Wrede para salvaguardar<br />

su teoría supuso que el final de Mc se habría perdido. Mientras tantose<br />

ha demostrado (LOHMEYER, 1967: 352-360; J. L. MAGNESS,<br />

1986) que la ausencia de relatos de las apariciones es intencionada por<br />

parte del evangelista.<br />

Wrede desarrolla su argumento hasta afirmar que Jesús no se<br />

presenta en su vida como Mesías. Esta afirmación ha causado bastante<br />

sensación, pero es necesario reconocer que al fin de cuentas esto<br />

deriva de un mal entendido. Wrede, en efecto, no quiso hacer otro<br />

cosa que explicar el motivo del 'secreto' en el evangelio de Marcos. La<br />

obra de Wrede tuvo un notable influjo en la exégesis<br />

neotestamentaria, pero no ha sido nunca está adoptada por muchos en<br />

su integridad. Él con su trabajo ha abierto el camino para los estudios<br />

de tipo crítico-redaccional.<br />

Reacciones a la teoría de Wrede:<br />

- el secreto mesiánico se remonta al propio Jesús; él mismo quiso<br />

evitar la interpretación falsa de su mesianicidad (TAYLOR, AUNE,<br />

DUNN, MOULE);<br />

- el motivo ha entrado en la tradición con el evangelista mismo<br />

(STRECKER);<br />

- el secreto mesiánico explica porqué la mayor parte de los judíos<br />

no han aceptado a Jesús como su Mesías (DIBELIUS, BURKILL), y<br />

porqué los mismos contemporáneos de Marcos han rechazado la fe<br />

cristiana (WATSON); (Atendiendo a esta teoría ¿cómo explicar los<br />

siguientes pasajes?: 1,45; 7,36-37; 14,61-62);<br />

- el secreto mesiánico tiene su origen en el modo como Marcos<br />

comprendió la historia de la revelación. El evangelista habría recibido<br />

una tradición empapada de la idea de la mesianidad de Jesús. El autor<br />

del Segundo Evangelio, en cambio, incluso con el trámite del motivo<br />

secreto, quiso englobar esta teología mesiánica, (cristología del<br />

tHechios anér, [WEEDEN, 1971]) en su tHechologia crucis, la cual,


por otra parte impregna todo su evangelio: la verdadera identidad de<br />

Jesús debe ser comprendida a partir de la cruz.<br />

3.6. El relato y el secreto<br />

3.6.1. El análisis de Kelber<br />

KELBER (1989: 391), toma el camino emprendido por el célebre<br />

estudio de Wrede y afirma que hoy se ha convertido en una opinión<br />

común afirmar que en los evangelios y de modo particular en Mc y en<br />

Gv los relatos y el secreto van a la par. Aunque hoy por hoy el<br />

concepto del "secreto mesiánico" ya no se utilice sin poner reservas, y<br />

sean pocos los que aceptan la interpretación de Wrede, el asociar el<br />

relato de Mc con el secreto se ha mantenido con tenacidad en la<br />

opinión de la mayoría de los exegétas y otros. Por ejemplo, el famoso<br />

crítico literario F. KERMOD (THech Genesis of Secrecy: On tHech<br />

Interpretation of Narrative, Cambridge, MA, 1979) se sirve de Mc<br />

para demostrar como el ‘secreto’ hace las veces de paradigma<br />

fundamental en todos los relatos.<br />

Sin embargo, Kelber es del parecer que el Segundo Evangelio nos<br />

anima a hacer experiencia de una nueva lógica según la cual se tiene<br />

que desconfiar de la opinión común sobre el secreto, ya que, afirma<br />

Kelber, en Mc el relato a fuerza de desorientar y reorientar al lector<br />

difiere continuamente la propia clausura (closure; fermeture). Por otro<br />

lado, Kelber nos advierte que hace falta estar en guardia contra un<br />

anacronismo: el lector moderno ha crecido en la mentalidad de las<br />

novelas de los siglos XVIII-XIX. en las cuales la trama tiende a ser<br />

siempre particularmente densa. Así pues, sostiene Kelber (p. 392), que<br />

el mismo interés por el secreto, por la ambigüedad, tiene sus raíces en<br />

la modernidad. Dicho esto, declara que el Hechcho de escribir<br />

cualquier cosa es contrario a mantenerlo secreto. En efecto, para<br />

conservar el secreto sería mejor no decirlo, por no hablar de escribirlo.<br />

Así pues, el relato en sí mismo pretende más bien revelar que velar.<br />

Contra la convicción muy en boga de partir del estudio de Wrede,<br />

Kelber propone otra: el evangelio de Marcos puede tomarse como<br />

paradigma de aquel deseo fundamental que quiere el desvelamiento<br />

propio por el relato. Así, Kelber quiere demostrar los esfuerzos en el<br />

71


72<br />

relato de Mc, que tienen la intención de desacreditar y de desvelar el<br />

secreto. Sin embargo, en el Segundo Evangelio se entrevé un doble<br />

movimiento, el quede se podría caracterizar como el alternarse del<br />

desvelamiento (disclosure/unveiling, dévoilement) y de revelación<br />

(reveiling; revoilement), obviamente la articulación del secreto en el<br />

interior del mensaje.<br />

Desde este punto de vista Mc 4,1-34 es la escena más intrigante y<br />

más compleja de todo el evangelio. Aquí se perfilan dos grupos<br />

contrastantes: insider u outsoider (4,11; 4,34). Parece que todo jugase<br />

en favor de los insider, de los iniciados. En efecto, si consideramos<br />

esta sección de parábolas aislada del contexto narrativo, resulta<br />

parecida a aquellos evangelios apócrifos que no contienen relatos (o<br />

solamente un relato extremadamente delgado que sirve de marco)<br />

pero sólo de los logia (e.j. Evangelio de Tommaso; la mayor parte de<br />

los códices de Nag Hammadi). Seguidamente, Kelber (pp. 398 ss)<br />

subraya que en la transición de la transmisión oral al evangelio escrito<br />

por un lado, y la de la palabra aislada a la narrativa, por otro, se puede<br />

tomar el núcleo del cambio fundamental también en lo que hace<br />

referencia al secreto esotérico y su desvelamiento. Desde el momento<br />

que el evangelio se articula en forma narrativa, la necesidad de<br />

conservar, la necesidad del secreto, que, por otra parte, caracteriza lo<br />

oral, ceden el puesto a la interpretación. Kelber (p. 400) pone de<br />

relieve que en la explicación de la parábola central (4,14-20) la misma<br />

interpretación dada en privado hace estallar el cuadro conceptual del<br />

género "palabras esotéricas". Es importante ver que aquí la palabra<br />

(lo¿goj) tome el puesto de la semilla, que en tres de cuatro casos no da<br />

fruto. En otras palabras, parece que el mismo fracaso de la<br />

proclamación sea parte esencial del misterio del Reino. Se podría<br />

decir qué la explicación esotérica fuese a minar desde dentro la lógica<br />

de la comunicación oculta (cf. 4,21.22.24b.25). La sabiduría<br />

parabólica confiada a los iniciados relativiza el propio carácter de ser<br />

algo confidencial, hace irrefrenable (déranger) la autoridad de los<br />

beneficiarios privilegiados, e impide el cierre esotérico. En Mc el<br />

secreto esotérico estalla. En cierto sentido se puede hablar de una<br />

inversión de los papeles: véase como 4,12 es aplicado a los iniciados


en 6,52 y 8,17-18. Transformando los iniciados en no-iniciados el<br />

relato lleva a cabo la destrucción del secreto esotérico.<br />

Según Kelber (402ss) otro tipo de secreto se entreabre en la trama<br />

del evangelio:<br />

1,34: Jesús no permite a los demonios hablar;<br />

1,44: de nuevo un mandato de callar (leproso curado);<br />

3,11-12: Jesús increpó a los espíritus inmundos "para que no lo<br />

manifestaran”;<br />

5,19: diversamente: “Vete a tu casa, entre los tuyos, anúncialos...”;<br />

5,43: después de la resurrección de la hija de Jairo: mandato de<br />

callar;<br />

7,24: llegado a la región de Tiro y Sidón: "quiso que nadie lo<br />

supiera";<br />

7,36: después de la curación del sordomudo: mandato de callar;<br />

8,29-30: de nuevo después de la profesión de fe de Pedro;<br />

9,9: después de la transfiguración de nuevo;<br />

9,30-31: los discípulos no comprenden (el segundo) anuncio de la<br />

pasión;<br />

Es significativo que durante la pasión no se da a los personajes<br />

ninguna prohibición de tipo de proclamación.<br />

Los secretos apenas mencionados se distinguen del secreto<br />

esotérico:<br />

a) estos secretos esparcidos a lo largo de la trama no conciernen a<br />

los aforismos y las parábolas; se refieren bastante a la persona de<br />

Jesús: no a sus palabras sino a sus acciones y a su personalidad.<br />

Kelber (p. 403) los llama 'secretos de identidad' (secrets d’identité)<br />

b) Las personas que se enfrentan con este tipo de secreto no<br />

pertenecen a un grupo restringido, se trata más bien de individuos<br />

diferentes. El secreto de identidad no quiere formar y conservar la<br />

identidad de un grupo.<br />

c) En estos casos no se trata de una doctrina sistemáticamente<br />

aplicada. El secreto y su difusión están en relación simbiótica.<br />

73


74<br />

Se puede concluir que aquí la puesta en juego no está en quedar en<br />

secreto, sino en acelerar el salto hacia la revelación. A este punto hace<br />

falta notar que el secreto de identidad y el secreto esotérico<br />

convergen: "Porque no hay nada oculto que no se haga manifiesto, ni<br />

nada secreto que no sea puesto en claro" (4,22).<br />

Los secretos de identidad desembocan a una completa revelación<br />

de la identidad de Jesús: 8,31-32. EI vocablo 'abiertamente'<br />

(parrhsi¿¿a) es un hapax en Mc. Este adverbio desenlaza el<br />

mecanismo "oculto - desvelamiento". En otras palabras, los secretos<br />

de identidad desparramados a lo largo del relato tienen un doble papel:<br />

dramático y teológico.<br />

Sin embargo, hace falta reconocer que el relato de Marcos se<br />

oculta de nuevo (reveil; revoile) de modo que en el centro queda algo<br />

irreducible, un vacío o un misterio (laissant en son centre quelques<br />

chose d’ irréductible, un vide ou un mystère, p. 403). Efectivamente,<br />

la interpretación de la parábola central hace las veces de parábola por<br />

sí misma. Además, otras parábolas (4,21-32) se suman a la<br />

interpretación de la parábola central. Se puede concluir la lógica<br />

siguiente: una parábola es explicada por otra. Si el misterio está justo<br />

en el corazón de la proclamación de la palabra (lo¿goj,/semente),<br />

entonces la parábola es realmente la manera ideal para impartirla, ya<br />

que la parábola por naturaleza necesita de otras parábolas. Su mensaje<br />

no se reduce a una fórmula. Para los iniciados no queda otra cosa que<br />

el misterio y ulteriores parábolas. Pero hace falta subrayar que aunque<br />

el secreto esotérico sea desvelado repetidamente (dévoilé) y ri-velado<br />

(revoilé), la trama se dirige hacia una apertura total. ¿Cuándo habla<br />

Jesús parrhsi¿¿a (8,32), sin sombra de duda se trata de un<br />

desvelamiento (dé-voilement). ¿Cómo y cuándo se averigua esto? Los<br />

discípulos huyen en la detención de Jesús. EI lector está preparado<br />

- desde las palabras dichas "abiertamente" - a asistir a la muerte<br />

violenta, brutal, de Jesús. Sin embargo, no ha sido preparado tampoco<br />

para el final, donde Jesús llama a su Padre en una manera<br />

completamente inesperada: “Dios mío, Dios mío, por qué me has<br />

abandonado?” (15,34).


Por cuánto concierne al lector, afirma Kelber, el narrador le concede<br />

una posición privilegiada por el incipit del evangelio. Pues la situación<br />

del lector se asemeja a la de los discípulos. Merece la pena seguir este<br />

camino y ver más de cerca el papel del lector.<br />

3.6.2. El análisis de Marguerat<br />

MARGUERAT (1993) indaga sobre como los relatos de Mc y de<br />

Mt construyen al lector. (Marguerat presupone que Mt había conocido<br />

Mc, y que Mt sea una relectura de Mc). El autor pone de relieve que<br />

no se trata de una nueva búsqueda, sólo los utensilios son nuevos, ya<br />

que la retórica grecorromana tenía como fin principal ejercer un<br />

influjo sobre el auditorio. Se vuelve a la antigua cuestión: ¿qué efecto<br />

tenga intrínsecamente el relato/discurso sobre el destinatario (p. 242)?<br />

¿Pero quién es el lector? Aun cuando parece banal, la pregunta es<br />

muy espinosa (cf. MARGUERAT - BOURQUIN, 2001: 19-24).<br />

Algunas definiciones: lector real - figura individual o colectiva, que<br />

representa sea a los lectores a los que el autor real ha destinado el<br />

propio texto (lector primero), sea a cada persona ocupada en el acto de<br />

la lectura. En cuánto tal, este tema no es competencia de la narrativa.<br />

Lector implícito – receptor del relato construido por el texto y capaz<br />

de actualizar los significados en la perspectiva querida por el autor;<br />

esta imagen de lector corresponde a los lectores imaginados por el<br />

autor.<br />

Marguerat (p. 243) limita su investigación sobre el lector<br />

implícito, es decir, sobre el lector cuya participación en el acto de la<br />

lectura es programada por el texto, en otras palabras, se trata de una<br />

lectura pragmática (que es un “método de lectura que interroga el<br />

texto a partir de los efectos que ejerce sobre el lector; localiza los<br />

indicios pragmáticos, que son las instrucciones que sugieren al lector<br />

en qué modo el texto quiere ser acogido” [MARGUERAT -<br />

BOURQUIN, 2001: 15]; entre las lecturas pragmáticas deben ser<br />

contadas el análisis narrativo, el análisis retórico, el análisis de la<br />

respuesta del lector). Marguerat propone la hipótesis de que la manera<br />

con la que se atan las relaciones entre los personajes al nivel del relato<br />

evangélico, tiene una relación sobre el efecto que el texto intenta<br />

ejercitar sobre el lector. Esta homología entre el plano de la trama y el<br />

75


76<br />

plano de los lectores no debe ser entendida de manera simplista. No se<br />

puede decir que basta por ej. reemplazar a 'los discípulos' por 'los<br />

lectores'. Esto resulta claro del Hechcho que los discípulos no asisten a<br />

la pasión. En otras palabras, su posición gnoseológica es bien<br />

diferente de la del lector implícito.<br />

Marguerat examina tres aspectos de los relatos de Mc y Mt: la<br />

cristología, la relación entre el creer y el comprender, y, en fin, señala<br />

brevemente los ribetes éticos. El relato de Marcos se presenta como un<br />

sucederse de episodios fragmentados. La unidad sólo se crea en la<br />

lectura. En otras palabras, ya que no hay una continuidad temática, la<br />

unidad es el efecto de la contigüidad narrativa. Esta característica del<br />

relato del Segundo Evangelio muestra abiertamente como Mc<br />

administra el espacio. Jesús se mueve continuamente de un lugar a<br />

otro. En los primeros 10 capítulos de Mc se cuentan unos 54 cambios<br />

de lugar (cf. MARGUERAT 1993:246 n20), mientras en Mt - dónde a<br />

los acontecimientos contados en Mc 1-10 corresponden los primeros<br />

20 capítulos - se cuentan sólo 47. La jornada en Cafarnaúm (Mc 1) se<br />

puede considerar programática en Mc: 1,21-28 - sinagoga; 1,29-32 -<br />

casa; 1,32-34 - a la puerta de la ciudad. Se trata pues de tres lugares<br />

simbólicos: sinagoga - lugar dónde se hace presente la autoridad<br />

libertadora de Jesús; casa - proximidad con sus discípulos; espacio<br />

abierto - las mucHechdumbres acuden a Jesús. En Mc un cuarto lugar<br />

simbólico es añadido: 1,35-38 (falta en Mt) - un lugar solitario,<br />

desierto. Por este cambio de lugar cambia incluso la perspectiva.<br />

Durante el día de Cafarnaúm la cuestión fundamental es: quién es<br />

Jesús (1,24.34), ahora, en cambio: ¿dónde está Jesús? En otras<br />

palabras, en cuanto su identidad ha sido desvelada a los demonios,<br />

Jesús desaparece. Esta característica se encuentra solamente en Mc, y<br />

va repitiéndose a lo largo de la trama. Jesús, afirma Marguerat (p.<br />

248), no solamente evita a los discípulos sino que se sustrae también<br />

del lector, tan es así, que la cuestión de su identidad se reabre apenas<br />

se cree resuelta.<br />

Mt. A su vez, siguen otro modo de representación. La movilidad de<br />

Jesús se ralentiza en estancias bastante largas, durante las cuales la<br />

palabra del Maestro se ofrece tanto a los discípulos como a la<br />

multitud. Para Mt el verbo ‘seguir’ (a´kolouqei^n) caracteriza la


situación del creyente (Cf. J.D. KINGSBURY, “THech Verb<br />

AkoloutHechin [“to follow”] as an Index of MattHechw’s View of<br />

his Community”, JBL 97 [1978] 56-73), como el uso frecuente del<br />

vocablo ‘discípulo’ (maqhth´j). El lector de Mt es invitado a<br />

identificarse con la figura del discípulo, quien ha respondido a la<br />

llamada del Maestro, que escucha su enseñanza y, apartándose del<br />

mundo, permanece en comunión con él (Cf. Mt 4,19-22; 8,18-22; 9.9:<br />

10.37-39); Cf. J. ZUMSTEIN, La condition du croyant dans<br />

l’évangile selon Matthieu, OBO 16, Fribourg – Göttingen 1977). La<br />

diferencia es conspicua: donde Mt insiste en el seguimiento, Mc pone<br />

de relieve al Señor que se va. El lector de Mateo es orientado sobre la<br />

dificultad del seguimiento. Mientras que el lector de Marcos es<br />

desorientado por un Señor inaprensible. Mc 16,7 – donde se<br />

encuentran el mundo del relato y el mundo del lector – no va insertado<br />

como una nota, sino como un anuncio de que la identidad de Cristo<br />

permanecerá siempre inaprensible para los suyos. Otra comprobación:<br />

donde los discípulos preceden a Jesús, Mc pone enseguida de relieve<br />

que se trata de una anomalía: Mc 6,33 (Mt omite “les adelantaron”) –<br />

6,34: eran como ovejas sin pastor”; 11,9 – la historia de la pasión<br />

demuestra claramente como cambian velozmente los sentimientos de<br />

la multitud. Se podría parafrasear: preceder a Cristo significa buscar<br />

apropiársele, tomarlo en posesión (Cf. 8,32s). 6,45 ‘preceder’<br />

(proa´gein) – 6,48 ‘sobrepasar’ (parelqei^n). Este último vocablo en<br />

los LXX es un verbo de la teofanía: Ej. Es. 33,19.22; 1 Re 19,11 (Cf.<br />

T. XNOY, “Marc 6,48”... et il voulait les dépasser”: Proposition pour<br />

la solution d’une énigme”, in M. SABBE, ed, L’Évangile selon Marc:<br />

Tradition et rédaction, BETL 34, Leuven – Gembloux 1974, 347-363).<br />

Este episodio enigmático resume bien, afirma Marguerat, cuanto se ha<br />

dicho hasta ahora: en Mc Jesús se manifiesta a los suyos y, al mismo<br />

tiempo, se sustrae siempre de nuevo. En el episodio “Jesús camina<br />

sobre el agua” el verbo ‘sobrepasar’ restablece la posición adecuada<br />

para él: es él quien precede. Marguerat no explica sin embargo cómo<br />

interpretar 6,45: “Y seguidamente obligó a sus discípulos a subir a la<br />

barca y a precederlo a la otra orilla”.<br />

Se podría decir que el mandato de callar (1,25.34.44; 3,12; 5,43;<br />

7,36; 8,26.30; 9,9) tiene el mismo efecto sobre el nivel del discurso<br />

77


78<br />

que el motivo (motivo: la más pequeña unidad narrativa delimitable<br />

como unidad autónoma) del preceder de Jesús sobre el nivel narrativo.<br />

En otras palabras, el itinerario de Jesús en el Segundo Evangelio da a<br />

la cristología del secreto una configuración narrativa. Dos ejemplos:<br />

- 1,23-27: en este programático acto liberados que<br />

inaugura la actividad pública de Jesús, Mc comunica al<br />

lector que el apropiarse del saber sobre Jesús es<br />

demoníaco (“se quien eres tú: ¡el Santo de Dios! Pero<br />

Jesús lo regañó diciéndole: ‘Calla y sal de él’” vv. 24b-<br />

25). DELORME (1997:383) da una interpretación más<br />

matizada: Jesús hace callar al demonio que habla en el<br />

hombre no porque lo que dice sea falso sino porque no<br />

es un sujeto humano el que habla, porque el demonio lo<br />

controla completamente. Marguerat justamente afirma<br />

que, de esta manera, el creer poseer el misterio<br />

cristológico es algo demoníaco.<br />

- 9,1-13: esta perícopa tiene una posición central,<br />

culminante, en Mc. Es instructivo confrontar el relato<br />

de Mt y de Mc desde el punto de vista de cómo<br />

reaccionan los discípulos. Mt: habiendo oído la voz del<br />

cielo, los discípulos “cayeron sobre su rostro” (Mt. 17,<br />

6), Jesús les toca y les dice “Alzaos y no temáis”;<br />

después, al finalizar el diálogo que sigue “los discípulos<br />

comprendieron que les había hablado de Juan el<br />

Bautista” (Mt 17,13). Se trata, así pues, de una<br />

cristología de desvelamiento (cristologie du<br />

dévoilement). En Mc no existe la postración, ni el<br />

ánimo por parte del Maestro, ni comprensión. Los<br />

discípulos, al finalizar la escena, reciben un mandato, lo<br />

observan, pero sin comprenderlo (Mc 9, 9-10). A través<br />

de este comentario (“Ellos observaron lo mandado,<br />

pero se preguntaban entre ellos qué significaba el<br />

resucitar de entre los muertos”) al lector se le interroga<br />

sobre si él mismo puede comprender mejor que los<br />

discípulos. Porque aquí, ciertamente, no se trata de la


79<br />

resurrección en general, sino de la resurrección de este<br />

Jesús, que les dejará perplejos, consternando incluso a<br />

las mujeres ante el sepulcro vacío.<br />

Marguerat (p. 252) subraya: la incomprensión de los discípulos no<br />

se deriva de la curiosidad histórica del evangelista, sino más bien<br />

quiere interpelar al lector sobre su comprensión.<br />

Para sondear el tema “creer y comprender”, el capítulo de las<br />

parábolas nos sirve de punto de partida. Marguerat (p. 253) pone de<br />

relieve que es necesario estar atentos para no dejarse guiar en las<br />

interpretación de Mc 4,1-34 por Mt 13, donde las parábolas se unen en<br />

una enseñanza sobre el Reino. Así pues, en Mt 13, las parábolas sirven<br />

para enseñar a la multitud: “Ellos se recostaron y los discípulos le<br />

dijeron: ‘¿Por qué los hablas en parábolas?’ ”(13,10). En Mt la<br />

respuesta de Jesús aísla Hechrméticamente dos grupos: por un lado<br />

están los discípulos, a los cuales Dios concede conocer “los misterios<br />

del Reino de los cielos” (u´miÍn de@dotai gnw½nai ta` musth@ria th^j<br />

basilei¿aj tw½n ouµranw½n), por otro está la multitud, los outsider, a<br />

los que se les niega este conocimiento (eµkei¿noij de` ouµ de@dotai), ya<br />

que también ellos rechazan comprender : 13,13-15 (Cf. D.<br />

MARGUERAT, Le jugement dans l’Évangile de Matthieu, MdB 6,<br />

Genève 1981, 415-423). Según el autor (p.253) el redactor del Primer<br />

Evangelio está haciendo una relectura de Mc 4,1-34 a partir de su<br />

experiencia de haber sido excluido de la sinagoga a causa de su fe<br />

cristiana, en otras palabras, a partir del rechazo por parte de Israel.<br />

Mateo quería envalentonar y reforzar su iglesia/comunidad,<br />

traumatizada por esta experiencia (Cf. 13,16-17).<br />

¿Cómo están las cosas con Mc? ¿Cómo habla al lector el Segundo<br />

Evangelio? Aquí se vislumbra una constelación teológica diversa (Cf.<br />

V. FUSCO, Parola e regno: La sezione delle parabole (Mc r,1-34)<br />

nella prospettiva marciana, Brescia 1980; C.M. TUCKETT, “Mark’s<br />

Concerns in tHech Parables Chapter (Mk 4,1-34)”, Bib 69 (1988) 1-<br />

26; É CUVILLIER, “Parabolè dans la tradition synoptique” ETR 66<br />

(1991) 25-44). Marguerat (p. 254s) pone de relieve tres divergencias:


80<br />

- Mc no se interesa por la ruptura entre Israel y la Iglesia.<br />

Se concentra, más bien, en indagar como funcionan las<br />

parábolas en cuanto medio de comunicación (cf. La<br />

importancia del vocablo lo¿goj y los otros términos<br />

que tienen relación con el proceso comunicativo).<br />

- En Mc no se encuentra el contenido de una enseñanza<br />

nueva que se transmite (a diferencia de Mt, donde es<br />

esto el objeto de la enseñanza: Mt 13,11 – ta`<br />

musth@ria), sino el Hechcho de que se manifiesta en<br />

Jesús y, simultáneamente, se esconde el musth@rion del<br />

Reino (Mc 4,11). Marcos parece percibir en las<br />

parábolas una forma adaptada, más bien obligatoria<br />

para la comunicación de su kerygma , porque la<br />

transmisión del kerygma debe adaptarse al uso<br />

objeto/contenido que se desvela y se esconde al mismo<br />

tiempo. Hech aquí por qué, asegura Marguerat,<br />

encontramos algunos logia en el contraste “escondido”<br />

– “revelado” (Mc 4,21-25; forman parte de la tercera<br />

(última) fase en el desarrollo redaccional de este<br />

capítulo). La explicación de la parábola central, 4,14-20<br />

(la cual es, en efecto, una relectura eclesial de la<br />

parábola misma (vv. 3-9) y vuelve a aparecer en la<br />

segunda fase de la redacción) deja entrever una doble<br />

trama. Por un lado, existe el Hechcho de la difusión de<br />

la palabra (lo¿goj – semilla), por otro, se presenta<br />

incluso el fracaso, el cual, sin embargo, parecería<br />

formar parte inHechrente del misterio (musth@rion)del<br />

Reino.<br />

- Es verdad que Mc 4,11 hace una división insider –<br />

outsider. Sin embargo, es necesario tener presente que<br />

antes de comenzar el discurso parabólico, Jesús ha<br />

declarado: “El que hace la voluntad de mi padre este es<br />

mi Hechrmano y mi Hechrmana y mi madre” (3,35 –<br />

hace una confrontación con diversos contextos que se<br />

encuentran en Mt y en Lc). Además, no son solo los<br />

Doce los iniciados: “aquellos que estaban a su


81<br />

alrededor con los Doce” (4,10). Como si no fuera<br />

suficiente, el Segundo Evangelio crea una atmósfera de<br />

paradoja – de la cual, por otra parte, Mt no nos da<br />

tampoco unas pistas. En otras palabras, para Mc el don<br />

del misterio que los discípulos han recibido (es extraño<br />

que no se diga dónde y cuándo) equivale a decir que<br />

han recibido el don de la comprensión (Cf. 4,13).<br />

Así pues, ¿qué lector aparece reconstruido en Mc? Sin dudas de<br />

ninguna clase, se puede afirmar que el texto favorece la identificación<br />

del lector con el grupo de los iniciados (Cf. 1,176-20; 3,13-19; 3,35).<br />

Sin embargo, es el evangelista mismo quien desmantela este estado de<br />

privilegio y lo hace cuando apenas ha sido construido:<br />

- 4,35-41: les falta fe;<br />

- 6,37: no consiguen saciar a la gente;<br />

- 6,45-51: confunden al Señor con un fantasma;<br />

- 6,52; 8,14-21: no comprenden ni siquiera después de la<br />

multiplicación de los panes;<br />

- 8,31-32: Pedro, después de su rechazo, parece<br />

pertenecer a los outsider;<br />

- 9,10: observan el mandato de callar sin comprenderlo;<br />

Mc, transformando a los iniciados en Outsider, aniquila el<br />

concepto de privilegio ligado a ciertas informaciones confidenciales<br />

(p.256). El Segundo Evangelio no es un evangelio gnóstico: no<br />

protege el secreto ni tampoco narrativiza la disolución. No obstante,<br />

no es esta la última palabra de Mc. Por un lado, llama la atención del<br />

lector sobre algunas figuras ejemplares, las cuales, sin embargo, se<br />

encuentran al margen en cuanto a los insider: la mujer siro-fenicia<br />

(7,24-30); la mucHechdumbre hambrienta de la palabra (6,34; 8,2); un<br />

padre que confiesa “¡Creo! Pero aumenta mi fe (9,24); el centurión<br />

romano (15,39), y, finalmente, son los discípulos Hechridos a los que<br />

el Resucitado precederá en Galilea (16,7), (Cf.M. EBNER, “Du hast<br />

eine zweite Chance! Das Markusevangelium als Hoffnunsgeschichte”,<br />

in FS R. Zerfab, 1999, 31-40).


82<br />

Mc juega con el lector un juego mucho más sutil que el de Mteo<br />

(p.257). Pero, llegados a este punto, surge la pregunta: ¿Cómo<br />

explicar estos dos perfiles de lectores tan diversos (p.259)? Marguerat<br />

opina que la respuesta se puede encontrar en la situación histórica en<br />

la que los textos han nacido, y plantea algunas hipótesis al respecto,<br />

delineando como máximos represententante la ética de Mc y Mt, en<br />

particular en cuanto concierne a su argumento con referencia a la<br />

Torah. Estos dos evangelios dan dos visiones marcadamente diversas<br />

de la Torah. Hech aquí los puntos más sobresalientes:<br />

- Mc no se interesa, de hecho, por la Torah, sino más<br />

bien por la cristología: 2,1-3,6; 12,13-34; en Mt, sin<br />

embargo, Jesús restablece la voluntad originaria del<br />

Creador interpretando la Torah: 5,17-20.21-48; 7,12;<br />

22,34-40; 23,23;<br />

- En Mc los adversarios de Jesús utilizan mandatos de la<br />

Torah para camuflar su incredulidad ante una nueva<br />

revelación; mientras en Mt la causa de los choques<br />

entre Jesús y sus adversarios es más bien una lectura<br />

errónea de la Torah. En otras palabras, el evangelio de<br />

Mt provee una nueva hermenéutica. Se entrevén los<br />

fundamentos de un halakh cristiana.<br />

La redacción de Mc ocurrió verosímilmente en los años 60 en<br />

Roma o en Antioquía (p.260), en un ambiente bien distante del<br />

judaísmo, mientras Mt, alrededor de 15 años después, se dirige a una<br />

comunidad apenas expulsada de la sinagoga (para una visión diversa<br />

puede verse BROWN-MEIER, Antioch and Rome).<br />

Al lector, concluye Marguerat (p.262), se le da un privilegio en<br />

cuanto se refiere a la cristología del evangelio: Mc 1,1. Aún más, el<br />

relato no hace otra cosa sino problematizar todo lo que concierne al<br />

conocimiento de Jesús. Como afirma J. DELORME (“Évangile et<br />

récit: la narration evangélique en Marc”, NTS 43 (1997) 367-384;<br />

384) la pregunta que encontramos en el centro del evangelio (8,27-30)<br />

no es “¿quién es Jesús?”, como si debiera saberse o encontrarse la<br />

palabra justa para responder, sino “¿quién dicen los hombres que soy


yo?... Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Estas últimas preguntas<br />

requieren un sujeto que habla, que toma posición en la confrontación<br />

con otro. Así pues, para que existan personas idóneas en el relato del<br />

Evangelio, lo esencial no es adquirir un saber o repetirlo, sino, más<br />

bien, guardarse de los handicap de los ojos, de las orejas y del<br />

corazón. En otras palabras, no se trata solamente de una formación<br />

pedagógica, sino también de una iniciación a menudo dolorosa.<br />

4. EL EVANGELIO DE MATEO<br />

D.C. ALLISON, “MattHechw: Structure, Biographical Impulse, and<br />

tHech Imitatio Christi”, in THech Four Gospels 1992, Fs F. Neirynck,<br />

1203-1221; A.D.BAUM, “Papias als Kommentator evangeliscHechr<br />

AussprücHech Jesu: Erwägungen zur Art seines Werkes”, NT 38<br />

(1996) 257-276; ID., “Der neutestamentlicHech Kanon bei Eusebios<br />

(Hist. Eccl. III,21,1-7)”, ETL 73 (1997) 307-348; ID. “Papias, der<br />

Vorzug der viva vox und die Evangelienschriften”, NTS 44 (1998)<br />

144-151; ID., «Der Presbyter des Papias úber einen "Hechrmeneuten"<br />

des Petrus: zu Eusebius, Hist. Eccl. 3,39,15», ThZ 55 (1999) 21-35;<br />

ID., «Ein aramäiscHechr Urmatthaus im kleinasiatiscHechn<br />

Gottesdienst: Das Papiaszeugnis zur Entstehung des<br />

Matthausevangeliums», ZNW 92 (2001) 257-272; M. BLACK,<br />

«THech Use of RHechtorical Terminology in Papias on Mark and<br />

MattHechw», JSNT 37 (1989) 31-41; C. J. CLASSEN, RHechtorical<br />

Criticism of tHech New Testament, WUNT 128, Túbingen 2000; J. D.<br />

G. DUNN, «MattHechw's Awareness of Markan Redaction» in THech<br />

Four Gospels 1992, Fs F. Neirynck, 1349-1359; R. GRYSON, «A<br />

propos du témoignage de Papias sur Matthieu: le sens du mot ;lo©gion<br />

cHechz les Pères du second siècle», ETL 41 (1965) 530-547; J.<br />

KORZiNGER, «Das Papiaszeugnis und die Erstgestalt des<br />

Matthausevangeliums», BZ 4 (1960) 18-38; J. LIEU, «Temple and<br />

Synagogue in John», NTS 45 (1999) 51-69; U. Luz, «L'évangéliste<br />

Matthieu: un judéo-chrétien à la croisée-des cHechmins: Réflexions<br />

sur le plan narratif du premier évangile», in D. MARGUERAT - J.<br />

ZUMSTEIN, La mémoire et le temps, Fs P. Bonnard, MdB 23,<br />

Genève 1991, 77-92; M. MAYORDOM-MARIN, Den Anfang hóren:<br />

83


84<br />

Leserorientierte Evangelienexegese am Beispiel von Matthaus 1-2,<br />

FRLANT 180, Góttingen 1998; J. MuNCK, «Presbyters and disciples<br />

of tHech Lord in Papias: 'Exegetical Comments on Eusebius<br />

Ecclesiastical History III, 39», HTR 52 (1959) 223-243; F.<br />

NEIRYNCK, « APO TOTE HPEATO and tHech Structure of<br />

MattHechw», ETL 64 (1988) 21-59 = ID., Evangelica II, BETL 99,<br />

Leuven 1991, 141-182; B. NOLAN, THech Royal Son of Goda tHech<br />

Christology of MattHechw 1-2 in tHech Setting of tHech Gospel,<br />

OBO 23, Fribourg - Góttingen 1979; K.-H. OSTMEYER, «Der<br />

Stammbaum des VerHechienen: THechologiscHech Implikationen der<br />

Namen und Zahlen in Mt 1,1-17» NTS 46 (2000) 175-192; K. F.<br />

PLum, «Genealogy as THechology», SJOT 3 (1989) 66-92; A. PUIG<br />

I TARRECH, «I prolegomeni del Vangelo secondo Matteo (1,1-<br />

4,25)» in E. Franco, ed., Mysterium Regni ministerium Verbi, Fs Y.<br />

Fusco, Supplementi alla Rivista Biblica 38, Bologna 2000, 447-462;<br />

B. STANDAERT, «L'évangile selon Matthieu: Composition et genre<br />

littéraire», in THech Four Gospels 1992, Fs F. Neirynck, 1223-1249;<br />

G. THECHISSEN, «Vom Davidssohn zum WeltHechrrscHechr:<br />

Pagane und júdiscHech Endzeiterwartungen im Spiegel des<br />

Matthausevangeliums», in M. Becker - W. Fenske, ed., Das Ende der<br />

Tage und die Gegenwart des Hechils, Fs H.-W. Kuhn, Leiden 1999,<br />

145-164 [1999a]; H. C. WAETJEN, «THech Genealogy as tHech Key<br />

to tHech Gospel According to MattHechw», JBL 95 (1976) 205-230;<br />

4.1. Comenzar<br />

“Mi familia no carece de gloria, pues desciende de los sacerdotes.<br />

Al igual que cada pueblo tiene su forma de basar la nobleza, para<br />

nosotros las participación en el sacerdocio es signo de una familia<br />

ilustre”. Con estas palabras empieza FLAVIO GIUSEPPE su<br />

Autobiografia. De la misma forma, también Mateo comienza su libro<br />

con la genealogía de Jesús, abramos este capítulo sobre el Primer<br />

Evangelio con la perícopa que se presenta a los inicios de su escrito:<br />

1,2-17: ¿Por qué comienza así Mateo? ¿Por qué lleva al lector hasta<br />

Abrahám y por qué evoca numerosos personajes de la historia de<br />

Istael antes de presentar los hechos del nacimiento de Jesús? ¿Dónde


se debería iniciar la narración si en el horizonte del relato se presagia<br />

el fin del mundo (28,20)?<br />

Comenzar una obra es un momento crucial. “Es el momento de la<br />

elección” – afirma I. CALVINO en un ensayo que apareció en el<br />

apéndice de sus Lezioni americane – “se nos ofrece la posibilidad de<br />

decir todo, de cualquier forma posible; y debemos llegar a decir una<br />

cosa, de un modo particular”. Antes de dar inicio al discurso, sigue<br />

Calvino, “tenemos a disposición todos los lenguajes: aquellos<br />

elaborados por la literatura, los estilos en los cuales se expresa la<br />

civilización y los individuos a través de los siglos y en los distintos<br />

pueblos, y, también, los lenguajes elaborados por las disciplinas más<br />

variadas, con el fin de alcanzar las más distintas formas de<br />

conocimiento: y nosotros queremos extraer el lenguaje adaptado para<br />

decir lo que queremos decir, el lenguaje que está en lo que queremos<br />

decir”.<br />

También en los inicios de los evangelios canónicos se debe prestar<br />

una atención diligente, porque todos los evangelistas empiezan su<br />

discurso con textos articulados con presteza y rapidez (DAVIES-<br />

ALLISON, 1988: 186ss). Mc (véase CLASSEN, 200: 69-75)<br />

comienza de un modo bastante insólito respecto a las convenciones<br />

contemporáneas. El principio de Mc, según Classen, recordará a sus<br />

lectores el inicio del libro de Oseas (1,2: “aµrxh` lo@gou kuri¿ou pro`j<br />

WsHech”; “kaiì eiåpen ku@rioj”). Sin embargo, aun portando<br />

cambios, el Segundo Evangelio no miraba solamente suscitar la<br />

atención de sus lectores y facilitar la recepción de su escrito sino que<br />

quería también volverles curiosos. Classen, en efecto, es de la opinión<br />

de que Mc habría elegido este principio insólito para señalar dos<br />

temas fundamentales de su libro: la Buena Noticia y el Mesías. Por lo<br />

que respecta al término aµrxh, este vocablo debe considerarse como<br />

aquello de lo que depende lo que sigue, de lo que surge todo. En<br />

efecto, ¿no sería totalmente banal, se pregunta Classen, afirmar al<br />

inicio que se trata del inicio? Seguidamente, antes de hablar de la<br />

misión del Bautista, Mc pone en claro que Juan no tiene relevancia<br />

alguna fuera de ser el precursor del Mesías. La sección que abre el<br />

evangelio se concluye mencionando al Espíritu Santo (1,8: “Yo os<br />

85


86<br />

Hech bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”)<br />

anticipando así las tres referencias al Espíritu en el Evangelio: 3,28-29<br />

– inmediatamente después la institución de los doce; 12,36, donde se<br />

habla de la relación entre David y el Mesías; y 13,11, esto es, en el<br />

discurso escatológico. A propósito del Bautista se utiliza dos veces el<br />

verbo “predicar” (1,4.7). Sucesivamente, el mismo verbo se usará con<br />

relación a Jesús cuatro veces en el primer capítulo: 1,14.38.39.45. A<br />

este uso se añaden otras seis recurrencias: 3,14; 6,12 (los discípulos),<br />

5,20; 7,36 (personas sanadas por Jesús), 13,10; 14,9 (Jesús hablando<br />

de la predicación futura del evangelio). Classen subraya: presentando<br />

el evangelio como objeto de la predicación y repitiendo este seis veces<br />

en el primer capítulo (1,4.7.14.38.39.45). Mc pone en el fuego la<br />

importancia de esta actividad de predicación. Así, si desde el inicio el<br />

evangelio de Mc enfoca sus temas centrales del libro: la buena noticia<br />

sobre el Mesías, prometido por los profetas y cuya venida ha sido<br />

preparada por el precursor.<br />

Lc comienza su obra (esto es, el evangelio y los Hechchos) con<br />

una frase larga y cuidada, siguiendo las normas de la retórica griega<br />

(O,. FLICHY, L’oeuvre de Luc: L’Évangile et les actes de Aportes,<br />

Cahier Évangile 114, Paris 2000, 10-15):<br />

(1)Porque muchos han intentado<br />

+exponer ordenadamente los Hechchos<br />

–de las cosas que han sucedido entre nosotros,<br />

(2) como nos las han transmitido aquellos que desde el principio<br />

fueron testigos oculares y ministros de la PALABRA,<br />

(3) y me ha parecido también a mí<br />

después de haber indagado todo desde el principio<br />

con cuidado,<br />

+de escribirte todo por orden, excelentísimo Teófilo,<br />

(4) con el fin de que te des cuenta de la solidez de la PALABRA<br />

que te han sido enseñadas.<br />

La estructura de la frase podría ser ordenada también del siguiente<br />

modo:


Muchos han intentado Y me ha parecido bien también a mí<br />

Exponer la narración Escribir por orden<br />

Las cosas que han sucedido<br />

entre nosotros Todas las cosas<br />

desde el principio Desde el inicio<br />

Como nos las han<br />

transmitido ellos Con el fin de que te des cuenta<br />

El prólogo de una obra siempre establece un pacto para la lectura<br />

(pacte de lecture), afirma la Flichy, Este concepto se puede definir así:<br />

“conjunto de convenciones con las que el narrador programa la<br />

recepción del texto por parte del lector y circunscribe el acto de leer.<br />

El pacto de lectura se estrecha explícitamente a través del peritexto<br />

(enunciados que preceden o siguen inmediatamente al texto y que<br />

condicionan la lectura del mismo (título, prólogo, prólogo,<br />

conclusión)), implícitamente con el género literario del relato” (Cf.<br />

MARGUERAT- BOURQUIN, 2001:130). El pacto de lectura se liga,<br />

así pues, con más precisión a dos posiciones textuales privilegiadas: el<br />

peritexto y el comienzo tienen un papel decisivo para determinar la<br />

filiación del relato a un género literario.<br />

“Érase una vez...<br />

-Un rey –dirán enseguida los lectores más pequeños-. No, niños,<br />

habéis fallado. Érase una vez un trozo de madera.”<br />

Desde el comienzo de las aventuras de Pinocho salta a los ojos qué<br />

profundamente está enraizada en nuestra percepción de la literatura la<br />

idea del género literario. Incluso, el narrador de una fábula se siente<br />

movido a explicar su pertenencia a la tradición fabulesca, a aclarar<br />

que, a pesar de este desvío entre las expectativas de los “pequeños<br />

lectores” y su relato, cuando siguen entra dentro del género literario de<br />

la “fábula”, llamada así a causa del principio convencional, o sea, la<br />

87


88<br />

expresión fabulesca “Érase una vez”, Ciertamente, la idea del género<br />

literario no es necesariamente tematizada, así, uno se da cuenta de ello<br />

solamente después de un distanciamiento interpretativo, aún más esta<br />

constituye el cauce de la comunicación literaria. Fallar en la mira del<br />

género literario oscurece la comprensión de cualquier enunciado,<br />

también en el ámbito de la comunicación cotidiana. Día a día debemos<br />

reconocer muchos géneros diversos y crear otros tantos. Quizás<br />

podríamos arriesgarnos a decir que la percepción de los géneros<br />

literarios, y el generar estos, forma parte de la socialización, y, por<br />

consiguiente, se trata de un sistema de convenciones, las cuales no<br />

ayudan a comunicarnos recíprocamente en nuestra vida como “seres<br />

sociales”, por usar la definición de ARISTÓTELES. (De Hechcho fue<br />

él (Política 1253 a3) quien definió el hombre como “ser social<br />

(politiko´n zw^on): “el estado es un producto natural, el hombre, por<br />

naturaleza, es un ser social” Cf. Etica NicomacHecha I, 1169 b18: “el<br />

hombre, en efecto, es un ser político y se inclina naturalmente a la<br />

vida en sociedad”).<br />

¿Cómo se delinea este pacto en el tercer evangelio? Lc, por su<br />

parte, no descarta de Hechcho las obras precedentes, subraya también<br />

la relevancia de su aportación. Sirviéndose del precepto (peri` tw^n<br />

peplhpoforme¿nwn)pone de relieve que el pasado relatado tiene su<br />

valía para su propio presente y para el presente de sus lectores, entre<br />

los cuales se incluye él mismo (e`n h`mi^n). Por otro lado, recurriendo a<br />

la forma pasivas, sugiere que Dios mismo condujo los<br />

acontecimientos a su cumplimiento. En otras palabras, Lc inserta sus<br />

predecesores en la tradición. La palabra (logos) significa en la obra<br />

lucana, por un lado, la palabra de Dios (At 4,31; 6,2.7; 8,14; 11,1;<br />

12,24; 13,5.7.46; 17,13; 18,11) y por otro, la palabra del Resucitado<br />

(At 13,44.48.49; 15,35.36; 16,32; 19,10.20), pero también la buena<br />

noticia de la salvación que Jesús ha traído (At 10,36). En esta frase<br />

inicial, así pues, se perfila el proyecto del evangelista. Lc precisa su<br />

método, que es el método del historiógrafo. El significado del orden<br />

(Cf. a`nata´ssomai) no se agota con la cronología, observa la Flichy,<br />

sino más bien insinúa una lógica inHechrente (Cf. At 11,4).<br />

Las palabras que están en el comienzo de Jn (1,1), asegura<br />

CLASSEN (200: 91), no entreabren, de hecho, información alguna,


sino que ofrecen una afirmación de índole filosófico-teológica. Esta<br />

manera de comenzar no es un procedimiento que caracterice ni a la<br />

narrativa ni al discurso argumentativo. Además, Classen subraya que<br />

si un lector no hubiese conocido de qué está hablando el autor, se<br />

encontraría bastante perplejo, porque para un extraño no está claro el<br />

hecho que aparece adornado y recubierto de títulos elogiosos en este<br />

fragmento. En otras palabras, esto sería un argumento más para que no<br />

consideremos al Cuarto Evangelio como un escrito misionero. El<br />

Prólogo pone de relieve que el relato del ministerio de Jesús se<br />

considera como la revelación de los designios del Dios eterno. La<br />

eternidad y el tiempo, así pues, están fuertemente unidos entre ellos.<br />

La eternidad continuamente interfiere en el tempo, aún más, y esto es<br />

verdaderamente esencial para comprender el evangelio, el tiempo<br />

conserva su importancia, porque permanece el vínculo de unión entre<br />

el creador y la creación. Por esto, la vida de Jesús, vista de manera<br />

concreta, bien enraizada en el sistema de coordenadas del tiempo y del<br />

espacio, tiene una relevancia insuperable para el Cuarto Evangelio,<br />

así, es una de las características que constituyen la esencia de ser un<br />

“evangelio”. Estamos, así pues, ante una paradoja: la línea del tiempo<br />

y de la historia permanece en Dios y Dios irrumpe en la historia. De<br />

este modo, entre su principio y los cuatro evangelios, se prepara al<br />

lector –cada uno a su modo- para lo que sigue en los libros<br />

respectivos.<br />

4.2 La genealogía<br />

Los evangelistas, particularmente, Mateo y Lucas, buscan<br />

presentar a Jesús como aquel que cumple las esperanzas de la<br />

humanidad, y, ante todo, las de Israel. En el comienzo del Primer<br />

Evangelio, esta característica es acentuada evidentemente. Al lector<br />

moderno se le escapa este énfasis, porque la genealogía como tal es<br />

algo oscuro y duro para él. Además, es crucial reconocer que se está<br />

frente a un género literario bien conocido y difusamente utilizado en<br />

la literatura veterotestamentaria. Así pues, presentando las<br />

características de esta forma, se arrojará luz tanto sobre el método<br />

como sobre las intenciones del evangelista. Por un lado, valiéndose de<br />

89


90<br />

esta sagacidad literaria, Mt rinde homenaje al At, resume la historia<br />

por la que Yahvé ha Hechcho pasar a su pueblo; por otro lado, como<br />

se verá más adelante, Mt se sirve de este pasado con una fidelidad<br />

creativa: interpreta el pasado, interpreta la historia con la que Jesús<br />

entra en el universo narrativo del evangelista. Se podría decir también<br />

que con esta perícopa inicial se presenta al lector implícito el<br />

programa del Primer Evangelio, se comunica la idea organizadora, la<br />

cual meterá el relato en el libro “de la genealogía de Jesucristo, hijo de<br />

David, hijo de Abrahán” (1,1). Aun corriendo el riesgo de simplificar<br />

las cosas de una manera del todo excesiva, se podría decir,<br />

probablemente, que el mensaje de este género literario al inicio del<br />

evangelio no es otro que el de querer comprender a Jesús habiendo<br />

leído el AT.<br />

Cuando el primer evangelio comienza contando la historia de<br />

Jesús de Nazaret imita, así pues, un género literario bien conocido en<br />

el AT. La historia de Noé (Gen 5-9) comienza con una genealogía<br />

(Gen 5,1-31), como la de Abrahán (Gen 11-25; 11,10-32). También<br />

las Crónicas comienzan con largas genealogías (1Cr 1-9). Utilizando<br />

este género literario, Mt aparece como uno que concibe su obra como<br />

un desarrollo posterior de la historia bíblica. Por otra parte,<br />

comenzando con una referencia al libro del Génesis (“Bi¿bloj<br />

gene@sewj ¹Ihsou^ Xristou^ ui¸ou^ Dauiìd ui¸ou^ ¹Abraa@m”)el<br />

primer evangelista sugiere que se dispone a escribir una obra, la cual,<br />

en cierto sentido dependiente del Génesis. Presentando a Jesús como<br />

“hijo de David e hijo de Abrahán”, lo bosqueja como al Mesías<br />

davídico. El hecho de insertar su historia ligada al exilio, por un lado,<br />

pretende poner de relieve claramente que Jesús ha llegado en el<br />

tiempo oportuno (Cf. Gal 4,4) y, por otro, teniendo presente que en la<br />

apocalíptica del Judaísmo (Dan 9,24-27; 1 Enoc 91,12-17; 93,3-10; 2<br />

Baruch 67,1-74,4) la época del exilio se presenta como la que precedía<br />

a la época de la redención inminente, Mt, con Jesús puesto en el<br />

momento conclusivo de las catorce generaciones después del exilio,<br />

señala con nitidez el fin de la época exílica. Así, Mt 1,2-17 traza una<br />

historia cuyo garante es Dios, y, cuyo culmen es Jesucristo. Las<br />

promesas hechas a Abrahán y a David son puestas en peligro durante<br />

el exilio. En Jesús, sin embargo, la historia de la salvación alcanza su


telos (Cf. Rm 10,4). Además, el nacimiento de Jesús ocurre en<br />

circunstancias extraordinarias. La genealogía prepara al lector para<br />

estos acontecimientos sin precedentes, demostrando cómo Dios<br />

bendice relaciones potencialmente escandalosas (Tamar, Rahab, Rut,<br />

Betsabé) y que Dios ha establecido y, a pesar de todo, ha mantenido la<br />

estirpe de David, que, como sugiere la línea ininterrumpida de las<br />

generaciones, no ha venido a menos jamás. Por otra parte, la<br />

genealogía revela, al menos implícitamente, la identidad de la iglesia<br />

(Cf. m. ‘Abot 1,1 –tratado de la Mishnà, inserto en cuarto orden,<br />

Nexikìn “daños”, relativo al derecho civil y penal rabínico- llamado<br />

también Pirk’e Avòt “lecciones de los Padres” comienza con la<br />

shalshèlet hakabbalà, “cadena de las tradiciones”, y hace un elenco de<br />

14 generaciones entre Moisés e Hillel; la primera frase enumera cinco<br />

eslabones de la cadena de transmisión; los sacerdotes ven aquí una<br />

clara referencia a los cinco libros de la Torà: “moisés recibió la Torà<br />

en el Sinai y la transmitió a Josué, y Josué a los Ancianos, y los<br />

Ancianos a los Profetas, y los Profetas las transmitieron a los hombres<br />

de las grandes Congregaciones”, Pirkè Avòt Lezioni dei Padri con el<br />

Comentario “Maghèn Avòt de Rav D.Z.S. Segre di Vercelli (sec.<br />

XIX) y las anotaciones “Shalmì Banìm” de Rav A.M. SOMEKH,<br />

Milán 1996): judíos y paganos encuentran identidad en su común<br />

Señor (Mt 18,20). A pesar de que la Iglesia pertenezca al mundo<br />

helenístico sin raíces, dicen Davies y Allison, en virtud de su unión<br />

con Cristo, tiene un ligamen cierto y seguro con el pasado, que en la<br />

antigüedad tenían una importancia sin par.<br />

4.2.1. Las dificultades con la genealogía<br />

Por cuanto concierne a la frase introductoria (Bi¿bloj gene@sewj<br />

¹Ihsou^ Xristou^ ui¸ou^ Dauiìd ui¸ou^ ¹Abraa@m; ge¿nesih, puede<br />

significar “nacimiento”, “inicio”, “genealogía”) dos opiniones se han<br />

desarrollado. Según algunos, aquí se trata del título del evangelio.<br />

Entre los que así opinan, sobresale Jerónimo, y, en la edad moderna:<br />

ZAHN (1903), KINGSBURY (1975: 10 n54), LUZ (1985: 88),<br />

STANTON (1992: 1189S), quienes afirman que el primer versículo se<br />

refiere o a la genealogía verdadera (vv. 2-17) o, quizás, al relato de los<br />

91


92<br />

“orígenes” de Jesús (vv. 2-25). STANTON pone de relieve que los<br />

textos paralelos más cercanos son Gen 2,4 7 5,1:<br />

Gen 2,41: auÀth h´ bi¿bloj gene@sewj ouµranou^ kaiì gh^j<br />

Gen 5,1a: auÀth h´ bi¿bloj gene@sewj aµnqrw¯pwn<br />

Está claro que estas frases no son títulos pero sí se unen a las<br />

genealogías (tôledot).<br />

Echando una ojeada más atenta a la genealogía de Jesús, se descubren<br />

posteriores problemas:<br />

- La última sección de la genealogía tripartita (después de<br />

Jeconías, contiene solo 13 generaciones (incluido Jesús) e,<br />

igualmente, no cuadra la adición al v. 17: “Así, las<br />

generaciones desde Abrahám hasta David (son) catorce<br />

generaciones y de David hasta la deportación de Babilonia<br />

catorce generaciones, y de la deportación de Babilonia a<br />

Cristo, catorce generaciones”. Podemos descartar la opinión<br />

según la cual Mt no podía cambiar la genealogía, porque esta<br />

provenía de la misma familia de Jesús. Efectivamente, si este<br />

hubiera sido el caso, es decir, si en el cristianismo primitivo se<br />

hubiera conocido la genealogía anagráfica de Jesús, ¿cómo<br />

podría explicarse la genealogía de Lc? Además, con 13<br />

generaciones sería difícil abarca alrededor de 575 años (Cf.<br />

OSTMEYER, 2000: 177n8, 178n12; SANDERS (SANDERS-<br />

DAVIES, 1989: 35s) afirma que si los nombres se multiplican<br />

por 25 ó 30; es decir, con el número de los años para cada una<br />

de las generaciones, la versión de Lucas, con los 21 nombres<br />

en esta sección parece más plausible). Desde este punto de<br />

vista, la versión de Lc es más convincente.<br />

- Mt cancela algunos nombres de la lista de los reyes, que se<br />

encuentran en 1Crón, para llegar al número 14 de David hasta<br />

Jeconías. Faltan: Ocozías, Joas, Amasías (1Crón, 3,11-12) y<br />

Joaquín (1Crón 3,15-16). Teniendo presente esta libertad ¿no<br />

es quizás lícito pensar que no habría podido Mt insertar


93<br />

tranquilamente otro nombre en la tercera parte de la genealogía<br />

con la idea de tener el cómputo correcto hasta el final (v.17)?<br />

- No está claro por qué comenzar la genealogía con Abraham:<br />

ser hijo de Abraham es algo obvio para un hebreo (Cf. LUZ,<br />

1985: 92ss). Surge así la pregunta de si Abraham no ha sido<br />

introducido con el fin de que se llegase en la primera sesión al<br />

cómputo deseado, esto es, al número 14.<br />

- Es un tanto curioso que se subraye desde el inicio que Jesús<br />

es “hijo de David” e “hijo de Abraham”, cuando más tarde se<br />

relativicen las pertenencias familiares: 3,9; 8,11-12; 22,41-46.<br />

-No se hace referencia a las grandes figuras femeninas de la<br />

historia de la salvación, como Sara, Rebeca, Raquel. Su<br />

ausencia es tanto más sorprendente cuanto desconcertante es la<br />

presencia de las mujeres en la primera sección: Tamar, Rahab,<br />

Rut y Betsabé. Esta última no es denominada por su nombre,<br />

sino que se refiere a ella en relación con el nombre del marido<br />

eliminado por David. En otras palabras, lo que se pone de<br />

relieve es la culpa de David.<br />

4.2.2. La estructura de la genealogía.<br />

Para recabar la estructura de la genealogía, el cómputo que<br />

encontramos al final nos da una clave. Mirando poco antes del final<br />

(v.17), entre las 14 generaciones tienen una posición de resalto: David<br />

y Jeconías. No hay sombra de dudas que el puesto de Abraham, siendo<br />

el primero, es ya una colocación de gran relieve. Las fuentes de la<br />

primera parte son Rt 4,18-22 y 1Crón 1,34-2,15; para la segunda, en<br />

cambio, 1Crón3,1-16; los primeros tres nombres de la tercera vienen<br />

desde Esd 3,2; Ag 2,2; 1Crón 3,16-19. Los cambios efectuados en la<br />

lista de los reyes revelan las intenciones de Mateo. De la lista de<br />

1Crón se trasladan tres nombres, de modo que Azarías/Ozías puedan<br />

encontrarse en el séptimo puesto y, por la misma razón, se omite el<br />

padre (Iakîm) con el fin de que el hijo Jeconías ocupe el puesto<br />

catorce.<br />

Este juego con los números era un uso desconocido en la literatura<br />

judaica (Cf. gematria; DAVIES-ALLISON, 1988: 164). El séptimo y


94<br />

el catorce en la lista de los reyes reciben, así pues, un marcado relieve.<br />

¿Quiénes son estas figuras? Ozías/Azarías, reyes de Judá, de los<br />

cuales, el segundo, 2Re 15,3-5, era leproso, y Jeconías, Ioachin, el rey<br />

deportado a Babilonia, al que se le denomina “el prisionero” en los<br />

LXX, 1Crón 3,17 (Iexonia-asir, asir es simplemente la<br />

transliteración del término hebreo “prisionero”, pero, en los LXX esto<br />

forma parte del mismo nombre). ¿Cómo explicar esta elección por<br />

parte de Mt? En la antropología del judaísmo, como, quizás, en la del<br />

protocristianismo, existía la opinión común de que los antepasados<br />

influyen decisivamente sobre sus descendientes. Ej.: Adamo en<br />

FILÓN (La creación del mundo según Moisés, en Filón de Alejandría,<br />

La filosofía mosaica, Milán 1987):<br />

(136) Aquel primer hombre nacido de la tierra, modelo de todo<br />

nuestro género, me parece que fue generado perfecto en el alma y en<br />

el cuerpo, diferenciándose mucho de los hombres que vendrían<br />

después, por su excelencia en los dos elementos que lo constituían<br />

(...);<br />

(145) Así pues, se ha hablado de la belleza espiritual y física del<br />

primer hombre creado, permaneciendo muy por debajo de la verdad,<br />

pero, ciertamente cuanto era posible para los límites de nuestras<br />

fuerzas. En cuanto a sus descendientes, que participan de la Idea del<br />

primer hombre, conservan por necesidad, aunque se debiliten, las<br />

improntas de su parentela con el progenitor.<br />

Cf.: Rm 5,12-14; VitAd, 44; 49; syrBar 17,3; 23,4;48,42;54,15; 4Esra<br />

3,7.26.<br />

En el Génesis, por ejemplo, los antepasados pronuncian<br />

bendiciones o maldiciones sobre su posteridad: 9,25-27; 12,2; 16,12;<br />

25,18; 27,37-40; 48,19; 49,3-27. De esta forma, lo que contaba no era<br />

solamente el primero de los eslabones, sino toda la cadena. También<br />

para Pablo este modo de pensar y de razonar es una cosa descontada:<br />

Isaac e Ismael (Rm 9,7-8; Gal 4,28-31), Sara y Agar (Gal 4,22-27),<br />

Cristo y Adán (Rm 5,12-14; 1Cor 15,21-22.48). Así pues, se puede<br />

afirmar que los evangelistas (Mt y Lc) se sirven de las genealogías<br />

para pincelar las hazañas de Jesús. En otras palabras, la genealogía, y<br />

en particular algunas figuras que ocupan un puesto de relevancia en el


árbol genealógico, forman parte del mensaje teológico, el cual -no se<br />

debe olvidar- se articula en una narración.<br />

Patriarcas y madres<br />

de origen pagano<br />

Reyes Sacerdotes<br />

(1) Abraham Salomón Salatiel<br />

Isaac Roboán Zorobabel<br />

Jacob Abías Abiud<br />

Judá de Tamar Asá Eliacín<br />

Farés Josafat Azor<br />

Jesrón Jorán<br />

nombres)<br />

(faltan Sadoc<br />

(7) Arán (21) Ozías (35) Aquín<br />

Aminadab Joatán Eliud<br />

Naasón Acaz Eleazar<br />

Salmón de Rahab Ezequías Matán<br />

Booz de Rut Manasés Jacob<br />

Obed Amós (40) José<br />

Jesé Josías Jesús<br />

(14) David de la (28) Jeconías<br />

(mujer) de Urías<br />

Por cuanto respecta a los reyes (por lo demás, Lc no hace mención<br />

de los reyes de Judá) Ozías y Jeconías tienen un puesto privilegiado.<br />

Las informaciones que se pueden recabar a su respecto en 1Re 15,5<br />

(enfermedad), y en los LXX 1 Crón 3,17 (prisión) no figuran en la<br />

genealogía. Pero es una carencia más aparente que real. En realidad,<br />

ninguna información viene asegurada, ni siquiera en los casos donde<br />

se mencionan las mujeres. El lector implícito está invitado a evocar en<br />

su mente los detalles ocultos. Para dar al lector esta tarea está el<br />

puesto que ocupan los nombres en cuestión. Como Mayordomo-Marín<br />

(1998: 220) pone de relieve, los nombres son siglas (Kurzschiffren),<br />

que hacen referencia a relatos enteros. No es por casualidad que el<br />

primer relato de milagros en Mt sea la curación de un leproso (8,2-4;<br />

Cf. Mc y Lc, en los cuales la curación de la suegra de Pedro (Mc<br />

1,29-31; Lc 4,38-39) es el primero, y la curación del leproso sigue<br />

95


96<br />

más tarde (Mc 1,40-45; 5,12-16)) y después en Mt 8,17 Jesús es<br />

presentado como sanador y liberador.<br />

Por cuanto concierne a la primera sección, llama la atención el<br />

hecho de que David sea nombrado tras los patriarcas. Hay otra<br />

característica que hace esta parte diferente de las otras dos: la<br />

presencia de las mujeres y, además, algunas paganas. El hecho de ser<br />

extranjero no juega ningún papel en las otras partes de la genealogía.<br />

Por esto no se hace referencia a la madre de Roboán (Naama), por<br />

ejemplo, que era extranjera (1Re 14,21.31; cf. 1Re 11,1ss – de entre<br />

todos, Salomón habría sido el personaje ideal para nombrar mujeres<br />

extranjeras). Abrahán era considerado también “padre de todos los<br />

creyentes” (Rm 4,11), incluidos los paganos (Gal 3,7-9). En las<br />

genealogías, las mujeres paganas prefiguran la salvación de los<br />

gentiles, que, por otra parte, es el horizonte lejano del Primer<br />

Evangelio (28,16-20; Cf. DAVIES – ALLISON, 1988: 158; LUZ,<br />

1985: 94 ss). ¿Por qué se le da a Aran un puesto que sugiere una<br />

importancia particular? OSTMEYER (200: 181) señala que en 1Crón<br />

2,9, en la versión de los LXX, encontramos este nombre, mientras que<br />

falta en el TM. Es probable que los LXX identifiquen Aran con los<br />

Arameos (1Crón 2,23), estos últimos, en otro lugar, se presentan como<br />

la quintaesencia de lo extranjero (Inbegriff der FremdHechit). Por otra<br />

parte, los arameos se presentan a menudo como los más feroces y<br />

duros enemigos de Israel (Ej. Núm 23,7; 2Sam 8,5-13; 10,6-19; 1Re<br />

11,25; 20,20-30; 2Re 6,8-9).<br />

Los nombres de la tercera parte tienen referencias<br />

veterotestamentarias (Namensvettern). Ya los dos primeros señalan la<br />

orientación: Salatiel y Zorobabe. Zorobabel tenían un papel de primer<br />

plano en Jerusalén después del regreso de Babilonia (Ag 1,1.14;<br />

2,2.21; Esd 3,2.8; 5,2). Abiúd – Acrón 5,29; Eliacín – Neh 12,41;<br />

Azor – Neh 3,19; Sadoc – un nombre típico de los sacerdotes : 2Sam<br />

15,29; 1Crón 5,34.38; 6,38; 9,11; Eliúd – 1Crón 26,7; Eleazar – así se<br />

llama uno de los hijos del sumo sacerdote Aarón: 1 Crón 24,1-4;<br />

Matán – el nombre tiene reminiscencias negativas; según 2Re 11,18 y<br />

2Crón 23,17 un sacerdote de Baal llevaba este nombre; sin embargo,<br />

podría ser que Mt haya pensado en uno de los numerosos sacerdotes<br />

que se llamaban Matías/Matatías. En cierto sentido, esta tercera


sección está colgada en el aire. Solamente tenemos aquí un nombre de<br />

relieve: Aquím. OSTMEYER (2000: 184) es de la opinión que por vía<br />

de la semejanza fonética nos sería evocada aquí la columna derecha<br />

del vestíbulo del templo de Salomón: Iaxoum (1Re 7,21/LXX 1Re<br />

7,7). Así, la columna del Templo llega a ser la columna de la tercera<br />

parte.<br />

La genealogía quiere poner en el fuego la idea de que Jesús es<br />

aquél en el que desembocan las promesas del AT. Ser hijo de Abrahán<br />

o ser hijo de David puede relativizarse, porque para Mt Jesús es el<br />

heredero prometido a Abrahán, y lo que cuenta no es la descendencia<br />

biológica, sino el hecho de que Jesús, según el plano eterno de<br />

salvación de Dios, es el “hijo de David”, es decir, el Mesías, y, como<br />

tal, es superior de David. ¿Por qué no ha añadido Mateo un nombre<br />

(de forma que Jesús tuviera una posición de relieve) o, quizás dos (de<br />

modo que Jesús comenzase una nueva sección)? Jesús aparece en la<br />

40a generación después de Abrahán. El número 40 tiene valores<br />

simbólicos muy desarrollados en el judaísmo (OSTMEYER, 2000:<br />

187-189). Por ejemplo, florecían las especulaciones sobre la gravidez.<br />

El valor numérico de las letras hebreas de la palabra “gravidez” es de<br />

271. A este número se le añade posteriormente dos y así llegamos a<br />

273: 39 semanas justas. Según este cómputo, con el nacimiento<br />

comienza la 40ª semana. Así, el número 40 era la cifra del cambio, de<br />

un nuevo comienzo por excelencia. Las 40 generaciones, afirma<br />

Ostmeyer, representan la historia de Israel, que era grávida de<br />

promesas, que se realizan con el nacimiento de Jesús (Cf. la<br />

importancia que se atribuye en el primer evangelio a dicha fórmula de<br />

cumplimiento, que aparece 10 veces). La venida al mundo del<br />

Emmanuel (1,21), inaugura una nueva época. La salvación ha llegado<br />

y permanecerá para siempre (28,20). Toda la historia, todas las<br />

promesas, llegan a su cumplimiento, por esto aparecen en la<br />

genealogía patriarcas, reyes, sacerdotes, paganos, etc. Así, esta<br />

primera perícopa que abre el evangelio no es solamente un árbol<br />

genealógico, sino más bien un resumen de toda la historia de la<br />

salvación. La posición de Jesús en esta genealogía quiere comunicar al<br />

lector que con él se verifica un momento decisivo, como con David y<br />

con el exilio.<br />

97


98<br />

4.2.3. Una comparación: la genealogía de Lc (3,23-38)<br />

Lc presenta una genealogía en un contexto diferencia, esto es,<br />

después del bautismo de Jesús. Las semejanzas entre las dos versiones<br />

son pocas:<br />

- la línea genealógica de Jesús es trazada a través de José.<br />

- encontramos los mismos nombres entre David y Aminadab, entre<br />

Esrom y Abrahán.<br />

Las principales diferencias entre los diferentes contextos son:<br />

- en Lc hay un orden ascendente;<br />

- no hay ninguna referencia a las mujeres;<br />

- 36 nombre completamente desconocidos para Mt y el AT: Lc ha<br />

utilizado una fuente diferente de la de Mt;<br />

- Jesús inicia la duodécima y última serie de siete: Cf. 4Esd 14,11<br />

(Dios – 77: doblemente perfecto; David – 42: seis veces siete);<br />

- Lc, delineando claramente la identidad de Jesús, como<br />

descendiente de David y de Abrahán, muestra claramente como él se<br />

inserta dentro del plan divino que se remonta a la creación de la<br />

humanidad (Cf. E. SAMAIN, “La notion de APXH dans l’oeuvre<br />

lucanienne” en F. Neirynck, ed., L’Évangile de Luc, Fs L. Cerfaux,<br />

BETL 32, Gembloux 1973, 299-328).<br />

Jesús Nagai Abdí Jonán Aminadab<br />

José (1) Maat Cosán Eliaquín Admin. (49)<br />

Elí Matatías (14) Elmadán Meleá Arní<br />

Matat Semeín Er Mená Jesrón<br />

Leví Josec Jesús (28) Matatá Fares<br />

Melquí Jodá Eliécer Natán Judá<br />

Jannaí Joanán Jorín David (42) Jacob<br />

José (7) Resá Matat Jesé Isaac<br />

Matatías Zorobabel Leví Obed Abrahán (56)<br />

Amós Salatiel (21) Simeón Booz Tara<br />

Naún Nerí Judá Salmá Nacor<br />

Eslí Melquí José (35) Naasón Seruc<br />

Ragau Cainán Lamec Maleleel Adán


Fálec Arfaxad Matusalén Cainán Dios<br />

Eber Sem Hechnoc (70) Enós<br />

Salá Noé Jaret Set<br />

_<br />

4.3. Algunas características del Primer Evangelio<br />

“Pasar del segundo evangelio al primero es un poco como dejar la<br />

naturaleza para entrar en una iglesia” (LEÓN-DUFOUR, 1990: 69).<br />

Mt es el “evangelio eclesiástico”: el más citado desde los inicios de la<br />

Iglesia. Pero esta afirmación se difumina por el hecho de que el<br />

Primer Evangelio es citado también por escritos de tradiciones que<br />

representan orientaciones que la Iglesia grande no ha reconocido<br />

como normativos: ej. El Evangelio de los Nazareos, y, el Evangelio de<br />

los Ebionitas (LUZ, 1191: 84; W.D. KÖHLER, Die Rezeption des<br />

Matthäusevangeliums in der Zeit vor Irenäus, WUNT II/24, Tübingen<br />

1987). Esta posibilidad de ser acogida por varias comunidades, a pesar<br />

de sus contradictores, da diferentes impostaciones religiosas que se<br />

excluyen recíprocamente, encontrando su punto de apoyo,<br />

paradójicamente, en la premisa de totalidad por parte de Mt. Esta<br />

premisa se articula de dos formas fundamentales en el relato. Por un<br />

lado, Mt subraya que en Jesús las promesas del AT se han cumplido<br />

(Cf. la genealogía y el uso característico de las citas de cumplimiento),<br />

en otras palabras, Mt pone de relieve que Jesús es el Mesías en<br />

persona y, este cumplimiento se demuestra tanto en el linaje como en<br />

el comportamento de Jesús, y, por otra parte, Mt remarca que en Jesús<br />

se cumplen también las esperanzas de los gentiles (2,1-12;<br />

THECHISSEN, THechory, 177s; ID., 1999ª: 145-164). Por otro lado,<br />

Mt formula una ética aristocrática (THechissen, THechory, 176s), una<br />

ética de superación: la comunidad cristiana debe señalar los límites<br />

entre una mejor interpretación de las tradiciones que comparte con el<br />

judaismo (5,20; 23,3) y, al mismo tiempo, esto la separa del<br />

paganismo (5,47s; 6,7.31). La Iglesia, según Mateo, recibe una misión<br />

universal (28, 16-20) con una enseñanza que puede considerarse,<br />

desde el punto de vista ético, un “judaismo universalizado)<br />

(THECHISSEN, THechory, 179). Según el THechissen esta visión se<br />

inserta bien en el período después de la destrucción del Templo (22,7),<br />

cuando también el judaismo, a partir de la fundación de la escuela de<br />

99


100<br />

Jamnia, pretendía forjarse una nueva identidad. El judaismo que se<br />

estaba formando debió crearse una nueva identidad sin el culto del<br />

Templo. No será por casualidad que en Mt aparezca dos veces una cita<br />

veterotestamentaria, que era muy querida también por Yohanan ben<br />

Zakkai, el fundador de la escuela de Jamnia. Se trata de Os 6,6, que<br />

encontramos también en Mt 9,13 y en 12,7.<br />

4.3.1. Algunas características del estilo de Mt.<br />

Las suturas topográficas son vagas y no permiten establecer un<br />

preciso itinerario de Jesús. Aún más, del evangelio emana una<br />

atmósfera de lo concreto. Los relatos están siempre colocados en el<br />

tiempo y en el espacio. Mt no deja lugar a la duda: se trata de una vida<br />

real. Las palabras-reclamo (5,14.16; 18, 4.5.6.); el paralelismo<br />

sinonímico o antitético, una de las características del estilo semítico<br />

(7,24-27 Cf. Lc; 16,25 [ABB’A]; 13,53-58 [ABCDC’B’A’]) tienen<br />

el fin de facilitar el mecanismo de la memoria (Cf. Meynet). Véase<br />

también la inclusión: 6,19.21 (‘tesoro’), 7,16.20 (‘frutos’), 16,6.21<br />

(confrontar con Mc 8,15-21), 12,39.45; 15,2.20.<br />

- repeticiones de la misma fórmula: 4,12=14,13;<br />

8,2=9,18; 9,4=12,25 (en Mc solo tres veces, dos en Lc,<br />

en Mt alrededor de 15); el fenómeno más curioso es<br />

que la misma fórmula puede encontrarse en bocas<br />

diferentes (ej. 3,2=4,17. Cf. también parcialmente 10,7;<br />

3,7=12,34=23,33);<br />

- el ritmo de estilo; difícil imaginar cómo Mc habría<br />

podido componerlo (ej. 12,22-32) sobre la base de Mc o<br />

de la fuente de Lc;<br />

Parangonando los relatos con los discursos, se llega a la conclusión<br />

que, mientras los relatos son caracterizados por la brevedad, los<br />

discursos son amplios. Por otro lado, la mayor parte de los relatos de<br />

Mt resultan como abreviaciones de los largos relatos de Marcos.<br />

- menos palabras,<br />

- Mt prefiere no usar nombre propios,


101<br />

- Traslada detalles que dan a los relatos de Mc mucha<br />

vivacidad e intensidad. Faltan en Mt, por ejemplo, los<br />

siguientes detalles: el cojín sobre el que Jesús dormía<br />

(8,24 Cf. Mc 4,38), el dinero gastado en vano por la<br />

Hechmorroísa (9,20 Cf. Mc 5,26), el color verde de la<br />

hierba en la multiplicación de los panes (14,19 Cf. Mc<br />

6,39); como faltan los intermediarios: episodio del<br />

centurión (8,5 Cf. Lc 7,2); y el interés por justificar<br />

ciertas observaciones (9,2 Cf. Mc 2,3)<br />

El Primer Evangelio es todo lo contrario de un estilo hierático. Ej.:<br />

la curación de la suegra de Pedro (8,14-15=Mc 1,29-31=4,38-39; ver<br />

apéndice C). Otra característica es la búsqueda de la claridad (21,24<br />

Cf. Mc 11,29). Las frases de Mt son, a menudo, menos duras, menos<br />

semitas y mejor ligadas. Prefiere la palabra to´te, “entonces”, evitando<br />

así el uso exagerado de kai` (Cf. para el uso de ga`r R.A.<br />

EDWARDS, “Narrative Implications of gar in MattHechw”, CBQ 52<br />

(1990) 636-655). Encontramos algunas excepciones más (Mt 15,52<br />

Cf. Mc 7,11s). Pero esto no hace sino confirmar la regla. Sin embargo,<br />

la búsqueda de claridad no significa que Mt trabajara siempre con la<br />

perspectiva de hacer más inteligible a Mc.<br />

Al dibujar el retrato de Jesús, Mt apunta su interés sobre la<br />

confesión cristiana del Hijo de Dios (se usa a menudo el nombre de<br />

Jesús, el Cristo; Hijo de David: en Mc y en Lc, solamente dos veces;<br />

en Mt: Mt 20,30s par. (ciego de Jericó); controversia sobre el hijo de<br />

David (Mc 12,35=Lc 20,41 Cf. Mt 22,42); 1,1.20; 9,27; 12,23; 15,22;<br />

21,9.15. Mientras Mc se muestra reservado al llamar a Jesús ‘hijo de<br />

Dios’, Mt lo hace sin temor). Se encuentran muchos recuerdos de la<br />

compasión de Jesús: 9,36; 14,14; 15,32; 20,34; de su violencia: 23,1-<br />

36; pero no se habla de su cólera (Cf. Mc 1,41 (D) o`rgisqei´j<br />

‘airado’; 3,5), de su irritación (Mc 1,43; 8,12; 10,14), de su ternura<br />

(Mc 9,36; 10,16.21). Su dignidad es más acentuada. Divergencias en<br />

la expresión:<br />

Mc Mt


102<br />

6,3: ¿No es este el carpintero? 13,55: ¿No es este el hijo del<br />

carpintero?<br />

6,5: Y no pudo hacer allí ningún milagro. 13,58: Y no hizo allí muchos<br />

milagros<br />

14,36: todo es posible para ti; aleja esto 26,39: si es posible, pasa de mí<br />

este cáliz<br />

Véase: Mc 8,4 y Mt 15,33; Mc 10,18 y Mt 19,17; Mc 14,12-16 y<br />

Mt 26,17-19; Mc 14,58 y Mt 26,61; 15,45 y Mt 27,58.<br />

Los apóstoles aparecen bajo una luz más favorable que en Mc;<br />

Jesús les pone muy en alto: 13,52; 19,28. Los reagrupa y fortalece<br />

(14,1-16,2); revela su misterio de la pasión y enseña la ley del servicio<br />

fraterno (16,21-20,28).<br />

Mc Mt<br />

4,40: ¿Por qué no tenéis fe?<br />

Falta<br />

6,52: pues no habían entendido lo de<br />

los panes, y sus mentes estaban<br />

embotadas<br />

8,17-20: (+) ¿Tenéis encallecido<br />

vuestro corazón?<br />

8,21: Y él añadió: "¿Todavía no<br />

comprendéis?"<br />

Su familiaridad con Jesús se hace difusa:<br />

8,26: hombres de poca fe<br />

13,16: Dichosos vuestros ojos<br />

14,33: se postraron ante él, diciendo:<br />

"Verdaderamente tú eres el hijo de<br />

Dios"<br />

16,12 Entonces comprendieron<br />

Mc Mt<br />

8,25: Señor, sálvanos, que perecemos<br />

15,33: ¿De dónde podremos sacar pan<br />

para hartar a tanta gente aquí, en un<br />

despoblado?<br />

4,38: ¿no te importa que<br />

perezcamos?._<br />

8,4: ¿De dónde podremos sacar pan<br />

para hartar a tanta gente aquí, en un<br />

despoblado?<br />

Cf. Mt 14,17 y Mc 6,37; Mt 18,1 y Mc 9,33ss.<br />

Es de relevancia que Jesús es presentado en el Primer Evangelio<br />

como un modelo ético a seguir.


103<br />

La congruencia entre sus palabras y su comportamiento aumenta y<br />

garantiza su credibilidad, como ejemplo (ALLISON, 1992: 1216; Cf.<br />

ID., “A New Approach to tHech Sermón on tHech Mount” ETL 64<br />

(1998) 405-414):<br />

Palabra Comportamiento<br />

5,5: Dichosos los afligidos 11,29: soy manso y humilde de<br />

corazón 21,5: Mira que tu rey viene a<br />

ti humilde,<br />

5,7: Dichosos los misericordiosos 9,27: Hijo de David, Ten compasión<br />

de nosotros; 15,22; 20,30<br />

5,10: Dichosos los perseguidos por 27,23: Pilatos replicó: Pues, ¿qué mal<br />

ser justos<br />

ha Hechcho?<br />

5,17.20: No penséis que Hech venido 8,4: anda, muéstrate al sacerdote;<br />

a derogar la ley y los profetas 12,1-8.9-14; 15, 1-20<br />

5,39: si uno te golpea la mejilla 26,67: Lo escupieron en la cara y le<br />

derecha<br />

6,6 Tú, cuando reces, entra en tu<br />

habitación<br />

dieron bofetadas y puñetazos ;27,30<br />

14,23: Después de despedir a la<br />

gente, subió al monte a solas para<br />

orar<br />

Cf.: 10,8 y 11,5; 10,18 y 27, 1-2.11-26; 10,25 y 9,34.<br />

La justicia cristiana en la óptica del Primer Evangelio es<br />

contrastada con la idea de la superación (THECHISSEN, THechory,<br />

176 ss). El comportamiento cristiano, la ética cristiana, cuya<br />

quintaesencia es el concepto de ‘justicia’, según Mt, debe ser superior<br />

a la judaica (5,20) y a la pagana (5,47).<br />

4.4. Composición literaria<br />

El evangelio de Mateo, dice U. LUZ (1991: 77) – ha sido escrito<br />

para ser leído desde el comienzo al fin, por así decir; el primer<br />

evangelio no es un leccionario, que sería leído por perícopas, ni<br />

tampoco una colección de relatos y discursos, para la enseñanza con<br />

ejemplos, de la que nos podríamos servir como de un prontuario; sino<br />

más bien es un libro, una composición literaria bien desarrollada. Esta<br />

afirmación es corroborada por varias características literarias de Mt:


104<br />

- palabras clave: ‘justicia’ (dikaiosu¿nh) aparece 5 veces<br />

en el discurso de la montaña, el vocablo ‘padre’<br />

(path`r) por 15 veces en la misma sección; en los cap.<br />

8-9: ‘seguir’ (a`kolouqe¿w) 9 veces; y en los cap. 11-12<br />

el término ‘juicio’ (kri¿sij) siete veces;<br />

- repeticiones de textos: por un lado, Mt repite lo que ha<br />

encontrado repetido en Mc: dos multiplicaciones de los<br />

panes, dos peticiones de una señal; por otro, crea<br />

posteriores: 7,15-20 y 12,33-35 (árbol-fruto); 9,27-31 y<br />

20,29-34 (dos ciegos; 4,23 y 9,35;<br />

- inclusiones: 1,23 y 28,20;5,17 y 7,12;<br />

- señales (Signalen, foreshadowing), es decir, alusiones a<br />

futuros acontecimientos, cuyo fin, afirma Luz (31992:<br />

23) es sensibilizar al lector: ej. 4,8-10.15 y 28,16-20; en<br />

este sentido el prólogo (Mt 1,1-4,22, Cf. Puig i Tàrrech)<br />

es un preludio en términos de cristología, eclesiología y<br />

también por lo que respecta al concepto de la historia<br />

(Ej.: Herodes y los magos: rechazo por parte de Israel,<br />

misiones con los paganos);<br />

- perícopas que hacen la función de cremalleras: 16,13-<br />

20, a quien hacen referencia por un lado: 11,25-27;<br />

13,16-17; 14,33, y por otro: 18,18; 23,13; 26,61-63.<br />

A parte del relato de la pasión, las suturas cronológicas del<br />

evangelio no tienen importancia alguna, porque las notas son<br />

estereotipadas y genéricas: “llegada de la noche” (8,16; 14,15.23),<br />

“después de seis días” (17,1), “ por la mañana” (21,28), “entonces”<br />

(to´te; 92 veces en Mt, 6 veces en Mc, 15 en Lc). Además, hay que<br />

reconocer que dos referencias al ministerio de Juan el Bautista (3,1 y<br />

14,1) señalan momentos cruciales en la vida de Jesús. 4,17 y 16,21 se<br />

consideran por algunos (Ej. E. KRENTZ (1964), J.D. KINGSBURY<br />

(1975)) puntos cruciales en la estructura del primer evangelio.<br />

Encontramos, en efecto, en estos dos versículos la fórmula “Desde<br />

entonces Jesús comenzó”. Esta fórmula señalaría dos períodos en la<br />

enseñanza de Jesús y, en consecuencia, demostraría que el primer


105<br />

evangelio tiene una estructura tripartita. Sobre este punto no hay<br />

acuerdo entre los exegetas. Se mencionan las siguientes dificultades<br />

ante esta estructuración (ALLISON, 1992: 1205):<br />

- ‘Apo` to´te aparece también en 26,16; el verbo<br />

h¿´rcato, con Jesús como sujeto, también aparece en<br />

11,7.20; en 26,16 Mt sigue y amplifica; Mc: pensaría en<br />

introducir una cesura entre Mc 14,11a y 14,11b<br />

(STANDAERT, 1992: 1243);<br />

- Los versos 4,17 y 16,21 no pueden sacarse fuera del<br />

contexto precedente (Cf. NEIRYNCK, 1991: 141-182);<br />

- Presuponer que Mt tenga tres partes es una afirmación<br />

demasiado genérica. Todos los relatos, en efecto, tienen<br />

principio, medio y fin.<br />

- Standaert, por otra parte, subraya que los antiguos no<br />

querían hacer cesuras. Ni el estilo de Mt, ni el<br />

compararlo con su fuente, ni la composición del<br />

contexto permiten concluir, afirma el mismo Standaert,<br />

que la fórmula de lugar a una cesura (Cf. LUCIANO DI<br />

SAMOSATA, Come bisogna scrivere la storia, 55.<br />

Por esto, Allison se suma a quellos (Ej. B.W. BACON (1920),<br />

J.P. MEIER (1979), M.H. CROSBY (1988)) que han previsto una<br />

estructuración para Mt según los cinco grandes discursos, que<br />

terminan con una fórmula bien individualizable (e©ge´neto o©te y<br />

e©te´lsen aparecen solamente en estas cinco clásusulas):<br />

7,28-29: Cuando Jesús hubo terminado estos discursos<br />

(Kaiì eµge@neto oÀte eµte@lesen o´ ¹Ihsou^j tou`j lo@gouj tou@touj),<br />

la multitud quedó impresionada de su doctrina; en efecto, enseñaba<br />

como uno que tiene autoridad, no como sus escribas.<br />

1,1: Cuando Jesús terminó de advertir a los discípulos, se<br />

marchó de allí para enseñar y predicar en su ciudad.<br />

13,52: Cuando Jesús hubo terminado estas parábolas, se<br />

marchó de allí.


106<br />

19,1: Cuando Jesús terminó estos discursos, partió de<br />

Galilea y se encaminó hacia el territorio de Judea, más allá del<br />

Jordán.<br />

26,1: Cuando Jesús finalizó todos estos discursos (Kaiì<br />

eµge@neto oÀte eµte@lesen o´ ¹Ihsou^j pa@ntaj tou`j lo@gouj<br />

tou@touj), dijo a sus discípulos:<br />

Allison es de la opinión de que el capítulo 23 no puede proponerse<br />

como el sexto discurso, como mantienen algunos, porque allí falta esta<br />

fórmula. En realidad, Mt contiene muchos más que 5 discursos,<br />

además, estos cinco concluyen con la fórmula estereotipada, así pues,<br />

son considerados como estructuradores. Es de señalar también que<br />

aunque se encuentra esta fórmula conclusiva en 11,1 y en 26,1, Jesús,<br />

seguidamente, comienza de nuevo a hablar. Mt podía tomar como<br />

punto de partida a Mc para cuatro de sus cinco discursos: 10,1-42 de<br />

Mc 6.,6-12; 13,1-52 de Mc 4,3-32, 18,1-35 de Mc 9,33-37.42-47; 24-<br />

25 de Mc 13,5-37 (STANDAERT, 1992: 1238ss). El discurso de la<br />

montaña no encuentra ningún apoyo en el texto de Mc. Sin embargo,<br />

es significativo que, tanto para Mt como para Mc, el primer gesto<br />

público de Jesús es la enseñanza con autoridad (Mc 1,22.27; Mt<br />

7,28s). En Mc y en Lc, Jesús pronuncia su primer discurso en la<br />

sinagoga (Mc 1,23s; Lc 4,16; 6,17), Mt, por otro lado, cree importante<br />

introducir el ministerio de Jesús presentándolo sentado sobre una<br />

montaña (5,1). Este detalle, junto con los cinco grandes discursos,<br />

hacen pensar en una tipología Moisés-Jesús.<br />

4.4.1. El espacio simbólico-teológico<br />

Es fundamental tener presente que no solo el monte, sino también<br />

casa y sinagoga, se cargan de valor simbólico a lo largo del relato. En<br />

el evangelio de Mc hay una fuerte antítesis entre sinagoga y casa.<br />

Después del rechazo en su ciudad-patrij (no identificada; 6,1-6),<br />

Jesús no entra más en la sinagoga. Él va a una casa (o©i©kia, oi^kioj).<br />

Ya antes, en 1,29: “Salieron de la sinagoga y fueron a la casa de<br />

Simón y de Andrés, con Santiago y Juan”. El hecho de que los<br />

acontecimientos se desarrollen en una casa es subrayado también en


107<br />

2,1.29. Cf. 3,20; 3,31-35; 4,11. Mc pone de relieve que la casa es el<br />

lugar donde Jesús instruye a los suyos: 7,17.24; 9,28.33; 10,10 (véase<br />

la diferencia en Mt y en Lc). Además, Mc da relieve al Hechcho de<br />

que aquellos que son curados por Jesús vuelven a su casa: 2,11; 5,19;<br />

7,30; 8,26 (Mt omite 5,19; 7,30; 8,26; Lc omite 7,30 y 8,26). Así, en<br />

Mc la sinagoga es abandonada y la casa es el lugar donde se reúnen<br />

aquellos que han experimentado la intervención salvífica.<br />

Por cuanto respecta al Templo, cuando aparece por primera vez en<br />

1,11 (“Y entró en Jerusalén en el Templo y, después de haberlo visto<br />

todo, ya tarde, salió con los doce para Betania”), sigue<br />

inmediatamente la maldición de la higuera que, a su vez, interpreta y<br />

anticipa la escena de la purificación del Templo. El Templo es el lugar<br />

de la controversia (cap. 11-12). Después de haber preanunciado la<br />

destrucción de la misma, Jesús la deja y se sienta “de frente al templo”<br />

(13,3 Cf. Mt y Lc).<br />

Mt, hablando de las sinagogas, evidencia que son de ellos (una<br />

forma que ha encontrado en Mc 1,39 y la ha desarrollado<br />

posteriormente: 4,23; 9,35; 12,9; 13,54). La sinagoga para Mt es el<br />

lugar del conflicto (12,9-14), de un falso argumento religioso (6,2.5),<br />

del sufrimiento (10,17; 23,34). En fuerte contraste con Lc, el centurión<br />

(Lc 7,5) y Jairo (Lc 8,41) aparecen ligados a la sinagoga (Mt, 8,5-13).<br />

Además, en Mt la casa no se considera como alternativa a la sinagoga.<br />

Hacia el Templo, Mt se muestra ambivalente: por un lado 21,14-15<br />

(curaciones); 21,23 (enseñanza) 5,23 (poner la ofrenda sobre el altar,<br />

Cf. 23,18,20); por otro lado, Jesús lo abandona antes del discurso<br />

escatológico. Además, hay que señalar que mucho antes de<br />

abandonarlo él ha declarado ya: “En verdad os digo que aquí hay uno<br />

más grande que el Templo” (12,6).<br />

Lc: Jesús va a la sinagoga “según su costumbre” (4,16: kata`<br />

to` eiwqo`j au`tw^). Además, el episodio que sigue no significa el<br />

rechazo (o quizá de una parte) de la sinagoga (Cf. 4,44; 13,10). Lc<br />

pone de manifiesto tanto en su propio material como recurriendo a sus<br />

fuentes, que Jesús predica y enseña en las sinagogas (4,15.44; 6,6;<br />

13,10). Incluso anticipa la persecución por parte de la sinagoga: 12,11;<br />

21,12. También encontramos en Lc una referencia a la casa: 5,29;<br />

7,36. Con todo, la casa no se presenta como el lugar privado para la


108<br />

enseñanza de los discípulos, sino el lugar de la comida (10,38; 14,1;<br />

19,5.9).<br />

También encontramos ambigüedad en sus argumentos hacia el<br />

Templo. En efecto, el Evangelio, comienza y termina en el Templo.<br />

Así, se sugiere una cierta continuidad entre el Templo y la Iglesia. En<br />

Lc, la purificación del Templo significa el inicio y no el final de la<br />

enseñanza de Jesús, que se desarrollará allí (19,47 Cf. 20,1). El<br />

discurso escatológico parece también estar ambientado en el Templo<br />

(cap. 21). Para Lc, el Templo no es el lugar de los sacrificios sino el<br />

lugar de la oración (Cf. 18,10).<br />

4.4. La estructura de Mt<br />

Así pues, si quisiéramos dar una estructura cogeneral al primer<br />

evangelio, deberíamos tomar en serio, afirma ALLISON (1992) la<br />

alternancia de los relatos y los discursos. Con este estilo, Mt entronca<br />

con la tradición bíblica: en Éxodo, Levítico, Números y<br />

Deuteronomio, esta alternancia es una de las más conspicuas<br />

características del desarrollo de la trama.<br />

1-4<br />

5-7<br />

8-9<br />

10<br />

11-12<br />

13<br />

14-17<br />

18<br />

19-23<br />

24-25<br />

26-28<br />

R<br />

D<br />

R<br />

D<br />

R<br />

D<br />

R<br />

D<br />

R<br />

D<br />

R<br />

Introducción: el protagonista es presentado;<br />

La enseñanza de Jesús hacia Israel;<br />

La acción de Jesús en y para Israel;<br />

La extensión del ministerio por las palabras y la actividad ajena<br />

El rechazo de parte de Israel;<br />

Explicación del rechazo;<br />

La Iglesia es constituida como el nuevo pueblo de Dios;<br />

Instrucción a la Iglesia;<br />

El inicio de la pasión<br />

El futuro: juicio y salvación;<br />

Conclusión: pasión y resurrección;<br />

Pero hay que preguntarse si esta estructura no será una mera<br />

descripción del sucederse de las perícopas del evangelio; como señala<br />

LÉON-DUFOUR (1990:79): “¿no es quizá un sofisma razonar los<br />

discursos (sus cláusulas) desde el punto de vista de la forma y los<br />

relatos desde el punto de vista del contenido?”. Según este autor, el


109<br />

evangelio relata un drama (ibid., 83) y el plan propuesto para él: la<br />

economía de la salvación (ibid., 79ss).<br />

Prólogo (1-2)<br />

El pueblo Hechbreo se resiste a creer en Jesús (3-13)<br />

Jesús omnipotente en obras y palabras (4,12-9,34)<br />

Los discípulos enviados por el Maestro (9,35-10,42)<br />

Las opciones a favor o en contra de Jesús (11,1-13,52)<br />

La pasión y la gloria (14,29)<br />

Hacia Jerusalén (14-20)<br />

En Jerusalén (21-28)<br />

Para reencontrar la perspectiva de Mt frente a Jesús de Nazaret,<br />

convertido en el Señor, debemos delinear el sentido de la historia de<br />

Mateo, que es, ante todo, la historia del reino de los cielos (León-<br />

Dufour). El ‘reino de los cielos’, Basilei¿a tw^n ou©panw^n (51<br />

veces, en Mc 14 veces, en Lc 34 veces); 13,11: “misterios del Reino”;<br />

13,19: “palabra del Reino”. Mt usa solo en raras ocasiones la<br />

expresión Basilei¿a tou^ qeou^. LÉON-DUFOUR (1990:84) sostiene<br />

que “Mt ha conservado la forma “reino de los cielos” que pudo tomar<br />

del mismo Jesús, pero que es desarrollada rápidamente por el lenguaje<br />

cristiano; demasiado compleja para ser interpretada correctamente, por<br />

lo que se sustituye su significado con términos como iglesia, vida<br />

eterna, cielo”. LUZ ( 3 1992: 145) revela que, como en la enseñanza<br />

rabínica se hablaba de la obligación de vivir conforme a la Ley con la<br />

metáfora “cargar el yugo del reino”, también para Mt la presencia del<br />

Basileia tw^n ou©panw^n tiene un fuerte acento ético. El reino es una<br />

realidad futura (reino del Padre – 13,43; 25,34; 26,29; contexto<br />

escatológico – 7,21; estrecha relación con el pasado de Israel – 8,11s;<br />

donde se entra – 5,3.10.19; 8,11s) y realidad presente instaurada por<br />

Cristo (señorío mesiánico). BONSIRVEN distingue tres tiempos en la<br />

manifestación del Reino: a) señorío instaurado por la venida de Jesús,<br />

b) señorío que vendrá sobre la tierra después de la resurrección, c)<br />

señorío escatológico propiamente dicho. Bonsirven refuta, por un<br />

lado, la escatología consiguiente (LOISY, SCHWITZER) y, por otro,<br />

la escatología realizada (DODD, GLASSON). El reino: realidad


110<br />

celeste y realidad terrestre. Pero la realidad de la historia del reino está<br />

determinada menos por su desarrollo terrestre que por su origen y su<br />

fin (Cf. LÉON-DUFOUR, 2000: 569-581). De estos dos aspectos<br />

resulta que el reino de los cielos es una realidad dinámica.<br />

4.4.1. La propuesta de Standaert<br />

Para delinear la estructura del evangelio, STANDAERT (1992:<br />

1223) inicia el camino inspirándose en H. WEINRICH (Tempos),<br />

afirmando que el primer deber en el análisis es el de percibir junto a la<br />

estructuración de un texto el tipo de comunicación que el autor quería<br />

establecer con sus destinatarios. Esta búsqueda no es otra que<br />

encontrar el género literario, que viene definido como la relación<br />

cualificativa que el autor intenta establecer con sus destinatarios<br />

(Sprechsituation), después de esto se puede ver mejor el encuadre del<br />

textus (el término, etimológicamente hablando, deriva del verbo texo<br />

“tejer). Según Standaert, en el caso de los evangelios esto está<br />

determinado por las reglas de la retórica antigua.<br />

Standaert pone en claro su presupuesto desde el inicio: Mt ha<br />

utilizado a Mc en su forma actual. Pero aquí debemos poner en claro<br />

(Cf. DUNN, 1992: 1350ss) que cuando la iglesia local, en la que<br />

Mateo estaba en activo, recibía una copia del evangelio de Marcos,<br />

una parte considerable de las tradiciones allí contenidas, podía ser<br />

conocida por tradición oral, aun de forma diferente, por lo que no<br />

todas las variantes que se encuentran en Mt derivan necesariamente de<br />

la actividad escritora del evangelista. En efecto, no debemos mantener<br />

que el conocimiento del material contenido en Mc, por parte de Mt,<br />

dependa exclusivamente de una copia de Mc que fuera accesible a<br />

Mateo. Tampoco es necesario presuponer que las relaciones entre las<br />

distintas tradiciones que se encuentran en Mt y en Mc sea de carácter<br />

meramente literario. Tradiciones orales independientes, presentes en<br />

la iglesia de Mateo pueden explicar, al menos parcialmente, por qué<br />

Mt omite detalles y pasajes contenidos en Mc. Los pasajes en<br />

discusión, afirma Dunn, son las introducciones de las perícopas o sus<br />

conclusiones, no se trata aquí de los sumarios o de fragmentos de<br />

unión (link-passages). Ej. tanto Mt como Lc omiten las palabras


111<br />

“pa^sin toi^j eÿqesin/por todas las naciones” de Mc 11,17 (Mt 21,13;<br />

Lc 19,46). Los tres evangelistas citan Is 56,7 y estas palabras omitidas<br />

por Mt y Lc se encuentra tanto en el texto hebreo como en el griego.<br />

Según DUNN (1992: 1357) la razón de esta modificación sería la<br />

siguiente: teniendo presente Mt 10, 5-6 y 15,24, Para Mt la misión que<br />

abarca a todas las naciones aparecerá en el período post-pascual<br />

(28,19-20 Cf. 24,14); mientras la omisión por parte de Lc se<br />

comprende a partir del programa misionero que se ofrece en los<br />

Hechos: la misión comienza en Jerusalén (1,8), el Templo, sin<br />

embargo, no se señala como el centro hacia el cual se dirigen todas las<br />

naciones.<br />

STANDAERT es de la opinión de que Mt desdramatiza<br />

(dédramatiser) la trama de Mc. Efectivamente, en Mc encontramos<br />

una palpable tensión entre el prólogo (1,1-13) y la profesión de fe por<br />

parte de Pedro (8,29): mientras el lector sabe desde el principio al fin<br />

quién es este Jesús, cuya historia se explica a lo largo del relato, los<br />

discípulos progresan en su conocimiento a tientas. En Mt, por el<br />

contrario, ya antes de la profesión de fe de Pedro (16,16), los<br />

discípulos profesan: “¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!” (14,33 Cf.<br />

11,25-27). En Mc no encontramos un prólogo propiamente dicho.<br />

Juan el Bautista entra en escena de improviso. Sin embargo, cuando<br />

aparece en Mt 3,1, el lector está bien preparado sobre el tema. No<br />

puede tener un papel similar al que tiene en Mc, es decir, el papel de<br />

introducir al protagonista. En Mt su parte es reducida a confirmar lo<br />

que ya ha sido dicho y demostrado en Mt 1-2. Además, hay que<br />

señalar que en Mc, después del “prólogo”, Juan desaparece para<br />

siempre de la escena (Cf. Mt 9,14: “Entonces se le acercaron los<br />

discípulos de Juan y le preguntaron: "¿Por qué nosotros y los fariseos<br />

ayunamos tantas veces, y tus discípulos no ayunan?"; Cf. Mc 2,18<br />

“Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando. Se le<br />

acercaron y le preguntaron: "¿Por qué los discípulos de Juan y los<br />

discípulos de los fariseos ayunan, y en cambio los tuyos no ayunan?").<br />

Mt desdramatiza a Mc en función de una biografía, por esto<br />

encontramos en Mt la genealogía, los relatos del nacimiento y de la<br />

infancia y, finalmente, de los acontecimientos tras la muerte del<br />

protagonista (STANDAERT, 1992: 1229), mientras en Mc faltan


112<br />

todos estos detalles (sobre la base de la evidencia interna y externa,<br />

parece que la forma más antigua de Mc terminó con 16,8; para los<br />

detalles véase B.M. METZGER, ed. A Textual Commentary on tHech<br />

Greek New Testament, Stuttgart, 1975).<br />

Hablando retóricamente, en Mc, la narratio (la parte informativa<br />

del discurso/relato) comprende la sección 1,14-6,13, después sigue la<br />

argumentatio (la cual es llamada también probatio: parte del discurso<br />

durante el cual el orador o el escritor desarrolla los argumentos que<br />

confirman su tesis o su punto de vista). Mt cambia el orden de las<br />

perícopas en la narratio, pero sigue el orden de Mc, paso por paso, en<br />

la argumentatio. Las fórmulas de cumplimiento (Erfüllungszitate,<br />

citation d’accomplissement, Cf. Exkurs in LUZ, 3 1992: 134-142), tan<br />

características de Mt, se encuentran concentradas en los primeros trece<br />

capítulos, mientras en Mt 14-20, que corresponde a Mc 6,14-10,52, no<br />

lo encontramos; sí recomienzan a aparecer después de la entrada en<br />

Jerusalén. Con las citas, Mt da a su narratio una nueva profundidad y<br />

objetividad (STANDAERT, 1992: 1236). En efecto, invitan al lector a<br />

meditar y a reflexionar (ibid., 1236): por un lado, las citas ponen de<br />

relieve que las promesas mesiánicas desembocan en Jesús y el plano<br />

divino de salvación encuentra su cumplimiento en él. (Cf. el uso<br />

constante del verbo plhro´w), por otro lado, llevan al lector a buscar<br />

las correspondencias, a dejar atrás las apariencias. Desde un punto de<br />

vista doctrinal, las citas de cumplimiento echan fuera los fundamentos<br />

de la cristología mateana. En efecto, era un convinción fundamental<br />

del protocristianismo que el AT hacía posible la comprensión de la<br />

persona de Jesús y, por consiguiente, la proclamación del Resucitado.<br />

Así pues, era necesaria la pretensión con la que la Iglesia reivindicaba<br />

justamente los escritos que llamamos AT. Pero esta pretensión<br />

mostraba antes y después la ruptura definitiva con el judaísmo. Para<br />

Pablo –pone de relieve LUZ (ibid., 140s)– bastaba tomar algunos<br />

ejemplos para demostrar cómo el AT testimonia a Cristo. Sin<br />

embargo, después de la ruptura, que, según Luz, Mt representa ya esta<br />

fase. La cuestión quedaba así: a quien pertenecerá toda la herencia, es<br />

decir, al AT en su conjunto. Un aspecto posterior de la fórmula de<br />

cumplimiento y que transmite estas citas de la Escritura, la historia de<br />

Jesús no se reduce a una venida ya inmersa en el pasado, sino que


113<br />

permanece el culmen de los designios de Dios en el hic et nunc del<br />

lector.<br />

La digressio sobre Juan el Bautista (Mc 6,17-29) es muy reducida<br />

en Mt (14,3-12; véase también la sutura en Mt 14,12 Cf. Mc 6,29). La<br />

triple identificación errónea que está en el inicio de la digressio de<br />

Marcos (6,14-16) apenas se encuentra en Mt (14-1-2 Cf. 16,13-14). El<br />

discurso parabólico es desplazado: en Mc aparece en el centro de la<br />

narratio (Mc 4,1-34), mientras en Mt se encuentra entre la narratio y<br />

la argumentatio, justamente en una posición de digressio (cap.13).<br />

¿Cómo puede ser el texto una digressio y, al mismo tiempo,<br />

permanecer como el centro del libro? En realidad, la mayoría de los<br />

exegetas son de la opinión de que el cap. 13 constituye el centro de<br />

todo el evangelio. STANDAERT subraya que el uso actual del<br />

término “digresión” (‘desviación del discurso’) no corresponde a la<br />

función de la digressio de la retórica clásica, y presenta un texto de<br />

PASCAL que se muestra un alumno fiel de la retórica clásica y que<br />

puede ser instructivo:<br />

El orden. Contra las objeciones que dicen que la Escritura no<br />

tiene orden. –El corazón tiene su propio orden; distinto del<br />

intelecto, que procede, por principios y por demostraciones. No<br />

se demuestra cómo se es amado, indicando ordenadamente los<br />

motivos del amor: esto sería ridículo.<br />

Jesucristo, san Pablo, actúan por el principio de la caridad, no<br />

del intelecto: así, querían inflamar, no instruir. Igualmente, san<br />

Agustín. Tal orden consiste, principalmente en la digresión<br />

sobre cada punto que tenía relación con este fin, para mostrarlo<br />

siempre (B. Pascal, Pensieri, Opuscoli, Lettere, introducciones<br />

y notas de A. Bausola, trad. De A. Bausola y R. Tapella, Milán<br />

1978, 283 (Brunschviecg)).<br />

Con sus siete parábolas, Mt 13 se presenta como una verdadera<br />

síntesis de todo el evangelio (Cf. SANDERS-DAVIES, 1989: 201-<br />

223). Este capítulo central hace las veces de cremallera. Después de<br />

haber comprendido todo, los discípulos pueden emprender el<br />

seguimiento de Cristo con una mirada nueva: “¿’Habéis entendido<br />

todo esto?’ Respondieron: ‘Sí’” (13,51).


114<br />

A partir del capítulo 14, el lector (oyente) es invitado a apropiarse<br />

del punto de vista de los discípulos. Dicho de otro modo, Mt pone<br />

siempre de relieve la dimensión eclesial de la enseñanza de Jesús<br />

(ibid. 1237): en otras palabras, para Mt la iniciación al misterio de<br />

Cristo comporta el empeño por entrar en la realidad de la Iglesia<br />

fundada por el mismo Cristo.<br />

4. LUCAS-HECHCHOS<br />

L. ALEXANDER, «Reading Luke-Acts from Back to Front», in J.<br />

VERHECHYDEN, ed., THech Unity of Luke Hechs, BETL 142,<br />

Leuven 1999, 419-446; ID., «Luke's Preface in tHech Context of<br />

Greek Preface-Writing», NT 28 (1986) 48-74; C. K. BARRETT,<br />

«THech Third Gospel as a Preface to<br />

Acts? Some Reflections», in THech Four Gospels 1992, Fs F.<br />

Neirynck, 1992, 1451-1465; ID., «THech First New Testament», NT<br />

38 (1996) 94-104; P. A. CUNNIGHAM, «THech Synoptic Gospels<br />

and tHechir Presentation of Judaism», in D. P. EFROYMSON - E. J.<br />

FISHECHR - L. KLENICKI, ed., Within Context: Essays on Jews<br />

and Judaism in tHech New Testament, Collegeville 1993, 41-66; O.<br />

FLICHY, L'oeuvre de Luc: L'Évangile et les Actes des Apótres,<br />

Cahier Évangile 114, Paris 2000, C. FOCANT, «Du Fils de l'homme<br />

assis (Le 22,69) au Fils de l'homme debout (Ac 7,56): enjeux<br />

théologique et littéraire d'un changement sémantique», in<br />

VerHechyden, 1999, 563-567; D. MARGUERAT, «Luc-Actes entre<br />

Jérusalem et Rome: un procedé lucanien de double signification»,<br />

NTS 45 (1999) 70-87; ID., «Luc-Actes: un unité à construire», in<br />

VerHechyden, 1999, 57-81 [1999a]; ID., «Matthieu et le judaisme:<br />

une rivalité de frères ennemis», in S. LÉGASSE et al., Le Nouveau<br />

Testament est-il anti juif7, Cahiers Évangile 108, 16-23 [1999b];<br />

ID., «Juifs et chrétiens selon Luc-Actes: une quéte d'identité», in S.<br />

Legasse et al., Le Nouveau Testament est-il anti juif?, Cahiers<br />

Évangile 108, 24-36 [1999c]; D. P. MOESSNER, «THech Lukan<br />

Prologues in tHech Light of Ancient Narrative Hechrmeneutics:<br />

parhkolouqhko´ti and tHech Credentialed Author», in<br />

VerHechyden, 1999, 399-418; ID., «THech Meaning of kaqech^j in


115<br />

tHech Lukan Prologue as a Key to tHech Distinctive Contribution of<br />

Luke's Narrative among tHech "Many"», in THech Four Gospels<br />

1992, Fs F. Neirynck, 1992, 1513-1527; F. NEIRYNCK, «Luke<br />

4,16-30 and tHech Unity of Luke-Acts», in VerHechyden, 1999,<br />

357-395; J. STRICHECHR, «Le parallélisme hommes-femmes dans<br />

1'oeuvre de Luc», in Flichy, 2000, 58-63; J. VERHECHYDEN,<br />

«THech Unity of Luke-Acts: What Are We Up To?», in ID., 1999,<br />

3-55;<br />

5.1. Lc-Hech: una sigla por descifrar<br />

Dirigiéndonos al Tercer Evangelio, debemos afrontar un desafío<br />

inesperado: el evangelio de Lucas, según un consenso prácticamente<br />

total de los exégetas de hoy, es del mismo autor que los Hechchos de<br />

los Apóstoles. Como se ha visto a propósito del desarrollo del<br />

evangelio cuadriforme, al evangelio de Lucas se le consignó un puesto<br />

entre los evangelios, por lo que, al igual que el Cuarto Evangelio, es<br />

sacado de su contexto originario. El canon de los evangelios, en<br />

efecto, no organiza los escritos considerados normativos según los<br />

autores (o presentados como tal): los Hechos (como las cartas de Juan)<br />

no se ponen junto al evangelio. Por lo que se refiere a la búsqueda<br />

actual, la paternidad común de Lc y de los Hechos está reconocida; sin<br />

embargo, se sigue discutiendo la relación que debe establecerse entre<br />

los dos escritos.<br />

M. RESE (“Das Lukas-Evangelium: Ein Forschungsbericht”, in<br />

ANRW II.25.3, 185, 2258-2328) mirando los resultados de la<br />

búsqueda sobre Lc concluye que el Tercer Evangelio y los Hechos<br />

deben presentarse como una única obra (ein einHechitlicHechs Werk)<br />

y no se entenderán si se los trata separadamente. I.H. MARSHALL<br />

(“Acts and tHech ‘Former Treatise”, en B.W. WINTER-A.D.<br />

CLARKE, ed., THech Book of Acts in Its Ancient Literary Setting,<br />

BAFCS 1, Grand Rapids 1993, 163-182) es de la opinión de que el<br />

libro de Hechos de los Apóstoles fue concebido desde el inicio como<br />

una parte consecutiva del evangelio (“Hech as tHech intended sequel<br />

to tHech Gospel”). Marshall encuentra particularmente instructivo y<br />

convincente los dos prólogos, que señalan con claridad que las dos


116<br />

obras constituyen un relato unificado (one connected story). M.C.<br />

PARSONS y R.I. PERVO (Rethinking tHech Unity of Luke and Acts,<br />

Minneapolis 1993), sin embargo, expresan su perplejidad ante la<br />

desenvoltura con la que algunos estudiosos presuponen la unidad de<br />

Lc y Hech, pero sin aclarar como debería concebirse y demostrarse tal<br />

postulada unidad, y prefieren, a su vez, mantener que los Hechos son<br />

simplemente la continuación de una obra ya en sí completa.<br />

MARGUERAT (1999a), por su parte, no niega de hecho la unidad<br />

literaria y teológica de Lc y Hech Aún más, mantiene que esta unidad<br />

es una propuesta Hechurística que debe verificarse sobre el texto.<br />

En otros términos, buscar hacer emerger cómo el autor habría<br />

plasmado el relato insertándole señales, que invitarían al lector a leer<br />

los dos volúmenes como una unidad.<br />

H.J. CADBURY en su trabajo que ya es un clásico (THech<br />

Making of Luke-Acts, London 1927; cf. M.C. PARSONS – J.B.<br />

TYSON, ed., Cadbury, Knox, and Talbert: American Contributions to<br />

tHech Study of Acts, Atlanta 1992) subraya: el estilo y el vocabulario,<br />

aunque existan diferencias, son la prueba que nos llevan a atribuir la<br />

obra al mismo autor; pero, y aquí se ve la novedad de la aportación de<br />

Cadbury, los dos volúmenes constituyen una obra individual con una<br />

trama contínua (a single continuous work). Los Hechchos no pueden<br />

etiquetarse como apéndice del evangelio o como un repensamiento<br />

(afterthought) por parte del autor. El segundo libro, así pues, formaba<br />

parte integral, con mucha probabilidad, del plan del autor desde el<br />

inicio (por otra parte, la sigla: Lc-Hech ha sido tomada de Cadbury y<br />

desde entonces es de uso común).<br />

¿Cuáles son las señales de tal unidad?<br />

- El prólogo que se encuentra en Lc 1,1-4; Hech 1,1-2 no<br />

es un segundo prólogo sino una continuación.<br />

- El fin global de Lc-Hech. es abastecer una apología del<br />

cristianismo. Cierto, este aspecto no se presenta con<br />

igual claridad en el evangelio y en los Hechos: se debe<br />

tener presente que el tema fundamental de los dos<br />

volúmenes es diverso; por esto,


117<br />

- No se puede forzar Lc-Hech como un único género<br />

literario: la obra lucana no es ni una biografía ni una<br />

historiografía. Aunque reúna características de ambas,<br />

no se puede identificar ni con la una ni con la otra.<br />

Con el acompañamiento de la crítica de las redacciones se dará un<br />

viraje decisivo en el estudio de Lc-Hech: ad THechophilum es<br />

considerado como una obra de un teólogo dotado. P. VIELHAUER<br />

(“Zum ‘Paulinismus’ der Apostelgeschichte”. EvT 10 (1950-51) 1-15)<br />

subraya que el hecho de que exista el segundo volumen, demuestra<br />

como aparece menos la escatología en el opus lucanum (“wie<br />

uneschatologisch Lukas denkt”). El fin de Lucas, asegura Vielhauer,<br />

es presentar que el kerygma cristiano es, sobre todo, el kerygma de la<br />

historia de la salvación.<br />

La contribución mayor a este propósito es, seguramente, la de H.<br />

CONZELMANN (Die Mitte der Zeit: Studien zur THechologie des<br />

Lukas, BeitHistTHechol 17, Tübingen 1954). En la época precedente a<br />

la segunda generación cristiana, que fue la de Lucas, los cristianos<br />

esperaban la vuelta del Señor como algo próximo. Pero este fin<br />

inmimente, siempre anunciado, no llega nunca, y la espera de la<br />

salvación escatológica se iba debilitando hasta el punto de poner en<br />

inquietud la misma decisión de la fe. Empujado por esta crisis, Lucas<br />

habría debido tomar conciencia del futuro de la iglesia: ante sí, la<br />

iglesia tiene un futuro indeterminado –sería la solución planteada por<br />

Lucas; la iglesia debe establecerse en el mundo, en el “tiempo de la<br />

salvación”, en el que debe obrar como institución salvífica para<br />

garantizar el mensaje de la salvación. En otras palabras, Lucas<br />

“historiza” el mensaje escatológico: la salvación se da ya en el tiempo<br />

de la iglesia, haciéndose portadora de la misma. Según Conzelmann,<br />

para Lc-Hech. el relato no se identifica con el kerygma, como en el<br />

caso de Mc, sino que se delinea el desarrollo del kerygma en la<br />

historia. De esto deriva que la actividad pública de Jesús sea<br />

considerada como un hecho del pasado. Estas observaciones se<br />

cristalizan en la famosa periodicidad del tiempo. Por vía del retraso de<br />

la parusía, dice Conzelmann, Lucas sustituye la espera inminente del<br />

día escatológico con una visión de la “historia de la salvación”, en la


118<br />

que Jesús constituye “el punto medio del tiempo”, entre el tiempo de<br />

Israel (hasta la muerte de Juan Bautista) y el de la Iglesia.<br />

Se deben observar algunas dificultades en la visión de<br />

Conzelmann:<br />

- se arriesga a construir una teoría teológica tomando<br />

principio en Lucas, en vez de hacer una exégesis<br />

precisa.<br />

- Reconociendo el hecho que tanto en el evangelio como<br />

en los Hechos la tensión escatológica es atenuada a<br />

veces (ej. Lc 19,11; 21,8; Hech 1,6-8), es necesario<br />

preguntar: ¿dónde aparece de algún modo una<br />

decepción por el retraso de la parusía? En realidad,<br />

existen textos en el evangelio que no eliminan de hecho<br />

la posibilidad de un juicio imprevisto e inmimente (ej.<br />

Lc 10,9; 12,35s; 21,34-36; o 9,27; 18,8; 21,32);<br />

- Lucas considera ya el tiempo presente como “los<br />

últimos días” (Hech 2,17 –de modo particular las<br />

modificaciones hechas al texto de Joel 3,1. Sin<br />

embargo, hay que resaltar que en las interpretaciones<br />

sucesivas (Hech 2,22) a esta frase se corta la<br />

dimensión escatológica relacionando los signos<br />

cósmicos con los milagros del Jesús terreno. Los<br />

signos, de ahora en adelante, manifiestan la acción del<br />

Espíritu que ha sido dado a la Iglesia, a fin de que<br />

apoyase la predicación de los discípulos. En otras<br />

palabras, los signos hacen presente la salvación que<br />

proclaman los discursos).<br />

- Hay que preguntarse si la periodicidad no sufre un<br />

cierto anacronismo atribuyendo a Lucas un modo de<br />

razonar que es de nuestros días y un sentido de la<br />

historia que, quizás, no tenía. En realidad, Lucas no<br />

intenta tanto abrir la historia hacia el futuro<br />

indeterminado del tiempo de la iglesia, como<br />

reconducir el tiempo de la iglesia en la unidad del<br />

evento fundador.


119<br />

- W.K. KÜMMEL (“Luc en accusation dans la théologie<br />

contemporaine”, ETL 46 (1979) 265-281) pone de<br />

relieve que Lc 16,16 consiente en distinguir solamente<br />

dos épocas y no tres: el tiempo de Israel, hasta Juan<br />

Bautista incluido, y el tiempo de la “salvación de Dios”<br />

(Cf. Lc 3,6; Hech 28,28), o sea, el tiempo de Jesús y de<br />

la Iglesia juntos, en espera del Reino.<br />

- G. THECHISSEN (THechory, 181) propone dos<br />

correcciones a la teoría de Conzelmann. Antes que una<br />

historia tripartita de la salvación, se entrevé en Lc-Hech<br />

el concepto tradicional que en el protocristianismo se<br />

ha formado a propósito de la historia, según el cual se<br />

distinguía el tiempo de la promesa y el tiempo del<br />

cumplimiento. Mientras el primero abraza todo el AT y<br />

toda la historia de Israel, el segundo es intrínsecamente<br />

tripartito: 1/ un preludio – los relatos de la infancia, 2/<br />

la historia de la actividad pública de Jesús y su pasión,<br />

y 3/ después de pascua comienza el tiempo de la iglesia.<br />

Así, asegura THechisse, en vez de hablar de una<br />

historia tripartita de la salvación, sería necesario hablar<br />

de la historia tripartita del cumplimiento (dreigliedrige<br />

Erfüllungsgeschichte/ a tripartite history of fulfilment).<br />

Esta periodicidad del tiempo del cumplimiento, deriva<br />

de una consciente percepción del tiempo que se va: por<br />

un lado, así como numerosos períodos del<br />

cumplimiento están ya pasados, el final puede irrumpir<br />

en cualquier momento; y por otro lado, la idea de que el<br />

cumplimiento, que se da en etapas sucesivas, hace<br />

posible vivir andando siempre en el tiempo y<br />

contemplar todo como una tarea.<br />

5.2. Lc-At: una unidad por construir<br />

5.2.1. Las observaciones de Barrett


120<br />

BARRETT (1992: 1462; 1996: 94ss) asegura que la obra lucana<br />

(Lc + Hech) era el primer “Nuevo Testamento”; es decir, una obra que<br />

pretendía transmitir todo lo que el cristiano tenía necesidad de<br />

conocer. En el primer volumen se desarrolla la historia de Jesús desde<br />

su concepción, incluso desde la concepción del Precursor, y después<br />

traza su carácter amable, una selección de sus enseñanzas, un ramillete<br />

de sus hechos prodigiosos, relata como ha encontrado a sus primeros<br />

discípulos, los que, por otra parte, constituyen el germen de la Iglesia,<br />

narra su injusta condena, su muerte inocente en plena concordancia<br />

con las Escrituras, para concluir después con su triunfal resurrección.<br />

En esta trayectoria se ve, afirma Barrett (1992: 1462), que esta historia<br />

lucana comportaba en los ambientes donde encontró una acogida<br />

favorable, la compañía de sus fuentes, implicando el eclipse de Mc y<br />

sus otras fuentes, Q 1 , Q 2 ...Q n (Barret mantiene que en cuanto a lo que<br />

se refiere a las dos tradiciones, es decir, el material común para Mt y<br />

Lc, no existe una fuente, sino que es necesario suponer la existencia<br />

de diversas fuentes. Según Barrett, en el prólogo del opus lucanum no<br />

encontramos un índice: Lc 1,1, en efecto, habla de ‘muchos’, polloi`.<br />

Pero no se puede excluir que esta última referencia se solamente uno<br />

de los llamados topoi, que formaban parte de los prólogos en la<br />

historiografía helenística (Cf. AUNE, 1987: 120s; LUCIANO DI<br />

SAMOSATA, Come bisogna scrivere la storia, 23; 52-54)). Pero<br />

Lucas no se contentó con sustituir a sus predecesores. Porque los<br />

lectores de Lucas estaban ya separados por algunos decenios de los<br />

acontecimiento relatados sobre Jesús, Lucas, en la segunda parte de su<br />

obra, quería llenar est a diferencia delineando cómo daban testimonio<br />

los apóstoles de Jesús sobre su Maestro. Así pues, los Hechos pueden<br />

presentarse como un tipo de a©postoliko¿n (originariamente se<br />

llamaba así a la colección de diez cartas paulinas que Marción<br />

consideraba normativas). Marción es el primero en crear el “Nuevo<br />

Testamento” (que contenía una forma repasada/mutilada<br />

[TERTULLIANO, Adversus Marcionem 4,2] del evangelio de<br />

Lucas; Según J. KNOX [Marcion and tHech New Testament,<br />

Chicago 1942], la redacción utilizada por Marción habría sido la<br />

forma original de Tercer Evangelio). Y el a©postoliko¿n. La diferencia<br />

entre el a©postoliko¿n de Lc y el de Marción era que en los Hechchos


121<br />

la parte narrativa es integrante (Cf. D. MARGUERAT, 1999c: 27 n2).<br />

Mientras Marción pone de relieve el aspecto argumentativo para hacer<br />

resaltar la oposición entre Pablo y otras tradiciones, Lc, por su parte,<br />

subraya la consonancia armoniosa entre Pablo y los otros apóstoles.<br />

Marción rellenó de “teología” especulativa su escrito, añadiendo su<br />

obra, Antitesi, mientras en Lc-Hech la clave interpretativa emerge de<br />

una narrativa (BARRETT, 1992: 1465s). Todavía otra divergencia<br />

más cospicua es que Lc-Hech, en fuerte contraste con Marción,<br />

plantea que el mensaje apostólico está en plena sintonía con el AT.<br />

A. VON HARNACK en su obra magistral (Marcion: Das<br />

Evangelium vom fremden Gott, Leipzig 1921, 39) asegura que<br />

Marción había elegido a Lucas como su (único) evangelio porque<br />

estaba condicionado por el simple hecho de que el Tercer Evangelio<br />

era el primero, si no el único, evangelio que hagía llegado al Ponto, la<br />

patria de Marción. Barrett, sin embargo, da un paso adelante<br />

afirmando que Marción habría elegido el Tercer Evangelio porque<br />

consideraba Lc-Hech como un “Nuevo Testamento”. Por<br />

consiguiente, ha basado su propio “Nuevo Testamento” sobre esto,<br />

sustituyendo Hechos con una obra de mayor peso teológico, Antitesi, y<br />

completándolo con la selección de diez carta de Pablo, con el llamado<br />

a©postoliko¿n.<br />

Refiriéndose a una afirmación de W.C. VAN UNNIK (“THech<br />

‘Book of Hechs’ tHech Confirmation of tHech Gospel” NTS 4<br />

[1960] 26-59), según la cual el fin de Hechos no era otro que<br />

confirmar el Mensaje fundamental del evangelio de Lc, o sea, que la<br />

vida, muerte y resurrección de Jesús constituyen el plan de salvación<br />

de Dios para toda la humanidad, afirma BARRETT (1992: 1452) que<br />

esta hipótesis está en armonía con la opinión según la cual cuando<br />

Lucas comenzó a trabajar, tenían en mente solamente el evangelio.<br />

Después de haberlo terminado le viene la idea de que podía confirmar<br />

su mensaje relatando cómo este mensaje cristiano llega desde<br />

Jerusalén hasta Roma. Esta posibilidad no puede excluirse a priori.<br />

Aún más, BARRETT (p. 1453) avanza otra posibilidad: Lc había<br />

escrito su evangelio pretendiendo que el mismo sirviese (inter alia)<br />

como prólogo a los Hechos. En otras palabras, el segundo volumen<br />

formaba parte integral del plan del autor desde el inicio. Para verificar


122<br />

si esta segunda posibilidad es aceptable, Barrett propone releer el<br />

evangelio de Lc buscando los párrafos en los que el autor parece<br />

referirse a algunos momentos de los Hechos, es decir, en qué medida<br />

prepara el segundo volumen. Barrett está convencido de que la<br />

presencia de estas referencias en el relato evangélico no son sino<br />

testimonio a favor de la opinión de que las dos obras tienen el mismo<br />

autor, revelando las intenciones de estos autores. Barrett relaciona<br />

unos 41. Recordamos algunos (Cf. MARGUERAT, 1999a: 64 n23):<br />

- el prólogo (1,1-4; CADBURY, 1922);<br />

- 3,6: refiriendo la predicación de Juan, los cuatro<br />

evangelistas aportan el texto de Is 40. Sin embargo,<br />

solamente Lucas cita la última frase, Is 40, 5: kai`<br />

o¿©yetai pa^sa sa`rc to` swth´rion tou^ qeou^ / y toda<br />

carne verá la salvación de Dios. Lc, aunque había<br />

utilizado a Mc como fuente (aquí es importante señalar<br />

que Barrett aclara qué presupuestos preceden a su<br />

argumentación). Para preparar su segundo volumen ha<br />

añadido una frase del texto profético, cuya actuación se<br />

explicará en los Hechos.<br />

- La gran omisión: los siguientes párrafos de Mc no<br />

aparecen en Lucas: A-6,45-52 (Jesús camina sobre el<br />

agua); B-6,53-56 (curaciones en Genesaret); C-7,1-23<br />

(puro e impuro); D – 7,24-30 (la mujer sirofenicia); E –<br />

7,31-37 (el sordomudo); F – 8,1-10 (la segunda<br />

multiplicación de los panes); G – 8,11-13 (la petición<br />

de un signo, Cf. con Lc 11,16.29); H – 8,14-21 (la<br />

levadura de los fariseos, Cf. con Lc 12,1); J – 8,22-26<br />

(el ciego de Betsaida). Para cuanto se refiere a la<br />

segunda multiplicación de los panes, Lucas la consideró<br />

una duplicación, como también relatos de curaciones:<br />

Lc tenía bastante. La petición de signos tiene paralelos<br />

no con Marcos, y Lc parece haber tenido preferencia<br />

por una fuente alternativa (Cf. Lc 11,16.29). Aparecen<br />

tres A, C, y D por resolver. BARRETT (p. 1457)<br />

pregunta por qué el autor del Tercer Evangelio no ha<br />

tomado como propios estos textos. En C, en efecto, la


123<br />

mayor barrera entre judíos y paganos es revelada, sin<br />

embargo, en D Jesús es presentado como aquel que<br />

anticipa la misión entre los paganos, así, la fe de la<br />

mujer cananea se presenta como ejemplar. Se necesita<br />

cambiar la óptica, afirma Barrett, si queremos<br />

comprender el por qué de la omisión de estos pasajes.<br />

Hech. 10,14 y 15,29: la reacción de Pedro habría sido<br />

incomprensible, como también la petición del “concilio<br />

de Jerusalén” si el evangelio hubiese ya resuelto estos<br />

problemas. En Mc, el episodio de la mujer es la única<br />

excepción en la misión de Jesús siempre limitada entre<br />

los judíos. Para Lucas, la misión entre los gentiles<br />

comienza solo después de la resurrección, tras la<br />

efusión del Espíritu (Cf. Lc 10,1-12 y Hech. 13,51). Así<br />

pues, es necesario sacar la conclusión de que la omisión<br />

de estos episodios se comprende a la luz del relato que<br />

Lucas presentará en el segundo volumen de su obra.<br />

- 9,51: el término “asunción” (a©na¿lhmfij) sugiere la<br />

ascensión (Hech 1,11: a©nalhnfqei``j), siendo más<br />

importante es subrayar la resolución con la que Jesús<br />

camina al lugar del peligro y de la muerte, que<br />

encuentra después algo similar en el argumento de<br />

Pablo en Hech 19,21; 23,11.<br />

- 11,37-54: mientras Mt 23,34 habla de figuras que se<br />

coligan con el AT y con el judaísmo (profh¿taj kai`<br />

sofou`j kai` grammatei^j), Lc 11,49 es diferente<br />

(profh¿taj kai` a´posto¿louj): en efecto, los apóstoles<br />

sin duda alguna pertenecen al cristianismo.<br />

- 21,7-11: mientras en Mc 13,6 y en Mt 24,5 aquellos que<br />

hablan engañosamente en el nombre de Cristo dicen<br />

“soy yo (el Cristo)” (’Egw¿ ei©mi o´ Xristo¿j), Lc añade<br />

“’soy yo’ y ‘el tiempo se ha cumplido’” ( ¹Egw¯ ei¹mi,<br />

kaiì, ¨O kairo`j h©¿ggiken). Evidentemente para Lc el<br />

fin no ha llegado aún.<br />

- 21,12-19: en el v. 12 solamente en Lc aparece el verbo<br />

“perseguirán” (diw¿cousin), y en lugar de “por mi


124<br />

causa” (e`¿neken e`mou^, Mt 10,18; Mc 13,9) encontramos<br />

el sintagma “por causa de mi nombre” (eÀneken tou^<br />

oµno@mato@j mou). Poner de relieve el ‘nombre’ de Jesús<br />

es una de las características de los Hechchos: ej. 2,38;<br />

3,16._<br />

- 22,31-34: Pedro tiene y tendrá un papel particular en la<br />

vida de los discípulos;<br />

- 23,6-12: Pilatos y Hechrodes están implicados en el<br />

proceso de Jesús. En Act. 4,27 esta colaboración se<br />

considera como cumplimiento de la Escritura. Es de<br />

señalar que en Lc falta la referencia al AT a propósito.<br />

5.2.2. La propuesta de Marguerat<br />

MARGUERAT (1999a) demuestra cómo estas referencias y<br />

alusiones a montes y a valles invita al lector a construir la unidad de la<br />

obra ad THechophilum (Según otra terminología, estas referencias a<br />

montes y a valles se llaman analessi y prolessi: analessi [del griego<br />

análepsis, ‘continuación’] y de prolessi [del griego prólepsis,<br />

‘anticipación’]. Ambas pueden ser internas, externas y mixtas. Las<br />

analessi interne: si la portata [según la terminología de Genette, es la<br />

distancia temporal del “ahora” narrativo, es decir, del momento de la<br />

historia en el que el relato es interrumpido] no alcanza el punto de<br />

partida del relato; externa: si la portata es externa en el inicio y la<br />

amplitud [la duración de anacronía] no alcanza tal inicio; mixta: si el<br />

punto de portata es anterior y el punto de amplitud posterior, respecto<br />

al inicio del relato. Las analessi externas no interfieren con el relato<br />

principal, como ocurre, sin embargo, con las analessi internas y<br />

mixtas. <strong>Ana</strong>lessi y prolessi son dos tipos de anacronía. La anacronía:<br />

discordancia entre el orden del relato [discurso narrativo] y el orden<br />

de la historia relatada, desde el punto de vista de la disposición de los<br />

acontecimientos en los segmentos temporales [Cf. MARGUERAT –<br />

BOURQUIN, 2001: 95ss; SKA, 1990: 8ss; ej. Gn. 22,8; Dt 26; Jn<br />

1,19-35]).<br />

Adoptando esta unidad literaria, que se ha impuesto a partir de los<br />

años sesenta (Cf. M. DUMAIS 1995: 313; VERHECHYDEN 1999: 3-


125<br />

56) los exegetas han sancianado dos decisiones importantes. La<br />

primera es de índole metodológico: presuponer, en efecto, tal unidad<br />

significa rechazar la disposición canónica. Esta elección es muy<br />

fecunda, afirma MARGUERAT (1999a: 58) porque hace posible<br />

medir a Lucas en su calidad de historiador y también como teólogo, y,<br />

finalmente, como escritor. La segunda: aceptar la unidad de Lc-Hech<br />

significa también, al menos implícitamente, reconocer que la obra de<br />

Lucas es un hapax, una obra del todo singular en el NT, incluso en la<br />

literatura cristiana. Como de cía C.K. BARRETT (1992; 1996), Lc-<br />

Hech es “tHech first New Testament”. Encontramos aquí, en efecto<br />

eu©agge¿lion kai` a©postoliko¿n.<br />

¿Cómo se comprende la unidad de la obra? Recientemente M.C.<br />

PARSONS y R.I. PERVO han invitado a repensar el (casi) consenso<br />

en cuanto a esta unidad: Rethinking tHech Unity of Luke and Hechs<br />

(Minneapolis, 1993, Cf. VERHECHYDEN, 1999: 4-8). Estos dos<br />

autores ponen en evidencia numerosas tensiones entre las dos obras<br />

(Cf. MARGUERAT, 1999a: 59s). Hech aquí algunas:<br />

- Lc y Hech pertenecen a dos géneros literarios diversos:<br />

mientras el primero es de tipo biográfico, el segundo es<br />

historiográfico;<br />

- Se diferencian también en cuanto al uso de sus fuentes;<br />

- Hablando estilísticamente, los grandes discursos y las<br />

largas secuencias narrativas de los Hechchos (ej. 3-5;<br />

10-11; 13-14; 21-26) no encuentran lugar en Lc;<br />

- El evangelio está centrado sobre el “reino de Dios”, en<br />

los Hechchos, sin embargo, sobresale el kerygma<br />

cristológico;<br />

- La oposición ‘justo’ frente a ‘pecador’ (di¿kaioj,<br />

a´maptwlo¿j) tan fundamental para el evangelio,<br />

desaparece en Hechchos (ej. Lc 5,32; 7,34s.39; 15,1-17;<br />

19,6-10);<br />

- Según Lc 6,17, la Tora es respetada en su integridad,<br />

mientras según Hechchos 15,10.28s, por ejemplo, no<br />

tiene ningún papel soteriológico;<br />

- Las duras palabras contra los ricos (ej. Lc 6,24s; 12,13-<br />

21; 29,47) y sobre el peligro de las riquezas (ej. Lc


126<br />

12,33s; 16,19-31; 18,18-30) desaparecen en los<br />

Hechchos, o quizás sería mejor decir que ceden puesto<br />

a la idea de la condivisión (Hech 2,42-45; 4,32-37).<br />

Además, en los Hechchos encontramos un interés por<br />

las personas acomodadas: 8,27; 9,36; 16,14; 17,34; 18,7<br />

etc.<br />

PARSONS Y PERVO no niegan que Lc-Hech sean del mismo<br />

autor, pero ponen en cuestión la homogeneidad de la obra, tanto desde<br />

el punto de vista literario como del teológico. Subrayan: la relación<br />

entre los dos libros es una relación entre dos libros, es decir, no se<br />

trata de un conjunto dividido en dos solamente por motivos de<br />

comodidad (PARSONS-PERVO, 1993: 126). MARGUERAT acepta<br />

esta opinión, porque sostiene que el subrayar la unidad de Lc-Hech<br />

puede tener aspectos negativos, corriendo el riesgo de atribuir al autor<br />

del ad THechophilum un modo de pensar homogeneizado (une pensée<br />

massifiée). Aún más, Marguerat pone de relieve: si la división viene<br />

remarcada con perjuicio de la unidad, cómo se puede dar cuenta de la<br />

relación entre los dos libros. En realidad, en una perspectiva<br />

narratológica se nos pregunta, si el macro-relato (es decir, Lc 1-Hech<br />

28) provoca un efecto de unidad para el lector y cómo lo hace.<br />

Antes de analizar la obra, MARGUERAT presenta dos hipótesis<br />

(1999a: 61)<br />

1. El relato Lc-Hech representa una unidad a nivel teológico.<br />

Pero esta unidad no está enunciada en el texto, sino que más<br />

bien hay que construirla a partir del texto y durante la lectura.<br />

En otras palabras, se trata de una tarea que el relato da al<br />

lector. Hech 1,1 a se refiere al evangelio como prw^toj lo¿goj.<br />

Afirmando esto, Lucas no se desequilibra por cuanto se refiere<br />

a como se articula la coHechrencia de los dos volúmenes. El<br />

sentido (y la unidad) de una obra se ve solamente al final,<br />

cuando la obra se muestra en su totalidad. Durante la lectura,<br />

el narrador solicita al lector construir la unidad del relato entre<br />

la analessi y la prolessi. Quizás podemos sugerir con N. FRUE<br />

(<strong>Ana</strong>tomy of Criticism, 77) que una obra literaria, por un lado


127<br />

se desarrolla en el tiempo, como la música, pero, por otro lado,<br />

se extiende (spread out) en imágenes, como la pintura. El<br />

mithos (es decir, la trama/argumento) nos da el sentido de la<br />

obra como un desarrollo, un sucederse de los episodios, en<br />

suma, un movimiento, mientras la dianoia (es decir, el<br />

significado) entreabre la idea de simultaneidad (“we ‘see’ what<br />

it menas”). (Cf. SAN AGUSTÍN, Confesiones, XI, 28, 37-38;<br />

14,17). En otras palabras, a diferencia de los históricos<br />

helenísticos, el autor de Lc-Hech no se para durante el relato<br />

para poner en claro sus intenciones (Cf. AUNE, 1987:119).<br />

2. La búsqueda de la unidad debe integrar las tensiones y las<br />

rupturas que se presentan en la narrativa. Como subraya S.<br />

MOORE (“Are te Gospels Unified Narratives?” en SBLSP<br />

187, 443-458): las tensiones y los desplazamientos<br />

(déplacement) forman parte intrínseca de la narratividad a<br />

diferencia del discurso argumentativo.<br />

5.2.2.1. Diferencia de las informaciones<br />

Lc-Hech, así pues, se presenta como una entidad narrativa<br />

(1999a:62). ¿Cuáles son las advertencias literarias que nos hacen<br />

pensar que Lc concibió los 52 capítulos de Lc-Hech como un<br />

conjunto, como una entidad narrativa? Paradójicamente, el primer<br />

indicio ha sido revelado por la crítica de las fuentes. Del estudio de los<br />

paralelos sinópticos es fácil hallar muchas veces que el narrador de la<br />

obra ad THechophilum desplaza detalles que se encuentran en los<br />

relatos de Mt y/o Mc, colocándolos en los Hechos. Además, en los<br />

pasajes referidos ya por Barrett, se puede nombrar Lc 22,66 donde el<br />

Tercer Evangelio salta la referencia a los testigos falsos (Cf. Mc<br />

14,55ss; Mt 26,39ss) en el proceso de Jesús, para después presentarlo<br />

en Hech 6,14. Lucas no ha ignado de hecho la crítica del Templo en<br />

las predicaciones de Jesús: “Después presentaron testigos falsos, que<br />

dijeron: "Este hombre no cesa de decir palabras contra este lugar santo<br />

y contra la ley; le hemos oído decir que ese Jesús, el Nazareno,<br />

destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió<br />

Moisés” (Hech 6,13s). Los testigos falsos unen las acusaciones contra


128<br />

Esteban con la tradición que hace referencia a la relación entre Jesús y<br />

el Templo. Así pues, se trata simplemente de un cambio del Maestro<br />

al discípulo. ¿Por qué? La razón, según MARGUERAT (1999a:63) se<br />

encuentra en el hecho de que el Templo de Jerusalén tiene un papel de<br />

considerable importancia tanto en el evangelio como en los Hech 1.5.<br />

Otro ejemplo: la cita de Is 6 es muy breve en el evangelio (Lc 8,19b<br />

Cf. Mc 4,12; Mt 13,14s), sin embargo, la encontramos de forma<br />

íntegra en Hech 28,26s. Este retraso en la información (rétention<br />

d’information) hace pensar que el autor contaba desde el inicio del<br />

evangelio, con un nudo que se desata en Hech 28, antes que en Lc 24.<br />

5.2.2.2. Inclusiones<br />

Otro índice presenta inclusiones significativas:<br />

- Lc 1,5-25 y 24,53: el relato se inicia en el Templo y al<br />

final vemos a los discípulos todavía en el Templo en la<br />

espera del Espíritu. El Templo, pues, continúa siendo el<br />

centro para la comunidad cristiana de Jerusalén en<br />

Hech a-5. Así, ha conservado su valor insustituible<br />

también para Pablo, hasta cuando “Toda la ciudad se<br />

alborotó y la gente acudió en masa. Prendieron a Pablo,<br />

lo arrastraron fuera del templo y cerraron rápidamente<br />

las puertas” (Hech 21,30).<br />

- La trama de los hechos se abre entre la predicación<br />

sobre la basilei¿an tou^ qeou por parte del Resucitado<br />

(1,3) y la de Pablo, siempre sobre la basilei¿an tou^<br />

qeou (28,31). Junto a la evidente continudad es<br />

importante revelar un desplazamiento de similar<br />

relieve: Pablo anuncia el reino de Dios y enseña “las<br />

cosas referentes al Señor Jesucristo” (28,31).<br />

- El sintagma “la salvación de Dios” (to` swth@rion tou^<br />

qeou^) lo encontramos solo en dos recurrencias, primero<br />

en la predicación del Bautista (Lc 3,6 – es de subrayar<br />

que esta parte de la cita de Is 40 se encuentra solamente<br />

en Lc) y después, esta vez no se trata de un texto


129<br />

profético tomado, sino más bien en el comentario de<br />

Pablo a otro texto profético de Hech 28,28.<br />

El retraso de las informaciones y las inclusiones, afirma<br />

Marguerat, son las dos caras de la misma moneda. Ambas ponen en<br />

claro: Lc y Hech forman un conjunto.<br />

5.2.2.3. ‘Prolessi’ elípticas<br />

Otra señal unificadora son las prolessi elípticas (MARGUERAT,<br />

1999ª: 65s).<br />

- El libro de los Hechos comienza con una gigantesca<br />

prolessi (1,8), cuyo horizonte supera con largueza<br />

también la conclusión del libro. Porque Roma, donde<br />

llegamos al final de los Hechos no puede mantenerse<br />

como “la extremidad de la tierra”, sino como su centro.<br />

Así pues, hay, afirma Marguerat, algo de elíptico en las<br />

prolessi lucanas (Cf. F. BOVON, “Effet de réel et flou<br />

prophétique dans l’oeuvre de Luc” en Révélation et<br />

Écritures, MdB 26, Genève 1993, 65-74). Siguiendo<br />

otra terminología sería necesario hablar de una prolessi<br />

mixta.<br />

- Otros ejemplos: en Lc 2,34b-35 se habla de<br />

sufrimiento, y de fracaso parcial. El lector puede<br />

descubrir solo en la lectura en qué consiste todo esto.<br />

- En 9,51 en el sintagma “los días de su asunción” (ta`j<br />

h´me@raj th^j aµnalh@myewj auµtou^) el vocablo<br />

aµna¿lh@myij es un hapaxlegomenon en la forma<br />

sustantiva. El lector no estará en condición de decidir si<br />

se trata de la ascensión (Hech 1,2.11.22) o de la pasión.<br />

El verbo a`nalamba¿nw se encuentra en Hech 7,43;<br />

10,16; 20,13s; 23,31. El plural ta`j h´me@raj<br />

favorecería la referencia a la pasión, porque en Hech<br />

2,21, hablando de la ascensión se utiliza el singular.<br />

- Lc 12,49s encontramos una referencia al ‘fuego’. En el<br />

lenguaje del judaísmo el término estaba estrechamente


130<br />

ligado con el juicio escatológico (Cf. Lc 3,9.17; 9,54).<br />

La relación entre el fuego y el bautismo, ya proclamado<br />

en 3,16 evoca una referencia al Espíritu, así pues, a<br />

Pentecostés (Cf. Lc 24,49 (du@namij); Hech 1,8 “pero<br />

recibiréis la fuerza (du@namin) del Espíritu Santo, que<br />

vendrá sobre vosotros para que seáis mis testigos en<br />

Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los<br />

confines de la tierra”). El vocablo como metáfora del<br />

Espíritu deriva de los LXX, y aparece más veces en Lc-<br />

Hech (Lc 1,17.35; 4,14; Hech 8,10; 10,38).<br />

- Hech 9,15 – 13,2 – 21,11: las prolessi elípticas señalan<br />

el camino a recorrer, también en el caso de Pablo. ¿Por<br />

qué no habla claro el autor? Según Marguerat estamos<br />

ante una ambivalencia semántica querida.<br />

5.2.2.4. Ambivalencia semántica<br />

Por lo que atañe a este aspecto de Lc-Hech, MARGUERAT ha<br />

profundizado este tema en un artículo (1999) que merece la pena de<br />

ser resumido. El autor de la obra ad THechophilum, asegura<br />

Marguerat, habría utilizado una figura retórica; el juego de un doble<br />

significado (double signification) de algunos términos, lo que orienta<br />

al lector en direcciones diversas: hacia una cultura embebida en los<br />

LXX, y hacia aquella impregnada por el modo de pensar<br />

(conceptualité) greco-romana. Este procedimiento testimonia la<br />

voluntad del autor, que quiere establecer la identidad cristiana entre<br />

Jerusalén y Roma. El evangelio se inicia en Jerusalén, los Hechchos<br />

terminan en Roma.<br />

Este trayecto geográfico está cargado así mismo de un simbolismo<br />

teológico: el cristianismo, según Lucas, está en continuidad con la<br />

historia de la salvación y se presenta como una respuesta a la<br />

búsqueda religiosa greco-romana. Como programa teológico, la<br />

tentativa de Lucas podría parangonarse con la de Flavio Josefo.<br />

Si queremos responder a la pregunta de cómo se coloca Lucas ante<br />

el cristianismo, debemos confrontar la contínua oscilación de la<br />

búsqueda exegética entre dos polos que se delinean a propósito de Lc-


131<br />

Hech. Para algunos (E. HAENCHECHN, H. CONZELMANN, J.<br />

DUPONT, J.T. SANDERS) El opus lucanum expone cómo Dios se<br />

aleja de Jerusalén, del judaísmo que ha rechazado a Cristo, para<br />

adoptar a Roma y abrir una puerta al mundo pagano y a la<br />

universalidad. Otros (J. JERVELL, D. TIEDE, D. JUEL), sin<br />

embargo, leen Lc-Hech en un sentido inverso: la visión lucana coloca<br />

a la Iglesia como la continuación de la historia de Israel. Marguerat no<br />

pretende valorar las diversas soluciones, sino que pone en cuestión el<br />

paradigma en su conjunto. En efecto, es de la opinión que este modo<br />

de pensar tan polarizado no es el adecuado. El contínuo multiplicarse<br />

de las opiniones, afirma Marguerat, sería señal elocuente de que la<br />

obra resista la aplicación de tales acercamientos encontrados en el<br />

pensamiento antitético. En otros términos, a título Hechurístico,<br />

Marguerat propone otro paradigma: Jerusalén y Roma no se excluyen<br />

en la obra de Lucas, sino más bien concurren a definir la identidad del<br />

cristianismo. Es decir, la relación con el judaísmo es tan importante<br />

para Lucas como lo es la relación con el imperium romanum. Así<br />

pues, no se trata de una fácil y superficial acomodación de las<br />

tradiciones judeo-cristiana para una búsqueda de los lectores grecoromanos.<br />

En Lc-Hech, se debería más bien decir que se promueve un<br />

programa teológico de integración (programme théologique<br />

d’integration).<br />

Un primer aspecto de este programa se recaba de la forma en que<br />

son construidos los personajes del relato:<br />

- Pablo: en los relatos que hablan de su llamada, se<br />

utiliza su nombre arameo: Saul (Hech 9,4; 22,7; 26,14);<br />

pero tiene otro nombre: Pablo (13,9), posee la<br />

ciudadanía (politei¿a) romana (22,28); aún más, esto<br />

no suprime que éste sea un celoso fariseo (22,3-5;<br />

23,6). Así pues, vive en el entrecruce de dos mundos<br />

(Cf. J. ROLOFF, “Die Paulus-Darstellung des Lukas:<br />

Ihre geschichtlicHech Voraussetzungen und ihr<br />

tHechologiscHechs Ziel”, EvTh 39 (1979) 510-531).<br />

- Bernabé: es decir, José, “llamado por los apóstoles<br />

Bernabé”, levita, natural de Chipre. Cuando conocemos<br />

esto (4,36) aún no se habla de las misiones entre los


132<br />

paganos, donde él acompañará a Pablo (caps. 13-14),<br />

quizás, afirma Marguerat, su identidad viene de la<br />

diáspora, levita, pero no de Jerusalén, anticipa su<br />

misión. Será, efectivamente, el procónsul de Chipre,<br />

Sergius Paulus, bajo la influencia de Pablo y Bernabé,<br />

el que se convertirá el primero (13,6-12). Esteban y el<br />

eunuco pertenecerían a este tipo de personajes: el<br />

primero es un Hechbreo Hechlenista, el segundo, sin<br />

embargo, es un prosélito.<br />

- Timoteo: su doble pertenenciai cultural y religiosa es<br />

aún más patente (16,1-5).<br />

- Los “temerosos de Dios” (oi´ fobou@menoi to`n qeo`n)<br />

de nuevo representan esta doble pertenencia (Cf. 10,22;<br />

13,16.26; 17,4.12.17; 18,4.17).<br />

Este aspecto permanecería a un nivel anecdótico si se presentase<br />

solamente a propósito de algunos personajes. Pero no lo es porque es<br />

palpable en el mismo lenguaje de Lucas: encontramos, en efecto,<br />

varias ambigüedades, que permiten dos interpretaciones diversas.<br />

- En el relato de la pasión, la inocencia de Jesús está<br />

mucho más acentuada en Lucas: 23,4.14.22.41.47. Pero<br />

¿qué significa el término di¿kaioj en este contexto?<br />

Algunos lo toman en sentido jurídico, mientras para<br />

otros se trata de una designación teológica del justo<br />

sufriente. Es necesario reconocer que, desde un punto<br />

de vista lexicográfico, ambas son aceptables. Según<br />

FITZMYER (1985: 1520), el primer significado<br />

pertenecería a la tradición, el segundo es probable que<br />

al nivel de la redacción por parte del evangelista.<br />

MARGUERAT (1999: 74) es de la opinión de que la<br />

ambigüedad sea intencional. El redactor presenta, de<br />

este modo, la muerte de Jesús como la muerte del<br />

mártir inocente (tradición helenística) y,<br />

simultáneamente, como la muerte del justo sufriente<br />

(tradición judaica). La ambivalencia encuentra un punto


133<br />

de apoyo en el contexto: el sentido jurídico domina en<br />

el evangelio, mientras que el sentido teológico en los<br />

Hechos (3,14; 7,52; 22,14).<br />

- El discurso de Pablo a los Atenienses (17,16-34). Los<br />

trabajos de M. DIBELIUS y de B. GÄRTNER han<br />

demostrado que esta obra maestra de la apología se<br />

presta a una lectura filosófica y religiosa griega, al igual<br />

que a una lectura judaica, encontrada en los LXX. El<br />

término deisidaimoneste¿roi, con el que Pablo se<br />

dirige a su auditorio, puede significar “muy religioso” o<br />

“muy superticioso”. Según Marguerat, el autor habría<br />

dejado abierta la elección a sus lectores. Al interpretar<br />

el v. 26 (“de un solo hombre ha hecho todo el género<br />

humano /eµpoi¿hse@n te eµc e¿´no`j pa^n eÃqnoj<br />

aµnqrw¯pwn”) los comentadores a menudo deciden<br />

enseguida entre dos alternativas por lo que atañe a eµc<br />

e´no`j: a) el Dios del que Pablo habla es el Dios Creador<br />

del AT, el pronombres es forma masculina y designa a<br />

Adán; o, b) se trata del principio divino en el que creen<br />

los estóicos y el pronombre, así pues, es neutro. El tema<br />

se hace unívoco solamente al final: “puesto que ha<br />

establecido un día en el que ha de juzgar al universo<br />

con justicia por medio de un hombre, a quien ha<br />

designado y acreditado ante todos al resucitarlo de entre<br />

los muertos” (17,31). Hasta este momento, afirma<br />

MARGUERAT (1999: 76), el monoteísmo filosófico y<br />

la fe bíblica van uno al lado de la otra (Cf. Hech 7,46-<br />

50; 14,15-17; y también SÉNECA ad Lucilium,<br />

15.95.47).<br />

- También en los últimos capítulos (Hech 27-28)<br />

encontramos numerosos casos de ambivalencia<br />

semántica. El salvamento de Pablo y sus compañeros<br />

reenvía al lector a los textos bíblicos donde Dios se<br />

muestra como señor de las aguas, o, también, a la<br />

historia de la tempestad calmada (Lc 8,22-25). Sin<br />

embargo, también el lector pagano se ha encontrado de


134<br />

frente a un topos clásico: la protección divina del justo<br />

(Cf. G.B. MILES- G. TROMPF, “Luke and Antiphon:<br />

THech THechology of Hechs 27-28 in tHech Light of<br />

PaganBeliefs about Divine Retribution, Pollution, and<br />

Shipwreck”, HTR 69 (1976) 259-267; D.<br />

LADOUCEUR, “Hechllenistic Preconceptions of<br />

Shipwreck and Pollution as a Context for Acts 27-28”.<br />

HTR 73 (1980) 435-439). Lo mismo vale para la<br />

comida presidida por Pablo en la nave (27,33-36). ¿Se<br />

trata de una comida eucarística? Sí y no, responde<br />

MARGUERAT (1999:77). El lector que se acerca al<br />

evangelio percibe seguramente las alusiones (Lc 22,19),<br />

pero faltan los detalles de la distribución (Lc 22,19a) y<br />

la referencia al cáliz (Lc 22,17.20). Sería más adecuado<br />

hablar de una prefiguración de la eucaristía cristiana.<br />

Pero, por otro lado, el gesto de Pablo presenta al<br />

apóstol como un héroe, un sabio y un experto en la<br />

navegación. Un efecto similar podía tener el detalle de<br />

que la nave con la que Pablo llegó a Pozzuoli “Era el<br />

"Cástor y Pólux”. Cástor y Pólux eran los protectores<br />

de los navegantes, los guardianes de la verdad, los<br />

castigadores de los perjuros.<br />

- El término swth¿r era, por un lado, un título mesiánico,<br />

y por otro formaba parte del título imperial.<br />

- El vocablo no¿moj: La Torá y/o la ley romana.<br />

- Existen dos temas que podían incluirse muy bien en las<br />

dos culturas: la genealogía, la ascensión (tradiciones<br />

apocalípticas de exaltación del justo y el lugar de rapto<br />

del héroe al cielo en la literatura helenística). Las<br />

evocaciones de las naciones paganas a Pentecostés (la<br />

universalidad de la escatología profética y la idea<br />

romana del oikoumené). Decir que “la multitud de los<br />

que habían abrazado la fe, tenía un solo corazón y una<br />

sola alma (kapdi¿a kai` yuxh` mi¿a)” podía referirse,<br />

según los lectores, tanto con la fórmula FOA BW de<br />

la Biblia hebrea, como al ideal griego de mi¿a yuxh``


135<br />

(ARISTÓTELES Eth. Nic. 9,8; CICERÓN De amicitia<br />

92).<br />

Así pues, no se trata de una falta de claridad por parte del autor,<br />

sino más bien de un arte exquisito. Lucas muestra su valía en el uso de<br />

una técnica retórica: la anfibología (Cf. LAUSBERG, 1969: 132;<br />

cuanto el texto admita dos (o más) posiblidades de comprensión,<br />

tanto en lo que se refiere a palabras ambiguas individualmente como a<br />

una doble sintaxis) La anfibología no impone un sentido, sino que<br />

interpela e invita al discernimiento. Tiene también una función<br />

pragmática. En la tradición judáica se llama tartey mashma ‘<br />

(TbMegilla 14b; Cf. M. DUMAIS, Le langage de l’évangelisation,<br />

Tournai – Montréal 1976, 94).<br />

¿Cuál era la intención de Lucas con esta ambivalencia semántica?<br />

No se puede decir que se trate de un juego sutil de ofuscamiento<br />

(brouillage) por parte del autor. Mirando más de cerca las direcciones<br />

de estas ambivalencias, rezuma algo más profundo. En efecto, la<br />

dualidad semántica se construye siempre como una dimensión judáica<br />

orientada hacia los LXX, y con una dimensión helenística orientada<br />

hacia la cultura y la filosofía griega. En otras palabras, el autor se<br />

dirige sistemáticamente hacia Jerusalén y hacia Roma. En estos<br />

ejemplos de ambivalencia semántica, así pues, se puede entrever un<br />

programa teológico que MARGUERAT (1999: 79ss) llama “un<br />

programa teológico de integración (programme théologique<br />

d’intégration). Lucas, el escritor, se pone al servicio de Lucas, el<br />

teólogo. Manteniendo esta ambigüedad, su obra busca establecer la<br />

identidad cristiana: por un lado, trata de buscar las raíces de la Iglesia<br />

en Jerusalén, vale decir que en continuidad con la historia de salvación<br />

comenzada con Israel, y, por otro lado, delinea el horizonte universal<br />

en el plan de Dios, un plan que se traduce en realidad en el Imperio<br />

Romano con sus estructuras administrativas y políticas.<br />

El programa de integración, subraya Marguerat (1999: 80), no se<br />

agota en una tentativa de compromiso entre Jerusalén y Roma, sino<br />

más bien es considerado como un esfuerzo, por parte de Lucas, de<br />

reunir Jerusalén y Roma al definir el cristianismo. Al menos, no se<br />

puede decir que para Lucas Jerusalén pertenece al pasado y Roma


136<br />

representa el futuro. Tal afirmación, aun siendo cierta a nivel<br />

histórico, resulta insuficiente a nivel teológico, porque en la óptica de<br />

Lucas en el cristianismo florece todo lo mejor que existía en el<br />

judaísmo: la indefectible adHechsión a la Torá y la espera en la<br />

resurrección – El Pablo de los Hechos no se cansa jamás de repetir<br />

esto (13,32-39; 20,27; 21,24; 23,6; 28,20b) – y todo lo mejor que el<br />

Impero está en condiciones de ofrecer, o sea, la universalidad, un ideal<br />

que se concretiza en la cultura, en las redes de comunicación (por<br />

tierra y mar), en la riqueza de las ciudades, en el funcionamiento de<br />

las instituciones (Cf. J. TAYLOR, “THech Roman Empire in tHech<br />

Hechs of tHech Apostles”, ANRW 2.26.2, Berlin – New York 1996,<br />

2436-2500). Se podría hablar además de una apologia pro imperio por<br />

parte de Lucas (Cf. P.W. WALASKAY, “’And So We Came to<br />

Rome’: THech Political Perspective of St Luke”, SNTSMS 49,<br />

Cambridge 1983): en Lc-Hech es perceptible que el autor busca poner<br />

el Imperio bajo una luz positiva a los ojos de sus lectores cristianos,<br />

puesto que es bien sabido que el futuro de su religión se desarrollará<br />

en esta realidad. Según Lc-Hech, con el encuentro de Pedro y<br />

Cornelio se verifica un viraje decisivo en la historia del cristianismo.<br />

Esta nueva orientación se va reforzando en la presentación del éxito<br />

de Pablo fuera de la sinagoga (13,12.48; 14,11-18; 16,14-16.29-32<br />

etc). Desde este punto de vista, se puede asegurar que para Lucas la<br />

kurio¿thj de Jesús se presenta como el contrapunto (contrepoint) de la<br />

autoridad imperial, y la ei`rh¿nh de Cristo realiza esto, en lo que la Pax<br />

romana ha fallado, y, finalmente, Pentecostes traduce en realidad la<br />

unanimidad de los pueblos deseada en vano por Cesar.<br />

Este doble aspecto de continuidad en la discontinuidad, según<br />

MARGUERAT (1999: 82) se delinea en la última escena de los<br />

Hechchos (28,16-31). Pablo recibe a todos aquellos (pa¿ntaj) que van<br />

a encontrarlo en su alojamiento, anunciándoles el reino de Dios y al<br />

Señor Jesucristo. Este final es programático, afirma Marguerat: la<br />

predicación de Pablo ha dividido su auditorio judio. La cita de Is 6,9-<br />

10 no significa que de ahora en adelante la ruptura con los judios sea<br />

ya definitiva. Al contrario, el final de la obra subraya que Pablo<br />

recibía a “todos aquellos” que venían a él. Además, hay que señalar<br />

que el lugar donde se desarrolla la actividad apostólica de Pablo no es


137<br />

el Templo, el lugar de las raíces, ni la sinagoga, el lugar del rechazo<br />

por parte de los judios, sino la casa.<br />

La ambición de Lucas de conciliar el particularismo judío y la<br />

universalidad romana tiene analogías en la época contemporánez.<br />

FLAVIO JOSEFO quiso poner en práctica lo mismo en su obra<br />

(Antigüedad judía, La guerra judía). A MARGUERAT le importa<br />

subrayar: no se trata de una dependencia entre los dos autores, sino<br />

que es una analogía en su proyecto apologético (Cf. K.-S. KRIEGER,<br />

Geschichtschreibung als Apologetik bei Flavius Josephus, TANZ 9,<br />

Tübingen 1994; G.E. STERLING, Historiography and Self Definition,<br />

NovTSup 64, 1992). Hech aquí algunos puntos comunes:<br />

- uno y otro dan una definición de su movimiento<br />

religioso como una obra historiográfica;<br />

- demuestran que la antigüedad de su religión tenía un<br />

gran prestigio en la cultura greco-romana;<br />

- ambos reivindican la compatibilidad de sus usos<br />

religiosos con el ethos de la sociedad romana; en otros<br />

términos, la pertenencia al movimiento presentado no<br />

pone en peligro la fidelidad a Roma;<br />

- los dos presentan su Dios como onmipotente, señor del<br />

mundo, el que detenta la suprema providencia, también<br />

en las confrontaciones con la autoridad romana;<br />

- ambos buscan marginar las Hechridas en lo que se<br />

refiere a las relaciones entre Jerusalén y Roma después<br />

de la guerra judía, escribiendo una obra de<br />

reconciliación.<br />

Además, Marguerat hace notar que el fenómeno de la<br />

ambivalencia semántica se percibe también en algunos discursos de<br />

Flavio Josefo: BJ 4,362-74 (parte greco-romana) 5,375-419 (parte<br />

judía); 7,323-26 (reevocaciones del ideal estóico de la muerte noble)<br />

7,327-33 (la derrota de los rebeldes de Massada y el resultado de la ira<br />

divina a causa de las culpas de los mismos rebeldes). Se debe también<br />

poner de relieve las diferencias:<br />

- el Dios de Lucas no se identifica con la pronoi¿a<br />

‘providencia divina de los estóicos”;


138<br />

- La referencia a la autoridad romana es más crítica en<br />

Lucas: el poder de Roma permanece siempre como<br />

secundario e inferior a la Basilei¿a tou^ qeou^ (Lc<br />

1,33; 4,43; Hech 28,23.31);<br />

- Flavio Josefo reduce la blasfemia a los ojos de sus<br />

lectores judios considerando la tu¿xh ‘suerte, destino,<br />

Hechcho, caso’ como la manifestación de la voluntad<br />

de Dios (BJ 2,390; 3,353; 4,622; 5,412; 6,38; Cf. J.D.<br />

COHECHN, “Josephus, Jeremiah, and Polybius”, HTh<br />

21 (1982) 366-381).<br />

La historia de la recepción de las dos obras es marcadamente<br />

diversa. En el judaísmo normativo siempre más llevado del<br />

aislacionismo rabínico, la impostación de Flavio Josefo fue<br />

considerada como una amenaza para la identidad judía. La propuesta<br />

lucana, en la tercera generación cristiana, representará una posición<br />

mediana entre la sumisión al poder político, representado por 1Pe, y el<br />

combativo encuentro con el mundo representado por el Apocalípsis.<br />

El ideal de Lucas – una inculturación del cristianismo en el Imperio<br />

señalado por la apertura del cristianismo hacia sus raíces y de la crítica<br />

aceptación del mundo – no se ha realizado plenamente. Se debe<br />

reconocer, afirma Marguerat, que el antijudaísmo continuaba estando<br />

presente de forma marcada en el cristianismo, tanto como la<br />

conformación al mundo.<br />

5.2.2.5. Cadena narrativa<br />

Despues de esta digresión, volvemos al procedimiento unificador<br />

puesto de relieve por MARGUERAT (1999a: 64ss):<br />

- los tres centuriones: Lc 7,1-10; 23,47; Hech 10-11 (Cf.<br />

MARGUERAT- BOURQUIN,2001: 58-62);<br />

- la cadena de las conversiones: Hech 8-10. Simón el<br />

mago (8,4-25), el eunuco etíope (8,26-40), Pablo (cap.<br />

9), el centurión Cornelio (cap. 10); en fin, afirma<br />

FLICHY (2000:44) se puede hablar de la conversión de<br />

la comunidad cristiana en cuanto que aquellos que la


139<br />

representan se dejan transformar dos veces por el<br />

Espíritu, y aceptan a aquellos que con anterioridad les<br />

parecían un enemigo peligroso (<strong>Ana</strong>nías 9,10-18;<br />

Bernabé 9,27);<br />

- la misión en Jerusalén (2,42-8,1)<br />

Sumario<br />

(el crecimiento de la<br />

comunidad)<br />

Arresto Comparecencia<br />

delante del<br />

Sanedrín<br />

Desenlace<br />

2,42-47 4,14 4,5-22 4,23-31<br />

4,32-35<br />

5,12-16 5,17-18 5,27-39 5,19-26.40-41<br />

5,42<br />

6,7-8 6,7-8 6,12-7,53 7,54-8,1<br />

- los tres relatos de la conversión/vocación de Pablo (9 –<br />

un relato del narrador; 22; 26 – en dos discursos de<br />

Pablo);<br />

- cuatro relatos de la visión de Cornelio (10,1-8: el<br />

narrador omnisciente; 10,22: los hombres enviados por<br />

Cornelio; 10,30-33: Cornelio mismo; 11,1-14: Pedro;<br />

Cf. R. WITHECHRUP, “Cornelius Over and Over and<br />

Over Again: ‘Functional Redundancy’ in tHech Acts of<br />

tHech Apostles”, JSNT 49 (1993) 45-66; W.S.<br />

KURZ, “Effects of Variant Narrators in Acts 10-11”,<br />

NTS 43 (1997) 570-586);<br />

- Lc 15 y 19,1-10 (MARGUERAT 1999a: 68; Cf. J.-N.<br />

ALETTI, El relato como teología: Estudio del Tercer<br />

Evangelio y del libro de los Hechchos de los Apóstoles,<br />

Roma 1996, 200ss);<br />

- La cadena pentecostal (MARGUERAT, 1999a: 69).<br />

5.2.2.6. La syncrisis<br />

La modelación: se llama también syncrisis (técnica retórica que<br />

consiste en poner en paralelo dos personajes o dos situaciones del<br />

relato con el fin de compararlos; la syncrisis establece entre ellos un


140<br />

juego de continuidad y de superación; se trata de un fenómeno de eco;<br />

Cf. ARISTÓTELES, Retorica I, 38; PLUTARCO; Vite parallele). Ej.:<br />

- las tres curaciones de un paralítico (Lc 5,18-25; Hech<br />

3,1-8; 14,8-10);<br />

- Lc 23,34-46 y Hech 7,55-60;<br />

- Lc 24,13-35 y Hech 8,26-40;<br />

- Hech 9,3-19ª y 10,1-23;<br />

- Lc 24,5-36 y Hech 12,12-17;<br />

- Juan Bautista y Jesús.<br />

El Bautista Jesús<br />

1,5-7 Presentación de los padres 1,26-27<br />

1,8-23 Anunciación 1,28-38<br />

1,24-25 Respuesta de la madre 1,39-56<br />

1,57-58 Nacimiento 2,1-20<br />

1,59-66 Circuncisión 2,21-24<br />

1,67-79 Respuesta profética 2,25-39<br />

1,80 Crecimiento del niño 2,40.52<br />

-Pedro y Pablo (Hech 1-12; 13-28);<br />

-Jesús y sus discípulos: Jesús y Pedro; Jesús y Pablo (Cf.<br />

W.RADL, Paulus und Jesús im lukaniscHechn Doppelweke,<br />

Frankfurt 1975).<br />

FOCANT (1999: 571 = M. GOURGUES, 1978: 186):<br />

A. Elementos comunes a Mt-Mc Paralelos con los Hech.<br />

1. Testimonios falsos contra Jesús 1.Testimonios falsos contra Esteban<br />

(Mt 26,59b.60b; Mc. 14,56ª.57a) (6,13ª)<br />

2. Acusaciones que conciernen al 2. acusaciones que conciernen al<br />

Templo (Mt26,61;14,58)<br />

Templo (6,14a)<br />

3. El comportamiento del acusado: 3. El comportamiento del acusado: el<br />

el silencio de Jesús (Mt 26,63a; Mc silencio estático de Esteban (6,15)<br />

14,61ª)<br />

4. Acusación de blasfemia (Mt 4. Acusado de blasfemia (6,11b)<br />

26,65b; Mc 14,64a)


141<br />

B. Elementos comunes en Mt-Mc- Paralelos en los Hech.<br />

Lc<br />

1. Declaración de Jesús<br />

Declaración de Esteban<br />

a) “El Hijo del hombre” Mt 26,64a, a) “El Hijo del hombre” (7,56ª)<br />

Mc14,62a; Lc 22,69a)<br />

b) “...a la derecha” (Ps 110,1 – 7,56b)<br />

b) “...a la derecha” (Ps110,1 – Mt<br />

26,64b; Mc14,62b; Lc 22,69b)<br />

2. La muerte de Jesús:<br />

2. La muerte de Esteban:<br />

“fuerte grito” (Mt 27,50a; Mc “fuerte grito” (7,60ª)<br />

1537a; Lc 23,46a)<br />

C. Elementos propios de Lc Paralelos en los Hech.<br />

La muerte de Jesús: La muerte de Esteban:<br />

Invocación al Padre (23,46ª) 1. Invocación a Cristo (7,59ª)<br />

2. Referencia al Ps 31,6 (23,46b) 2. Referencia al Ps 31,6 (7,59b)<br />

3. Pregunta de perdón para los 3. Pregunta de perdón para los<br />

verdugos (23,34a)<br />

verdugos (7,60b)<br />

4. “dicho esto” (tou^to eipwÀn – 4. “dicho esto” (tou^to eipwÀn –<br />

23,46c)<br />

7,60b)<br />

Elementos propios de los Hech.<br />

1. Visión que precede la declaración<br />

(7,55<br />

2. reacción de los presentes (7,57-58a)<br />

3. Referencia a Saúl: presencia y<br />

comportamiento (7,58b;8,1)<br />

TALBERT (1974 = FLICHY, 2001: 54ss):<br />

Lucas Hechchos<br />

1,1-4: prefacio 1,1-5: prefacio<br />

3,21: Jesús ora en su bautismo 1,14: los discípulos oran esperando<br />

3,22: Después de la oración de Jesús<br />

el Espíritu Santo desciende en una<br />

forma corpórea.<br />

4,16-30: El comienzo del ministerio<br />

de Jesús: un sermón que introduce en<br />

el tema del cumplimiento de las<br />

profecías, rechazo de Jesús<br />

ser bautizados en el Espíritu Santo<br />

2,1-13: El Espíritu colma a los<br />

discípulos después de su oración:<br />

fenómeno físico.<br />

2, 14 – 40: El inicio del ministerio de<br />

la iglesia: un sermón que introduce el<br />

tema del cumplimiento de las<br />

profecías rechazo de Jesús.<br />

4,31-8,56: Ilustración del tema del 2,41-12,17: Ilustración del tema del


142<br />

cumplimiento con ejemplos de<br />

predicación y de curación; las<br />

controversias son ilustraciones del<br />

rechazo.<br />

5,17-26: curación de un enfermo con<br />

la autoridad de Jesús.<br />

5,29-6,11: controversia con los jefes<br />

cumplimiento con ejemplos de<br />

predicación y de curación; las<br />

controversias son ilustraciones del<br />

religiosos<br />

rechazo<br />

3, 1-10: es curado un enfermo con el<br />

nombre de Jesús.<br />

4,1-8,: controversia con los jefes<br />

religiosos<br />

7,1-10: un centurión que goza de Cap.10: un centurión que goza de<br />

buena fama entre los judíos pide a buena fama entre los judíos pide a<br />

Jesús que vaya a su casa.<br />

Pedro que vaya a su casa.<br />

7,11-17: La historia de una viuda y 9,36-43: La historia de una viuda y<br />

de una resurrección; Jesús dice de una resurrección; Pedro dice<br />

“levántate”, y el muerto se levantó y “levántate”, y la mujer se levantó y<br />

se sentó.<br />

se sentó.<br />

7,36-50: Un fariseo reprocha a Jesús 11,1-18: los fariseos critican a Pedro<br />

el que se deje tocar por una pecadora. por andar entre los paganos.<br />

10,1-12: la misión de los 70 Cap. 13-20: viajes misioneros de<br />

discípulos (que preanuncia la misión Pablo entre los paganos.<br />

entre los paganos)<br />

9,51-19,28:el viaje de Jesús a 19,21-21-17: Pablo va a Jerusalén<br />

Jerusalén es un viaje hacia la Pasión consciente de su pasión(20,3.22-<br />

(9,31.51; 12,50; 13,33; 18,31- 24.37-38;21,4.10-11.13) su viaje está<br />

33);caracterizado por “es necesario caracterizado por el “es necesario<br />

que” (deiÍ) divino y la incomprensión que” (deiÍ) divino y la incomprensión<br />

de los discípulos.<br />

de sus amigos(21,4.12-13).<br />

9,51.53: Jesús decide resueltamente 19,21: Pablo decide resueltamente ir<br />

ir a Jerusalén<br />

a Jerusalén.<br />

13,22: “caminaba hacia Jerusalén” 20,22: “estoy llegando a Jerusalén”.<br />

13,33: “Por lo demás, seguiré mi 21,4: “decían a Pablo que no fuera a<br />

camino hoy, mañana y pasado Jerusalén”.<br />

mañana, porque no puede ser que un<br />

profeta muera fuera de Jerusalén”.<br />

17,11: Mientras caminaba hacia 21,11s: Ágabo dice a Pablo que los<br />

Jerusalén, Jesús atravesó Samaría y judíos le encadenarán en Jerusalén.<br />

Galilea.<br />

18,31: subimos a Jerusalén (anuncio 21,13: Pablo responde que está<br />

de la pasión).<br />

preparado a morir en Jerusalén.<br />

19,11: Jesús está cerca de Jerusalén. 21,15: “partimos hacia Jerusalén”.


143<br />

19,28: “Y dicho esto, continuó el 21,17: “a nuestra llegada a<br />

camino hacia Jerusalén”.<br />

Jerusalén”.<br />

19,37: “Al acercarse a la bajada del 21,17-20a: Pablo es bien acogido y<br />

monte de los Olivos, todos los que Dios es glorificado por todo lo que ha<br />

iban con él, llenos de alegría, Hechcho en medio de los paganos.<br />

comenzaron a alabar a Dios a<br />

grandes voces por todos los milagros<br />

que habían visto”.<br />

19,45-48: Jesús va al Templo; está 21,26: Pablo va al Templo; está bien<br />

bien dispuesto hacia el Templo. dispuesto hacia el Templo.<br />

20,37-39: los saduceos no creen en al 23,6-9: Los saduceos no creen en la<br />

resurrección; los escribas examinan a resurrección; los escribas examinan a<br />

Jesús.<br />

Pablo.<br />

22,19a: Luego tomó pan, dio gracias, 27,35: Pablo “toma el pan, da gracias<br />

lo partió.<br />

a Dios delante de todos y lo partió”.<br />

22,54: Una mucHechdumbre captura 21,30: Una multitud se apoderó de<br />

a Jesús.<br />

Pablo.<br />

22,63s: los siervos del sumo 23,2: el asistente del sumo sacerdote<br />

sacerdote golpean a Jesús.<br />

golpea a Pablo.<br />

22,66;23,8; 23,13: los cuatro Caps. 23;24;25; 26: los cuatro<br />

procesos de Jesús: Sanedrín, Pilatos, procesos de Pablo: Sanedrín, Félix,<br />

Hechrodes, Pilatos.<br />

Festo, Hechrodes Agripa.<br />

23,4.14.22: tres veces Pilatos declara 23,9;25,25;26,31: tres hombres<br />

la inocencia de Jesús.<br />

(Lisias, Festo y Agripa) declaran la<br />

inocencia de Pablo.<br />

23,6-11: Pilatos envía a Jesús a 25,13-26,32: Hechrodes, con el<br />

Hechrodes para que sea interrogado. permiso de Festo, pone escolta a<br />

Pablo.<br />

23,13-22: Pilato intenta dejar en 26,32: Agripa afirma: “Este podía ser<br />

libertad a Jesús.<br />

puesto en libertad”.<br />

23,18: Los Judíos gritan: “¡Fuera 21,36: Los judíos gritan: “¡A la<br />

ése!”.<br />

muerte!”.<br />

23,47: Un centurión tiene una 27,3.43: un centurión tiene una<br />

opinión favorable de Jesús. opinión favorable de Pablo.<br />

Cap. 24: conclusión con una nota Cap.28: conclusión con una nota<br />

positiva del cumplimiento de las positiva del cumplimiento de las<br />

Escrituras.<br />

Escrituras.<br />

¿Cuál era el fin del autor con tales estrategias?


144<br />

- El retrato del discípulo sobre el Maestro se refiere<br />

solamente a las acciones (actuar y sufrir) del Maestro,<br />

no a sus palabras. Las palabras del testimonio no<br />

sustituyen a las palabras de Jesús, ni tampoco le imitan,<br />

sino más bien dirigen hacia el kerigma cristológico (ej.<br />

2,22-36; 3,13-26; 4,10-12; 10,37-43; 13,26-39).<br />

Además, el retrato se prologan en la historia: cada<br />

lector-discípulo está llamado, a su vez, a vivir en<br />

conformidad con la vida del Maestro. Los Hechos<br />

atestiguan como los primeros discípulos vivieron en<br />

sintonía con el ejmplo de Jesús. El evangelio es, así<br />

pues, presupuesto como una lectura obligatoria para<br />

comprender los discursos de los Hechos (Cf.<br />

VERHECHYDEN, 1999: 53). En realidad, sorprende el<br />

Hechcho de que el evangelio no sea nunca citado. Solo<br />

dos dichos de Jesús se encuentran en Hech (11,16;<br />

20,35): El primero remonta a Hech 1,5, mientras el<br />

origen del segundo es desconocido. En otros términos,<br />

los Hechos no se presentan como un pesHechr<br />

(comentario) del evangelio.<br />

- La técnica lucana no se deja encasillar en esquemas. La<br />

correlación entre el evangelio y los Hechos permanece<br />

siempre discreta. Ej. Hech 12, 27,9-28,6: no se sabe si<br />

se trata de una representación simbólica de la muerte y<br />

resurrección de Pedro y Pablo (MARGUERAT,<br />

1999a:73). La syncrisis no es un recalco. En los Hechos<br />

no se encontrará jamás la identificación de Cristo con<br />

sus discípulos, como en el caso de algunos apócrifos<br />

(Hechos de Pablo y Tecla, 3.21; Hechchos de Tomás,<br />

151-155).<br />

5.3 Permanencia y suspensión de la Torá<br />

5.3.1. Mateo


145<br />

Para tomar mejor la presentación de la cuestión, deberemos<br />

parangonar el tratamiento de la Torá en la obra lucana con lo que se<br />

presenta en Mt. En Mt estamos frente a una paradoja: El Primer<br />

Evangelio es, simultáneamente, el más judáico y el más anti-judáico<br />

entre los evangelios (MARGUERAT, 1999b: 16). En efecto,<br />

encontramos palabras duras contra los paganos y contra los<br />

samaritanos: “No vayáis por tierra de paganos, ni entréis en ciudad de<br />

samaritanos. Id a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (10,5-6, Cf.<br />

15,24). La misma perspectiva se delinea de manera más velada, pero<br />

no por esto menos clara, en el anuncio del nacimiento de Jesús: “Dará<br />

a luz un hijo, y le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su<br />

pueblo de sus pecados” (1,21). Otro pasaje (2,6) pone en claro que en<br />

1,21 no se trata todavía del pueblo cristiano, sino de Israel: “Y tú,<br />

Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menorentre las<br />

principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá un jefe que será el<br />

pastor de mi pueblo Israel” (Cf. 4,16). Es de señalar que a lo largo del<br />

relato evangélico el debate de Jesús con los fariseos trata sobre la<br />

interpretación de la Torá (5,17-48; 12,1-14; 19,1-12; 22,34-40; desde<br />

este punto de vista, Cf. la comunidad de Qumrán, ej.: 1QH a XII 13-<br />

15a.18b-20a – ¿quién osaría jamás acusar a la comunidad de Qumran<br />

de antijudaísmo?) y sobre el comportamiento religioso (6,1-18), sus<br />

ritos (15,1-20; 23,23-28) y sus sacrificios (5,23-24). THECHISSEN<br />

(THechory, 1999) habla a propósito de una ética de superación. Este<br />

horizonte limitado para Israel no se amplía antes de 28,19.<br />

El reverso de la medalla: el rechazo. Se revela que este aspecto<br />

negativo está también presente a lo largo del relato entero.<br />

Comparando con el texto de Mc y de Lc se revela que Mateo endurece<br />

el mensaje de sus fuentes: ej. Mt 8,5-13 y Lc 7,1-10; Mt 13,10-17 y<br />

Mc 4,10-12. Ya al inicio del evangelio se presentan dos polos:<br />

mientras Hechrodes, representante de Israel está a merced de impulsos<br />

asesinos (2,16-18), la actitud positiva por parte de los paganos se<br />

cristaliza en la figura de los magos (2,1-12). Esta división es<br />

corroborada después en la fuga a Egipto. La tipología de éxodo se<br />

presenta al revés: Un “faraón” reina en Jerusalén y Egipto será la<br />

tierra que acoge al Mesías. La predicación de Juan pone en<br />

perspectiva esta división: la llamada a la conversión es válida también


146<br />

para Israel, porque “Dios es capaz de suscitar hijos de Abrahán de<br />

estas piedras” (Cf. 3,7-9). La división entre la multitud judía y los<br />

discípulos se hace todavía más clara en 13,10-17. A los discípulos se<br />

les ha concedido conocer los misterios del Reino, pero no a la<br />

multitud judía, “porque (oÀti) miran y no ven, escuchan y no oyen ni<br />

entienden”. Para Mt los judíos no están excluidos de la historia de la<br />

salvación, pero para el evangelista la bendición que alcanzará a todos<br />

los hombres no pasa de ahora en adelante a través de Israel. El pueblo<br />

elegido ha rechazado a su Mesías. El privilegio de Israel no es negado,<br />

pero pertenece al pasado.<br />

En esta óptica, el relato de Mt se presenta como tipo de la ruptura<br />

entre la comunidad cristiana y la sinagoga (MARGUERAT, 1999b:<br />

19): en suma, presenta la crónica de una ruptura anunciada. Si<br />

queremos comprender la contradicción estridentre entre el anatema<br />

lanzado contra Israel y la impostación, según la cual el amor del<br />

prójimo se designa como la quintaesencia de la Torá (5,21-48; 7,12;<br />

22,34-40), debemos tener presente la experiencia vivida por el<br />

evangelista, que es una experiencia de sufrimiento (Cf. 5,11-12; cap.<br />

10). La comunidad ha vivido la exclusión de la sinagoga, del judaísmo<br />

siempre más impregnado de fariseismo. Los judeo-cristianos, a los<br />

que se presenta el evangelista, son contados entre los minim,<br />

Hechréticos, asegura Marguerat, lo que explicaría la acerva invectiva<br />

de Mt contra la sinagoga. Además, debemos señalar: se suele decir<br />

que la prueba de la ruptura con la sinagoga se encuentra en la 12a<br />

ampliada (que se llama Birkat ha-Minim) de la Bendición dieciocho<br />

(SHechmone esre). El término hebráico mîn ‘tipo’, ‘variedad’ en<br />

sentido figurado indicaba ‘el que debía (de la línea del judaísmo)’. En<br />

Juan, el término aµposuna@gwgoj (9,22; 12,42; 16,2) se refiere a esta<br />

situación de ruptura. Pero es fácil exagerar la importancia de la Birkat<br />

ha-Minin en la relación judeo-cristiana. Es verdad que existe un<br />

consenso de que verdaderamente en Jamnia se haya introducido la<br />

maldición contra los minim, pero permanece incierto quienes son los<br />

minim: “No hay esperanza para los apóstatas, igualmente los<br />

nazarenos y los minim. Los nazarenos parece referirse a los cristianos,<br />

pero habia ciertos estudiosos que lo consideran un añadido posterior<br />

(J. JOCZ, THech Jewish People and Jesus Christ: A Study in tHech


147<br />

Controversy between Church and Synagogue, London 1962, 56s). El<br />

término minim originariamente tenía un significado amplio: los<br />

“Hechrejes”, y, solo más tarde, alrededor del 180-200 d.C. se usará<br />

con el significado de “los cristianos” como herejes por excelencia (R.<br />

KIMELMAN, L.H. SCHIFMAN). Como hace observar G.<br />

STEMBERGER (Il giudaismo classico: cultura e storia del tempo<br />

rabbinico dal 70 al 1040, Tradizione d’Israele 7, Roma 1991, 261s):<br />

“Quien se ocupe de este término, debe salir de vez en cuando del<br />

contexto. Seguramente, con esta expresión pueden incluirse cristianos,<br />

gnósticos y otros; pero es imposible decidirse por una u otra<br />

solución”. Así pues, para comprender las palabras extremadamente<br />

duras por parte de Mt, debemos imaginarnos una comunidad<br />

traumatizada y frágil, arrancada de su tradición, una iglesia local que<br />

está buscando y proyectando su propio futuro.<br />

Es importante señalar (MARGUERAT, 1999b: 20) que la Iglesia<br />

no reivindica para sí los privilegios de los que ha sido privado Israel.<br />

La Iglesia no se llama “nuevo Israel” (Cf. 21,43). Por otra parte, en el<br />

Primer Evangelio no se centra largamente en los ejemplos negativos<br />

de los fariseos con sentimientos de venganza. Los fariseos sirven, más<br />

bien, de contra-modelo (contre-modèle) para advertir a la Iglesia del<br />

peligro, que también para ella está siempre al acecho (Cf. el añadido<br />

redaccional a la parábola de la boda real: 22,11-14). El antijudaismo<br />

por parte de Mt es, así pues, una cuestión más histórica que teológica.<br />

Para valorarlo de modo justo, debemos situarlo en su desarrollo<br />

histórico. Marguerat distingue tres etapas: 1) Mt redacta su evangelio;<br />

su iglesia acaba de ser expulsada de la sinagoga; Mt reacciona<br />

utilizando el arsenal familiar de la controversia; estamos alrededor del<br />

70 d.D.; 2) apertura a la misión entre los paganos por parte de la<br />

comunidad de Mt; una vez abandonada la matriz original de la<br />

controversia, la polémica adquiere un nuevo estado: no se justifica<br />

más la identidad de una secta judaica, sino que se legitima un sistema<br />

religioso separado de la sinagoga; solo en este momento se puede<br />

hablar de antijudaismo; 3) estamos hacia finales del siglo II., cuando<br />

se afirma el canon del NT; el evangelio es ya un texto normativo para<br />

la identidad cristiana; el texto sirve para denigrar a los judíos. Esta<br />

última etapa forma parte de la recepción del texto.


148<br />

5.3.2. Lucas<br />

Por lo que respecta a la obra de Lucas, la relación entre judíos y<br />

cristianos allí reflejada ha sido objeto de un encedido debate a partir<br />

de los años ocHechnta (MARGUERAT, 1999c: 24; Cf. ID., ed., Le<br />

déchirement: Juifs et chrétiens au premier siècle, MdB 32, Genève<br />

1996, 151-178; M. RESE, “THech Jews in Luke-Hechs: Some Second<br />

Thoughts”, en J. VerHechyden, 1999: 165-183). La causa de esta<br />

discusión está en que Lc-Hech es el escrito del NT en el que<br />

tropezamos con más dificultades, si se busca discernir tal y como<br />

viene articulada y valorada esta relación. Consierando el trayecto de<br />

Jerusalén hasta Roma, que se perfila en los 52 capítulos de Lc-Hech,<br />

¿debemos sacar la conclusión de que Lc ha dado la espalda al<br />

judaísmo para abrise a Roma y el pagano-cristianismo? O quizás,<br />

reformulando la pregunta: ¿el cristianismo, según Lucas, se construye<br />

sobre el repudio al judaísmo?<br />

Ante todo se debe hacer una distinción siempre a respetar (Cf.<br />

MARGUERAT 1999c: 24n2): a nivel de la historia relatada por<br />

Lucas, que se desarrolla de los años treinta hasta los años sesenta, el<br />

cristianismo y el judaísmo no constituyen dos entidades separadas, ni<br />

teológicamente, ni sociológicamente; el cristianismo no es otra cosa<br />

que una secta dentro del judaísmo (un ’aiàresij, como los fariseos o<br />

los saduceos, Cf. Hech 5,17, 15,5; 24,4-14; 26,5; 28,22). Las<br />

cuestiones que apenas Hechmos expuesto, adquieren su pertenencia al<br />

nivel de la narración histórica, es decir, el tiempo de Lucas, alrededor<br />

de los años ocHechnta, porque en este momento el cristianismo, en el<br />

que se mueve el autor, se ha separado ya, aunque todavía no de un<br />

modo irreversible, de la sinagoga (Hech 13,5; 14,1; 17,1.17).<br />

Algunos (ej. el comentario monumental de E. HAENCHECHN,<br />

1956) leen Lc-Hech como una historia con doble fracaso: ni Jesús ni<br />

los apóstoles han logrado convencer a Israel de que Dios había abierto<br />

un nuevo horizonte en la historia de la salvación.<br />

- Ningún otro escrito del NT acusa tan severemante a los<br />

judíos de la muerte de Jesús: Hech 3,14-15; 4,27; 7,51-<br />

53;


149<br />

- Pablo, apenas convertido, es amenazado de muerte por<br />

los judíos (9,23); los cuales no dejan jamás –valiéndose<br />

de cualquier método, legal o ilegal- de intentar eliminar<br />

a Pablo (13,45.50; 14,2-5; 14,19; 17,5-8; 18,6.12-13;<br />

23,12-22; 14,1-8; 15,5) hasta el momento en el que casi<br />

lo linchan en el Templo de Jerusalén (21,27-36);<br />

- El final de los Hech (28,28), según esta lectura, sería un<br />

verdadero y justo adiós a Israel, cegado en su obstinado<br />

rechazo;<br />

Este modo de interpretar la obra de Lucas no ha dejado de ser<br />

contestado. La primera crítica vino de J. JERVELL (Das gespaltene<br />

Israel und die Hechidenvölker: zur Motivierung der Hechidenmission<br />

in der Apostelgeschichte”, ST 19 (1965) 68-96 = “THech Divided<br />

People of God: THech Restoration of Israel and Salvation for tHech<br />

Gentiles”, in ID., Luke and tHech People of God: A New Look at<br />

Luke-Hechs, Minneapolis 1972, 41-74):<br />

- La misión entre los paganos no deriva del fallo de la<br />

misión dentre los judíos, sino del parcial éxito de esta<br />

última.<br />

- La iglesia no es un “nuevo Israel”, sino una<br />

prolongación de Israel, porque las promesas dadas al<br />

Israel antiguo se han cumplido, al menos parcialmente,<br />

así como se ha convertido una parte considerable del<br />

pueblo elegido.<br />

- Así pues, Lucas trata de ligar la iglesia con Israel.<br />

- Ls salvación ofrecida también a los paganos, es<br />

presentada desde el comienzo como el cumplimiento de<br />

la Escritura (Lc 2,32. Cf. W. RADL, “Die Beziehugen<br />

der Vorgeschichte zur Apostelgeschichte, dargestellt an<br />

Lk 2,22-39”, en J. VerHechyden, 1999, 297-311). Hech<br />

21,20 pone de relieve: “cuantos miles de Judíos han<br />

abrazado la fe y todos son celosos observantes de la<br />

ley”.<br />

- Los primeros cristianos se consideran como parte<br />

integrante de Israel (Hech 1-5);


150<br />

- Pablo, por su parte, pondrá de relieve en cada<br />

oportunidad su obediencia escrupulosa a la Ley de<br />

Moisés (16,3; 21,20-26; 24,14); y reivindica su<br />

identidad judía (22,3);<br />

- Los discursos misioneros muestran el perdón ofrecido a<br />

los judíos (2,37; 3,19; 7,60; 13,38-39, Cf. la actitud de<br />

Jesús en Lc 23,28.34).<br />

Después de haber tomado en consideración estas dos formas de<br />

razonamiento, MARGUERAT (1999c: 26) llega a una conclusión<br />

desconcertante: ambas lecturas son propugnables, porque las dos<br />

tienen puntos de apoyo en el texto. Según Marguerat, no es necesario<br />

de hecho escoger entre estas dos imágenes, porque la representación<br />

del judaísmo en la obra de lucas no se deja reducir a una simple<br />

ecuación. En otras palabras, la tensión forma parte de la presentación<br />

de esta relación que encontramos entre Lc-Hech. En vez de eliminar,<br />

debemos interpretarla teológicamente (Cf. F. BOVON, “Études<br />

lucaniennes: Rétrospective et prospective”, RThPh 125 (1993)).<br />

- Si Lucas hubiese querido presenta una imagen<br />

exclusivamente negativa del judaísmo, entonces ¿por<br />

qué la ha trazado tan compleja?<br />

- ¿Por qué insiste sobre la conversión de muchos de la<br />

diáspora?<br />

- ¿Por qué se habla de la misión pagana de un modo<br />

detallado solamente dos veces (14,8-18; 17,16-34)?<br />

- Por otro lado, si Lucas consideraba el cristianismo<br />

como la continuación de la historia de Israel, entonces<br />

¿por qué denigrar tan tenazmente a los judíos (su<br />

agresividad hacia los apóstoles (cap. 3-5), hacia<br />

Esteban (cap. 7), hacia los cristianos de Jerusalén<br />

(cap. 8), hacia Pedro (cap.12), y hacia Pablo (cap.<br />

13-26))?<br />

La ruptura con la sinagoga: 28,16-31. El escenario es similar a las<br />

misiones precedentes (Hech 13,42-52; 14,1-7; 17,10-14; 18,1-10).<br />

Pero en la última perícopa de los Hechchos se encuentran dos puntos


151<br />

de divergencia: la predicación de Pablo en Roma no se rechazada al<br />

cien por cien por parte de los judíos, y la separación se verifica en dos<br />

momentos consecutivos (28,22.24). Según J. DUPONT (“La consion<br />

des Actes et son rapport à l’ensemble de l’ouvrage de Luc”, Nouvelles<br />

études sur les Actes des apôtres, LD 118, Paris 1984, 457-511) el<br />

mismo esquema se encuentra ya en 13,12-52 (las dos fases son: 1/<br />

vv.38.43; 2/ vv.44.50). Veámos más de cerca este episodio:<br />

- las causas de la ruptura: hay que señalar, que no es la<br />

lectura cristológica del salmo 2 la que hace estallar el<br />

desacuerdo (13,33), sino más bien el Hechcho de que<br />

“toda la ciudad” se reúna en torno a los misioneros<br />

(v.44) y el éxito de los mismos (v.48). La multitud<br />

(“toda la ciudad”) se divide en dos: por un lado están<br />

los judíos y por otro la “multitud” (paganos, los que<br />

temen a Dios, gente no acogida en la sinagoga). Lucas<br />

indica que no se trata simplemente de un estallido de<br />

celos. La causa de la división es que “la palabra del<br />

Señor” se difunde también entre los paganos, cosa que<br />

es insoportable para los judíos de Antioquía.<br />

- ¿Cómo interpreta Pablo el rechazo (13,46-47)?<br />

- ¿Cómo reaccionan los misioneros? Hech 13,51 puede<br />

compararse con Lc 9,5 y 10,11 (Cf. Hech 18,6). Sus<br />

duras palabras en este último versículo “se sacudió la<br />

ropa y dijo: "Que vuestra sangre caiga sobre vuestras<br />

cabezas; yo soy inocente; desde ahora me iré con los<br />

paganos"” no equivalen a una maldición, sino que<br />

imputan la responsabilidad de los judíos. Lo más<br />

sorprendente es que después de la ruptura encontramos<br />

a los misioneros de nuevo en la sinagoga: 14,1; 18,8.<br />

Con estas aparentes incoHechrencias en el<br />

comportamiento de Pablo, Lucas no pretende dibujar un<br />

retrato del apóstol como una figura impulsiva que<br />

después de un ataque de ira se arrepiente. Esta actitud<br />

nos conduce al centro del concepto lucano sobre el<br />

pueblo de Dios. Los paganos, según Lucas, no toman el<br />

puesto de Israel en el plan de Dios; sino que se agregan


152<br />

a este pueblo, que tiene ya dimensión mundial. Y por<br />

esto es por lo que Pablo vuelve siempre a la sinagoga.<br />

La apertura a los paganos no derriba a Israel de ningún<br />

sitio. Al contrario, según Lucas, esta apertura no es otra<br />

cosa que el cumplimiento de las profecías, de las que<br />

Israel se priva a sí mismo. También desde este punto de<br />

vista hay un claro paralelo entre Lc 4,16-30 y Hech<br />

13,13-52. En efecto, Lucas modela la figura de Jesús<br />

según la tipología del profeta rechazado (Cf. D.P.<br />

MOESSNER, “Paul in Acts: PreacHechr of<br />

Eschatological Repentance to Israel”, NTS 34 81988)<br />

96-104; Moessner demuestra cómo Lucas representa a<br />

Jesús y Pablo con la ayuda del modelo profético según<br />

la tradición deuteronomista; Cf. Lc 11,37-54; 13,31-35;<br />

19,11-27; Hech 13,40-46; 18,6; 28,25-28).<br />

Marguerat revela otra duplicidad en la representación de los<br />

judíos. Hay que distinguir dos cosas: tenemos el nivel discursivo, es<br />

decir, los discursos misioneros, donde se subraya la culpabilidad de<br />

los judíos en la muerte de Jesús (Hech 2,36; 3,14-15; 4,10; 7,52;<br />

10,39, 13,27-28), y, por otro lado, el nivel narrativo, donde se pone de<br />

relieve el encuentro entre las autorides judías y los misioneros. Si se<br />

investiga sobre la relación entre Jesús y el pueblo judío, no es<br />

aconsejable, dice MARGUERAT (1999c:30) tomar las figuras de los<br />

escribas y los fariseos como representantes del pueblo. Su hostilidad<br />

se nota enseguida (Lc 5,21) y permanece siempre feroz. Si queremos<br />

recabar las imágenes de Israel que Lucas ha forjado en su obra, es más<br />

util mirar cómo el evangelista representa la “multitud” y el “pueblo”.<br />

Desde este punto de vista, la escena introductoria de la actividad<br />

pública de Jesús (Lc 4,16-30) se revela paradigmática en toda la obra<br />

(Cf. FLICHY, 2000: 31-37). El comportamiento de la multitud se<br />

plasma en los dos momentos siguientes: primeramente la multitud se<br />

separa de sus líderes y acoge favorablemente a Jesús, pero, en un<br />

segundo momento se identifica con sus jefes:<br />

- respuesta/acogida favorable por parte del pueblo/de la<br />

multitud: 4,42; 5,1.15.26; 6,17-19; 7,16s; 8,19.40; 9,43;


153<br />

10,39; 15,1s; 18,43; 19,48; 20,19.26; 22,2.6; que resulta<br />

como un conspicuo contraste a la actitud de los líderes:<br />

5,21.26; 13,17; 15,1-2. Una reacción similar se verifica<br />

en los confrontamientos de Juan Bautista: 7,29-30.<br />

- Delante de Pilato la misma multitud grita: “¡Ése a la<br />

muerte!” (23,18 Cf. 23,4-5.13.21-23).<br />

- 23,48: después de la muerte de Jesús, la multitud se<br />

arrepiente. ¿Será una señal por parte del evangelista que<br />

representa a la multitud como víctima de la<br />

manipulación de sus jefes? No se puede exluir, afirma<br />

MARGUERAT (1999c:31). Pero es de señalar que en<br />

los discursos de los Hechchos, tanto Pedro (3,15; 4,10;<br />

7,52) como Pablo (13,27), amalgaman al pueblo y sus<br />

jefes.<br />

En los Hechos estamos frente a un interesante cambio. En los<br />

primeros capítulos, los vocablos ‘pueblo’, ‘multitud’, abundan (1,15;<br />

2,47; 3,9.11.12; 4,1.2.10.17.21; 6,7). El término ‘judíos’ está casi<br />

ausente de los ocho primeros capítulos (2,5.11), mientras que a partir<br />

del cap. 13 sobreabunda y siempre con connotaciones negativas. Qué<br />

cosa ha cambiado para transformar la relación idílica entre judaísmo y<br />

cristianismo en una histeria colectiva. Son más explícitos los Hechos<br />

que el evangelio:<br />

- las primeras grietas se abren en el suceso de Esteban:<br />

6,8-8,1; 7,48: “Pero el Altísimo no habita en obras<br />

hechas por manos de hombres”. En otras palabras, no se<br />

puede confinar a Dios en Israel.<br />

- Cornelio: 10,1-11,18. Hay que poner de relieve que<br />

ninguna parte en los Hechos se encuentra tan fuerte la<br />

irrupción de lo sobrenatural en los acontecimientos. La<br />

crítica de Esteban contra el confinamiento de Dios al<br />

Templo, recibe aquí un corolario soteriológico (10,28:<br />

“Vosotros sabéis que a un judío le está prohibido<br />

juntarse con extranjeros y entrar en su casa. Pero Dios<br />

me ha enseñado a no llamar profano o impuro a ningún


154<br />

hombre”) Cf. las palabras de Pablo: la salvación llegará<br />

hasta los confines de la tierra (13,47).<br />

Así pues, la revelación está en el centro del conflicto: la<br />

resurrección de Jesús significa que la santidad de Israel se extiende a<br />

todo el mundo y se convierte en accesible a todos. Pero esto no<br />

implica que Lucas tenga una imagen completamente negativa de<br />

Israel, que para él Israel se encuentre en un camino sin salida. El final<br />

de la obra demuestra que la impostación de Lucas es mucho más<br />

difuminada. En esta última sección (cap. 21-28), Lucas nos presenta<br />

cuatro apología de Pablo (cap. 22 – delante del pueblo de Jerusalén;<br />

cap.23 – delante del Sanedrín; cap.24 – delante de Félix; cap. 26 –<br />

delante del rey Agripa). El Apóstol rechaza las acusaciones y declara<br />

su pertenencia al pueblo santo y subraya su acatamiento a las<br />

tradiciones de los padres. Pablo se identifica como fariseo (23,6) y los<br />

mismos fariseos lo reconocen como uno de ellos (23,9). La fe<br />

cristiana, según Pablo, reasume la mejor parte del judaísmo. Y,<br />

aunque parezca extraño, los fariseos representan a esta parte. Un<br />

desarrollo curioso: adversarios encarnecidos del primer momento (Lc<br />

5,21) acaban dispensados: en efecto, no figuran nunca entre los<br />

responsables de la muerte de Jesús (Lc 22-23); y después, defendiendo<br />

a los apóstoles (Hech 5,33-39; 22,3; 23,1-10).<br />

El final de los Hechos es una verdadera crux. Pero, por lo que se<br />

refiere a la relación con el judaísmo, no se trata de quién triunfa, ni de<br />

las maldiciones, sino simplemente de constatar el fracaso de la misión<br />

apostólica: 28,27a. Pero Pablo recibe a todos aquellos que vienen a él<br />

(28,30). En otros términos, afirma MARGUERAT (1999c: 35), Lucas<br />

habría querido dejar abierto su dosier sobre el judaísmo. ¿Por qué esta<br />

ambivalencia por parte de lucas en los confrontamientos con el<br />

judaísmo?<br />

En el relato la ruptura viene siempre seguida de una decisión por<br />

parte de los judíos, nunca por iniciativa de los cristianos.<br />

THECHISSEN (THechory, 182) es de la opinión de que según Lucas<br />

fue la misión entre los paganos la que hizo estallar el rechazo judáico<br />

al mensaje cristiano. Históricamente hablando, dice THechissen, las<br />

cosas habrían sido al revés: dispensado a los gentiles de la


155<br />

circuncisión y de la reglas alimentarias, la misión cristiana pone en<br />

cuestión la identidad judía y hace estallar la oposición del judaísmo de<br />

modo que la comunidad cristiana, compuesta de convertidos del<br />

paganismo, poco a poco se aleja del judaísmo.<br />

Como todas las obras de historiografía, también Lc-Hech<br />

desemboca en la cuestión sobre la identidad (Cf. AUNE, 1987: 136ss).<br />

Lucas no deja lugar a dudas: las raíces del cristianismo están en la<br />

historia del pueblo elegido y en sus Escrituras; pero, al mismo tiempo,<br />

atribuye toda la responsabilidad de la ruptura a los judíos. Aún más,<br />

no denigra nunca el judaísmo.<br />

6. EL GÉNERO LITERARIO DE LOS EVANGELIOS<br />

J. N. ALETTI, L'arte di raccontare Gesù Cristo: La scrittura<br />

narrativa del vangelo di Luca, Biblioteca Biblica 7, Brescia 1991<br />

[orig. fr.]; E. AUERBACH, Mimesis: II realismo nella letteratura<br />

occidentale, I-II, Piccola biblioteca Einaudi 49, (cap. 2); D. E.<br />

AUNE, THech New Testament in Its Literary Environment, Library<br />

of Early Christianity 8, Philadelphia 1987; F. BovoN, «THech<br />

Synoptic Gospels and tHech Noncanonical Acts of tHech Apostles»,<br />

HTR 81 (1988) 1936; R. A. BURRIDGE, «About People, by People,<br />

for People: Gospel Genre and Audience», in R. BAUCKHAM, ed.,<br />

THech Gospels for All Christians: Rethinking tHech Gospel<br />

Audiences, Edinburgh 1998, 113-145; H. J. CADBURY,<br />

«Commentary on tHech Preface of Luke», in F.J.F. JACKSON - K.<br />

LAKE, ed., THech Beginning of Christianity, Part I, THech Acts of<br />

tHech Apostles, voi. II, Prolegomena II, London 1922, 489-510; G.<br />

DOWNING, «THechophilus's First Reading of Luke-Acts» in C. M.<br />

TUCKETT, ed. Luke's Literary Achievement, JSNTS 116,<br />

SHechffield 1995, 91-109; V. FUSCO, «Tradizione evangelica e<br />

modelli letterari», Beo 27 (1985) 77-103; ID., «Le titre "évangile"<br />

corame phénomène de réception», in L. PANIER, Le temps de la<br />

lecture: Exégèse biblique et sémiotique, FS J. Delorme, LI) 155,<br />

Paris 1993, 325-336; R. GRYsoN, «À propos de Papias sur Matthieu:<br />

Le sens du mot logion cHechz les Pères du second siècle», ETL 41<br />

(1965) 530-547; R. HECHARD, «THech apomnémoneumata in


156<br />

Papias, Justin and Irenaeus», NTS 1 (1954/55) 122-129; M.<br />

HECHNGEL, La questione giovannea, Studi biblici 120, Brescia<br />

1998; H. KOESTER, «From tHech Kerygma -Gospel to Written<br />

Gospel», NTS 35 (1989) 361-381; A. D. LEEMAN, Orationis ratio:<br />

teoria e pratica stilistica degli oratori, strorici e filosofi latini,<br />

Bologna 1974 (orig., ted.); F. MOSETTO, I miracoli evangelici nel<br />

dibattito tra Celso e Origene, Roma 1985; C. F. D. MOULE,<br />

«THech Function of tHech Synoptic Gospels», in E. GRABER - O.<br />

MERK, ed., Glaube und Eschatologie, FS W. G. Kummel, Tiibingen<br />

1985, 199-208; N. PERRIN, «THech Literary Gattung "Gospel"»,<br />

ExpT 82 (1970) 4-7; A. PITTA, «Vangelo ed epistolario paolino»,<br />

PSV 43 (2001) 171-184; G. SEGALLA, Evangelo e vangeli: Quattro<br />

evangelisti, quattro Vangeli, quattro destinatari, La Bibbia nella<br />

storia 10, Bologna 1993; C. H. TALBERT, What Is a Gospel?,<br />

Philadelphia 1977; D. TOVEY, Narrative Art and Acts in tHech<br />

Fourth Gospel, JSNTS 151, SHechffield 1997; P. TREMOLADA, «Il<br />

poemio al vangelo di Luca (Lc 1,1-4)», PSV43 (2001) 121-135; W. S.<br />

VORSTER, «Gospel Genre», ABI) Il/ 1077-1079; J. ZUMSTEIN, «Le<br />

precessus de relecture dans la littérature johannique», ETR 73 (1998)<br />

161-176.<br />

6.1. Introducción<br />

Controlando tanto la producción como la recepción de los textos,<br />

el género literario adquiere un papel relevante en su comprensión. Así<br />

pues, para interpretar adecuadamente los evangelios es de vital<br />

importancia que se aclare a qué género literario pertenecen. En otras<br />

palabras, es necesario precisar con qué expectativas se nos puede/debe<br />

acercar a estos escritos, a qué preguntas tratan de responder y qué<br />

problemas, en cambio, ignoran su género literario y expuesto con<br />

cierta insistencia “demuestran” que los evangelios –quizá la Biblia en<br />

general- no responden a nuestras búsquedas, por ejemplo, históricas;<br />

o, por añadidura, son marcados como no inesperados, mientras que se<br />

trata simplemente del hecho de que no corresponden a nuestra<br />

expectativas, o sea, no se conforman a nuestras convenciones<br />

literarias. Este mal entendimiento, o quizás sería mejor hablar de


157<br />

diálogo entre sordos, se ha verificado de modo notable y ruidoso en la<br />

cuestión de la historicidad de los evangelios.<br />

Prescindiendo de algunos fragmentos de los evangelios, éstos se<br />

presentan como narración. TOVEY, en su libro (1997: 207).<br />

Siguiendo a S. Lauser, Tovey plantea el siguiente esquema, en el que<br />

representa la variedad de los distintos discursos narrativos:<br />

Crónica (historia)<br />

Historia académica<br />

Historia “periodística”<br />

Biografía<br />

Autobiografía<br />

Narrativa informal<br />

Relato de un testimonio ocular u otro tipo de<br />

acontecimiento real<br />

Realismo, de modo particular el romance histórico<br />

Verdad ficticia<br />

Imaginaciones<br />

Formas paródicas/parasitarias<br />

Invenciones<br />

(parodia)<br />

Según Tovey, el Cuarto Evangelio –y su observación puede<br />

extenderse también a los otros evangelios- es un “texto de muestra”<br />

(display text), o sea, representa un tipo de discurso narrativo, que<br />

incluye diversos géneros literarios. Atendiendo a los criterios<br />

modernos, los evangelios se sitúan entre la historia (history/report) y<br />

la ficción. En la antigüedad había una tipología que correpondería al<br />

siguiente esquema moderno:<br />

1. historia (aletHechs historia), es decir, relación cuidada de<br />

cosas acaecidas;<br />

2. plasma (argumentum/hos aletHechs historia) una historia, una<br />

situación imaginada que probablemente podía haber sucedido;<br />

3. mitos (fabula/pseudes historia), una narración que no es<br />

verdadera y ni siquiera se aproxima a los acontecimientos<br />

reales (p.273; pero en la práctica estas categorías se<br />

superpusieron; Cf. AUNE, 1987: 83).


158<br />

Según TOVEY, en esta tipología, el género liberario “evangelio” sería<br />

colocado entre la historia y el plasma.<br />

Para definir el género literario “evangelio”, FUSCO (1985: 85)<br />

afirma que el punto a aclarar es si la analogía con las formas históricobiográficas<br />

son tales como para exigir la atribución del “evangelio” al<br />

mismo género literario, o si, viceversa, las diferencia son tales como<br />

para exigir que se reconozca en éste un nuevo género literario.<br />

Preguntarse si un texto pertenece a un cierto “género”, equivale a<br />

preguntarse si aquel texto, a través de múltiples “señales” de<br />

contenido y formales que envía al lector, suscita en él ciertas<br />

reminiscencias, asociaciones, expectativas, llaves de lectura, que el<br />

autor prevee y sobre las que da fe para surtir los efectos deseados.<br />

6.2. Los vocablos en los LXX, en Filón de Alejandría y en Flavio<br />

Josefo<br />

El término eu©agge¿lia en los LXX (siempre en plural), traduce el<br />

vocablo Hechbraico besorah y significan, por un lado, ‘la recompensa<br />

por el anuncio de una victoria’ (2Sam 4,10; 18,22; Cf. HOMERO,<br />

Odisea 14,152) y, por otro, ‘el anuncio de una buena noticia’ (2Sam<br />

18,20.25.27; 2Re 7,9). Pero el término no reviste un significado<br />

teológico ni en la BH ni en los LXX. En cuanto se refiere al verbo<br />

(eu©agge¿li¿zw), en los textos más tardíos encontramos una acepción<br />

mucho más religiosa: Is 52,7; 60,6; 61,1; Na 2,1; Sal 96,2. En<br />

HOMERO, y también en PLUTARCO, el sustantivo significa<br />

‘recompensa por una buena noticia’, solamente en el s. Iid.C., en<br />

APPIANO y LUCIANO, aparece la acepción ‘buena/mala noticia’.<br />

No se puede, así pues, hablar de derivaciones del ambiente<br />

Hechlenístico a nivel semántico (SEGALLA, 1993: 11). Se acude para<br />

esto a la inscripción llegada desde Priete (Asia Menor) que se retrotrae<br />

al año 9 a.C. Se trata de un calendario donde aparece la fecha de<br />

nacimiento del emperador Cesar Augusto: “el día natalicio del dios<br />

fue para el mundo el inicio, por medio de él, de buenas noticias<br />

(eu©agge¿lia)W (El texto completo de la inscripción se encuentra en la<br />

SIG 458; Cf. R. PENNA, L’ambiente storico-cultuale delle origini<br />

cristiani, Bologna 1984, 147). Pueden ser puestos de relieve los


159<br />

siguientes elementos que corresponden a la acepción de ‘evangelio’ en<br />

el NT: Augusto es llamado ‘salvador’; hay un aspecto religioso; como,<br />

quizás, es relevante el aspecto narrativo-biográfico. Aún más, aquí el<br />

término aparece en plural en lugar de en singular. El contenido, sin<br />

embargo, es diferente: en la inscripción el aspecto dominante es el<br />

político.<br />

FILÓN DE ALEJANDRÍA, utiliza el verbo hablando del Hechcho<br />

de que cuando Cayo Calígula obtiene el Imperio, los Hechbreos de<br />

Jerusalén fueron los primeros en felicitarse con él y que de su ciudad<br />

partió la buena noticia (Legatio ad Caium 32,231: kai`` a©po` th^j<br />

h´mete¿raj po¿lewj eu©aggelioume¿nh pro`j ta`j aÃllaj eÃdramen h`<br />

fh¿mh; (Les Oeuvres de Philon d’Alexandrie 32; Introduction,<br />

traduction, notes A. PELLETIER, Paris 1972)). FLAVIO JOSEFO,<br />

se sirve del sustantivo enl singular una sola vez en el sentido de<br />

‘buena noticia’, en plural significa para él el nombramiento de un<br />

nuevo emperador (BJ 4,618). Así, concluye Segalla, por la escasez de<br />

los textos profanos con respecto a la riqueza de los del NT y por el<br />

significado banal y sobre todo político-religioso que contienen, y por<br />

el Hechcho de que en el NT no se da jamás un confrontamiento<br />

polémico sobre este punto con el ambiente greco-romano, resulta claro<br />

que no se puede derivar la valencia semántica que el vocablo tienen en<br />

el NT del ambiente greco-romano. Pero es probable que los lectores<br />

griegos lo comprendieran a partir del uso habitual que ellos le daban:<br />

“deberemos distinguir previamente entre la posible acogida de los<br />

‘evangelios’ en ambientes helenísticos y el influjo literario de las<br />

biografías Hechlenísticas sobre ‘evangelios’” (SEGALLA, 1993: 19).<br />

Según Segalla, no existen pruebas serias, ni siquiera para hacer derivar<br />

el sustantivo del ambiente judeo-palestino. Pero es necesario tener<br />

bien presentes las dos preguntas siguientes: 1) si el término<br />

‘evangelio’ deriva del ambiente greco-romano; y 2) si los evangelios<br />

son obras verdaderamente sui generis, o quizas entran en algún género<br />

literario del ambiente en el que nacieron.<br />

6.3. La terminología en el NT


160<br />

Mt Mc Lc Jn Hech Pablo Hechb 1Pe Ap Total<br />

Sust. 4 8 0 0 2 60 0 1 1 76<br />

Verbo 1 0 10 0 15 21 2 3 2 54<br />

El uso más antiguo del sustantivo y del verbo lo encontramos en<br />

Pablo. El sustantivo asume en sus cartas el papel de un terminus<br />

technicus, que significa tanto la proclamación apostólica como el<br />

contenido de la misma. Pero no se encuentra un enunciado estable<br />

(fixed formulation) del contenido evangélico (KOESTER 1989: 362).<br />

No obstante, afirma KOESTER, es necesario reconocer que existen<br />

algunos fragmentos con formulaciones derivadas del kerygma: ej.<br />

1Tes 1,9-10; 1Cor 15,1-5. Además, se debe subrayar que si bien Pablo<br />

enfatiza el “recibir” y el “transmitir” en este último pasaje, esto no<br />

equivale a decir que el contenido del evangelio hubiera sido ya<br />

establecido. Pablo asegura que su “evangelio” es el evangelio común<br />

de la Iglesia, sin embargo, es de señalar que la fórmula presentada en<br />

1Cor 15,1-5, u otras declaraciones formularias, Pablo no la repetirá.<br />

Tampoco en las cartas deteuro-paulinas o en los Hechchos se busca<br />

definir el contenido del evangelio en términos de una serie de<br />

acontecimientos. Por otra parte, las formulaciones establecidas del<br />

“credo” no son llamadas jamás “evangelio”, cuyo contenido parece ser<br />

presupuesto: el mensaje de salvación predicado por Pablo es,<br />

particularmente, su predicación a los paganos (Hech 15,1; 20,24; Ef<br />

3,6.8; 2Tim 1,8.10; 2,8). PITTA (2001: 173ss), subraya: en el corpus<br />

paulinum, el género epistolar antiguo, para la época bastante<br />

estandarizado y protocolario, experimenta una total revisión. No<br />

solamente es enriquecido con partes nuevas –como las acciones de<br />

gracias y las largas exhortaciones morales- sino que es personalizado,<br />

porque es una forma de evangelización. Pitta (2001: 184) concluye:<br />

“Antes de establecer las características del género literario<br />

“evangelio”, es oportuno recordar que el primer evangelio que se nos<br />

ha transmitido es el comunicado a través de las cartas paulinas que, de<br />

modos diversos, explican y aplican las implicaciones personales y<br />

comunitarias de la muerte y resurrección de Jesucristo”. Pero en este<br />

momento es necesario poner en evidencia –como lo hacen varias<br />

veces con argumentos martilleantes los autores del volumen THech<br />

Gospels for All Christians- que originariamente los evangelios, a


161<br />

diferencia de las cartas paulinas, no se dirigen a comunidades locales<br />

con problemas particulares; y, en consecuencia, no es lícito identificar<br />

la iglesia local, en la que un evangelio nace con la misma para la que<br />

es escrito; como, sin embargo, querrán algunos autores del análisis de<br />

la redacción (Redaktionsgeschichte, Redaction criticism; Cf.<br />

BAUCKHAM, 1998: 27-30).<br />

Ninguno de los evangelios canónicos se refiere a sí mismo con el<br />

nombre de “evangelio”. En otras palabras, están abiertos a la<br />

recepción por parte de los lectores. Por otra parte, hay numerosos<br />

escritos en los que la designación “evangelio” pertenece al texto<br />

original, sin embargo, no son canónicos (los evangelos apócrifos). En<br />

efecto, en los primeros cinco siglos, los autores cristianos etiquetaron<br />

alrededor de cincuenta obras con el título –como si fuera un género<br />

literario- ‘evangelio’.<br />

Según HECHNGEL (1998: 193) el título del Cuarto Evangelio<br />

(euagge¿lion kata` Iwa¿nnhn) pertenece al texto del evangelio. Ha<br />

sido insertado por los discípulos del autor porque era necesario para la<br />

práctica litúrgica. El hecho de que no existan variantes del título,<br />

reforzaría esta hipótesis. Sin embargo, BOVON (1988: 23) rechaza el<br />

optimismo de Hechngel y aifma que, por una lado, es necesario<br />

admitir que los evangelios del NT en los manuscritos más antiguos<br />

tuvieron títulos, pero, por otro lado, los títulos que tienen (“evangelio<br />

según...”) son el resultado final de un proceso de estabilidad textual y,<br />

por tanto, son secundarios. KOESTER acepta la opinión de Hechngel<br />

de que los evangelios debieron circular con el nombre de un autor<br />

específico, pero mantiene como inverosimil que este título original<br />

equivaliese al más tardío: euagge¿lion kata`/”evangelio según...”. Es<br />

de la opinión e que los títulos de los evangelios canónicos pertenezcan<br />

a una fecha más tardía, es decir, a la segunda mitad, puede quizás que<br />

en el último decenio del s. II. Según ZUMSTEIN (1998: 163), el título<br />

debe derivar de la primera mitad del s. II, porque lo encontramos en<br />

P 66.75 el P 66 es del s. II y junto a P 52 y P 90 contiene un fragmento del<br />

relato de la pasión. Esta triple atestación en Egipto es del todo<br />

excepcional; el P 75 pertenece al s. III), u se puede considerar como la<br />

primera manifestación del proceso de relectura. Posteriores<br />

manifestaciones de este proceso serían las cartas de Juan y, en el


162<br />

cuerpo del Cuarto Evangelio, el prólogo (1,1-18) y el epílogo (cap.<br />

21). Por lo que respecta al concepto “relectura”, Zumstein lo defini así<br />

(1998: 162): se trata de relectura cuando un texto primario suscita la<br />

formación de un texto secundario y este último será comprensible<br />

solamente en su relación con el texto primario (Se podrían añadir<br />

algunos ejemplos de la literatura: ej. Las tragedias clásicas “releen” el<br />

mito; CERVANTES y los romances de caballerías; el evangelio y El<br />

Maestro y Margarita de BULGAKOV) El título como tal es siempre<br />

una toma de postura global en confrontamiento con una obra, y<br />

constituye, en el proceso de la lectura, la primera etapa de la<br />

interpretación. De un modo u otro, el mismo influye en la puesta en<br />

circulación de la obra. Tiene una función apelativa, es decir, permite<br />

identifica la obra en su individualidad; y una función referencia, o sea,<br />

indica el contenido de la obra.<br />

Es necesario reconocer que los evangelios canónicos constituyen<br />

una clase distinta de los textos. Según algunos estudiosos, Mc habría<br />

creado el nuevo género literario, ‘evangelio’, así pues, su obra sería el<br />

único ejemplo de este género en el NT (esta es la opinión de N.<br />

PERRIN): la historia de la pasión con una larga introducción. Esta<br />

definición parece demasiado limitada. Es dificil concebir que la<br />

extensión de un género literario coincida con una obra en particular.<br />

Por otra parte, no parece justo tampoco llamar a la parte del evangelio<br />

de Mc que precede al relato de la pasión simplemente como<br />

“introducción”. Mt, por su parte, sería una composición de discursos<br />

del tipo Halakâ y de discursos apocalípticos insertados en una<br />

estructura narrativa. Lc habría escrito una vida, siguiendo el ideal de<br />

la historiografía helenística, mientras en Jn encontramos una<br />

encrucijada de discursos reveladorasy dichos semeia. Además,<br />

teniendo presenta el caracter narrativo de los evangelios, parece<br />

inaceptable la argumentación de que no pertenecen al mismo género<br />

literario. Según VORSTER (1992: 1078), en el ‘900 la búsqueda del<br />

género literario de los evangelios se abre a l lema del modelo<br />

evolutivo, según el cual, el “evangelio” sería el resultado final del<br />

kerugma, y su estructura básica se entrevé en Mc 1,14-15; Hech<br />

10,34-43; Fil 2,6-11; Rom 1,3-4. Vorster, por su parte, pone en<br />

guardia contra este modelo y asegura que con el desarrollo del


163<br />

kerygma se puede explicar el crecimiento de la tradición, pero esto no<br />

aclara de hecho las características del “evangelio” como género<br />

literario. El mismo sigue el modelo analógico: los diversos textos se<br />

distinguen según la forma como se organizan, siguiendo diversos<br />

paradigmas de contenido y forma. Así, se revelan semejanzas entre el<br />

“evangelio” por un lado y las biografías antiguas por otro, y, en modo<br />

particular, mostraría afinidad con la biografía laudativa (encomium).<br />

Según Vorster, metodológicamente hablando, debemos tener<br />

separados los dos aspectos de la búsqueda: la pregunta sobre quién<br />

habrá escrito el primer evangelio es una cuestión histórica; mientras la<br />

pregunta de cómo podemos definir el género “evangelio” es una<br />

cuestión literaria.<br />

C.H. TALBERT estudia las biografías antiguas y las<br />

clasifica en cinco categorías:<br />

a) presentar un modelo de vida a seguir, a imitar.<br />

b) Apología: corregir las falsas ideas sobre un individuo (¿Mc?;<br />

Lc?)<br />

c) Desacreditar y ridiculizar un personaje<br />

d) Tranquilizar a los discípulos y responder a la inquietante<br />

pregunta: ¿dónde está ahora la voz del maestro (¿Lc?; ¿Jn?)<br />

e) Hechrmenéutica: se escribe la vida de un personaje para<br />

representar su pensamiento (¿Mt?; ¿Jn?); ver crítica en AUNE,<br />

1984: 9-60)<br />

f)<br />

En algunas páginas iluminadoras, E. AUERBACH, analizando la<br />

negación de Pedro en Mc, concluye que no es posible insertar el<br />

“evangelio” en los géneros literarios de la antigüedad. Que Pedro<br />

viene representado como una figura trágica. Y esto es incompatible<br />

con el canon de la literatura antigua, cuyas normas no admiten que<br />

una persona proveniente de una clase inferior de la sociedad pudiera<br />

representar un héroe trágico. Sin embargo, el evangelio de Mc pone de<br />

manifiesto esto: Pedro es un héroe frágil, que coge toda su fuerza<br />

dramática de su misma debilidad. El episodio de las negaciones e<br />

Pedro es demasiado serio para la comedia, demasiado común y


164<br />

cotidiano para la tragedia, desde el punto de vista de la historiografía,<br />

por el contrario, es demasiado insignificante.<br />

Mt 1,1 “Bi¿bloj gene@sewj ¹Ihsou^ Xristou/Libro de la<br />

genealogía de Jesucristo” no es un título. Mc 1,1 “¹Arxh` tou^<br />

euµaggeli¿ou ¹Ihsou^ Xristou/Comienzo del evangelio de<br />

Jesucristo” se refiere al anuncio oral de la salvación, significa el inicio<br />

histórico. Si el genitivo ¹Ihsou^ Xristou lo consideramos como un<br />

genitivo objetivo, entonces se refiere a la predicación cristiana (Cf.<br />

Mc 1,10; 8,35; 10,29; 14,9), se, por el contrario, lo tomamos como<br />

genitivo subjetivo, se refiere a la predicación del mismo Jesús (Cf.<br />

1,142). Además, en ningún caso puede considerarse como un título<br />

(FUSCO, 1993: 327). Aunque el término euµaggeli¿ou no indica aquí<br />

el género literio “evangelio, aunque sí el anuncio de la salvación en<br />

Jesús, es muy probable que de este significado derivara después el uso<br />

de la palabra para designar el género del relato sobre Jesús. Lc 1,1<br />

denomina a su obra, como evangelio y Hechos, dih¿ghsij,<br />

‘narraciones’ (“Porque muchos han intentado exponer ordenadamente<br />

los Hechos”) siguiendo la historiografía helenística. Su obra, dice<br />

Fusco, podría llamarse “ad THechophilum libri duo”. Jn comienza ex<br />

abrupto, y solo al final llama a su obra bibli¿on, ‘libro’ (20,32; 21,25).<br />

Según FUSCO (1993: 329), el término euµaggeli¿ou no habría<br />

podido evocar la imagen de un libro ni a los paganos, ni a los Hebreos<br />

ni a los cristianos. Como mucho podría haber evocado la imagen de<br />

un mensajero (Cf. Is. 52,7 (po@dej euµaggelizome@nou aµkoh`n<br />

ei¹rh@nhj,”los pies del mensajero de albricias, que anuncia la paz”);<br />

61,12). El término podría significar la predicación itinerante del<br />

mismo Jesús: Mc 1,14s; Mt 11,4-6; Lc 4,18; 7,2; y, para la iglesia<br />

protocristiana, la proclamación del Cristo muerto y resucitado: Mc<br />

13,10; 14,9; Hech 15,7; 20,4; Rom 1,16; 1Cor 15,1). Además, los<br />

escritos neotestamentarios no se refieren a sí mismos con este término.<br />

6.4. El término ‘evangelio’ en el s. II<br />

PAPÍAS, (h. 60- h. 130), JUSTINO (muerto h. 165), IRENEO (h.<br />

140- h. 202), se sirven del término lo¿gia kuriaka``. Papías, con


165<br />

relación a Mc, utiliza el verbo a`pomnhmoneu¿ein; Justino llama a los<br />

evangelios a´pomnhmoneou¿mata tw^n a´posto¿lwn, ‘memoria de los<br />

apóstoles’. Esta es la denominación que será utilizada más veces para<br />

indicar las fuentes escritas relativas a Cristo (Apol 66,3; 67; Dial.<br />

100,4; 103,8; 106,1.3.4; (Dialogo con Trifone, Letture cristiane del<br />

primo millenio 5, Introduzione, traduzione, note G. VISONÀ, Milano<br />

1988)) quizás para facilitar la recepción del “evangelio” por parte de<br />

los lectores de cultura helenística, recordando una célebre ópera<br />

griega: SENOFONTE, Las memorias de Sócrates (Cevofw^ntoj<br />

Swkra¿touj a´pomnhmoneuma¿twn bibli¿on prw^ton). Justino, en<br />

efecto, llama al cristianismo como “verdadera filosofía”, poniendo en<br />

paralelo a Sócrates y Jesús (Apol. 5,3; 2Apol. 10,6-8). La<br />

terminología utilizada por CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (h. 150-<br />

h. 215) está sacada de EUSEBIO (Hist. Eccl. 2,15,1 (“con repetidas<br />

instancias pidieron a Marcos, el autor del evangelio y seguidor de<br />

Pedro, que dejar por escrito unas memorias /u`po¿mnhma/ de sus<br />

enseñanzas impartidas a viva voz); 3,24,5 (“además, solamente<br />

Mateo y Juan, entre todos /los apóstoles/ nos han dejado las memorias<br />

/u`po¿mnh¿mata / de la vida del Señor, y, ateniéndonos a lo que dice la<br />

tradición, se decidieron a escribirlo impulsados por la necesidad.”)).<br />

Clemente habla de u`po¿mnhma a propósito de los evangelios.<br />

TERTULIANO (H. 160-225) traduce este término con ‘comentarios’<br />

(De jejunio 10,3) y llama a los evangelistas ‘comentadores’<br />

(=u`pomnhmatistai¿) (Adv. Marcionem 4, 2,4; De carne Christi<br />

22,1). En la historiografía Hechlenístico-romana, estos términos<br />

significaban la documentación de los historiógrafos todavía en la fase<br />

inicial del trabajo, los apuntes que esperanba ser puestos aún en orden<br />

(Cf. LUCIANO DI SAMOSATA, De historia conscribenda 48).<br />

LEEMAN (1974: 232) hace notar que ‘los comentarios’ tanto de<br />

CICERÓN como de CESAR, pretendían ser, o eran considerados,<br />

como posibles materiales de borrador para los historiadores<br />

(commentarius: ‘prueba preliminar’, ‘esbozo no elaborado’), Los<br />

comentarios, como en los estados helenísticos los u`po¿mnhmata, eran<br />

los informes y las relaciones de los magistrados romanos, que tendían<br />

a una lacónica brevedad. Los padres, así pues, parecen haber Hechcho


166<br />

un esfuerzo: para subrayar el aspecto histórico de los evangelios<br />

acuden a géneros literarios ya en uso, y, al mismo tiempo, buscan<br />

poner de relieve su diferencia en el contraste de trabajos<br />

historiográficos clásicos. Ninguno de estos términos fue capaz de<br />

imponerse.<br />

FUSCO (1993: 330) pone de relieve que CELSO, PORFIRIOS –<br />

no percibían los evangelios como mitos o alegorías. En el caso del<br />

evangelio como género literario el problema se entrelaza con el de la<br />

historicidad. Los paganos, Celso y Porfirio, por ejemplo, que no<br />

habrían tenido dificultad para aceptar los evangelios como mitos junto<br />

con tantos otros mitos, los han rechazado justamente porque han<br />

comprendido que no podían ser interpretados sino como historia. F.<br />

MOSETTO (1986:76) afirma que “atendiendo (...) a una expresión<br />

del Contra Celsum, los escritos dejados por los discípulos de Jesús<br />

(según Celso) estarían envueltos de invenciones (pla¿sma), fábulas<br />

(mu¿qoj), y fanfarronadas (teratei¿a)” (confróntese con la tipología<br />

de TOVEY). ORÍGENES (h. 185-253), ciertamente rechaza estas<br />

invectivas, además, hablando de las diferencias entre los cuatro<br />

evangelistas, quiere afirmar que<br />

Su propósito, en efecto, era el de exponer la verdad, cuando esto<br />

era posible, tanto bajo el aspecto espiritual (pneumatikw^j) como bajo<br />

el corporal (swmatikw^j); pero cuando no era posible bajo los dos<br />

aspectos, (pretendían) dar la precedencia a lo espiritual sobre lo<br />

demás, porque la verdad espiritual, a menudo, se salva a precio, como<br />

podría decir alguna, de una mentira en el plano corporal: como si<br />

nosotros decimos, alejándonos de la historia, que las palabras de Jacob<br />

a Isaac: “Soy Esaú, tu primogénito” (Gen 27,19), son verdaderas<br />

según el sentido espiritual, en cuanto (Jacob) había ya obtenido la<br />

primogenitura a la que el hermano había perdido derecho (Cf. Gen<br />

25,31), y había tomado el aspecto externo de Esaú por medio de sus<br />

vestidos y de la piel de cabra y se convierte en Esaú, a excepción de la<br />

voz que bendice a Dios, de modo que Esaú recibiese la bendición en<br />

segundo lugar. En efecto, si Jacob no hubiera sido bendecido en lugar<br />

de Esaú, quizás este último no habría sido capaz por si mismo de<br />

acoger la bendición.


167<br />

También Jesús es variado en sus aspectos: es natural, así pues, que los<br />

evangelistas hayan escrito sus evangelios, tocando (unas veces)<br />

aspectos diversos otras, por el contrario, concordando sobre algunos<br />

de los mismos (ORÍGENES, Comentario al evangelio de Juan, X.5.)<br />

Visto que entre las numerosas designaciones de los escritos sobre<br />

la vida de Jesús (logia, apomnêmoneumata, commentarius, etc.)<br />

ninguna ha conseguido imponerse, FUSCO (1985: 91) se interroga:<br />

¿no sería quizás suficiente hablar de los evangelios como de un género<br />

literario particular desde el momento que el término ‘evangelio’<br />

comienza a imponerse, porque se ha revelado significativo para reunir<br />

ciertos escritos y diferenciarlos de otros? Aún más, no se puede, según<br />

Fusco, reconstruir cuando, como y desde que fue impuesto el término<br />

‘evangelio’.<br />

En la Didaché (alrededor del 110-120 d. C., ¿Siria-Palestina?,<br />

¿Egipto?; Didaché: Doctrina de los Doce Apóstoles, S. CIVES-F.<br />

MOSCATELLI, Milán 1999; K. NIEDERWINNER, THech Didaché:<br />

A Commentary, Minneapolis 1998 [orig., Die DidacHech, Göttingen<br />

1989]) encontramos el vocablo ‘evangelio’ cuatro veces:<br />

8,2: “No oréis como los hipócritas, sino como ha ordenado el<br />

Señor en su evangelio [w`j e´k¿eleusen o´ku¿rioj e´n tw^ euaggeli¿w<br />

au´tou^])” y después sigue la oración del “Padre nuestro” en una<br />

versión muy parecida a la de Mt 6,9-13 con pocas pero significativas<br />

variantes, que han inducido a los críticos a mantener que el redactor<br />

no tenía a disposición el texto actual de Mt; CIVES y MOSCATELLI,<br />

son de la opinión de que no es necesario pensar en la tradición oral,<br />

porque el “Padre nuestro”, por su importancia catequética debió tener<br />

muy pronto una transmisión escrita.<br />

11,3: “Por lo que se refiere a los apóstoles y a los profetas,<br />

comportáos del modo siguiente, según la orden del evangelio” (kata`<br />

to` do`gma tou^ euaggeli¿ou)”;<br />

15,3.4: “Corregíos los unos a los otros, no con ira, sino en<br />

la paz, como encontráies en el evangelio (w´j e´¿xete e`n tw^<br />

eu`aggeli¿w – Cf. v-4); si uno ha cometido una falta contra un<br />

compañero”).


168<br />

Se habla del “evangelio del Señor”, pero no todas las recurrencias<br />

hacen pensar en un texto. Según NIEDERWINNER (1998:204),<br />

solamente algunas recurrencias se refieren a un evangelio escrito, pero<br />

no sabemos cuáles. Presumiblemente, el cap. 15 es un añadido. Es de<br />

señalar que por ninguna parte se hace referencia al contenido<br />

cristológico del término kerygma , pero se compara siempre con las<br />

palabras del Señor, y ests palabras son normas obligatorias. A esto,<br />

Niederwinner arguye que ‘evangelio’ parece designar un nuevo<br />

(escatológico) mandato, la nueva ley de Cristo (do`gma, ‘ordenanza’).<br />

Es un arduo problema si la Didaché hace referencia con este vocablo a<br />

la tradición oral o, quizás, a un evangelium scriptum. Aceptando la<br />

segunda alternativa, hay que aclarar todavía si se trata de un escrito<br />

único o de más evangelios. Se han desarrollado tres soluciones:<br />

1. Todas las recurrencias aluden a la tradición oral. Si esto es<br />

verdadero, ¿cómo explicar el fragmento 15,3-4 que parece<br />

hacer referencia a Mt 18, 15s.?<br />

2. 8,2 y 11,3 se refieren a la viva vox evangelii, mientras 15,3-4 a<br />

un evangelium scriptum. Aemás, la consistencia coneptual de<br />

las frases, donde se encuentra el vocablo, parece contradecir<br />

esta situación.<br />

3. La explicación más probable es que todas las frases se refieren<br />

a un evangelio escrito. Ahora bien, -afirma<br />

NIEDERWINNER- esto no equivale a decir que la Didaché<br />

presente este evangelio. Estamos, así pues, frente al más<br />

antiguo ejemplo, donde eu`aggeli¿on querría decir evangelio<br />

escrito o un libro del evangelio. Por otra parte, no se puede<br />

excluir que en aquella época, la tradición oral coexiste con el<br />

evangelio escrito que la comunidad poseía (Cf. La opinión de<br />

ALEXANDER). Es interesante ver que el vocablo no se refiere<br />

a la proclamación de la salvación, pero contiene también una<br />

serie de prescripciones (8,2; 11,3).<br />

El primer testimonio indiscutible es de JUSTINO (Apol. 66,3 “Los<br />

apóstoles, en efecto, en las Memorie de sus Hechchos, que llaman<br />

<strong>Evangelios</strong> / oi´ ga`r a`po¿stoloi e`n toi^j genome¿noij u´p au`tw^n<br />

a`pomnhmoneu¿masin, a©` kalei^tai eu`agge¿lia”; Cf. Dial. 10,2;<br />

100,1; S. JUSTINO, Apología). De Hechcho, los tres pasajes se


169<br />

refieren a evangelios escritos. Para Justino, el evangelio es un libro.<br />

Según KOESTER (1989:377s) esta acepción del término deriva de la<br />

reacción de Justino al desafio de MARCIÓN, Justino escribe un libro<br />

contra Marción, el cual, sin embargo, estuvo perdido al igual que su<br />

Syntagma, un libro contra todas las Hechrejías. No obstante, afirma<br />

Koester, sus escritos todavía existentes demuestran, de modo claro, la<br />

influencia del desafío de Marción. En Justino no se encuentran citas<br />

de Pablo, ni tampoco hace mención del Apóstol. Justino está de<br />

acuerdo con Marción en que el “evangelio” de la Iglesia debe ser un<br />

documento escrito. Sin embargo, mientras Marción pone en<br />

contraposición el “evangelio” y las escrituras de Israel, Justino los une<br />

lo más estrechamente posible. Marción, redactando su evangelio, es<br />

decir, una versión de Lc, buscó eliminar todas las referencias a la Ley<br />

y a los Profetas, Justino no titubeó al redactar Mt y Lc estableciendo<br />

las mayores correspondencias verbales posibles entre el texto<br />

evangélico y los textos griegos del AT. Según Koester (1989:381), en<br />

un último análisis, fue Marción quien denominó un documento escrito<br />

al utilizar el término euagge¿li¿ou.<br />

No solamente ciertos escritos fueron denominados con este<br />

término, sino que también es verdad que esta designación fue<br />

reservada exclusivamente para ellos. Si bien también otros escritos<br />

utilizan ampliamente el vocablo, sus géneros están tomados de la<br />

literatura helenística, como, por ejemplo, ‘carta’, ‘Hechos’,<br />

‘apocalípsis’. El término ‘evangelio’, así pues, es el resultado de una<br />

elección que no puede considerarse arbitraria, sino que encuentra su<br />

fundamento en los mismos textos: Mt 4,23; 9,35. Estos pasajes, de<br />

hecho, son un resumen de la actividad pública de Jesús. Además, Mc<br />

1,1 no se refiere al contenido del libro, sino a una actividad, a un<br />

acontecimiento. Solo en un segundo momento, con la presentación del<br />

evangelio como documento escrito, el relato mismo llegará a ser el<br />

contenido de la proclamación de la salvación.<br />

6.5. El evangelio como género literario<br />

Los evangelios, hasta los primeros decenios del año 900, fueron<br />

interpretados como vitae de Jesús, es decir, entraban en la categoría de


170<br />

la biografía. La transformación radical de la biografía misma se<br />

verifica en el año 800 –la aparición de un mayor interés por el<br />

desarrollo psicológico, por la infancia y por la educación- comportó<br />

que los evangelios comenzaran a ser percibidos distintos del género<br />

biográfico. Estudiosos como K.L. SCHMIDT (“Die Stellung der<br />

Evangelien in der allgemeinen Literaturgeschichte”, en<br />

Eucharisterion, FS H. Gunkel, Göttingen 1923, 51-134) y R.<br />

BULTMANN (Die Geschichte der synoptiscHechn Tradition,<br />

Göttingen 1921) llegaron a la siguiente conclusión: los evangelios no<br />

tienen nada que ver con la biografía, así, como género literario, son<br />

del todo sui generis (BURRIDGE (1998: 120) hace notar que este<br />

argumento del análisis de las formas (Formgeschichte, Form<br />

criticism) es nonsense, porque un género literario no es otra cosa que<br />

una forma de comunicación, y una forma de comunicación funciona<br />

siempre en el contexto de otras formas comunicativas). Según<br />

Schmidt, Bultmann y los demás defensores de la Fomgeschichte, los<br />

evangelios revelan más de la comunidad eclesial, donde fueron<br />

escritos, que del Jesús histórico. Pero esto no es una falta, afirman,<br />

porque el verdadero sujeto de los evangelios no es el Jesús histórico,<br />

sino el kerygma, la predicación de la fe por parte de la iglesia. Los<br />

evangelistas, lejos de ser verdaderos autores, dotados de creatividad<br />

artística, fueron considerados como compiladores de las tradiciones<br />

formadas y transmitidas en el seno de la comunidad. En otras<br />

palabras, si queremos responder a las tres principales preguntas en<br />

cuanto al evangelio, es decir, la cuestión de los autores, del sujero y de<br />

los destinatarios, es necesario asegurar que los evangelios fueron<br />

producidos por comités, para la comunidad, y sobre la fe. (“by<br />

committees, for communities, about tHech faith” – BURRIDGE,<br />

1998: 116). La atención se focaliza sobre la historia preliteraria de<br />

cada perícopa (peri-ko¿ptw, ‘cortar fuera’, apunte) y sobre su Sitz im<br />

Leben.<br />

Con el reafirmarse del análisis de la redacción, los evangelistas se<br />

convierten de nuevo en autores verdaderos, así, son estimados como<br />

teólogos valientes (Cf. Las obras de G. BORNKAMM sobre Mt, W.<br />

MARXSEN sobre Mc, H. CONZELMANN sobre Lc, J.L. MARTYN<br />

y R.E BROWN sobre Jn). Al mismo tiempo que la valorización de los


171<br />

evangelistas como teólogos, la atención se pone sobre el kerygma en<br />

la preocupación de los autores por su comunidad local, y, en<br />

consecuencia, se descubre que los destinatarios no fueron la<br />

comunidad cristiana en general, aunque sí iglesias locales bien<br />

específicas, en la que y para las que los evangelios fueron escritos. El<br />

texto se presentó, una vez más, como una ventana. Pero esta vez no<br />

sobre la fe, sino sobre la comunidad particular en la que y para la que<br />

fueron escritos (Cf. La iglesia de Mc en la presentación de MINETTE<br />

DE TILLESSE). En esta óptica, los evangelios son leídos como cartas<br />

paulinas, pero los evangelios no son cartas. BURRIDGE señala que el<br />

problema fundamental con las reconstrucciones hipotéticas de la<br />

Redaktionsgeschichte y de las aproximaciones sociológicas es que<br />

proporcionan datos parcos y poco numerosos, y, entre ellos, no raras<br />

veces bien diversos, cuando no contradictorios.<br />

Teniendo presente la poliedricidad de las biografías antiguas,<br />

BURRIDGE (también AUNE, 1987), sostiene que los evangelios<br />

entran dentro del género elástico del bios. ¿Cuáles son las<br />

implicaciones de una hipótesis similar (Burridge, 1998: 124)?<br />

- Los evangelios son ventanas a través de las cuales se puede<br />

mirar al Jesús histórico, o a las primitivas iglesias locales,<br />

o son<br />

- Vidrieras de color (stained glass) a través de las cuales<br />

podemos entrever lo que hay detrás, pudiendo ver, tal vez,<br />

el reflejo de nosotros mismos, pero sobre las que se perfila,<br />

gracias a los diversos colores del arte de la literatura, el<br />

retrato de una persona.<br />

En otras palabras, los evangelios no son otra cosa que cristología en<br />

forma narrativa, la historia de Jesús.<br />

BURRIDGE (1998:131) sostiene que, a diferencia de los<br />

círculos viciosos de las reconstrucciones propuestas por la<br />

Redaktionsgeschichte –que reconstruían, en efecto, los destinatarios a<br />

partir de los evangelios y después, en un segundo momento,<br />

explicaban los mismo evangelios valiéndose de los resultados de la<br />

reconstrucción precedente- los bioi podían muy bien ser escritos para<br />

una búsqueda de los destinatarios mucho más larga que el grupo de los<br />

autores. Además, el género literario, porque juzga no solamente la


172<br />

génesis sino también la recepción de la obra, puede abastecernos de<br />

algunas direcciones para encontrar la propia función. Así como los<br />

bioi podían tener diversas funciones, colocando los evangelios en este<br />

género, no se resuelve enseguida el problema, como el fin y la función<br />

que habían tenido los evangelios en una realidad comunitaria eclesial.<br />

Aún más, BURRIDGE es de la opinión de que las biografías nacidas<br />

en las escuelas filosóficas y las relativas a la figura de Cato Minor,<br />

pueden darnos algunas claves. Las funciones fundamentales de estas<br />

obras eran la apología y la polénica. Pero tales funciones presuponen<br />

una búsqueda de los destinatarios más amplia que la de la comunidad<br />

en cuyo seno habían sido escritas. Tanto en la apología como en la<br />

polémica, es la legitimación social (social legitimation, BURRIDGE,<br />

1998: 135) la que está en juego. AUNE (1987: 136) hablando de Lc-<br />

Hech revela tres funciones determinantes: definiciones, identidad y<br />

legitimación.<br />

BAUCKHAM, BURRIDGE, además de los otros colaboradores del<br />

volumen THech Gospels for All Cristians, sostienen que, por un lado,<br />

la interpretación de los evangelios como textos dirigidos a una<br />

comunidad específica no son una prueba, sino una presuposición y,<br />

por otro lado, que una lectura basada sobre el presupuesto contrario –<br />

equivale a decir que los evangelistas habrían contado con una<br />

búsqueda abierta de destinatarios- sería igualmente fructuosa, quizás<br />

aún más. BAUCKHAM (1998: 26), en su ensayo introductorio,<br />

provee diversos argumentos para sostener la tesis de que los autores<br />

de los evangelios tenían en mente como potenciales destinatarios los<br />

cristianos en general, que, por otra parte, aconteció, como lo<br />

demuestra el hecho de que los evangelios comenzaron enseguida a<br />

circular en las diversas iglesias locales:<br />

1. Los evangelios no son cartas paulinas (Cf. G.N. STANTON, A<br />

Gospel for a New People: Studies in MattHechw, Edinburgh<br />

1992). Y, mientras las cartas –como cartas determinadas por su<br />

género literario- se dirigen a destinatarios bien concretos,<br />

ninguno esperaría de los bioi, y, en consecuencia, de los<br />

evangelios, que se dirigiesen a una comunidad específica con<br />

problemas y dificultades personales. Esta afirmación, sería, sin<br />

una más, por desgracia, demasiado teórica: debemos preguntar


173<br />

por qué fueron escritos tanto los evangelios como las cartas.<br />

Pablo escribe a las comunidades cristianas porque él está<br />

ausente. No sería quizás extraño presuponer que un evangelista<br />

escribiese a la comunidad en la que vive. ¡Como si Pablo<br />

escribiese a los corintios viviendo en Corinto! Los autores de<br />

los evangelios ¿por qué habrían querido poner por escrito, y<br />

así, en cierto modo, congelar sus propuestas para situaciones<br />

concretas, si hubiesen podido intervenir personalmente?<br />

2. La movilidad y la comunicación en el Imperio Romano del<br />

primero siglo d.C. estaban muy desarrolladas (Cf. L.<br />

CASSON, Travel in tHech Ancient World, London 1974).<br />

3. Por la literatura protocristiana se evidencia que el movimiento<br />

cristiano se presentaba como un movimiento de dimensión<br />

mundial: Pablo, por ejemplo, en sus cartas se refiere a menudo<br />

a las diversas iglesias de los destinatarios (1 Cor 1,2; 9,5; 16,3;<br />

1Tes 2,14; Cf. 1Pe 5,9; Apo 7,9-14).<br />

4. Los líderes cristianos que conocemos del NT, estaban con<br />

frecuencia en movimiento (Cf. A.J. MALHECHRBE, Social<br />

Aspects of Early Christianity, Baton Rouge – London 1977,<br />

64-68). Y entre estos personajes debemos poner a los autores<br />

de los evangelios. Así como escribir un evangelio podía<br />

requerir también algunos años, ¿por qué debemos mantener<br />

que el contexto en el que ha nacido un evangelio fuera una sola<br />

iglesia local?<br />

5. La correspondencia entre las iglesias fue estrechamente viva<br />

(ej. 1 Pe; 1Clemente, las cartas de Ignacio). Las cartas que<br />

Hechmos recibido no son sino la punta del iceberg.<br />

6. El contacto entre las iglesias era muy importante: el ejemplo<br />

de Papias (Cf. R. BAUCKHAM, “Papias and Polycrates on<br />

tHech Origin of tHech Fourt Gospel”, JTS 44 (1993)), las<br />

cartas de Ignacio, el Pastor de Ermas (2.4.3).<br />

7. El movimiento protocristiano no era del todo armonioso y<br />

homogéneo. La intensa comunicación entre las iglesias locales<br />

era, ciertamente, la fuente de fraternidad y sostén, pero que<br />

fomentaba también, de vez en cuando, conflictos y desensions.<br />

Estas observaciones tienen su verificación hermenéutica:


174<br />

a) El consenso exegético sobre que las citadas<br />

comunidades de Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos dan<br />

las claves hermenéuticas para los evangelios es<br />

erróneo. Si los evangelios no se dirigen a más allá de<br />

aquella comunidad concreta no tienen relevancia<br />

hermenéutica alguna. Los destinatarios implícitos<br />

(implied readership) de los evangelios no son un<br />

público específico, sino indefinido.<br />

b) Los evangelios, ciertamente, tienen un contexto<br />

histórico, pero este contexto no coincide con la<br />

comunidad de los evangelistas. En otras palabras, no es<br />

frecuente que una obra literaria se dirija a una<br />

comunidad particular; por otra parte, afirmar que los<br />

autores de los evangelios tenían en mente un público de<br />

lectores más amplio no significa descontextualización<br />

de su obra.<br />

c) Aunque no haya sido la intención de Bauckham y de<br />

los demás, el resultado de su búsqueda coincide con la<br />

manera en la que los evangelios son leídos en la iglesia<br />

desde el comienzo. Ningún lector atento puede<br />

prescindir de la relevancia hermenéutica que la iglesia<br />

de Corinto tiene para la interpretación de 1Cor.<br />

Mientras que todos los lectores anteriores a la mitad del<br />

s. IX no daban ninguna importancia a la citada<br />

comunidad mateana, por ejemplo, para interpretar el<br />

evangelio de Mateo.<br />

d) Bauckham subraya que sus propuestas no pretendían<br />

infravalorar las divergencias entre los evangelios, pero<br />

reniegan de lo que el actual consenso presupone, o sea,<br />

que la diversidad se explique a partir de la<br />

hetereogeneidad de los destinatarios.<br />

6.6. El prefacio de Lc-Hech<br />

Concluyamos con algunas observaciones que se refieren al<br />

Prefacio que se encuentra en Lc 1,1-4. Este texto es muy valioso,


175<br />

desde nuestro punto de vista, porque se trata de un fragmento –por<br />

otra parte, muy extraño en la Biblia- donde el autor habla de sus<br />

propias intenciones, en otros términos, estamos delante de una nota<br />

con función metalingüística: se propone una reflexión sobre la obra<br />

misma (Cf. Jn 20,30s; 21,25). Mc utiliza el vocablo eu`agge¿lion al<br />

comienzo de su escrito. Pero este término, aun mantenido una cierta<br />

ambigüedad, no parece referirse al libro mismo, menos aún pretende<br />

encasillar el libro, desde el punto de vista del género literario. Bi¿bloj,<br />

‘libro’, es la palabra con la que inicia su camino el Primer Evangelio.<br />

Además, como hemos visto, la proposición nominal en Mt 1,1 no<br />

fluye del título, es decir, no forma parte del peritexto que facilitaría la<br />

afiliación de Mateo a un género literario (Cf. MARGUERAT-<br />

BOURQUIN, 2001: 128s). En el relato, el autor se refiere después al<br />

kerygma como “el evangelio del reino” (to` euµagge@lion th^j<br />

basilei¿aj, 4,23; Cf. 9,35; 24,14). Esta última recurrencia hace ya<br />

filtrar la consapevolencia literaria del autor: aquí se habla, en efecto<br />

“de este evangelio del reino” (tou^to to` euµagge@lion th^j<br />

basilei¿aj). Lucas, por su parte, designa su obra como las de sus<br />

predecesores, como dih@ghsij ‘relato/narrativa’, subrayando así que<br />

su intención era escribir una obra historiográfica (AUNE, 1987:116).<br />

El prefacio de Lucas, que se explica a la luz de la literatura<br />

helenística contemporánea, revela, por un lado, que el autor presenta<br />

conscientemente al público su escrito y, por otro deja comprender su<br />

adaptación a las convenciones vigentes (CADBURY, 1922:490).<br />

Efectivamente, era la historiografía a desarrollar como un distinto tipo<br />

de prefacio (prooimion) y los temas que se encuentran en los prefacios<br />

de HECHRODOTO y TUCIDIDE se convierten en topoi<br />

convencionales en la historiografía (AUNE, 1987:89). Los<br />

evangelistas, por lo que parece, pretendían sustituir a sus predecesores<br />

y lo hicieron de una manera que sus obras pudieran conseguir una<br />

búsqueda de lectores siempre más amplia. Los cambios efectuados por<br />

Mateo y Lucas señalan un proceso de “literaturización”, es decir,<br />

llevar la obra siempre en mayor conformidad con las convenciones de<br />

la literatura más elevada. En el caso de Mt, STANDAERT (1992:<br />

1249) ha señalado que el autor despunta la dramaticidad de Mc en<br />

función de una biografía para contentar a los lectores con una cierta


176<br />

cultura literaria. Según AUNE (1987: 65) en Mt y en Lc aparecen tres<br />

características que testimonian este proceso:<br />

a) Ambos, siguiendo las convenciones de la antigua biografía e<br />

historiografía, toman una fuente como base de su narrativa,<br />

supliéndola con materiales de proveniencia diversa (Q non era<br />

una fuente narrativa).<br />

b) Añadiendo las genealogías, los relatos de la infancia de Jesús,<br />

las apariciones del Resucitado, se aproximaron a las<br />

expectativas que los lectores paganos nutrían hacia las obras<br />

de biografía y/o historiografía. En efecto, Mc no se inicia con<br />

el tema del nacimiento y de los antepasados del protagonista,<br />

que era un topos recomenado; y termina (16,8) de manera<br />

extremadamente brusca. (Esto no significa que los evangelios<br />

fueran obras misioneras: no contienen el kerygma en su<br />

conjunto (MOULE, 1985: 199)).<br />

c) Mt y Lc han efectuado nuerosas mejorías lingüísticas y<br />

estilísticas en el material de Mc (presente histórico, parátasis).<br />

Focalizando sobre los ‘acontecimientos’ (pra¿gmata – 1,1), Lc<br />

revela un mayor interés por la historia que por la biografía. Además,<br />

hay que señalar que siguiendo la guía de la historiografía helenística,<br />

personajes importantes sobresalen en los dos volúmenes. Cuando<br />

Lucas escribe su obra, los prefacios estaban fuertemente<br />

estandarizados, lo que, por otra parte, hace difícil sopesar el valor<br />

histórico de las afirmaciones que se encuentran. En Lc 1, 1,-4, pueden<br />

encontrarse los siguientes topoi (AUNE, 1987: 120):<br />

- dedicatoria a Teófilo;<br />

- afirmaciones exageradas de “muchos” predecesores;<br />

- referencia a los testigos oculares;<br />

- puesta de relieve del propio método y cuidado;<br />

- subrayado de la utilidad de la obra.<br />

Debemos añadir dos observaciones posteriores. Después de 1,4, el<br />

estilo cambia radicalmente. Fuera de esta compleja frase inicial de Lc-<br />

Hech, se encuentran solamente otros dos ejemplos parecidos: Lc 3,1-2<br />

y Hech 15,24-26. Además, depués del inicio tomado del estilo


177<br />

Hechlenístico, en la sección que sigue, el influjo de los LXX salta a la<br />

vista. ALEXANDER (1978, 1986, 1993) pone en cuestión la afilación<br />

historiográfica del prefacio de Lucas. Ha demostrado que los prefacios<br />

historiográficos son más amplios y de estilo más elevado. Lc 1,1-4,<br />

tanto en el estilo como en la amplitud, recuerda mucho más las obras<br />

helenística de medicina, astronomía, ingeniería y arquitectura<br />

(Fachprosa, ZwiscHechnprosa – ibid., 1986: 55.62; Cf. L.<br />

TYDBECK, Fachprosa, vermeintlicHech VolksspracHech und Neues<br />

Testament, Uppsale 1967).<br />

Epeidh@per polloiì<br />

eµpexei¿rhsan<br />

aµnata@casqai dih@ghsin<br />

periì tw½n<br />

peplhroforhme@nwn eµn<br />

h´miÍn pragma@twn,<br />

kaqwÜj pare@dosan h´miÍn<br />

oi¸ aµp· aµrxh^j auµto@ptai<br />

kaiì u´phre@tai geno@menoi<br />

tou^ lo@gou,_<br />

EÃdoce kaµmoiì<br />

parhkolouqhko@ti<br />

aÃnwqen pa^sin aµkribw½j<br />

Kaqech^j soi gra@yai,<br />

kra@tiste Qeo@file<br />

iàna eµpignˆ½j periì w n<br />

kathxh@qhj lo@gwn th`n<br />

aµsfa@leian._<br />

Ilustre Teófilo: Puesto<br />

que muchos han<br />

intentado componer la<br />

narración de las cosas<br />

realizadas entre nosotros,<br />

según nos lo han<br />

enseñado los mismos<br />

que desde el principio<br />

fueron testigos oculares<br />

y ministros de la palabra,<br />

me ha parecido también<br />

a mí,<br />

que Hech investigado<br />

cuidadosamente todo<br />

desde los orígenes<br />

hacerte una narración<br />

ordenada<br />

para que conozcas el<br />

fundamento de las<br />

enseñanzas que has<br />

recibido de palabra.<br />

Prop.<br />

(=proposiciones)<br />

causales; otros<br />

escritores.<br />

Prop. Modales;<br />

depende de la<br />

precedente:<br />

descripción del<br />

tema.<br />

Prop. Principal:<br />

decisión del autor<br />

Prop. Modal en<br />

forma<br />

participativa:<br />

las calificaciones<br />

del autor.<br />

Prop. Objetiva;<br />

Alocuciones.<br />

Prop. finales


178<br />

En esta compleja frase, se distinguen los Hechchos acaecidos, la<br />

tradición apostólica, la narración de Lc y las narraciones precedentes.<br />

En el prefacio de ad THechophilum, el autor coloca su obra en el fluir<br />

de la tradición: por un lado se afianza con un grupo de “nosotros”, que<br />

ha tenido experiencia del “cumplimiento/realización” de<br />

“acontecimientos/acciones” (pra¿gmata). El autor tienen algo en<br />

común con ellos: todos los de este grupo (“nosotros”) han recibido su<br />

información de testigos oculares de los acontecimientos. Si bien la<br />

relación entre los dos “nosotros” no está del todo clara (MOESSNER,<br />

1992: 1513; “la narración de las cosas realizadas entre nosotros”;<br />

“según nos lo han enseñado”), es decir, es cierto, sin embargo, que el<br />

autor está basándose en la misma fuente de información (kaqw`j)<br />

disponible para “muchos” (polloi`). Además, se destaca<br />

decididamente del grupo de “muchos” en su proyecto: recomienda su<br />

obra escrita kaqech^j “con orden”. ¿Qué significa este adverbio para<br />

hacer superior lo escrito en cuestión? ¿En qué se distingue el opus<br />

lucanum de aquel de “muchos”? ¿Lo considera incorrecto, inexacto?<br />

¿Por qué subraya su común dependencia de los testigos oculares?<br />

MOESSNER, atendido a las otras recurrencias de kaqech^j en Lc-<br />

Hech, es de la opinión de que Lucas pone de relieve con este adverbio<br />

su forma de escribir en un orden particularmente iluminador. La tesis<br />

de Moessner (1992: 1514) es la de que el espisodio de Cornelio (Hech<br />

10,1-11,18) nos da la clave para aclarar el significado de este adverbio<br />

del proemium.<br />

- Lc 8,1 kaqech^j, en sentido cronológico;<br />

- Hech 3,24: el sentido del adverbio es principalmente<br />

cronológico, pero hay que señalar que Pedro no se<br />

refiere solamente a una sugerencia histórica, sino más<br />

bien explica e interpreta los “signos y prodigios”<br />

ocurridos en medio de su auditorio;<br />

- Hech 18,23: sentido geográfico; kaqech^j equivale a<br />

kata`po¿lin;<br />

Cómo interpretar el adverbio en Hech 11,4: “Entonces Pedro<br />

comenzó a explicarles por orden (kaqech^j), diciendo”? Se debe<br />

señalar que, ante todo, el orden lineal del relato de Pedro no coincide


179<br />

con el del narrador (10,1-48): ej. 10,1-3 11,5 (v 12s). kaqech^j se<br />

pone de relieve: Pedro está resumiendo su encuentro con Cornelio, lo<br />

ilumina presentándolo sobre el fondo de la historia de salvación que<br />

aparece en los dos volúmenes de la obra de Lucas: Hech 11,5, Hech<br />

1,5, Lc 24,49 Lc 3, 15-16. Hech 11,4 se presenta como un particular<br />

punto de vista: revocando el episodio de Cornelio, no focaliza en el<br />

orden cronológico (chrono-logical) o espacio-lógico (spazio-logical),<br />

sino que subraya el significado narrativo-lógico (narrato-logical) de<br />

su encuentro con el centurión pagano. En otras palabras, que no quiere<br />

seguir este orden narrativo-lógico no llegará a la ‘solidez’<br />

(a`sfa¿leia). <strong>Ana</strong>lizando el vocablo parhkolouqhko¿ti , Moessner<br />

(1999: 400-403) denuestra que el verbo parhkolouqe¿w, en Lc 1,3, no<br />

significa ‘seguir de cerca, estar presente físicamente’, sino ‘seguir con<br />

la mente’ (parhkolouqhko¿ti-“one sho has followed with tHech<br />

mind”).<br />

Como Hechmos visto a propósito de la representación el judaísmo<br />

en Lc-Hech, la duplicidad es inHechrente en las imágenes de Lucas.<br />

Si se busca a qué modelo se habría acogido el autor del ad<br />

THechophilum, la multiplicidad de las propuestas nos muestra la<br />

singularidad de la obra de Lucas. BARRETT (1996) asegura, si para<br />

el Tercer Evangelio –que, podríamos decir, es una versión ampliada y<br />

releída de Mc- la categoría bi¿oj podrá irle bien como género literario,<br />

las tentativas de encontrar un modelo para los Hechos resulta más<br />

difícil, por no hablar después del cómputo, es decir, si los dos<br />

volúmenes se consideran juntos. Las propuestas muestran siempre un<br />

solo aspecto de los Hechos y, por esto, no pueden obtener un consenso<br />

pleno. He aquí algunas:<br />

a) Los Hech fueron escritos como apología del cristianismo y<br />

con la peculiar forma de Pablo: los cristianos delante de la<br />

autoridad romana reciben generalmente un tratamiento<br />

favorable (ej. 26,32). Pero, afirma Barrett, los Hech<br />

contienen demasiado material que no tiene nada que ver<br />

con la verdadera apología, las diferencias saltan a la vista.<br />

Aunque se encuentren algunos motivos apologéticos aquí y<br />

allí, el libro, en su conjunto, no puede presentarse como<br />

una apología.


180<br />

b) Las sutilezas del relato hacen que los Hech se aproximen a<br />

los romances helenísticos (Cf. R.I. PERVO Profit with<br />

Delight: THech Literary Genre of tHech Hechs of tHech<br />

Apostles, Philadelphia 1987). Sin embargo, en los Hech<br />

hay muchos particulares que quedan en suspenso, lo que<br />

hace inverosímil que hayan sido modelados en base los<br />

romances helenísticos. Por ejemplo: de Esteban conocemos<br />

solamente sus últimos días, de Juan se nos comunica la<br />

noticia de la muerte, pero nada que haga referencia a su<br />

vida; el fin del relato de la vida de Pablo está saturado de<br />

dificultades. El parangón con los romances se apoya,<br />

justamente, sobre el carácter episódico de los Hech (Cf. E.<br />

PLÜHMACHECHR, Lukas als HechllnistiscHechr<br />

Schriftseller: Studien zur Apostelgeschichte, Göttingen<br />

1972).<br />

c) Los Hch, como historia de la Iglesia, obra del llamado<br />

Frühkatholizismus, cuyo fin habría estado en justificar los<br />

desarrollos institucionales de la Iglesia del siglo segundo.<br />

En efecto, Lucas considera los apóstoles como personas de<br />

autoridad (1,8.14.15-26; 2,1-4; 3,4; 5,1-11; 6,6; cap.10;<br />

13,1-3; 13,31-32 [los apóstoles son distintos de los demás<br />

predicadores cristianos]; 14,23; 15,7-11; 20, 18,35). Esta<br />

lista, aunque parezca impresionante, no convence, afirma<br />

Barratt (1996: 100). A Lucas compete ligar el tiempo de<br />

Jesús con el de la Iglesia: ya la mera existencia de los<br />

apóstoles sirve para este fin. Por esto, tienen el papel de<br />

resaltar a los apóstoles.<br />

d) Otros candidatos para el género literario de los Hch – como<br />

historia teológica, historia biográfica – son, afirma Barret,<br />

etiquetas con verdad y pertenencia parciales.<br />

BARRETT, poniendo de relieve la duplicidad que aparece en la<br />

representación lucana del judaísmo, afirma (1996: 102): la misión<br />

pagana, para Lucas, no es otra cosa que el ápice de la historia de Israel<br />

y el cumplimiento de las Escrituras (ej. 13,47; 15,15c –el pronombre<br />

tou¿tw que se refiere a la conversión de Cornelio y a todas sus


181<br />

implicaciones). Así pues, Lucas confirma la plena autoridad del AT,<br />

pero afirmando que son los cristianos los que deben discernir el<br />

sentido y significado de la Escritura. Según Barrett, este aspecto de<br />

Lc-Hech provee el modelo y las motivaciones por las que Lucas<br />

realizó los dos volúmenes. Con Lc-Hech el autor habría querido<br />

producir un libro que acompañase, explicase, interpretase, completase<br />

el AT. Por esto Lc-Hch podría llamarse un “nuevo testamento”.<br />

Cierto, Lucas no lo ha llado así, además hay que señalar que en el<br />

desarrollo del canon neotestamentario la estructura fundamental fue<br />

siempre la de Lc-Hch: evangelios-textos concernientes a los apóstoles.<br />

THECHISSEN (THechory, Cap. 9) llega a conclusiones similares,<br />

indagano cómo se articula la demarcación del judaísmo en los<br />

evangelios: Mc pone el acento sobre la demarcación en el lenguaje<br />

sígnico-ritual (die Abgrenzung in der rituellen<br />

ZeicHechnspracHech/tHech demarcation in ritual sign language) –<br />

con la muerte de Jesús, el Santo de los Santos se convierte en algo<br />

accesible a todos; Mt – en el lenguaje sígnico-ético – las propuestas de<br />

una ética de superación; en Lc, sin embargo, la demarcación se hace<br />

con la ayuda de un relato de la historia de la salvación<br />

(HechilgeschichtlicHech Erzählung/salvation history narrative).<br />

La formación del canon neotestamentario con los cuatro<br />

evangelios pone, aún una vez más de relieve el horizonte universal de<br />

la Iglesia. A modo de despedida traemos un bello texto de HIPÓLITO<br />

DE ROMA, muerto mártir en el año 235, (citado en G. DE<br />

CHAMPEZUS- s. sterckx, i SIMBOLI DEL MEDIOEVO, Milano<br />

1981; 444): “Edén es el nombre del nuevo jardín de delicias... Corre<br />

en el jardín un río de agua inagotable. Cuatro ríos desembocan allí que<br />

riegan toda la tierra. Así es la Iglesia. Cristo, que es el río, es<br />

anunciado al mundo por los cuatro evangelios”. Los autores dan el<br />

siguiente comentario:<br />

La imagen del mundo heredada de la antigüedad se<br />

transforma en la imagen cristiana del cosmos<br />

evangelizado. Este mundo emana de Cristo “artesano<br />

del universo”, centro de la nueva creación, sentado<br />

sobre un trono circundado por los cuatro Vivientes,<br />

orientado hacia los cuatro puntos cardinales,


182<br />

simbolizando la difusión del mensaje de los cuatro<br />

evangelistas en los cuatro ángulos del mundo.<br />

Algunas direcciones útiles:<br />

http://starwww.uibk.ac.at/tHechologie/tHechologie-en,html<br />

http://bibfutHechol.uibk.ac.at/bildi/index-en.html<br />

http://bibfutHechol.uibk.ac.at/bildi/search/index-en.html<br />

http://222.hivolda.no/asf/kkf/rel-stud.html<br />

http://www.ntgateway.com<br />

http://www.bham.ac.uk/tHechology/goodacre/multibib.htm<br />

1.- La tempestad calmada<br />

Mt 8,18-28<br />

8,18 Jesús, al verse<br />

rodeado de tanta gente,<br />

mandó que lo llevaran a la<br />

otra orilla del lago._<br />

8,19 Entonces llegó un<br />

maestro de la ley y le dijo:<br />

"Maestro, te seguiré<br />

adondequiera que vayas"._<br />

8,20 Jesús le dijo: "Las<br />

raposas tienen<br />

madrigueras y las aves del<br />

cielo nidos, pero el hijo<br />

del hombre no tiene donde<br />

reclinar la cabeza"._<br />

8,21 Otro de sus<br />

discípulos le dijo: "Señor,<br />

déjame ir a enterrar a mi<br />

padre"._<br />

8,22 Jesús le dijo:<br />

"Sígueme y deja que los<br />

muertos entierren a sus<br />

APÉNDICE-TEXTOS EN SINOPSIS<br />

Mc 4,35-41.5,1<br />

4,35 Aquel mismo día, ya<br />

caída la tarde, les dijo:<br />

"Pasemos a la otra orilla"._<br />

4,36 Y dejando a la gente,<br />

lo llevaron con ellos en la<br />

barca tal como se<br />

encontraba; y le<br />

acompañaban otras<br />

Lc 8,22-26<br />

8,22 Un día subió Jesús<br />

con sus discípulos a una<br />

barca y les dijo: "Pasemos<br />

a la otra orilla".<br />

Y se adentraron en el<br />

lago._


muertos"._<br />

8,23 Jesús subió a una<br />

barca acompañado de sus<br />

discípulos._<br />

8,24 De pronto se alborotó<br />

tanto el mar que las olas<br />

saltaban por encima de la<br />

barca, y él dormía._<br />

8,25 Se acercaron los<br />

discípulos y lo<br />

despertaron, diciendo:<br />

"¡Señor, sálvanos, que<br />

perecemos!"._<br />

8,26 Jesús les dijo: "¿Por<br />

qué tembláis, hombres de<br />

poca fe?". Entonces se<br />

levantó, increpó a los<br />

vientos y al mar y<br />

sobrevino una gran<br />

calma._<br />

8,27 Los discípulos,<br />

asombrados, decían:<br />

"¿Quién es éste que hasta<br />

el viento y el mar le<br />

obedecen?"._<br />

8,28 Al llegar a la orilla<br />

opuesta, a la región de los<br />

gadarenos, fueron a su<br />

encuentro dos<br />

endemoniados que salían<br />

del cementerio, tan<br />

furiosos que nadie podía<br />

pasar por aquel camino._<br />

barcas._<br />

4,37 Se levantó entonces<br />

una fuerte borrasca, y las<br />

olas saltaban por encima de<br />

la barca, de suerte que<br />

estaba a punto de llenarse._<br />

4,38 Jesús estaba<br />

durmiendo sobre un<br />

cabezal en la popa. Ellos lo<br />

despertaron y le dijeron:<br />

"Maestro, ¿no te importa<br />

que perezcamos?"._<br />

4,39 Él se levantó, increpó<br />

al viento y dijo al mar:<br />

"¡Calla! ¡Cálmate!". Y el<br />

viento cesó y se hizo una<br />

gran calma._<br />

4,40 Después les dijo:<br />

"¿Por qué sois tan<br />

miedosos? ¿Por qué no<br />

tenéis fe?"._<br />

4,41 Ellos quedaron<br />

sumamente atemorizados,<br />

y se decían unos a otros:<br />

"¿Quién es éste, que hasta<br />

el viento y el mar le<br />

obedecen?".<br />

5,1 Llegaron a la orilla<br />

opuesta, a la región de los<br />

gerasenos;_<br />

183<br />

8,23 Mientras navegaban<br />

se durmió. Y cayó sobre<br />

el lago tal torbellino que<br />

la barca se inundaba y<br />

corrían peligro._<br />

8,24 Los discípulos se<br />

acercaron y lo<br />

despertaron, diciendo:<br />

"¡Maestro, maestro, que<br />

perecemos!". Él se<br />

levantó, increpó al viento<br />

y a las olas, que cesaron,<br />

y se hizo la calma._<br />

8,25 Entonces les dijo:<br />

"¿Dónde está vuestra fe?".<br />

Llenos de miedo y de<br />

admiración, se decían:<br />

"¿Quién es éste, que<br />

manda incluso a los<br />

vientos y al agua y le<br />

obedecen?"._<br />

8,26 Tomaron tierra en la<br />

región de los gerasenos,<br />

frente a Galilea._


184


2.- Bautismo de Jesús<br />

Mt 3,13-17<br />

3,13 Entonces Jesús fue de<br />

Galilea al Jordán para que<br />

Juan lo bautizara._<br />

3,14 Pero Juan quería<br />

impedirlo, diciendo: "Soy yo<br />

el que necesito ser bautizado<br />

por ti, ¿y tú vienes a mí?"._<br />

3,15 Jesús le respondió:<br />

"¡Déjame ahora, pues<br />

conviene que se cumpla así<br />

toda justicia!"._<br />

3,16 Entonces Juan accedió a<br />

ello. Una vez bautizado,<br />

Jesús salió del agua; y en<br />

esto los cielos se abrieron y<br />

vio al Espíritu de Dios<br />

descender en forma de<br />

paloma y posarse sobre él._<br />

3,17 Y se oyó una voz del<br />

cielo: "Éste es mi hijo<br />

amado, mi predilecto"._<br />

Mc 1,9-11<br />

_<br />

1,9 Por aquellos días<br />

Jesús vino desde Nazaret<br />

de Galilea<br />

y fue bautizado por Juan<br />

en el Jordán._<br />

1,10 En el momento en<br />

que salía del agua, vio los<br />

cielos abiertos y al<br />

Espíritu Santo<br />

como una paloma<br />

bajando sobre él,_<br />

1,11 y se oyó una voz del<br />

cielo: "Tú eres mi hijo<br />

amado, mi predilecto".<br />

Lc 3,21-22<br />

3,21 Después de bautizar<br />

Juan al pueblo y a Jesús,<br />

aconteció que, mientras<br />

Jesús estaba orando,<br />

se abrió el cielo,_<br />

3,22 descendió el<br />

Espíritu Santo sobre él en<br />

forma corporal, como<br />

una paloma, y se oyó una<br />

voz del cielo: "Tú eres mi<br />

hijo amado, mi<br />

predilecto"._


186<br />

3.- Getsemaní<br />

Mt 26,36-46<br />

26,36 Jesús fue con ellos<br />

a un huerto llamado<br />

Getsemaní, y dijo a los<br />

discípulos: "Quedaos<br />

aquí mientras voy más<br />

allá a orar"._<br />

26,37 Se llevó consigo a<br />

Pedro y a los dos hijos de<br />

Zebedeo; y comenzó a<br />

sentir tristeza y<br />

angustia._<br />

26,38 Y les dijo: "Me<br />

muero de tristeza.<br />

Quedaos aquí y velad<br />

conmigo"._<br />

26,39 Avanzó unos pasos<br />

más, cayó de bruces y se<br />

puso a orar así: "Padre<br />

mío, si es posible, que<br />

pase de mí este cáliz;<br />

pero no sea lo que yo<br />

quiero, sino lo que<br />

quieres tú"._<br />

26,40 Volvió a los<br />

discípulos, los encontró<br />

dormidos<br />

y dijo a Pedro: "¿Conque<br />

no habéis podido velar<br />

una hora conmigo?_<br />

26,41 Velad y orad para<br />

que no caigáis en<br />

tentación. El espíritu está<br />

Mc 14,32-42<br />

14,32 Llegaron al huerto<br />

llamado Getsemaní, y<br />

dijo a sus discípulos:<br />

"Quedaos aquí mientras<br />

voy a orar"._<br />

14,33 Tomó consigo a<br />

Pedro, a Santiago y a<br />

Juan, y comenzó a sentir<br />

terror y angustia;_<br />

14,34 y les dijo: "Me<br />

muero de tristeza;<br />

quedaos aquí y velad<br />

conmigo"._<br />

14,35 Avanzó unos<br />

pasos, cayó de bruces y<br />

pidió que, si era posible,<br />

pasara lejos de él<br />

aquella hora._<br />

14,36 Decía: "¡Abba,<br />

Padre!, todo te es<br />

posible; aparta de mí<br />

este cáliz, pero no sea lo<br />

que yo quiero, sino lo<br />

que quieres tú"._<br />

14,37 Volvió, los<br />

encontró dormidos, y<br />

dijo a Pedro: "¡Simón!,<br />

¿duermes? ¿No has<br />

podido velar una hora?_<br />

14,38 Velad y orad, para<br />

que no caigáis en<br />

tentación. El espíritu<br />

Lc 22,40-46<br />

2,40 Cuando llegó al lugar,<br />

les dijo: "Orad para no caer<br />

en la tentación"._<br />

22,41 Él se apartó de ellos<br />

como un tiro de piedra, se<br />

arrodilló y se puso a orar,_<br />

22,42 diciendo: "Padre, si<br />

quieres, aleja de mí este<br />

cáliz, pero no se haga mi<br />

voluntad, sino la tuya"._<br />

22,43 Y se le apareció un<br />

ángel del cielo<br />

reconfortándolo._<br />

22,44 Entró en agonía, y<br />

oraba más intensamente;<br />

sudaba como gotas de<br />

sangre, que corrían por el<br />

suelo._<br />

22,45 Se levantó de la<br />

oración, fue a sus<br />

discípulos y los encontró<br />

dormidos por la tristeza._<br />

22,46 Y les dijo: "¿Por qué<br />

dormís? Levantaos y orad<br />

para que no caigáis en la<br />

tentación"._


dispuesto, pero la carne<br />

es débil"._<br />

26,42 De nuevo, por<br />

segunda vez, se fue a<br />

orar, diciendo: "Padre<br />

mío, si no es posible que<br />

este cáliz pase sin que yo<br />

lo beba, hágase tu<br />

voluntad"._<br />

26,43 Volvió y los<br />

encontró dormidos,<br />

vencidos por el sueño._<br />

26,44 Los dejó y volvió a<br />

orar de nuevo, por<br />

tercera vez, repitiendo<br />

las mismas palabras._<br />

26,45 Después fue a los<br />

discípulos y les dijo:<br />

"¡Dormid ahora y<br />

descansad! Ya llega la<br />

hora, y el hijo del<br />

hombre va a ser<br />

entregado en manos de<br />

los pecadores._<br />

26,46 Levantaos, vamos.<br />

El que me entrega llega<br />

ya"._<br />

está dispuesto, pero la<br />

carne es débil"._<br />

14,39 De nuevo se alejó,<br />

y oró repitiendo las<br />

mismas palabras._<br />

14,40 Volvió otra vez y<br />

los encontró dormidos,<br />

vencidos por el sueño; y<br />

no sabían qué<br />

responder._<br />

14,41 Volvió por tercera<br />

vez y les dijo: "¡Dormid<br />

ya y descansad! ¡Se<br />

terminó! ¡Ha llegado la<br />

hora! El hijo del hombre<br />

va a ser entregado en<br />

manos de los<br />

pecadores._<br />

14,42 ¡Levantaos,<br />

vamos! El que me<br />

entrega llega ya"._<br />

4.- Curación de la suegra de Pedro<br />

Mt 8,14-15<br />

8,14 Cuando Jesús llegó<br />

a casa de Pedro,<br />

vio a la suegra de éste,<br />

que estaba en cama y con<br />

fiebre.<br />

Mc 1,29-31<br />

1,29 Salieron de la<br />

sinagoga y fueron a la<br />

casa de Simón y de<br />

Andrés, con Santiago y<br />

Juan._<br />

1,30 Le dijeron que la<br />

suegra de Simón estaba en<br />

Lc 4,38-39<br />

187<br />

4,38 Salió de la sinagoga y<br />

fue a casa de Simón.<br />

La suegra de éste se<br />

encontraba enferma con<br />

fiebre muy alta,<br />

y le pidieron que la curara._


188<br />

Él la agarró de la mano_<br />

8,15 y desapareció la<br />

fiebre; ella se levantó y se<br />

puso a atenderle<br />

5.- La Transfiguración<br />

Mt 17,1-9<br />

17,1 Seis días después<br />

Jesús tomó consigo a<br />

Pedro, a Santiago y a<br />

Juan, su Hechrmano, y<br />

los llevó a un monte alto<br />

a solas._<br />

17,2 Y se transfiguró ante<br />

ellos. Su rostro brilló<br />

como el sol y sus<br />

vestiduras se volvieron<br />

blancas como la luz._<br />

17,3 Y se le aparecieron<br />

Moisés y Elías hablando<br />

con él._<br />

17,4 Pedro tomó la<br />

palabra y dijo a Jesús:<br />

"Señor, qué bien se está<br />

cama con fiebre._<br />

1,31 Él la agarró de la<br />

mano y la levantó.<br />

La fiebre desapareció,<br />

y ella se puso a<br />

atenderle._<br />

Mc 9,2-10<br />

9,2 Seis días después Jesús<br />

tomó consigo a Pedro, a<br />

Santiago y a Juan, y los<br />

llevó a un monte alto a<br />

solas. Y se transfiguró ante<br />

ellos._<br />

9,3 Sus vestidos se<br />

volvieron de una blancura<br />

resplandeciente, como<br />

ningún batanero de la<br />

tierra podría<br />

blanquearlos._<br />

9,4 Y se les aparecieron<br />

Elías y Moisés hablando<br />

con Jesús._<br />

9,5 Pedro tomó la palabra<br />

y dijo a Jesús: "Maestro,<br />

4,39 Él se inclinó sobre<br />

ella, ordenó a la fiebre, y la<br />

fiebre la dejó. Ella se<br />

levantó inmediatamente y<br />

se puso a atenderle._<br />

Lc 9,28-37<br />

9,28 Unos ocho días<br />

después Jesús tomó<br />

consigo a Pedro, a Juan y<br />

Santiago y los llevó al<br />

monte a orar._<br />

9,29 Mientras él oraba,<br />

cambió el aspecto de su<br />

rostro y sus vestidos se<br />

volvieron de una blancura<br />

resplandeciente._<br />

9,30 Dos hombres, de<br />

improviso, se pusieron a<br />

hablar con él. Eran Moisés<br />

y Elías,_<br />

9,31 que aparecieron con<br />

un resplandor glorioso y<br />

hablaban con él de su<br />

muerte, que iba a tener<br />

lugar en Jerusalén._<br />

9,32 Pedro y sus<br />

compañeros estaban<br />

cargados de sueño, pero<br />

lograron mantenerse<br />

despiertos y vieron la<br />

gloria de Jesús y a los dos<br />

hombres que estaban con<br />

él._


aquí. Si quieres, hago<br />

aquí tres tiendas: una<br />

para ti, otra para Moisés<br />

y otra para Elías"._<br />

17,5 Aún estaba<br />

hablando, cuando una<br />

nube luminosa<br />

los cubrió,<br />

y una voz desde la nube<br />

dijo:<br />

"Éste es mi hijo amado,<br />

mi predilecto,<br />

escuchadlo"._<br />

17,6 Al oírlo, los<br />

discípulos cayeron de<br />

bruces, aterrados de<br />

miedo._<br />

17,7 Jesús se acercó, los<br />

tocó y les dijo:<br />

"Levantaos y no tengáis<br />

miedo"._<br />

17,8 Alzaron ellos sus<br />

ojos y no vieron a nadie,<br />

sino sólo a Jesús._<br />

17,9 Y mientras bajaban<br />

del monte, Jesús les<br />

ordenó: "No contéis a<br />

nadie esta visión hasta<br />

que el hijo del hombre<br />

haya resucitado de entre<br />

los muertos"._<br />

¡qué bien se está aquí!<br />

Hagamos tres tiendas, una<br />

para ti, otra para Moisés y<br />

otra para Elías"._<br />

9,6 Es que no sabía lo que<br />

decía, pues estaban<br />

asustados._<br />

9,7 Una nube los cubrió<br />

con su sombra;<br />

y desde la nube se oyó una<br />

voz: "Éste es mi hijo<br />

amado. Escuchadlo"._<br />

9,8 Miraron<br />

inmediatamente alrededor,<br />

y ya no vieron a nadie más<br />

que a Jesús solo con<br />

ellos._<br />

9,9 Mientras bajaban del<br />

monte, Jesús les ordenó<br />

que no contasen a nadie lo<br />

que habían visto hasta que<br />

el hijo del hombre hubiera<br />

resucitado de entre los<br />

muertos._<br />

9,10 Ellos guardaron el<br />

secreto, pero discutían qué<br />

querría decir con eso de<br />

"resucitar de entre los<br />

muertos"._<br />

189<br />

9,33 Cuando éstos se<br />

alejaban de Jesús, Pedro<br />

dijo: "Maestro, ¡qué bien<br />

se está aquí! Hagamos tres<br />

tiendas: una para ti, otra<br />

para Moisés y otra para<br />

Elías". No sabía lo que<br />

decía._<br />

9,34 Mientras él estaba<br />

diciendo esto, vino una<br />

nube y los cubrió. Al<br />

entrar en la nube, los<br />

discípulos se asustaron._<br />

9,35 Y una voz desde la<br />

nube dijo: "Éste es mi<br />

hijo, el elegido,<br />

escuchadlo"._<br />

9,36 Tan pronto como<br />

cesó la voz, Jesús se quedó<br />

solo. Los discípulos<br />

guardaron silencio, y a<br />

nadie contaron por<br />

entonces lo que habían<br />

visto._<br />

9,37 Al día siguiente, al<br />

bajar del monte, la gente<br />

vino a su encuentro.


6.- La parábola del sembrador<br />

Mt 13,3-9.18-23<br />

13,3 Y les dijo muchas<br />

cosas en parábolas: "Salió<br />

el sembrador a sembrar_<br />

13,4 y, al sembrar, parte<br />

de la semilla cayó junto al<br />

camino;<br />

vinieron las aves y se la<br />

comieron._<br />

13,5 Otra parte cayó en un<br />

pedregal, donde no había<br />

mucha tierra,<br />

y brotó<br />

en seguida porque la<br />

semilla no tenía<br />

profundidad en la tierra;_<br />

13,6 pero al salir el sol la<br />

abrasó y, por no tener raíz,<br />

se secó._<br />

13,7 Otra cayó entre<br />

zarzas; las zarzas<br />

crecieron<br />

y la ahogaron._<br />

13,8 Otra parte cayó en<br />

tierra buena,<br />

y dio frutos;<br />

una ciento, otra sesenta,<br />

otra treinta._<br />

13,9 ¡El que tenga oídos<br />

que oiga!"._<br />

Mc 4,3-9.13-20<br />

4,3 "Escuchad: Salió el<br />

sembrador a sembrar_<br />

4,4 y, al sembrar, parte de<br />

la semilla cayó junto al<br />

camino,<br />

vinieron las aves y se la<br />

comieron._<br />

4,5 Otra parte cayó en un<br />

pedregal, donde no había<br />

mucha tierra, y<br />

brotó<br />

en seguida porque la<br />

semilla no tenía<br />

profundidad en la tierra;_<br />

4,6 pero al salir el sol la<br />

abrasó, y por no tener raíz<br />

se secó._<br />

4,7 Otra cayó entre zarzas;<br />

las zarzas crecieron,<br />

la ahogaron y no dio<br />

fruto._<br />

4,8 Otra parte cayó en<br />

tierra buena<br />

y dio fruto lozano y<br />

crecido,<br />

una treinta, otra sesenta y<br />

otra ciento"._<br />

Lc 8,5-8.11-15<br />

8,5 "Salió el sembrador a<br />

sembrar su semilla.<br />

Al sembrar, una parte<br />

cayó junto al camino, fue<br />

pisoteada<br />

y las aves se la<br />

comieron._<br />

8,6 Otra parte cayó en un<br />

pedregal y,<br />

nada más nacer,<br />

se secó<br />

por falta de humedad._<br />

8,7 Otra cayó entre<br />

zarzas; las zarzas<br />

crecieron<br />

y la ahogaron._<br />

8,8 Y otra cayó en tierra<br />

buena, nació<br />

y dio fruto,<br />

el ciento por uno". Dicho<br />

esto, exclamó:<br />

"¡El que tenga oídos que<br />

oiga!"._


13,18 "Así que vosotros<br />

entended la parábola del<br />

sembrador._<br />

13,19 Si uno oye la<br />

palabra del reino y no la<br />

entiende, viene el maligno<br />

y le arrebata lo sembrado<br />

en el corazón. Éste es lo<br />

sembrado junto al<br />

camino._<br />

13,20 El pedregal es el<br />

que oye la palabra de<br />

momento y la acepta con<br />

alegría;_<br />

13,21 pero no tiene raíz,<br />

es inconstante y, cuando<br />

llega la prueba o la<br />

persecución a causa de la<br />

palabra, inmediatamente<br />

se viene abajo._<br />

13,22 Lo sembrado entre<br />

zarzas es el que oye la<br />

palabra, pero las<br />

preocupaciones de esta<br />

vida y la seducción de la<br />

riqueza<br />

ahogan la palabra y queda<br />

sin fruto._<br />

13,23 Lo sembrado<br />

en tierra buena<br />

es el que oye la palabra y<br />

la entiende y da fruto,<br />

ciento, sesenta y treinta<br />

por uno"._<br />

4,9 Y añadió: "¡El que<br />

tenga oídos que oiga!"._<br />

4,13 Y les dijo: "¿No<br />

entendéis esta parábola?<br />

¿Cómo, entonces, vais a<br />

entender las demás<br />

parábolas?_<br />

4,14 El sembrador siembra<br />

la palabra._<br />

4,15 Los de junto al<br />

camino son aquellos en los<br />

que se siembra la palabra,<br />

pero que, apenas la han<br />

oído, va Satanás y arrebata<br />

la palabra sembrada en<br />

ellos._<br />

4,16 Los sembrados en el<br />

pedregal son aquellos que<br />

oyen la palabra y la<br />

aceptan con alegría;_<br />

4,17 pero no tienen raíces,<br />

son inconstantes y, en<br />

cuanto les sobreviene, a<br />

causa de la palabra, una<br />

tribulación o persecución,<br />

inmediatamente se vienen<br />

abajo._<br />

4,18 Los que reciben la<br />

semilla entre zarzas son<br />

los que oyen la palabra;_<br />

4,19 pero en ellos brotan<br />

las preocupaciones del<br />

mundo, el engaño de las<br />

riquezas y demás<br />

ambiciones,<br />

y ahogan la palabra<br />

haciéndola infructuosa._<br />

4,20 Los que reciben la<br />

semilla<br />

en tierra buena son<br />

191<br />

8,11 "La parábola quiere<br />

decir esto: La semilla es<br />

la palabra de Dios._<br />

8,12 Los de junto al<br />

camino son los que la<br />

oyen, pero luego viene el<br />

diablo y se lleva la<br />

palabra de Dios de sus<br />

corazones para que no<br />

crean y se salven._<br />

8,13 Los que están sobre<br />

el pedregal son los que<br />

oyen la palabra y la<br />

aceptan con alegría; pero<br />

no tienen raíz, creen por<br />

algún tiempo y en el<br />

momento de la prueba se<br />

vuelven atrás._<br />

8,14 La semilla que cayó<br />

entre zarzas son los que la<br />

escuchan, pero luego<br />

se ahogan en las<br />

preocupaciones, riquezas<br />

y placeres de la vida, y no<br />

llegan a la madurez._<br />

8,15 Y la que cayó<br />

en tierra buena son<br />

los que escuchan la<br />

palabra con corazón<br />

bueno y generoso, la<br />

conservan y por su<br />

constancia dan fruto"._


192<br />

aquellos que oyen la<br />

palabra, la aceptan y dan<br />

fruto, el treinta, el sesenta<br />

o el ciento por uno"._


INDICE<br />

193<br />

CONTEXTO....................................................................................... 7<br />

MENSAJE........................................................................................... 7<br />

EMISOR 7<br />

CONTACTO....................................................................................... 7<br />

CÓDIGO ............................................................................................. 7<br />

MARCHECHSI 1985:65):................................................................. 8<br />

REFERENCIAL................................................................................. 8<br />

POÉTICA............................................................................................ 8<br />

FÁTICA............................................................................................... 8<br />

METALINGÜÍSTICA....................................................................... 8<br />

3. EL EVANGELIO DE MARCOS................................................ 46<br />

3.2. El Segundo Evangelio atribuido a Marcos.............................. 49<br />

3.3 El estilo de Marcos ..................................................................... 56<br />

3.4. Composición literaria................................................................ 59<br />

3.5. El secreto mesiánico .................................................................. 68<br />

3.6. El relato y el secreto .................................................................. 71<br />

3.6.2. El análisis de Marguerat........................................................ 75<br />

4. EL EVANGELIO DE MATEO .................................................. 83<br />

4.1. Comenzar ................................................................................... 84<br />

4.2 La genealogía .............................................................................. 89<br />

4.2.1. Las dificultades con la genealogía......................................... 91<br />

4.2.2. La estructura de la genealogía. ............................................. 93<br />

4.3. Algunas características del Primer Evangelio........................ 99<br />

4.3.1. Algunas características del estilo de Mt. ............................ 100<br />

Mt..................................................................................................... 102<br />

Mc .................................................................................................... 102<br />

Mt..................................................................................................... 102<br />

4.4. Composición literaria.............................................................. 103<br />

4.4.1. El espacio simbólico-teológico............................................. 106<br />

4.4. La estructura de Mt ................................................................ 108<br />

4.4.1. La propuesta de Standaert .................................................. 110<br />

4. LUCAS-HECHCHOS................................................................ 114<br />

5.1. Lc-Hech: una sigla por descifrar ........................................... 115


194<br />

5.2. Lc-At: una unidad por construir ........................................... 119<br />

5.2.2. La propuesta de Marguerat ................................................ 124<br />

5.2.2.1. Diferencia de las informaciones ........................................ 127<br />

5.2.2.2. Inclusiones.......................................................................... 128<br />

5.2.2.3. ‘Prolessi’ elípticas............................................................... 129<br />

5.2.2.4. Ambivalencia semántica..................................................... 130<br />

5.2.2.5. Cadena narrativa................................................................ 138<br />

5.2.2.6. La syncrisis ......................................................................... 139<br />

5.3 Permanencia y suspensión de la Torá .................................... 144<br />

5.3.2. Lucas...................................................................................... 148<br />

6. EL GÉNERO LITERARIO DE LOS EVANGELIOS ........... 155<br />

6.1. Introducción............................................................................. 156<br />

6.2. Los vocablos en los LXX, en Filón de Alejandría y en Flavio<br />

Josefo ............................................................................................... 158<br />

6.3. La terminología en el NT........................................................ 159<br />

6.4. El término ‘evangelio’ en el s. II ............................................ 164<br />

6.5. El evangelio como género literario ........................................ 169<br />

6.6. El prefacio de Lc-Hech ........................................................... 174<br />

1.- La tempestad calmada.............................................................. 182<br />

2.- Bautismo de Jesús ..................................................................... 185<br />

3.- Getsemaní .................................................................................. 186<br />

4.- Curación de la suegra de Pedro............................................... 187<br />

5.- La Transfiguración ................................................................... 188<br />

6.- La parábola del sembrador...................................................... 190

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